martes, diciembre 29, 2009
20 prematuras recomendaciones para esta década
sábado, diciembre 26, 2009
Brevísimo ránking de horror del 2009
miércoles, diciembre 23, 2009
Encuesta: ¿Cuál ha sido tu película de terror favorita del 2009?
lunes, diciembre 21, 2009
Reseña: May (2002)
May (2002), primer largometraje para cine del ya conocido por todos Lucky McKee, es una de esas películas que todos adoramos descubrir. Es también una película de terror que, si bien mantiene visibles sus influencias, no se parece a ninguna otra. Finalmente, representa también un gran salto cualitativo tanto para su director como para su protagonista, Angela Bettis, quien ya había sido vista en varias películas mainstream pero sólo obtuvo realmente notoriedad tras su trabajo en esta película, sin duda una de sus mejores actuaciones.
El argumento del que parte es ya arquetípico en el cine de terror, especialmente tras Carrie (1976). La protagonista, May, es una joven asistente de veterinaria sumamente retraída por su complejo de patito feo y un ojo vago que da a su rostro sin gafas una asimetría bastante perturbadora. La película nos da poca información sobre la niñez de la protagonista, pero la que nos da es más que suficiente para señalar como una de las causas de su timidez a la influencia de su cursi madre, que regala a la joven una muñeca encerrada en una caja de cristal, a la que May definirá como su inaccesible e intocable mejor amiga. Esta muñeca cumple además una función metafórica acerca de la psique de la propia May apreciable en la manera como el cristal que la protege se va resquebrajando poco a poco a lo largo de la película. La muñeca, la caja que se rompe, la afición de su dueña por la costura y otros detalles refuerzan a lo largo de la película una obsesión con la idea del ser incompleto, hecho que se manifiesta a través de elementos simbólicos como el perro al que le falta una pata o el grupo de niños ciegos, así como (evidentemente) el ojo defectuoso del personaje principal. Esto lleva a la chica a manifestar una fuerte obsesión por las partes, segmentando mentalmente a los seres humanos que la rodean al basar su empatía hacia ellos en partes específicas de sus cuerpos (las manos de uno, los brazos de otro, el cuello de otra).
El desencadenante del conflicto en este caso es el amor; May sólo desea que alguien la quiera, y para ello se deja llevar por situaciones que inevitablemente llevan a la decepción, ya sea dejándose entusiasmar por el chico del que se enamora (parco pero funcional Jeremy Sisto) como permitiéndose ser seducida por su desequilibrada compañera de trabajo (una muy sobresaliente Anna Faris, actriz principalmente conocida por ser la protagonista de saga de Scary Movie y que a mí personalmente me encanta).
La tensión entre todos estos personajes va creciendo constantemente hasta desembocar en un increíble final en el que asistimos a la transformación de May así como a la exteriorización de su perturbada psique, volviendo una vez más al arquetipo de su muñeca prisionera, así como una recreación nada sutil de la figura cultural del monstruo de Frankenstein, a la que la película hace varias referencias a lo largo de su metraje. Todo esto manejado con muy buen pulso por parte de McKee, que reserva todo el impacto y la truculencia para el final pero cuya principal virtud está en la de hacer que el público termine tomándole cariño a May y a realmente sufrir con ella. Todo esto, claro está, no sería posible sin el trabajo de Angela Bettis en el personaje, perfecta mezcla de fragilidad y rareza que sin embargo no desentona con un desenlace particularmente violento que culmina en una imagen final francamente desconcertante pero también inmejorable.
Aunque no sea una película para todos los gustos, lo cierto es que May sí es una de las apuestas más originales que nos ha llegado de esta reciente camada de directores de cine de terror de espíritu indie. Los siguientes trabajos de Lucky McKee, El bosque maldito (2006) y Red (2008), no han tenido tanta repercusión, lo que ha devuelto al director de momento al mundo del cortometraje. Sin embargo, siempre es bueno volver a su primer largo para entender por qué sigue siendo uno de esos nuevos valores de los cuales podemos esperar mucho más en un futuro no muy lejano.
sábado, diciembre 19, 2009
Reseña: El día de los muertos (2008)
Anunciado como el inevitable remake de la cinta homónima de George Romero, El día de los muertos (2008) suponía también el regreso al cine de terror del director Steve Miner, auténtico mercenario del género en los ochenta y que llevaba años relegado, con pocas excepciones, al mundo televisivo. Fue también una producción con muchos problemas y retrasos que terminó engavetándose por casi dos años hasta que finalmente fue lanzada al mercado doméstico en el 2008, donde recibió una auténtica lluvia de palos por parte de la crítica.
De sobra está decir que, así como El amanecer de los muertos (2004) no era para nada una secuela de la versión de La noche de los muertos vivientes (1990) de Tom Savini, esta película de la que hablamos hoy no tiene nada que ver con el celebrado remake de Zack Snyder, muy a pesar de que ambas cuentan con el actor Ving Rhames como parte del elenco principal. Sin embargo hay aquí una curiosidad: aquellos con buena memoria recordarán que el personaje de Rhames en El amanecer de los muertos intentaba llegar a una base militar donde supuestamente le esperaba su hermano. Pues bien, esta película está ambientada precisamente en una base militar y Ving Rhames interpreta a un sargento de los duros que bien podría ser el hermano gemelo de aquel poli con malas pulgas. Ignoro si esto se debe a una casualidad o es un guiño intencional, y de todas formas lo cierto es que hablamos de una película muy diferente en la que se cuenta el caos generalizado que ocurre en una base militar y un pequeño pueblo cuando se desata una misteriosa epidemia cuyo origen podría deberse a la inescrupulosa mano del hombre.
Dicho esto y tras haberla visto, tengo que reconocer que no es la peor película de zombis que me he echado a la cara, pero tampoco es nada especial. En realidad no es más que otro ejemplo de la tonelada de productos directo-a-DVD que ciertamente han abundado en los últimos años, y se encuentra en un punto medio; no es tan buena como Resident Evil (2002) pero al menos tampoco es tan terrible como Return of the Living Dead: Necropolis (2005). La comparación con estas dos películas viene muy a cuento porque, al igual que ellas, esta nueva versión de El día de los muertos utiliza una estructura similar a la de un videojuego: un grupo de jóvenes con un variado arsenal de armas de fuego viaja de un punto A a un punto B disparando a todo lo que se ponga en su camino para eventualmente enfrentarse a un monstruo final. El elenco en este sentido no podía ser más genérico, con inclusiones tan disparatadas como Mena Suvari o el rapero Nick Cannon, ninguno de ellos creíble como integrantes del cuerpo de marines y mucho menos como los contricantes de lo que sin duda son unos superzombis; aparte de producirse la infección en segundos, los muertos vivientes de esta película son unos monstruos que no sólo corren sino que encima dan grandes saltos y trepan por las paredes y los techos como si nada.
Llegados a este punto ya habréis podido daros cuenta de lo evidente, y es que esta película en realidad no tiene absolutamente nada que ver con el original de George Romero de 1985. Aparte de un muy superficial guiño al zombi domesticado, las dos películas no podrían ser más diferentes, empezando por el nada disimulado hecho de que esta versión ni siquiera transcurre en un escenario post-apocalíptico. Esta película podría haber escogido llamarse de cualquier otra manera y nadie habría siquiera sospechado que fuese un remake de la cinta de Romero, con lo que quizás habría tenido menos publicidad pero, al mismo tiempo, no habría sido tan despiadadamente criticada. Y eso es precisamente lo que me molesta: al ponerle como título El día de los muertos están echándose encima las inevitables comparaciones con la original, y en ese terreno este remake siempre saldrá perdiendo, ya que incluso considerando mi subjetividad en favor de Steve Miner, ambas películas ni siquiera se puede decir que jueguen en la misma liga.
jueves, diciembre 17, 2009
Reseña: Feast (2005)
Los guionistas Marcus Dunstan y Patrick Melton han tenido la suerte de ver cómo su primera película, Feast (2005), se ha convertido en la más famosa de todas las ganadoras de Project Greenlight, el reality producido entre otros por Matt Damon y Ben Affleck y destinado al descubrimiento de nuevos cineastas. Es una suerte principalmente para nosotros, ya que esta película supera con facilidad las circunstancias meramente anecdóticas de su nacimiento y se convierte en una monster movie en toda regla que reverencia todas y cada una de las constantes de dicho género. Al carecer de cualquier atisbo de originalidad, la cinta parodia y a la vez reinvindica todas aquellas historias de personajes sitiados por una horda de monstruos, enlazando gloriosamente con otras disfrutables muestras similares como Demon Knight (1994) y Abierto hasta el amanecer (1996).
El planteamiento es exactamente el mismo de siempre: un grupo de desconocidos atrincherados en un lugar (en este caso un bar en medio del desierto) plantan cara a un grupo de monstruos con apetencia por la carne humana (para comérsela y, en ocasiones, follársela). El origen de las criaturas, sin embargo, jamás es explicado, no sabemos absolutamente nada de ellas ni de sus costumbres (por ejemplo, la de llevar encima la piel de animales muertos) pero este desconocimiento no daña en nada nuestra apreciación de una película que, además, no tiene ningún inconveniente en reírse abiertamente de sí misma. Este hecho se evidencia en graciosos recursos como el de presentar a cada personaje definiendo su estereotipo y sus esperanzas de vida para luego pervertir esas reglas y jugar con las expectativas del público. Todo esto se ha hecho antes, ciertamente, pero pocas veces con tanta gracia.
Se sabe que, para poder conseguir la calificación R en su país de origen, Feast fue sometida a un número considerable de cortes, pero aún así, sigue siendo más que generosa en violencia y desmembramientos varios, aunque debido al lado evidentemente cómico de la propuesta, dichos momentos gore están presentados en forma de caricatura. Asimismo, la cutrez técnica de los monstruos está resuelta a través del recurso de mostrarlos con poca luz y dotar a sus apariciones de un montaje y juego de cámara frenético que, por desgracia, muchas veces no deja seguir bien la acción. Lo bueno, sin embargo, es que su director, John Gulager, sabe sobreponerse a esto muy bien transmitiendo la amenaza que representan las criaturas e incluso dando a cada personaje un final adecuado que se hace bastante memorable. Estos personajes cumplen perfectamente con sus ya mencionados estereotipos y nos ofrecen la ya acostumbrada galería de tipos duros y chicas guapas como la espectacular Krista Allen, quien comenzó su carrera como actriz en telefilmes eróticos de la saga Emmanuelle a mediados de los noventa y que muestra aquí uno de sus mejores trabajos más allá de sus innegables dotes físicas. Su presencia me hace perdonar detalles menos halagadores como lo poco aprovechado que está Henry Rollins, genial en su papel de gurú motivacional pero que no tiene mucha participación.
El éxito de Feast generaría dos secuelas más que sólo vieron la luz en formato doméstico. Aún no he tenido la oportunidad de verlas pero caerán por aquí sin duda. Esta primera, sin embargo, es absolutamente recomendable no sólo para los que ya son fanáticos de este tipo de películas sino también para todos los escépticos que busquen una gran película de monstruos llena de energía y respeto por sus congéneres.
martes, diciembre 15, 2009
Míticos: Lucio Fulci (1927 - 1996)
domingo, diciembre 13, 2009
Reseña: Frailty (2001)
En la opinión de un servidor, en Frailty (2001), película que en España se tituló Escalofrío, encontramos uno de los más interesantes ejemplos de terror de esta década que está por terminar, uno que, si bien todavía está por obtener el reconocimiento que se merece, cuenta con un significativo seguimiento entre los interesados en aquello que se denomina como "gótico americano". Supuso también el debut como director de Bill Paxton (quien, según dicen, tomó las riendas del proyecto principalmente para salvaguardar la integridad del guión), quien también tiene uno de los papeles principales en esta historia del guionista Brent Hanley. La película, contada como un thriller desde la perspectiva de los asesinos, gira en torno al tema del fanatismo religioso, pero lo hace tomando un matiz puramente protestante y americano, una historia de hombres sencillos tocados por "Dios" cuya misión destruye la vida de lo que había sido hasta entonces una sólida estructura familar.
El argumento está narrado a través de varios flashbacks que conforman la historia que Fenton Meiks cuenta a un agente federal y en la que revela cómo años atrás, siendo todavía un niño, vio a su padre convertirse en un asesino en serie que afirmaba actuar bajo los designios de Dios, embarcado en la tarea de matar demonios disfrazados de seres humanos, preparando así la gran batalla del Fin del Mundo. Son estos flashbacks lo mejor sin duda de toda la película, ya que recrean una atmósfera muy bien conseguida en la que la ambientación espacio-temporal (Texas de finales de los setenta) es clave a la hora de conseguir ese tono de predicadores del desierto. Tanto Hanley como Paxton toman la sabia decisión de dejar ciertos detalles en el aire que aportan peso al misterio de la trama, tales como el significado de la palabra "OTIS" escrita en el mango del hacha o la definición misma de "demonio". El ambiente conseguido en esta historia está perfectamente llevado, no sólo gracias al guión sino también a la destacable fotografía del ya veterano Bill Butler.
Gran parte de la atmósfera también se mantiene gracias a la actuación del propio Bill Paxton, un actor que ha demostrado con los años ser bastante versátil y dominar una gran cantidad de registros que por desgracia no siempre se le reconocen. Su papel en esta película como el anónimo padre de la familia Meiks sorprende por cómo contrasta su rol de asesino con la apariencia frágil y carismática que transmite. El suyo es un personaje que desconcierta al público, y la relación con sus dos hijos (especialmente Matt O'Leary como el joven Fenton) es bastante creíble, lo que hace aún más dramático el irracional giro que toman sus vidas. Sin embargo, considero que lo más interesante de Frailty reside en la manera tan peculiar que tiene de tocar un tema como el fanatismo religioso apocalíptico (de nuevo, una obsesión muy marcada en ciertas ramas del cristianismo protestante) manipulando al público al hacerle dudar hasta qué punto las acciones de los personajes son producto de la locura. Cualquier otra película habría dejado clara su posición frente a estos hechos desde el principio, pero esta no, y es en ese terreno ambiguo donde mejor se palpa el clima de terror que domina la cinta de Paxton.
Como gran parte del cine de terror de nuestra época, Frailty guarda una sorpresa en su desenlace que, en este caso, consta de dos revelaciones. No diré aquí cuales son, obviamente, aunque sí confieso que una de ellas no me termina de gustar, principalmente porque es un recurso narrativo que por lo general no me convence mucho, pero es fácil pasarlo por alto ante las innegables bondades de una película que gana con cada visionado y que, sobre todo, ofrece un discurso sobre la locura religiosa desprovisto casi por completo de lugares comunes. En total es una cinta que simplemente merece ser vista y atesorada.
viernes, diciembre 11, 2009
Reseña: Martyrs (2008)
A pesar de que no contó con distribución comercial en España, Martyrs (2008) alcanzó en su momento una gran notoriedad gracias a su presencia en festivales internacionales, adquiriendo la fama de ser una película muy intensa que, al mismo tiempo, se encuentra entre las más recientes cintas destacables de esta nueva ola de terror francés de hace unos años. Debido a su ausencia de la cartelera mainstream sólo he podido llegar a verla mucho después, y sí es cierto que gran parte de su reputación está justificada, aunque no por las razones que normalmente se esgrimen: el reciente cine de miedo galo nos ha dado películas mucho más sangrientas que esta, pero lo que hace que Martyrs sea una película difícil está en el hecho de que es particularmente cruel para con sus personajes, aparte de ostentar un tratamiento de la violencia espantosamente frío, distante y nihilista, tras cuyo visionado uno queda peor.
El director y guionista Pascal Laugier no es para nosotros un nombre nuevo, ya que cuatro años antes nos trajo El internado (2004), la cual sí tuvo un pase comercial en España del cual, por desgracia, se habló poco, aunque ya en dicha película se anticipaban varios de los trucos formales de Martyrs. En cuestión de tono, ambas películas son muy diferentes: mientras que en su cinta anterior Laugier apostaba por sugerir mucho y mostrar poco, en esta ocasión no se corta a la hora de mostrar violencia en pantalla. Las semejanzas, sin embargo, residen en la manera como el director consigue (muy eficazmente, debo decir) sorprender al espectador llevando el argumento por caminos insospechados. Es así como Martyrs parece en un principio ser poco más que una historia de venganza con trasfondo sobrenatural, hasta que un descubrimiento azaroso por parte de una de las protagonistas imprime un marcado giro temático a la película y la convierte en algo completamente distinto.
De esta forma, lo que en un principio parecía ser la búsqueda de venganza de una joven mujer contra aquellos que la torturaron salvajemente siendo apenas una niña, se convierte de repente en una historia en la que la exposición contínua de torturas y terror físico se pone al servicio de un discurso sobre la obsesión religiosa (específicamente católica) con la supuesta virtud del sufrimiento, algo que ya se sugiere en el título pero que no se manifiesta plenamente hasta ya casi el final de la película. Es precisamente la última media hora aquella a la que se refieren los que mencionan la tan discutida dureza de la puesta de escena de Pascal Laugier. La verdad es que dicha macro-secuencia es bastante impactante no por aquello que muestra (superado muchas veces en cuanto a impacto) sino por el hecho de que es una tortura basada en la constante repetición y está mostrada en un tono, de nuevo, bastante frío e impersonal, una forma de crueldad desprovista de toda ironía que adentra la cinta en los terrenos de la explotación.
A diferencia de lo ocurrido con el resto de sus compatriotas, ha sido este y no su primer largometraje el que ha dado a Pascal Laugier su sitio en la reciente hornada de cine de terror venido de Francia. Personalmente, aunque prefiero ejemplos más ingeniosos, Martyrs es una película que vale la pena revisar por lo menos una vez. Su efecto desmoralizante, por otro lado, parece ser la norma en gran parte de la producción terrorífica más reciente, pero no me cabe duda de que está muy bien llevada a cabo en esta ocasión. Es mejor acercarse a ella sin saber exactamente qué esperar, y sobre todo sin dejarse llevar por el fenómeno publicitario. Sí, es una película violenta, pero en esencia la mayor parte de dicha violencia es emocional. Eso es finalmente lo que la diferencia de otros muchos ejemplos de cine de torturas con los que erróneamente se le compara.
miércoles, diciembre 09, 2009
Reseña: El diario de los muertos (2007)
Quinta película de muertos vivientes rodada por George Romero, El diario de los muertos (2007) supuso un cambio considerable en la manera como tenía el director de contar este tipo de historias, e incluso un adelanto de esa breve moda de películas de terror con estética documental. En su momento no fue muy bien recibida, en parte porque muchos (incluyéndome) esperaban que Romero continuara con la evolución post-apocalíptica de La tierra de los muertos (2005). En vez de eso, el ya veterano director decide volver a sus inicios y contar de nuevo el despertar de la epidemia, esta vez en la época actual y desde la perspectiva de un grupo de jóvenes que preparan un improvisado documental acerca del fin del mundo. La película de hecho está construída como si fuese dicho documental, titulado La muerte de la muerte, y no se limita a presentar el material rodado sino encima editado, pulido, con música incidental (para meter miedo) y la voz en off de uno de los personajes. Es una cinta muy diferente a lo que Romero nos tiene acostumbrados, y recuerdo que cuando la vi por primera vez la odié, pero tras verla nuevamente considero que es mucho más interesante de lo que creía, y que sus fallos se deben principalmente a las concesiones hechas de cara a las expectativas del público que deseaba otra cinta de zombis como las anteriores.
Existen grandes momentos como el inicio y el final de la película en la que Romero nos remite a su tratamiento apocalíptico de historias anteriores, así como una ingeniosa (a pesar de evidente) sátira hacia el cine de terror presentada a través del rodaje de la auténtica "película" originalmente rodada por los protagonistas (incluyendo su desarrollo final durante el desenlace). Sin embargo, y a pesar de sus aciertos, el principal problema de El diario de los muertos es que el comentario sociológico de Romero está esta vez no sólo demasiado evidenciado, sino que encima es explicado literalmente en las intervenciones en off de la protagonista, incluso en momentos en los que nadie, por muy palurdo que fuese, podría no apreciarlo. La idea de que el mundo se acaba y la reacción típicamente humana es documentar el Apocalipsis con la sola intención de subirlo a Youtube es una idea lo suficientemente fuerte como para no necesitar explicaciones de ningún tipo, por lo que la constante mención de este hecho por parte de los personajes no hace sino subrayar lo obvio.
Ese es básicamente el mayor inconveniente, ya que el resto está bastante equilibrado, incluyendo el uso del humor. A menudo, a la hora de hablar de esta película, se resaltan momentos ridículos como la secuencia del granjero amish que el grupo encuentra en su viaje pero se ignoran por completo secuencias muy buenas como el encuentro de los jóvenes con un grupo de guerrilleros urbanos y su contraste más adelante con los miembros de la Guardia Nacional. Reconozco, eso sí, algunos instantes que exigen mucho por parte del espectador en cuanto a suspensión de la incredulidad, como la negativa por parte de aquel que lleva la cámara de dejar de grabar ni siquiera para ayudar a seres queridos en peligro.
En definitiva, El diario de los muertos es una película que aunque está por debajo de otras entradas romerianas en torno al tema de lo zombi, sí resulta al menos mucho más interesante que las decenas de títulos similares que nos han llovido en los últimos años aprovechando el resurgir del cine de muertos vivientes. Puede que me pierda un poco mi subjetividad, pero sinceramente pienso que incluso a lo peor de George Romero se le puede sacar más jugo que a gran parte de lo que sus imitadores estrenan día a día.
lunes, diciembre 07, 2009
Cinco noches para Navidad
sábado, diciembre 05, 2009
Reseña: Species 3 (2004)
Estrenada originalmente en el Sci-Fi Channel y lanzada posteriormente en vídeo tras el escaso éxito de su antecesora inmediata, Species 3 (2004) falla en lo que hubiese sido la continuación lógica: aumentar aún más las apetencias de serie B de una saga notoria por su falta de vergüenza. Lamentablemente, y quizás debido a la mesura exigida a un producto televisivo, esta tercera entrega de los mujerones alienígenas resulta un traspié tremendo bajo cualquier estándar.
En esta ocasión la película rompe lazos con las entregas anteriores al descartar casi por completo la presencia de Natasha Henstridge, cuya participación se reduce a unos cuantos segundos al principio en uno de los más tristes cameos que he podido presenciar, uno que sólo existe debido a obligaciones de contrato por parte de la actriz, quien se había comprometido a aparecer en dos secuelas de estos hembrones extraterrestres. El resto de la trama sigue la odisea de una nueva alienígena llamada Sarah, hija de Eve y Patrick y un híbrido genéticamente perfecto que es robada al momento de su nacimiento por un inescrupuloso científico (interpretado por Robert Knepper, el "T-Bag" de Prison Break) con el objeto de criarla como una hija adoptiva y así estudiar de cerca la civilización interplanetaria que ha enviado a su especie a la Tierra. El argumento se toma bastantes libertades con respecto a las reglas establecidas en la primera película, siendo la principal de ellas el hecho de que, en esta ocasión, a la jovencita ya no le vale cualquier semental humano para reproducirse, sino que debe forzosamente buscar un macho de su propia raza. Esta trama se entrecruza con la historia paralela de otros híbridos alienígenas de ADN deficiente que buscan desesperadamente a un ejemplar superior que salvaguarde su línea genética.
La verdad es que no sé por qué hablo de la trama, ya que mis quejas no tienen nada que ver con el típico argumento de guiones malos o actuaciones pobres (si esta fuera mi displicencia principal con una película de la saga de Species estaría yo de psiquiátrico). Mis problemas, de hecho, son otros. El primero es sin duda el tiempo de metraje; la versión unrated del DVD dura casi dos horas, un auténtico despropósito teniendo en cuenta que las dos entregas anteriores apenas rozaban los noventa minutos. Dicha duración no se justifica, ya que hay largos trozos de la película en los que no ocurre nada de interés y que, por el contrario, se van en monsergas pseudo-científicas acerca de la investigación genética llevada a cabo por los protagonistas. La trama también tarda mucho en ponerse interesante y todo el rollo de los alienígenas enfermos parece sacado de otra película y no está integrado correctamente al argumento principal. El calificativo de unrated también es engañoso, ya que el grado de violencia o contenido sexual de esta entrega es alarmantemente bajo. Esto último constituye, de hecho, mi segunda queja: la película nos ofrece mujeres atractivas, pero muy poco sexo (más bien casi nada). Y eso, en la tercera parte de Species (1995), es sencillamente imperdonable.
Sustituyendo a la antigua protagonista tenemos esta vez a una rubita llamada Sunny Mabrey, que está muy guapa pero que no llega a los niveles de Natasha Henstridge, ya sea en belleza o presencia en pantalla. De hecho, su personaje va más por los derroteros de una colegiala-virgen-en-apuros cuyo tono es exageradamente frío, distante y sin la voluptuosidad de su predecesora, acentuando aún más si cabe el ya evidente subtexto de represión sexual que desprende toda la cinta. Todo esto hace un muy flaco favor a una saga que necesitaba un tratamiento diametralmente opuesto. Sin negar los atributos físicos de la chica, su presencia no tarda en pasar desapercibida, especialmente cuando, ya casi en el clímax de la película, hace su entrada la espectacular Amelia Cooke, quien hace de la alienígena mala (sabemos que es mala porque se viste de negro) superando tanto en atractivo como en actuación a la rubia protagonista. Sabiendo esto, resulta francamente inexplicable que sólo aparezca en los últimos treinta minutos, cuando ya nada puede salvar una secuela bastante lamentable.