Como sin duda todos sabréis a estas alturas, Silent House (2011) es el remake americano de la cinta de terror uruguaya La casa muda (2010), la cual ya reseñamos en esta página hace relativamente poco. La escasa demora por parte de la maquinaria hollywoodense en hacer su propia versión de la cinta de Gustavo Hernández se explica en gran medida por una tendencia desesperada a aprovechar cualquier cosa que pueda demostrar un poco de originalidad (paradójico, sí) en aunque sea de forma superficial. Dicho esto el remake parte de una premisa prácticamente idéntica incluyendo el famoso gimmick según el cual la película está rodada en un único plano secuencia de noventa minutos. Eso, y el hecho de que su propuesta minimalista y su escasez de medios augurara un presupuesto bastante reducido, la hacían sin duda una pieza muy atractiva para el cine de terror comercial de rápido rendimiento que ha plagado las carteleras desde el estreno de Paranormal Activity (2009).
La mención de la película de Oren Peli no es arbitraria y viene al caso más que por una simple estrategia comercial, ya que Silent House toma varias lecciones estilísticas de dicha película que se alejan del original uruguayo en el que se basa; si bien no estamos realmente ante un ejemplo de narración del metraje hallado, sí que tenemos aquí un intento bastante marcado de realismo documental que va desde la falta de créditos iniciales hasta el escaso uso de la música incidental. Pero por otro lado, esta versión se diferencia de su predecesora en que sus responsables han querido hacerla más digerible al público mayoritario aplicando ciertos cambios en beneficio de su comercialidad. No se explica de otra forma la escogencia como protagonista de Elizabeth Olsen (hermana menor de las famosas gemelas de Full House), la mayor cantidad de personajes, una mucho mayor cantidad de diálogos y una más amplia variedad estética alejada de la fotografía azul de la cinta original. También el argumento está ligeramente cambiado y adaptado a un contexto más de clase media/alta americana, puesto que ahora se trata de una hija que viene con su padre y su tío a limpiar su casa de veraneo, lo que la diferencia del ambiente rural de la cinta uruguaya y sus protagonistas campesinos.
De la misma forma, la relación padre/hija/tío se presenta de forma tan positiva al inicio que hace aún peor el clímax de la película y menos creíble aún el absurdo final, que han mantenido igual al del original al menos en cuanto a lo que se revela ante el público. Al igual que en la película original, dicha revelación se carga todo lo que había venido antes debido a esa cansina idea de que los-peores-monstruos-son-los-de-la-mente o los-mayores-fantasmas-son-los-del-pasado, aunque es justo decir que este remake intenta meter más caña en su tramo final de lo que pudo hacer su antecesora. Lo digo así porque los últimos veinte minutos de Silent House cambian sustancialmente su estilo en comparación con la película original, mostrando aquí un clímax más surrealista y extravagante que reconozco sienta bien pero no se salva de la inclusión de elementos sin sentido propios de un guión tramposo y una revelación tirada de los pelos. Quizás el hecho de que ya conocía el final hizo que el sinsentido de este fuese aún más notable, pero aún sin saber lo que se avecina es difícil no sentir vergüenza ajena por el dramatismo de culebrón que muestra este giro argumental, así como lo abrupto del final, mucho más seco y tajante que el de la cinta en la que se basa.
Los que se hayan pasado aquí antes saben que La casa muda no fue una película que me entusiasmara mucho más allá de su al menos interesante propuesta narrativa. Sin embargo, Silent House parte con desventaja al simplemente repetir aquello que hacía la original interesante e introducir varios cambios que no mejoran la película para nada sino que por el contrario la hacen más del montón. En cuanto a experimento formal, yo recomendaría mil veces pasarse mejor por la original y dejar esta versión como lo que en el fondo es: un ejemplo más de este terror desganado y fácil de bajo presupuesto que basa todo su potencial de miedo en silencios de anticipación y ruidos repentinos. Bastante pobre, incluso para esos estándares.