Pero primero que nada hay que hablar un poco de lo que se trata la película: Creep es también un claro ejemplo de ese modelo de historias en las que el protagonista es seducido por algo "demasiado bueno para ser verdad". En este caso, nuestro personaje principal es un joven cineasta que acepta un encargo visto en un anuncio puesto por un misterioso hombre que lo cita en una cabaña apartada de la civilización y que le pagará una buena suma simplemente por grabar su vida cotidiana durante un día en una especie de video-diario de confesiones. No cuento más porque la sorpresa acerca de lo que empieza a suceder es parte del disfrute que la cinta ofrece, pero basta decir que, muy previsiblamente, aquella oferta resulta tener un reverso siniestro y la interacción entre los dos personajes comienza a cobrar tintes cada vez más inquietantes a medida que el día transcurre y la psique de este desconocido es expuesta.
Lo primero que debo decir es que ya de entrada el hecho de que esta fuese un película de metraje hallado ya me echó para atrás, sobre todo teniendo en cuenta que el formato no está del todo justificado más allá de un punto de vista meramente presupuestario. Me explico: hay un momento en el que uno de los personajes hace una referencia explícita a Mi vida (1993), cinta en la que se intercalaba el video-diario de un hombre enfermo de cáncer terminal con escenas en perspectiva omnisciente de toda la vida, en la evidente suposición de que no todo el día a día de una persona tiene por qué ser grabado. Es curioso que Creep no haya decidido optar por el mismo estilo dual ya que le habría sentado muy bien, sobre todo en la segunda mitad de la película, cuando el protagonista continúa guardando un meticuloso registro de todo lo que le ocurre a pesar de que no tiene ningún motivo para hacerlo, o al menos ninguno que haya sido explicado antes.
Esta segunda mitad es para mí lo que al final hizo de esta cinta algo poco destacable, y que desinfló por completo la sorprendente tensión generada durante los primeros cuarenta minutos. De hecho, me atrevería a decir que esta es una obra que funciona mejor en su sencillez inicial, ya que con muy pocos recursos, con escenarios naturales, dos únicos actores y diálogos, consigue sus mejores momentos. Pero esto es también lo único que puedo destacar de ella. Del resto, poca cosa a decir verdad.