domingo, abril 27, 2014

Reseña: Amityville 3D (1983)

Tercera entrega de la más longeva saga de casas embrujadas hasta la fecha, Amityville 3D (1983) forma parte también de una moda que surgió a principios de los ochenta de emplear el truco de las tres dimensiones en estrenos populares, algo que en el género de terror ya vimos con Viernes 13 parte 3 (1982) o Tiburón 3 (1983), estrenada el mismo año. Es también una entrega que está a años luz de sus antecesoras en prácticamente todos los sentidos, y hoy en día su principal valor anecdótico es que cuenta en su elenco con una joven y novata Meg Ryan haciendo un papel secundario, hecho que incluso su carátula alemana explota a conciencia. Este es prácticamente el único valor añadido que le puedo encontrar, ya que no sólo el efecto 3D es bastante malo sino que encima sólo está disponible en una edición británica para DVD que ya no es tan fácil de conseguir.

Ignorando en gran medida cualquier conexión con las primeras dos partes de la saga, esta tercera entrega comienza cuando un periodista acostumbrado a desenmascarar fraudes paranormales compra la misteriosa casa victoriana en Amityville y comienza (como no) a verse afectado por la presencia maléfica que anida en los sótanos de la residencia. Hasta este punto la historia no tiene nada de especial salvo el énfasis en el carácter malévolo del edificio prácticamente desde el principio, repitiendo trucos ya empleados en entregas anteriores como la perspectiva desde aquella famosa ventana del ático, las nubes de moscas, o la muerte de algunos personajes presagiada en fotografías. Estos efectos son un poco gratuitos y sirven para distraer de un argumento muy pobre en el que nunca queda bastante claro el motivo por el cual el personaje protagonista insiste en vivir en una casa que se va cobrando varias vidas.

Pero no es solamente argumental el problema; por el contrario hay varios tropezones técnicos que denotan las prisas en sacar adelante esta secuela. El mayor de ellos quizás sea un montaje nefasto en el que se nota que hubo escenas eliminadas cuya ausencia hace que la muerte de algunos personajes no parezca tener efecto alguno en el prota masculino. Eso y la insistencia del 3D que para colmo ni siquiera es aprovechado tanto en las partes sobrenaturales sino en vulgares intentos aleatorios de arrojar objetos a la cara del público. Para colmo la cinta tiene ya cerca del final el típico momento en el que el protagonista es asistido por investigadores paranormales que intentan dar un enfoque "científico" al fenómeno. Lo curioso es que este momento decisivo llega cuando ya la película está literalmente en sus últimos minutos, con lo que su desarrollo es casi nulo y su pertinencia para la trama casi inexistente.

Como nota positiva tengo que destacar, sin embargo, una escena en particular en la que se resuelve la muerte de un personaje de una forma muy poco común y genuinamente terrorífica e inquietante. Este momento es tan bueno que me hizo preguntarme en realidad cómo es que el resto de la película podía ser tan terrible. Porque de eso no me queda la menor duda; esta Amityville 3D no sólo fue un fracaso de crítica sino que se estrelló en la taquilla desterrando a la saga de los cines y causando que todas las entregas posteriores saliesen en formato doméstico, por lo menos hasta la llegada de su remake más de veinte años después.

sábado, abril 26, 2014

Tres tristes trailers 41

En el primero de estos trailers tenemos Jessabelle, la nueva producción del omnipresente Oren Peli, de entrada un ejemplo más de miedo sobrenatural al que sus creadores han querido mostrar como una historia de fantasmas de usar y tirar, con el gancho quizás de la protagonista en silla de ruedas y la ambientación sureña que tan bien funcionó en trabajos como Skeleton Key. Estos detalles son los únicos que me llaman realmente la atención, porque la verdad es que el avance es genuinamente terrible, uno de esos trailers llenos de spoilers y de todos los clichés que uno se pueda imaginar. El que hayan pautado su estreno para el verano no me hace sino sospechar más.

   

Deliver Us From Evil es publicitada principalmente como lo nuevo de Scott Derrickson, director de las muy recomendables Sinister y El exorcismo de Emily Rose. El trailer también lo muestra como una película de fantasmas bastante convencional a cuyos clichés se añade el tener como protagonista a un actor grandes ligas del que hace mucho tiempo no sabíamos nada (Eric Bana). Al igual que Sinister, el énfasis de la trama en los horrores infantiles y la idea de la familia en peligro parece ser la norma. Siendo de Derrickson habrá que darle una oportunidad, pero desde ya me temo lo peor.

   

Y bueno, si habéis estado prestando atención a las redes en estos días habréis visto ya este primer trailer oficial de la esperadísima REC 4: Apocalipsis, que además será la elegida para abrir el festival de Sitges este año. La película, dirigida esta vez en solitario por Jaume Balagueró, ha defraudado a algunos en su avance al no estar ambientada como parecía prometer en una Barcelona tomada por el apocalipsis zombi. Más bien, a juzgar por lo que se ve en el avance, el escenario parece ser un barco en el que se planta la lucha entre los no muertos y aquellos que conocen el secreto de su origen. Eso, y la presencia de Manuela Velasco como la protagonista, parecen indicar más bien una vuelta a los inicios de ambiente cerrado y ritmo frenético, aunque al igual que su antecesora inmediata esta segunda parte parece haber renunciado al formato de metraje hallado. Es casi seguro que aquí donde estoy no se estrenará, así que habrá que viajar a la península para poder comprobar por nosotros mismos qué tal cierra la saga más fructífera del horror español actual.

lunes, abril 14, 2014

Reseña: Piraña 3DD (2012)

Antes de hablar de esta película, tomemos un momento para recordar lo que ha sido la trayectoria de la saga de Piraña hasta nuestros días. Tal como mencionábamos en su momento, la película original de Joe Dante de 1978 era una simpática película serie B hecha a la sombra de Tiburón (1975) pero con un menor presupuesto. Conseguía sin embargo hacer algo interesante que iba más allá de la mera explotación de los peces carnívoros y tocaba temas en teoría más serios como su nada sutil discurso ecologista y anti-militarista. Luego vino el remake de Alexandre Aja de 2010, con un presupuesto mucho mayor y el apoyo de la industria de Hollywood detrás. Pero si aquella película funcionó fue porque Aja tomó el camino opuesto al que suelen tener estas reinvenciones modernas; en lugar de intentar legitimar una pequeña cinta serie B haciéndola más oscura y "seria", Aja usó todo el presupuesto dado para desmembrar Piraña y hacerla una locura llena de sangre, tetas y efectos gore por doquier en medio del Spring Break y encima con el gimmick de las tres dimensiones. Eso fue la auténtica gloria de Piraña 3D (2010) y el motivo por el cual fue no sólo un buen remake sino también una excelente comedia de horror.

Dos años después de aquella proeza toca el turno a una secuela titulada (muy ingeniosamente) Piraña 3DD (2012), que no sólo repite el truco de las tres dimensiones sino prácticamente toda la estructura de la primera pero a lo cutre. Esta vez las pirañas no vuelan sino que atacan un parque acuático en otro lago, con apenas conexión con los eventos de la primera película y con mucha menos chicha. Es básicamente un remedo barato de la película de Aja, pero lo más lamentable de todo quizás sea el hecho de que detrás están nada menos que el director John Gulager y los guionistas Patrick Felton y Marcus Dunstan, responsables de la trilogía de Feast (2005) y por ende los nombres idóneos para recoger el testigo entregado por Aja y los suyos. 

El resultado es tremendamente pobre incluso para las expectativas que cualquiera pueda tener. Algunos incluso caerán en el error de creer que la primera película era así también, pero se equivocan: Piraña 3DD es la marca blanca de la película anterior, más cercana a los telefilmes baratos de la SyFy con sus escasos efectos gore (mucha sangre diluida en agua pero poca carne), su elenco de desconocidos y su humor basado en cameos de famosos crepusculares como David Hasselhoff, quien al menos parece tener suficiente entereza para reírse de sí mismo y de lo bajo que ha caído su carrera. Si bien no es la peor secuela que he visto, comparada con la primera parte resulta tremendamente básica y sin ningún atractivo más allá de algunos momentos que denotan el ofensivo sentido del humor de sus responsables y que al menos dan algo de vida a un producto por lo demás bastante olvidable en su conjunto.

Pero el principal problema de la película es que salvo esos momentos de humor que denotan cierta mala leche muy destacable por parte de sus creadores, estamos ante un trabajo francamente aburrido cuyos principales logros nada tienen que ver con las pirañas y sí con un sentido del ridículo que parece haber abandonado a los participantes. Incluso el uso de los cuerpos femeninos está tratado esta vez de una forma infantil y a diferencia de la primera película no viene unido a los elementos gore puesto que la matanza que se desarrolla al final es muy descafeinada debido a los más limitados medios de esta continuación. De hecho, si no hubiese sido por el 3D esta película habría pasado directamente a formato doméstico sin ningún tipo de contemplación. Ahora me pregunto si habrá sitio para una tercera parte, aunque el palo generalizado que se llevó en su momento me hace dudarlo. 

domingo, abril 13, 2014

Reseña: Lifeforce (1985)

Hecha cuando su director estaba en plena forma, Lifeforce (1985) es justamente celebrada como una de las mejores películas de Tobe Hooper y un magnífico ejemplo de ciencia-ficción calenturienta con la que su productora, la ya difunta Cannon Films, se marcó otro éxito en su ya abultado catálogo de serie B. Sin embargo en su momento fue mucho más; se trató de un proyecto muy ambicioso con el que la Cannon quiso pasar a las grandes ligas del cine comercial, y fue ese el motivo por el cual esta producción británica terminó desechando el título de la novela en que se basa, The Space Vampires. Pero dicho todo esto y a pesar de que en la mayoría de los casos el material publicitario de la cinta contradice sus mucho mayores pretensiones, estamos ante una gran cinta de terror que merece ser vista aunque sea porque no hay muchas que se le parezcan.

Combinando la ciencia-ficción con el relato vampírico de toda la vida, todo comienza cuando una expedición espacial europea descubre una nave alienígena oculta en la cola del cometa Halley, que como ya sabemos pasa junto a la Tierra cada 76 años y al que la película aprovecha debido a que justo en el año 1986 estaba prevista su más reciente aparición. La nave, que en un principio parece estar abandonada, está en realidad repleta de cadáveres de extrañas criaturas de las que la tripulación sólo consigue rescatar tres misteriosos seres (dos hombres y una mujer) de apariencia perfectamente humana y que parecen estar suspendidos en letargo. Muy previsiblemente la decisión de llevar a estos seres a la Tierra prueba ser la peor posible cuando la chica alienígena escapa de su cautiverio y siembra el caos donde quiera que va.

Esto es básicamente el argumento, uno lleno por cierto de elementos fácilmente identificables con otros ejemplos de entretenimiento fácil como el alto contenido erótico de la película, su violencia poco disimulada y su aprovechamiento de varios géneros que en un principio pueden parecer contradictorios. Y sin embargo hay algo realmente fascinante de Lifeforce y es el hecho de que su variedad argumental y de tono nos hace ver en ella tres películas distintas que perfectamente habrían podido rodarse por separado: en primer lugar una aventura espacial de terror (la parte por desgracia menos aprovechada), en segundo lugar la persecución del vampiro a través de la campiña inglesa, con sus escenas de usurpación de cuerpos y de maligno control mental, y por último ese glorioso clímax en forma de apocalipsis zombi en el que Tobe Hooper tira todo por la ventana y convierte la cinta en un desmadre absoluto que nunca más volvería a mostrar en su filmografía. El horror cósmico que se desata está hecho además con decisiones estéticas bastante atractivas como el hecho de que los vampiros no se alimentan de sangre sino de energía, o como la curiosa combinación estética presente en la imagen de esa vampira del espacio durmiendo en una capilla de una iglesia en ruinas.

Todos estos detalles son también un poco frustrantes porque nos hacen pensar que Lifeforce es un trabajo mucho más grande que no se llegó a terminar de forma correcta, una película con un enorme potencial que muy probablemente se rodó en la época equivocada pero que a la que por lo menos Tobe Hooper dotó de una innegable energía. Es la versión resumida y atropellada de algo que crece en nuestro recuerdo, pero sigue siendo una de las más curiosas películas de vampiros que se han hecho y una con la que no hay mucho material que comparar. Recomendable aún después de todos estos años, tanto que durante mucho tiempo se ha barajado la posibilidad de un remake que ha sido anunciado varias veces pero que nunca se ha terminado de hacer realidad.

viernes, abril 11, 2014

Reseña: Wolf Creek 2 (2013)

La primera Wolf Creek (2005) fue una de esas películas que por lo visto le gustó a todo el mundo menos a mí, lo que hace de esta segunda parte una sorpresa aún mayor, algo que no me esperaba para nada puesto que no tenía muchas esperanzas de que saliera bien. De hecho, se puede decir que mi principal interés por verla era el regreso de Greg McLean, director de la original y que aquí repite al mando del proyecto, con lo que estaba claro que habría algo más que una secuela en piloto automático hecha simplemente por la pasta. Y es así; Wolf Creek 2 (2013) repite la misma estructura de la original, es cierto, pero al mismo tiempo va más allá y sabe por lo menos dar algo extra a aquellos que hayan disfrutado de la primera parte. Es una secuela a la vieja usanza, que toma aquello que funcionó de la original y lo amplifica.

Pero lo mejor de todo es que esta reverencia hacia el camino ya trazado no aliena al espectador novato; el hecho de que se repita una historia muy similar hace que no sea necesario haber visto la película original para poder entender de qué va todo porque lo hemos visto en muchas otras cintas similares: mochileros en un paraje exótico (en este caso Australia) que son acosados por un terrible asesino que gusta de torturar física y psicológicamente a sus víctimas. A sabiendas de que debe ofrecer aquello que gustó de la primera parte, McLean hace esta vez la película mucho más centrada en el asesino, quien tiene más tiempo en pantalla (de hecho aparece desde el principio) y es quien posee la inmensa mayoría de los diálogos. El desmedido énfasis en el villano pone más en evidencia la falta de un protagonista interesante entre las víctimas, que quedan relegadas a un segundo plano y que sufren ante el hecho de que es precisamente John Jarrat y su exageradísima actuación quien termina echándose la película sobre los hombros.

Esta cambio de foco, sin embargo, es lo que trae las cosas interesantes de Wolf Creek 2. La trama no sólo comienza muy rápidamente sino que además suceden muchas más cosas que en la primera película, y se ahonda más en los motivos y el mundo del asesino, aunque no siempre con la misma efectividad (hay una larguísima secuencia de tortura que en mi opinión se extiende demasiado). Las mayores dosis de humor negro también da pie a situaciones un tanto disparatadas como una secuencia con canguros que me pregunto si no pertenece a una película distinta, pero en general se trata de una cinta muy cruel y pesimista en la que se resalta todo aquello que caracterizaba a la primera, como el carácter xenófobo del asesino y su discurso de odio hacia los extranjeros habitual en este subgénero de turistas muertos.

Como si esto fuera poco, McLean decide llevar su cinta hasta las últimas consecuencias cerca del tramo final, cuando nos lleva a la guarida del pyscho-killer y da comienzo a una secuencia demencial que va mucho más allá de lo que la original alcanzó, con un subtexto de violencia sexual y canibalismo que la primera cinta no tenía. Ha sido precisamente esta secuencia la que me ha perturbado más y la que ha terminado haciéndome recordar la película, cosa que la primera no consiguió hacer. En nuestros tiempos actuales, cuando ya el género de survival horror parece haber dejado atrás las preferencias de gran parte del público, probablemente Wolf Creek 2 no cause la misma impresión, pero en lo personal pienso que es una película mucho más interesante de lo que la original fue, y si aquella os gustó esta es una que tenéis que ver. Teniendo en cuenta lo poco que me esperaba de ella, ha sido una auténtica sorpresa de las que no suelen venir muy a menudo y cuyo único error ha sido precisamente el llegar a destiempo casi una década más tarde de lo que se le esperaba.

miércoles, abril 09, 2014

Fantasy Filmfest Nights 2014: un resumen

Hace dos fines de semana tuvimos la oportunidad de pasarnos una vez más por el Fantasy Filmfest Nights aquí en Berlín, y una vez más hemos puesto en juego la integridad de nuestros ojos al ver diez películas en dos días. La diferencia es que este año hemos decidido hacer más corta la espera por las inevitables reseñas gracias a un pequeño adelante que os ofrecemos a través de esta lista de Letterboxd que hemos preparado para la ocasión.

En la lista encontraréis una muy breve opinión sobre cada una de las diez cintas que nos ha tocado ver, algunas de ellas bastante esperadas aquí en Horas de oscuridad y que por supuesto serán ampliamente reseñadas tarde o temprano. La más esperada de todas, The Green Inferno (2014) es un caso especial porque todavía no tiene ni siquiera un trailer a pesar de que ha estado rodando por festivales ya desde el año pasado.

Os adelanto, sin embargo, una cosa: en cuanto al género que nos toca, la mayor y más positiva sorpresa me la he llevado con Dead Snow 2: Red vs Dead (2014).

Me callo ya. Os invito a pasar por la lista de Letterboxd; ya hablaremos con calma (y mejor) más adelante.

lunes, abril 07, 2014

Reseña: The Possession (2012)

Aunque no me esperaba realmente otra cosa, The Possession (2012) es horror de usar y tirar, el enésimo trabajo perteneciente a lo que hoy en día puede considerarse un género en sí mismo: las historias de posesiones diabólicas que tienen por víctimas a jóvenes chicas y un ambiente familiar de clase media. La cinta, que originalmente tenía el mucho menos genérico título de Dybbuk Box, tiene sin embargo algunas cosas que me gustan y que me hacen lamentar que haya decidido irse por terrenos seguros y ya transitados, algo por otro lado no muy difícil teniendo en cuenta que está producida por Ghost House Pictures, la productora de Sam Raimi que por lo general no ha destacado mucho en trabajos arriesgados o rompedores de ningún tipo.

Entre las cosas que me gustan está la idea central del argumento referente a la posesión ligada a objetos malditos, en este caso una caja que mantiene prisionero un demonio y que se apodera de una incauta chica. La idea de la maldición ligada a un posesión material que va pasando de mano en mano es algo que me parece interesante y más si tiene un trasfondo cultural como el que esta película muestra, con todo y que el tema del Dybbuk ya había sido tratado antes con resultados mucho más pobres. The Possession también tiene algunos logros interesantes a nivel de imagen, sobre todo al principio cuando la naturaleza del horror no es conocida y la presencia del mal se va haciendo cada vez más palpable en el comportamiento de la víctima.

Por desgracia todo esto se va a la basura muy pronto; en un afán consciente por ser una película de terror del montón, la historia del Dybbuk va superpuesta a un drama familiar de medio pelo nada arriesgado y tremendamente burdo y mundano, el típico trasfondo de padres divorciados carente de todo impacto, en el que perderse el recital de tu hija es por lo visto el acto más abominable que se puede imaginar. La falta de conflictos realmente importantes, escenas de auténtico terror o simplemente un intento por hacérselo pasar realmente mal a la cría protagonista muy probablemente se deba a la presión ejercida sobre la película para alcanzar una clasificación por edades que le permitiese llegar a un público mayoritario. Esto trae como consecuencia, obviamente, un producto mediano que recurre a sustos baratos y a una retahíla terrible de lugares comunes como la muy lamentable escena de exorcismo, la triste figura del rabino exorcista (probablemente el personaje menos desarrollado de la película) y el por lo visto obligatorio momento en que un personaje le pide al demonio que le tome a él en lugar de a la chica.

No hay realmente nada más qué decir de The Possession. El tiempo que he tardado en escribir esto es probablemente poco menos que el que necesitaré para olvidarme de ella, pero su escaso atractivo no tiene que ver únicamente con la alargada sombra de El exorcista (1973) sino también con una manera muy equivocada de afrontar la comercialidad del género de terror sacando estos productos desganados en la certeza de que el público se traga cualquier cosa. Es una lástima porque el director Ole Bornedal sí que consigue algunos detalles destacables que por desgracia quedan sepultados en una cinta carente por completo de interés incluso para los seguidores más masoquistas del cine de posesiones diabólicas.

miércoles, abril 02, 2014

Reseña: Exorcismo en Georgia (2013)

Los traductores españoles de títulos se han apuntado una victoria al dar nombre a esta segunda parte de Exorcismo en Connecticut (2009), aunque por desgracia puede que este sea el único punto a destacar. Ya en su momento comentábamos que la primera parte no era demasiado destacable más allá de un par de momentos y que en el fondo era poco más que una muy típica historia de casas embrujadas con el gancho de estar basado en un supuesto caso real. Y sin embargo, con todas sus carencias, esa primera parte parece una obra maestra si se le compara con este Exorcismo en Georgia (2013), una película en la que una vez más la palabra "exorcismo" es usada de forma bastante aleatoria (quizás por la falta de un término apropiado para haunting) cuando en realidad es una historia de fantasmas en ambiente rural de esas que ya conocemos.

El esquema de hecho no puede ser más obvio: familia que se muda a una casa en medio de la nada para reponerse de una crisis, aparición de fantasmas e investigación que pone de manifiesto un crimen del pasado sin resolver que por supuesto es clave para acabar con la maldición. Aparte de esa falta de originalidad, la película intenta compensar con cutres efectos visuales de filtros y montaje rápido su carencia de sustos o de momentos de genuina tensión. Eso y su elenco de actores televisivos en momentos bajos es lo que la identifica como una de esas secuelas tardías sacadas únicamente para tratar de aprovechar el tirón ya establecido de una franquicia. 

Pero lo más vergonzoso de esta cutre-secuela quizás sea el hecho de que en ella hay al menos atisbos de un argumento interesante acerca del pasado esclavista del sur de los Estados Unidos, un tema que en lo personal siempre me ha fascinado y que podría dar juego a varios ángulos de terror muy fructíferos incluso en películas medianas, pero está tratado de forma tan anodina que la dichosa investigación se hace interminable. En este sentido, encuentro mucho más recomendable el documental para TV de 2002 A Haunting in Georgia, que trata sobre este mismo caso y emplea aquello de "basado en una historia real" de una forma mucho más digna. Curiosamente, el caso mostrado en Exorcismo en Connecticut también proviene de la misma serie documental, por lo que está claro de dónde venían las intenciones de saga de esta cinta de terror. De todas formas el resultado de esta de la que hablamos hoy es tan pobre que he tenido que escribir la reseña a toda prisa antes de olvidarla por completo.