Honestamente no me explico cómo es que En compañía de lobos (1984) no está siendo relanzada hoy en día, cuando más que nunca estamos viviendo un auge de la ficción romántica entremezclada con elementos fantásticos, eso que en los anaqueles de la librería cerca de mi casa ha pasado a llamarse "Romantasy" (ojalá me lo estuviese inventando). El caso es que esta película de la que hablamos hoy para conmemorar la tríada de reseñas pentacentenarias es todo lo que historias como Crepúsculo han querido ser pero que no han conseguido plasmar bien: una metáfora acerca del despertar sexual de una jovencita aderezada con elementos fantásticos, en esta ocasión usando la figura del hombre-lobo y al cuento de Caperucita roja como principal eje argumental. Lo cierto además es que este segundo largometraje del siempre interesante director irlandés Neil Jordan es una de las películas de licántropos más conocidas que se han hecho nunca, y una sorprendentemente atesorada por varios de los fanáticos del cine de horror.
Digo sorprendentemente porque la verdad es que no termina de ser del todo una película de miedo sino más bien una fantasía oscura que habla de la pérdida de la inocencia, vista a través de una pesadilla en la que la protagonista se ve a sí misma en una retorcida versión de Caperucita a la que se van sumando otros relatos secundarios que exploran varias historias de licantropía en la cultura popular europea, lo que hace de esta una película muy interesante a nivel argumental y sobre todo más inteligente de lo que cabría suponer a juzgar por su preciosista envoltorio. Pero lo cierto es que es también una cinta difícil de recomendar no sólo porque los elementos de terror sean escasos, sino también porque el auténtico énfasis de la película no está en el argumento sino en el tema y sobre todo en la estética, dotada de una belleza singular que ha sido imitada en otras muestras recientes con intenciones similares aunque mucho peor llevadas a cabo. Esta estética de cuento de hadas de la que hablo choca con algunos elementos bastante grotescos, sobre todo una de las transformaciones licantrópicas más espectaculares que jamás haya visto y que se puede ver en el cartel promocional, sin duda una imagen que sirvió de reclamo a más de uno (incluyéndome en este caso) que pudo haber pensado que vería una película muy distinta a aquello con lo que luego se encontró.
El hecho de que la película deje claro desde el principio que todo se trata de un sueño no hace sino resaltar esa atmósfera surrealista de la que hablábamos anteriormente y que es la que acerca la cinta a los terrenos de la fantasía. Este es uno de los motivos por los cuales no la había reseñado antes a pesar de que es una de las que más me han pedido en los casi ocho años que lleva abierto este blog. Otra razón que tenía para evitarla es que no tenía un buen recuerdo de ella y de hecho no la había visto desde que era mucho más joven, con lo que no había sabido apreciar varias de sus fortalezas que ahora se me hacen evidentes. Ahora pienso incluso que todo fanático del cine de terror debería verla, aunque para ello se haga necesario un cambio de mentalidad que vea en el cine de miedo no únicamente la búsqueda por parte del público de la reacción emocional del terror (algo meramente subjetivo) sino también el reconocimiento de ciertos arquetipos culturales basados en lo desconocido y que son explotados en una pieza narrativa tal como la idea del licántropo es explotada aquí.
En definitiva, una excelente película que trasciende la idea del género que toca y construye un relato fascinantemente freudiano acerca de lo que vendría siendo la verdadera moraleja del cuento de Caperucita, que no es otra que la de advertir a las jovencitas guapas del peligro de los apuestos y viriles desconocidos que puedan encontrarse por el camino. Hablando de jovencitas guapas, la verdad es que volviendo a ver la cinta he vuelto a quedar perdidamente enamorado de su protagonista, Sarah Patterson, la cual misteriosamente desapareció de la actuación poco tiempo después y no ha vuelto a salir en nada salvo un par de producciones independientes. En toco caso, y para aquellos que quieran echar un vistazo a cine de terror basado en cuentos infantiles pero con cierta carga de ambición, En compañía de lobos es una de las mejores opciones a tener en cuenta, y al menos una película de licántropos muy singular que huye de las clasificaciones fáciles. Muy recomendable.