Para entender un poco esto último es necesario hacer memoria y recordar cómo comenzó todo: el estreno de la Paranormal Activity (2009) original fue, como todos sabemos, un gran éxito, dando inicio tanto a la fiebre por el terror de formato documental como a lo que se perfilaba como una de las franquicias más rentables del cine de terror moderno. Tanto es así que las siguientes tres entregas de la saga se estrenaron religiosamente cada año siempre por las mismas fechas, alrededor de Halloween. La película de Oren Peli las tenía todas consigo para convertirse en la sucesora de Saw (2004) en cuanto a periodicidad e incluso cierto estilo de continuidad que se quería dar a todo el producto, con una historia que en teoría al menos se iba tejiendo a lo largo de cada entrega. Pero entonces, tras el estreno de Paranormal Activity 4 (2012) todo pareció cambiar. Desmotivados quizás por las malas críticas hacia una película que no hizo nada por avanzar la trama general, en el 2013 no tuvimos ninguna entrega de Paranormal Activity, y la quinta entrega, subtitulada The Marked Ones (y que, no olvidemos, no estaba planteada originalmente como una secuela sino como un remake/spin-off enfocado en el público latino) terminaría siendo estrenada en enero, que tradicionalmente es el mes en el que los estudios de Hollywood sacan la basura, esos estrenos destinados al fracaso. Pasó el 2014 y nada que se escuchaba de continuar la saga. Hemos tenido que esperar hasta el 2015 para que se estrenara esta sexta y última entrega, con muy poco bombo en comparación con las cintas anteriores. Para mí es evidente que algo se rompió en el juguete, y que la saga ya no interesaba tanto al estudio como en otros tiempos.
Esta desgana de la que hablo se siente en toda la película, empezando por el hecho de que no hay un interés real en terminar la enrevesada historia que habían ido tejiendo. Nuevamente tenemos el mismo esquema de todas las entregas anteriores, con otra familia de pareja joven/hija pequeña que en esta ocasión encuentran una extraña videocámara en la casa a la que se acaban de mudar y terminan siendo acosados por una presencia que se hace más palpable cada noche que pasa. El gimmick en esta ocasión es que la cámara hallada tiene la extraña facultad de "ver" al ente que los acosa, lo que sirve para regalar al público un ocasional uso de efectos especiales digitales destinados (no nos engañemos) a justificar el gancho del 3D con el que han querido rentabilizar el producto a nivel de taquilla. Como podemos ver, no sólo el argumento es increíblemente perezoso al reciclar la misma trama y estructura de todas las entregas anteriores, sino que el abuso de los efectos especiales roba a la película de la única carta que la saga tenía a su favor y que era precisamente la sencillez con la que conseguía meter miedo en el público, algo que aquí se ha perdido por completo y que desentona con la supuesta atmósfera realista que quieren dar. Todos los efectos que se muestran aquí se ven, por el contrario, increíblemente falsos y totalmente injustificados porque el hecho de "ver" al demonio que acosa la casa no parece tener ningún efecto en los protagonistas.
Pero lo peor sin duda es la continuidad con la saga anterior. Esta sexta entrega retoma por supuesto la historia de las dos hermanas y el cónclave de brujas que se introdujo en la segunda entrega, hasta el punto en que parece ignorar absolutamente todo lo demás y abandona muchas de las subtramas que había abierto con secuelas posteriores, como si se hubieran dado cuenta de que estas no tenían ninguna posibilidad de seguir de forma decente. Lo que quiero decir con todo esto es que incluso si se es un seguidor de esta saga será inevitable caer en una decepción al darse cuenta de hasta qué punto los responsables de Paranormal Activity decidieron matar su franquicia. Por todos estos motivos no tengo reparo en decir que es lo peor que he visto este año, porque inclusive con los ejemplos más cutres que he visto en el 2015 al menos tenía la sensación de que estaba viendo una película de verdad, y no el estertor final de una saga que, repito, debió quedarse en la primera entrega.