martes, mayo 31, 2011
El índice de reseñas (ahora de verdad)
domingo, mayo 22, 2011
Reseña: Noche de miedo 2 (1988)
Animada por el éxito de Noche de miedo (1985), esta secuela de 1988 dirigida por Tommy Lee Wallace intentó repetir la fórmula de su predecesora volviendo a sacar una historia de terror con vampiros de por medio y un tono fuertemente inclinado hacia la comedia, aunque prescindiendo esta vez del contenido metaficcional del que hacía gala la primera parte. De hecho, Noche de miedo 2 (1988) puede ser considerada una película de vampiros un tanto más convencional, en la que las principales innovaciones vienen de revertir las situaciones dramáticas que daban pie a la primera película; ahora es Charlie Brewster quien se ve acosado y seducido por una vampira llamada Regine quien está lentamente convirtiéndole en un chupasangre, y es su chica quien recluta al presentador televisivo Peter Vincent para salvar su cuello y su vida. En muchos sentidos, el argumento es una versión un tanto más "seria" de Once Bitten (1985), conocida en España como Mordiscos peligrosos, aquella entrañable comedia de vampiros con un entonces desconocido Jim Carrey.
No es esta la única forma en la que Noche de miedo 2 da la vuelta a aquello que veíamos en la primera parte y la referencia: la credulidad de los personajes también se ha visto invertida, ya que es ahora Peter Vincent quién cree desde el principio en el regreso de las criaturas de la noche, mientras que Charlie, que ha pasado los últimos tres años en terapia psiquiátrica, se muestra escéptico y ansioso por aferrarse al mundo racional y dejar atrás sus pesadillas. A lo largo de la película, sin embargo, los roles de escéptico y creyente llegan a intercambiarse tan a menudo que toda la cosa parece un chiste bastante pobre. En general hay demasiados momentos similares (por no decir idénticos) a la primera Noche de miedo, por lo que se nota una dependencia excesiva en el éxito de la original.
Por fortuna esta secuela tiene sus propios aciertos ante los cuales no hay discusión posible, desde la voluntad sincera de llevar a su personaje protagonista a situaciones inexploradas (Charlie Brewster cayendo víctima de los vampiros es una consecuencia natural de la primera parte) hasta la elección como villana de la bellísima Julie Carmen (a quien años más tarde veríamos en la película En la boca del miedo (1994), de John Carpenter), sin duda un gran acierto de casting y un complemento perfecto de la imagen de playboy de Chris Sarandon en la primera cinta. Hay, de hecho, una muy interesante subtrama de rivalidad entre el personaje de Regine y Peter Vincent que por desgracia no es convenientemente explorada y que hubiese sin duda dado mucho juego.
En definitiva, no pretendáis que Noche de miedo 2 alcance la misma calidad de su predecesora, pero tampoco desdeñéis tan fácilmente las cualidades de una continuación divertida que al menos sabe orquestar correctamente el regreso de dos de nuestros cazavampiros favoritos. Tal como ocurría en la primera parte, la proporción terror/comedia inclina más la balanza hacia esta última, pero la película muestra un marcado y sincero respeto por el cine de monstruos, sobre todo a aquellos de grandes colmillos, con todo y la introducción de decadentes vampiros andróginos (con una estética late eighties que tira de espaldas), atolondrados hombres-lobo y fornidos engendros insectívoros. Ahora que se acerca el inevitable remake de la Noche de miedo original (la cual tiene una pinta mucho menos cómica por lo visto), una sesión doble de sus dos encarnaciones ochenteras se antoja como la forma ideal de ponerse al día.
viernes, mayo 20, 2011
Reseña: Scream 4 (2011)
Once años después de la tercera entrega, y a quince de la original, finalmente se ha hecho realidad Scream 4 (2011). Tras todas las especulaciones posibles, la tercera continuación de la última gran película de Wes Craven llega para retomar su tradicional muestra de terror referencial y posmodernidad. Lo hace además marcando el regreso del guionista Kevin Williamson, quien se había ausentado en la tercera parte pero que repite junto a Craven tras la mala experiencia sufrida por ambos hace seis años con Cursed (2005). Los motivos de su alejamiento se debieron en su momento a una continuación innecesaria de la fórmula evidenciada en dos secuelas que con todo y sus diferencias a nivel de calidad, quedaban delatadas como prolongaciones hechas únicamente para exprimir la novedad que significó el primer Scream (1996), y aunque esta cuarta entrega peca en gran parte de lo mismo, tiene un par de elemento nada desdeñables.
Una de las cosas más interesantes de esta cuarta entrega es que asume sin ningún tipo de vergüenza su condición de secuela innecesaria a la vez que hace burla precisamente de eso. Que esto responda a una voluntad artística de Craven o Williamson o únicamente a un afán por parte del estudio de rentabilizar una franquicia es una pregunta de la cual todos conocen la respuesta (la b), pero al menos los dos responsables han conseguido dotar a la película de innegables virtudes y atractivos conservando los detalles infaltables como el elenco original (incluso la sempiterna Neve Campbell que se enfrenta nuevamente al asesino con la cara de fantasma) al mismo tiempo que consigue entrar en su acostumbrado juego metaficcional con la introducción de nuevas "reglas" y un nuevo comentario acerca del estado actual del cine de terror.
Este nuevo comentario se basa en parte, como mencionábamos arriba, en la condición de secuela innecesaria de una saga condenada a rizar el rizo cada vez más, pero también en explotar los nuevos clichés del cine de terror: la obsesión por los remakes (evidenciada en el hecho de que la sobrina de Sidney Prescott parece una versión más joven de ella misma que empieza a sufrir una experiencia similar, así como la repetición del esquema de asesinatos de la primera parte), el horror documental, el cinismo en cuanto a los personajes y el mayor énfasis en la violencia, esto último algo que queda patente en la complacencia que tiene esta entrega en la sangre y las vísceras (literalmente). Todo esto sin dejar, claro está, de apostar por la comedia sin caer en los excesos cómicos de Scream 3 (2000). De hecho, el apartado cómico está asombrosamente comedido, siendo mayoritario únicamente en un prólogo hecho de escenas superpuestas que parodia no sólo los clichés del género de terror sino también los de la propia saga de Scream en una secuencia que constituye una de las mejores cosas de la película.
A pesar de que el guión de Williamson peca muchas veces de intentar parecer más inteligente de lo que es, el juego metarreferencial es lo suficientemente descabellado para resultar divertido incluso a los ojos del público natural de esta película: adolescentes ávidos de un asesino enmascarado y nostálgicos de los noventa, algo que da que pensar y nos recuerda como ninguna otra cosa la necesidad por parte de cada generación de tener su propia saga de películas de terror. Es esta marca generacional lo que al final termina siendo lo más interesante de Scream 4, ya que por lo demás esta secuela no hace más que constatar lo buena que era la primera parte; el nuevo elenco más allá de los veteranos no es tan interesante, se hace repetitiva en muchas ocasiones, y el misterio del asesino es bastante barato porque la película da bastantes pistas falsas como para que el culpable, al final, pueda ser realmente cualquiera, convirtiendo la resolución del misterio en algo completamente arbitrario. Aún así, los fanáticos incondicionales de la saga encontrarán una película divertida que resulta al menos una mejora en cuanto a la tercera entrega, aunque la primera siga siendo el auténtico referente y la única de todas que era una auténtica película de terror y no principalmente una mirada irónica de guiño-codazo destinada a un público que muchas veces comete el error de creerse más listo que las películas que ve.
jueves, mayo 19, 2011
Reseña: The Troll Hunter (2010)
The Troll Hunter (2010), más que simplemente otra de las muestras del súbito interés despertado por el terror de origen escandinavo, es probablemente una de los más interesantes ejemplos de esta nueva moda de cine de género con estética de falso documental y estructura de metraje hallado. Al menos esta producción noruega evita los sustos fáciles y la mayor parte de los clichés de estos experimentos en primera persona y se centra en los aspectos más interesantes de su argumento: un grupo de jóvenes que deciden hacer un reportaje sobre un misterioso cazador furtivo que termina siendo en realidad un agente del gobierno encargado de mantener a raya a la población de trolls que abundan en los parajes silvestres de Noruega y que han permanecido ocultos a los ojos del público.
Es este argumento y su tratamiento lo que aleja un tanto a The Troll Hunter del género de terror propiamente dicho y lo acerca (tal como ocurrió con la finlandesa Rare Exports (2010), su innegable compañera temática) a los predios de una fantasía oscura en la que el verdadero centro de atención son las criaturas que pueblan el rico imaginario mitológico de los países nórdicos. Si bien las secuencias en las que los personajes se encuentran con los trolls no carecen en muchas ocasiones del componente de miedo (después de todo, siguen siendo seres salvajes y muy peligrosos), la película busca más imitar la estructura de un documental sobre la "vida salvaje" en la que no falta el componente didáctico al conocer en gran medida y con mucho detalle las características de los diferentes tipos de trolls, su hábitat y sus costumbres, todo esto tratado de forma muy seria y sin una intención irónica o paródica demasiado evidente. Al final la película termina siendo un verdadero documental en el que el espectador conoce en realidad a las criaturas y termina asumiendo la posición del cazador que ve su labor de exterminio con una cierta tristeza.
Los componentes de terror son mínimos aunque existentes (básicamente el enfrentamiento contra las criaturas y una pavorosa secuencia dentro de una cueva con el ya recurrente uso de la visión nocturna) pero eso es porque la película parece más preocupada en estimular el sentido de maravilla del espectador, algo por lo demás común en el género de fantasía. En este sentido es una lástima que la que es sin duda la imagen más impactante de la película (una que no en vano se guarda para el clímax) esté spoileada sin ningún tipo de pudor en el cartel promocional. Con todo y eso, y aunque muchos de vosotros podáis estar cansados del sub-género de falso documental, The Troll Hunter es una excepción a tomar en cuenta al menos por el hecho de que su formato está puesto a disposición de una idea bastante original y una intención que va más allá de la sensación de inmediatez que da la perspectiva de la cámara autoconsciente, algo que la aleja de trabajos explotativos como Paranormal Activity (2009) y la acerca más, por el contrario, a experimentos de género como Cloverfield (2008) o similares.
lunes, mayo 09, 2011
jueves, mayo 05, 2011
Reseña: Fido (2007)
En el panorama de mayoritaria mediocridad de las comedias de zombis, la producción canadiense Fido (2007) es una obra maestra que perfectamente puede ser colocada al nivel de Shaun of the Dead (2004) sin ningún tipo de pudor. Curioso es sin embargo que el final de esta última haya anunciado la premisa de la cinta que tocamos hoy: Fido es en realidad una ucronía ambientada en unos años cincuenta alternativos, en los que los Estados Unidos han sobrevivido a una epidemia zombi gracias a una poderosa corporación que ha inventado dispositivos para "domesticar" a los muertos vivientes y convertirles en los siervos de los vivos, sumiendo todo en una tranquilidad idílica que se ve trastocada cuando un niño hace de su zombi particular su mejor amigo e inicia un proceso de domesticación mucho más genuino.
Las comparaciones anteriores con la película de Edgar Wright son algo que se mencionó mucho en el momento de su estreno y que saco a colación únicamente por automatismo, ya que las dos cintas no pueden ser más diferentes ni tener un mensaje más opuesto; mientras que la de Shaun es una suerte de experimento de género en el que se contraponen las reglas de dos géneros cinematográficos contrarios por antonomasía (la comedia romántica y el zombie survival horror), Fido es abiertamente una comedia retro en la que su director y co-guionista Andrew Currie utiliza la epidemia de muertos vivientes como una metáfora para hacer una parodia de la comodidad burguesa. No hay aquí (al menos no tanto) una reverencia hacia lo Zombi como género cinematográfico; de hecho la mayor alusión que se puede encontrar a este tipo de cine está en el documental educativo que se muesta al principio de la película y que incluye escenas de un cortometraje del propio Andrew Currie, Night of the Living, título que sumado al blanco y negro evidencia un guiño hacia la génesis de estas películas con George Romero a la cabeza.
Por otro lado, si hay una película con la que Fido tenga semejanzas mucho más marcadas es la también muy recomedable Pleasantville (1998), la cual aborda temas similares como la de una comunidad utópica que se protege aislándose de sus propios sentimientos. No en balde ambas películas están ambientadas en unos ficticios años cincuenta; las constantes temáticas como el conservadurismo burgués, el miedo al Otro y la constante comparación entre un mundo cerrado e idílico aislado del caos exterior encajan perfectamente en la representación fantasiosa de una época percibida como "ideal" por los defensores de ciertos valores. Estos temas están perfectamente tratados en la película de Currie y ocupan el protagonismo mucho más que los propios muertos vivientes, aunque la cinta por supuesto no se corta en cuanto a la aparición de estos, dejando por instantes asomar su vocación de auténtica película de horror y con un clímax final que sugiere un mundo exterior diametralmente opuesto al colorido suburbio que hemos presenciado con anterioridad.
Son estos momentos los que quizás llamen más la atención del amante del cine zombi, que probablemente se sienta un tanto defraudado al ser esta una película con un énfasis mucho mayor en su contenido satírico y en sus aptitudes como comedia, que están por otro lado muy bien llevadas a cabo gracias a un elenco genial en el que todos los personajes destacan, desde el bastardo corporativo de Henry Czerny, un enorme Dylan Baker o una particularmente inspirada Carrie-Anne Moss (que sale aquí increíblemente guapa, valga decir), sin olvidar por supuesto al Fido del comediante británico Billy Connolly. Eso y los personajes infantiles, quienes contrariamente a lo que suele suceder en este tipo de películas con niños de protagonistas, otorgan las principales fuentes de humor negro de esta película que hace falta rescatar de la sombra que Shaun of the Dead ha terminado por proyectar sobre el resto de comedias zombífilas de la década pasada. Más que recomendable, indispensable.
lunes, mayo 02, 2011
Reseña: Halloween: Resurrection (2002)
Si bien intentó sinceramente cerrar el ciclo de secuelas con su cerradísimo y explícito final, Halloween H20 (1998) tuvo la desgracia de ser bastante exitosa a nivel de taquilla, con lo que poco después ya alguien se estaba sacando de la manga una nueva secuela de la saga de Michael Myers titulada Halloween: Resurrection (2002), empleando además una de las más trilladas codas en la historia de los títulos de películas. Probablemente más que ninguna otra, esta octava entrega del asesino de la máscara blanca, la última de la saga original, es descarada en su intento de rentabilizar la franquicia de estas películas con una secuela completamente innecesaria y absurda que por supuesto pasa por completo (como de costumbre) de justificar el regreso del asesino tras varios años pero al mismo tiempo intenta explicar cómo es que Michael Myers continúa con vida después de haber sido contundentemente decapitado en la entrega anterior por su hermana Laurie Strode.
Este personaje reaparece por cierto aquí, y está nuevamente interpretado por Jamie Lee Curtis en un muy corto papel durante el prólogo, que transcurre esta vez en un hospital psiquiátrico donde la incombustible y madura final girl ha terminado tras sus numerosos enfrentamientos con el asesino. Hay que decir en favor de la película que este prólogo es al menos valiente al cometer uno de los mayores sacrilegios posibles a los ojos de los seguidores de la saga, apostando radicalmente a una reinvención de la franquicia y despojándola de sus constantes tradicionales, todo un reto para el director Rick Rosenthal, quien aparte de Rob Zombie es el único cineasta que ha dirigido dos entregas de Halloween (en concreto se hizo cargo de la segunda entrega, allá por el 81). Esta vez la premisa del asesino enmascarado parte del gimmick del horror documental, centrándose en el elenco de un reality show de terror que transcurre en la famosa casa de Michael Myers en Haddonfield, sin saber que el Hombre del Saco está volviendo a casa a acabar con los intrusos.
La idea del reality es atractiva, muy a pesar de que el ambiente de inmediatez que dan las cámaras personales no es aprovechado en todas sus posibilidades (sólo una de las muertes es contemplada por el público, lo que da para un interesante comentario sobre la saga y su base fanática pero que por desgracia se queda en un muy breve guiño), y la película se hubiese beneficiado sin duda de un tratamiento más intimista y menos dado a la repetición de un esquema agotado ya hace años. Aparte hay un intento de hacer ciertas concesiones a la comedia que terminan siendo bastante contraproducentes por culpa de una mala elección de casting, especialmente la del rapero Busta Rhymes, quien tiene uno de los papeles principales de la película y que simplemente destaca demasiado, aportando ruido y quitando protagonismo a lo que debería ser el centro de la película: Michael Myers y sus víctimas.
Al final la voluntad de romper con el estilo anterior se queda en nada porque la película repite el mismo esquema de las anteriores, con una muy predecible confrontación final cuyo desenlace tira el ya infaltable guiño a una nueva secuela. Esta, como todos sabemos ya, nunca llegó, ya que tras el fracaso de esta cinta la saga de Halloween vería su verdadera "resurrección" con el remake de Rob Zombie cinco años después. En cuanto a Halloween: Resurrection, hay que ser muy fan de la saga para darle una oportunidad, ya que esta entrada se pierde en el limbo que existió entre los inofensivos slashers de los noventa y la llegada de un horror más dado a los excesos que vio su explosión justamente el año después.