Esta es una de esas reseñas demasiado tiempo postergadas. Lo cierto es que dentro del prolífico panorama de slasher films de principios de los ochenta, The Slumber Party Massacre (1982) es uno de los más curiosos al mismo tiempo que uno de los más sencillos. Ciertamente no es la mejor de sus contemporáneas; el argumento es tremendamente básico (un asesino escapado de un manicomio y armado con un gigantesco taladro acosa a un grupo de chicas que hacen una fiesta de pijamas) y estéticamente no es tan atractiva como otros ejemplos similares, pero con todo y eso guarda bajo la manga varios trucos dignos de destacar.
Para empezar, y eso es algo que tiene bastante mérito, la película desmantela los componentes más básicos de este tipo de cine incluso antes de que el género se convirtiera oficialmente en parodia, gracias a alusiones muy claras a varias de sus contemporáneas como Halloween (1978), Maniac (1980) o The Burning (1981). Sin embargo, lo que la diferencia de estas reside en el tratamiento que da a sus personajes; en The Slumber Party Massacre el auténtico centro dramático no está en el psychokiller de turno sino en las chicas protagonistas, mucho más valientes y arriesgadas que los chicos y hasta un poco más sensatas de lo normal (como demuestra el hecho de que ninguna de ellas parece dispuesta a ponerse en peligro por las demás). El asesino, por el contrario, es por un lado despojado de protagonismo al carecer de trasfondo ni subtrama alguna que deje claro su origen, y al mismo tiempo pierde su habitual condición de sombra gracias al poder de lo explícito, ya que en todo momento vemos su cara (lo suficiente para disfrutar de una de las más gloriosas sobreactuaciones de la época). Este discurso de poderío femenino enfrentado al evidente símbolo fálico del arma asesina se explica en gran medida al darnos cuenta de que la autora del guión es la famosa escritora feminista Rita Mae Brown, aunque curiosamente la película no está rodada como la comedia paródica que originalmente había escrito.
La mano de Brown se nota no sólo en la representación de las chicas como luchadoras sino también en una nada disimulada muestra de vouyerismo fetichista del cuerpo femenino no exenta de subtexto lésbico, hechos apoyados por un elenco lleno de jovencitas de muy buen ver y por el ojo de la directora Amy Holden Jones, discípula del inmesurable Roger Corman. Ambas llevan el pulso de la película bastante bien, y aunque ciertamente el inicio es lento y hasta un tanto aburrido, va mejorando mucho una vez que se acerca el clímax final y el estado de sitio que el asesino monta a sus jóvenes víctimas. Lo mejor de todo esto es que en ningún momento la cinta llega a ponerse demasiado seria sino que por el contrario sabe agregar unos muy bienvenidos toques de humor incluso en escenas particularmente macabras como la chica que come la pizza que sostiene un cadáver o el descubrimiento de un cuerpo en la nevera.
La ya mencionada lentitud del inicio es de hecho lo único que hace mella al hacer que la película parezca más larga de lo que es (poco más de hora y cuarto), pero en todo lo demás The Slumber Party Massacre es muy recomendable como acompañante de los grandes slasher de principios de los ochenta. Curiosamente, lo que en un principio fue concebido como una transgresión de los preceptos de este género de asesinos de jovencitas se convirtió en una saga con varias secuelas posteriores, esta vez sí mucho más dadas a la comedia. Por supuesto todas estas irán cayendo en su debido momento.