lunes, octubre 31, 2011

Reseña: Grave Encounters (2011)

Y de tres van tres. Ahondando aún más en la manía actual por los falsos documentales llegamos a una pequeña producción canadiense llamada Grave Encounters (2011), que además sirve de prometedora carta de presentación para sus directores, que trabajan aquí bajo el pseudónimo de The Vicious Brothers. Confieso que estaba reacio a ver esta, no sólo por ser un ejemplo más de la moda del terror documental y el recurso narrativo del "metraje hallado", sino también por el hecho de que su trailer (que lleva rodando por la red alrededor de un año) ciertamente no auguraba nada demasiado destacable, si acaso una película de terror del montón de esas que suelen poblar Fangoria o Bloody Disgusting. Pero de hecho no ha sido así; la verdad es que hay aquí no sólo una película bastante eficiente, sino también un par de sorpresas para quienes puedan temporalmente dejar de lado sus prejuicios.

El argumento, que parte de la típica premisa de las cintas perdidas de un reality show (llamado precisamente "Grave Encounters") que tuvo un misterioso final, recicla muchas de las constantes de casas embrujadas y tiene grandes parecidos con otras películas de terror como House on Haunted Hill (1999), manteniendo conocidos esterotipos como el psiquiátrico abandonado y la leyenda negra de un doctor psicópata asesinado por sus pacientes, historia que el equipo de "Grave Encounters" decide no sólo investigar sino también explotar de una manera desvergonzada y arrogante; la película deja claro desde el principio que los protagonistas, si bien no pierden la esperanza de entrar en contacto con lo sobrenatural, quedan evidenciados como unos fraudes dedicados por encima de todo a excitar el morbo del público. En este sentido una de las cosas más interesantes es cómo la película comienza en un tono abiertamente cómico y se va poniendo progresivamente más seria hasta alcanzar un clímax que es puro horror del bueno. 

Aparte de los clichés de casas embrujadas y fantasmas iracundos (lugares comunes que ciertamente abundan), la cinta tiene algunas salidas argumentales muy interesantes gracias a un uso curioso de las convenciones del fantástico para plantear juegos espacio/temporales dedicados a desorientar al espectador y romper con el tono "realista" de la trama y su ambientación. No puedo hablar de dicho recurso narrativo sin revelar sorpresas clave del argumento, así que tendréis que confiar en mi palabra que cuando este momento llega la cinta toma un giro mucho más siniestro que nos obliga a abandonar gran parte de nuestro recelo e incluso lleva a los personajes a un nivel de sufrimiento superior. Es un toque inusual en este tipo de producciones y francamente de agradecer.

Ahora, si algún problema tiene Grave Encounters es sin duda el mal aprovechamiento de su condición amateur, que lleva a momentos francamente un tanto cutres cuando opta por los efectos especiales digitales, que son bastante rudimentarios y de andar por casa. De hecho la película es mucho más efectiva en aquellas secuencias más sutiles y ambiguas en las que la principal fuente de terror viene del muy efectivo uso de esa maravillosa locación que es el psiquiátrico abandonado. Pero estas son cosas que podéis comprobar vosotros mismos. No es casualidad que las más interesantes muestras de este sub-género del horror documental nos estén llegando precisamente de la mano de estas propuestas independientes. Desde aquí recomendamos acercarnos a esta como precisamente uno de esos ejemplos positivos.

sábado, octubre 29, 2011

Reseña: Paranormal Activity 3 (2011)

Con los grandes estudios desesperados por encontrar cualquier cosa que pueda ser rentabilizada, no es de extrañar que Paranormal Activity (2009) esté poco a poco convirtiéndose en la franquicia de terror por excelencia de esta segunda década del siglo XXI. El descomunal éxito de la primera entrega ha dado paso no sólo a una saga que no tiene pinta de terminar pronto, sino también a una obsesión por el formato de metraje hallado que empieza a plagar la cartelera, con al menos cinco (!) películas estrenadas este año con ese mismo formato. Sabiendo esto, y tras la brutal decepción de una segunda entrega en la que misteriosamente el público de masas se tragó algo que parecía una pieza de arte y ensayo de largos planos fijos en los que no ocurría absolutamente nada, Paranormal Activity 3 (2011) queda expuesta como un vulgar intento de explotación taquillera. Esto es innegable, pero mentiría si no dijera que he salido al menos un poco impresionado; no es una experiencia tan intensa como fue la original, pero es definitivamente mucho mejor que la segunda ya que retoma varios de los elementos que hicieron la primera parte exitosa.

De hecho el argumento es en gran medida un remake inconfeso de la original, tanto que podría perfectamente haber sido vista sin haber visto antes la primera parte: Paranormal Activity 3, a pesar de ostentar dicho número en el título, es una precuela ambientada en 1988 que cuenta el primer encuentro de Katie y su hermana menor Kristie con lo sobrenatural, cuando su joven padrastro (un aspirante a cineasta por lo visto) instala una serie de cámaras en la casa para averiguar la procedencia de unos ruidos extraños y termina metido hasta el fondo en un asunto de ultratumba). Esto es, como ya podéis intuir, prácticamente el mismo argumento de la primera película, y los nuevos directores Henry Joost y Ariel Schulman repiten varios de los trucos estéticos de dicha primera parte, como el plano fijo diseñado para que el público escudriñe la imagen o el súbito adelanto de la cinta para indicar el paso del tiempo. Otros trucos nuevos incluyen un paneo automático de izquierda a derecha que juega con imágenes que se ocultan y revelan intermitentemente. Eso sí: aquella estructura cíclica en la que los horrores únicamente ocurrían de noche se ha ido. Esta vez los sustos vienen también de día.

Es en este apartado puramente de terror donde Paranormal Activity 3 consigue sus mejores momentos. A diferencia de la segunda parte en la que la película se dedicaba a frustrar al público con aquellas escenas nocturnas en las que no ocurría nada, esta vez el horror se manifiesta progresiva pero continuamente. Siendo el miedo una sensación puramente subjetiva, debo decir sin embargo que la película tiene grandes momentos en los que la interacción de la entidad conocida como "Toby" y las niñas produce escenas realmente pavorosas, y personalmente he agradecido que casi ninguna de las escenas del trailer aparezca en la película final. Algunos sustos son predecibles, otros ingeniosos y otros mantienen en velo esperando el clímax que a veces no resulta ser el esperado. En mi opinión, lo mejor es sobre todo ese final, que aunque se ve venir desde antes, es sin duda de lo mejor de la película gracias a su (no tan) velada referencia a El proyecto de la bruja de Blair (1999), con la diferencia de que aquí el elemento fantástico se desmadra dando punto final a una película bastante aceptable.

Por este motivo yo terminaría recomendando Paranormal Activity 3 a todos aquellos a los que les haya gustado la primera, aunque la segunda les haya decepcionado. No es una cinta que vaya a permanecer mucho tiempo en la memoria de nadie, pero es un cuento de miedo bastante eficiente que me reconcilia un poco con un estado del género de terror actual en el que la mayor parte de los cineastas incluso independientes han tirado la toalla en cuanto a eso de "meter miedo". Ese, al menos a mí, me parece el mayor valor de una película si no memorable al menos simpática.

domingo, octubre 23, 2011

Reseña: Apollo 18 (2011)

Si dudábais como yo acerca de echar un vistazo a Apollo 18 (2011) es hora de dejar los prejuicios atrás y darle una oportunidad. Si bien es cierto que esta cinta americana dirigida por el español Gonzalo López-Gallego representa el enésimo ejemplo de esta ya fastidiosa tendencia del falso documental o "metraje hallado", no es menos cierto que al menos es de las más eficientes de dicho estilo, sobre todo debido a su gran sencillez argumental y el buen uso que hace de los recursos, siendo el último de ellos (curiosamente) el formato narrativo que se ha escogido. Trataremos de ahondar en esta idea en los siguientes párrafos.

Lo cierto es que, como decíamos arriba, estamos ante una película tremendamente sencilla cuyo argumento ya fue destripado incluso desde el primer trailer: la historia (supuestamente verdadera) de la última expedición humana a la Luna, mantenida hasta hoy en absoluto secreto, y el perturbador registro audiovisual de la misión que muestra entre otras cosas por qué la Humanidad no volvió a pisar la superficie de nuestro satélite. Esa es básicamente la premisa y seguramente aquellos que hayan visto los avances o se hayan interesado un poco al menos por saber el argumento de la cinta sabrán cual es el supuesto "misterio": una presencia en los solitarios parajes de la Luna que será la fuente de terror durante gran parte del metraje.

Siguiendo esta premisa, la idea de situar una película de terror de este tipo en el espacio es buena y tanto López-Gallego como los guionistas Brian Miller y Cory Goodman dan en el clavo al retratar de manera muy eficaz el ambiente de soledad y aislamiento absoluto de la misión. Pero ojo: dicha atmósfera es lograda no gracias al recurso narrativo del metraje hallado sino debido al uso de componentes básicos de la ambientación, contraponiendo las imágenes del apretado pero familiar y seguro entorno de la nave y la vastedad inmensa y amenazante de la superficie lunar. Esta idea de la soledad aplastante y del astronauta que se enfrenta a lo desconocido está muy bien lograda y emparenta a la película con la también reciente Moon (2009), de Duncan Jones, la cual si bien es muy diferente sí que comparte similitudes acerca del efecto que crea en el público el paisaje escogido para la trama. Esta idea de la Luna como un paraje enorme y desconocido tiene mucho más peso en sí misma que la estética de registro audivisual; de hecho el recurso del metraje hallado se olvida tras pasar poco tiempo de metraje, y la película está montada de una forma tan dinámica y con tantas "cámaras" y perspectivas diferentes que al final termina pareciéndose mucho a una narración convencional.

Tampoco se trata de la película definitiva del género falso documental ni mucho menos, y tiene el problema que suelen tener muchas de estas producciones al tardar en arrancar y ser bastante aburrida en su tramo inicial, pero una vez que comienza realmente el terror la cosa mejora mucho y logra dar el componente de terror atávico del Alien (1979) de Ridley Scott de una forma muy sutil pero llena de sustos genuinos y momentos francamente siniestros que hacen del viaje espacial una experiencia genuinamente aterradora. Aquellos que estén cansados ya de esta nueva moda narrativa de cintas encontradas harían bien en acercarse a Apollo 18 y dejarse llevar por una cinta particularmente bien hecha, sencilla pero efectiva en la nada difícil tarea de hacer cine de terror de ambientación espacial. Bastante recomendable.

jueves, octubre 20, 2011

Ya estamos en la red (sí, de verdad)

En caso de que no os hayáis dado cuenta, en la columna de la derecha está la prueba irrefutable de que tras años de actualizaciones y rozando las cuatrocientas cincuenta reseñas finalmente tenemos una página de Facebook desde la cual correr la voz acerca de lo que realmente nos interesa: películas de terror de todo tipo. La idea con todo esto es poco a poco ir dejando el blog únicamente para las reseñas y relegar a las redes sociales todo aquello que en años anteriores solíamos llamar "posts de transición". Confiamos en que esto permita un mayor dinamismo y a la vez una presión menor en cuanto a tener siempre algo de qué hablar que no sean películas en concreto. Así que ya estáis tardando en seguirnos en FB y disfrutar en dosis pequeñas de aquello que en la medida de lo posible intentamos proporcionar aquí. 
Os esperamos.

martes, octubre 18, 2011

Reseña: Noche de miedo (2011)

Noche de miedo (2011) es, junto con La cosa (2011) uno de los remakes de terror más anticipados de este año, al menos por quien esto escribe, ya que como todos saben ya, la original de Tom Holland de 1985 es una de mis películas favoritas de vampiros. Esta nueva versión, dirigida por Craig Gillespie, recupera gran parte de su legado y repite la mayor parte de su estructura, aunque al menos se esfuerza por sacar algo nuevo de su material base y no se contenta con simplemente repetir la misma fórmula. Esto es ciertamente algo que hay que agradecer ya que no tenía muchas esperanzas con ella y al final he quedado ligeramente sorprendido con un proyecto concebido como una película de terror de verano.

Como decíamos arriba, la premisa es bastante parecida en su base: la historia de un joven de suburbio llamado Charlie Brewster que descubre que su nuevo vecino, Jerry, es en realidad un vampiro. Hasta ahí todo es similar a la de Tom Holland, pero esta nueva Noche de miedo introduce algunos cambios al menos curiosos; uno de los mayores aciertos a mi parecer ha sido el de situar la película en los suburbios ubicados en medio de un desierto junto a Las Vegas, ciudad que ya de por sí tiene un largo y auténtico historial de desapariciones que hacen más que apropiada la historia de un misterioso depredador que empieza a cargarse a sus vecinos.

En realidad las alteraciones que hay tienen que ver principalmente con una diferencia en cuanto a tono con la original. Tal como se podía apreciar con los primeros avances, esta versión no parece estar tan inclinada hacia la comedia; hay sin duda momentos cómicos, pero se ve que esta vez han intentado ir más en la dirección de una genuina película de terror de suburbio aún a costa de ciertos detalles tremendamente distintos a los que nos había traído Tom Holland. Algunos de estos cambios, en mi opinión, son un tanto desafortunados, siendo el principal de ellos la inexplicable transformación de Peter Vincent en un mago con un conocimiento bastante arbitrario de los vampiros y su mitología. El cambio de Peter Vincent no funciona entre otras cosas porque despoja a la película de su contenido referencial hacia el cine de terror, que era una de las cosas más interesantes de la primera Noche de miedo. Por fortuna esto al final termina siendo bastante marginal puesto que no es este el principal enfoque de la película y la participación del propio Peter Vincent es bastante limitada (casi no sale en toda la película) y reducida a un personaje cómico explotado de forma bastante evidente por el actor David Tennant.

Pero estas concesiones a la comedia son minoritarias; Noche de miedo redux tiene momentos genuinamente terroríficos en cuanto a imaginario, desde su ambientación de penumbra perpetua en medio de un suburbio prefabricado y solitario hasta una secuencia en particular (la mejor de la película en mi opinión) en la que Charlie Brewster va al rescate de una joven y guapa vecina secuestrada por el vampiro. Dicha secuencia, con su sorprendente desenlace, destaca por su efectivo manejo del suspense heredado de toda una tradición de vecinos psicópatas. Todo esto además aderezado con la genial actuación de Colin Farrell, un actor que a mí particularmente nunca me ha llamado mucho la atención pero que está que se sale en esta película y borda su papel de depredador dotado de un magnetismo sexual completamente salvaje, un complemento perfecto y a la vez diferente del playboy ochentero de Chris Sarandon en la original, al que hace algún que otro guiño. Farrell es una de las mejores cosas de la película y aporta muchísimo en una época en la que la imagen de los vampiros como seductores ha sido sustituida por la blanda y banal fantasía adolescente que muchos asocian con Crepúsculo pero de la que tiene mucha mayor culpa la escritora Anne Rice. La nueva Noche de miedo es por el contrario una cinta que nos devuelve la imagen del vampiro como monstruo inmundo e invasor que tantos placeres nos ha dado. Esta película puede que no llegue a los niveles de la original, pero me ha parecido lo bastante interesante para por lo menos merecer un vistazo.

Casi lo olvido: en un intento de sacar mayor rentabilidad de la taquilla, esta nueva versión de Noche de miedo ha sido estrenada en 3D, pero como suele ocurrir en muchas ocasiones, el efecto es bastante esporádico y a todas luces superficial, con uno que otro objeto saltando hacia la pantalla. Lo realmente lamentable es precisamente el hecho de que (al menos en mi ciudad) no haya sido posible verla sin este efecto añadido y por lo tanto el pase por caja haya sido más contundente. Mucho me temo que en determinadas producciones esto se vaya convirtiendo en una práctica cada vez más habitual.

miércoles, octubre 05, 2011

Reseña: The Woman (2011)

The Woman (2011), una de las películas de horror más comentadas de este año, marca el regreso de Lucky McKee al mundo del terror "independiente" tras el fracaso comercial que supuso El bosque maldito (2006), aunque ya había tenido una más modesta entrada al thriller con Red (2008). Al igual que sucedía en el caso de esta última, en The Woman McKee se adentra en el mundo del escritor Jack Ketchum y sus historias llenas de crueldad y sadismo pero también portadoras de un interesante comentario (no muy positivo) sobre la condición humana que ha hecho que dicho autor trascienda los límites de la pura provocación. Ketchum es un autor brillante que lleva escribiendo varias décadas pero que recientemente ha visto incrementada su popularidad gracias a varias adaptaciones cinematográficas de su obra, principalmente (creo) debido al también reciente renacer del horror físico.

Para aquellos que no lo sepan, The Woman es en realidad la secuela de una película anterior, Offspring (2009), pero no hace falta haber visto la primera parte para entenderla ya que las dos historias son perfectamente independientes. Si bien su antecesora era una película hasta cierto punto mucho más convencional en el género de familia-que-se-enfrenta-a-salvajes-caníbales, esta segunda parte revierte los roles de cazador y presa creando un argumento mucho más apropiado al discurso de empoderamiento femenino que caracteriza gran parte de la obra de Lucky McKee. Aquí vemos como un aparentemente normal hombre de familia captura a una feroz mujer salvaje en medio del bosque y la mantiene prisionera en su casa, en la certeza absoluta de que podrá reeducarla y convertirla en alguien civilizado. Lo que realmente se viene encima es un sinfín de torturas y humillaciones con las cuales este pater familias y su prole se ven enfrentados a la parte más oscura de sí mismos, diferenciándose muy poco del monstruo que mantienen prisionero.

La mayor parte de la película se va en esta guerra psicológica que mantiene el personaje del padre (brillantemente interpretado, por cierto, por el actor Sean Bridgers) no sólo contra la mujer atada en su cobertizo y que se convierte en el blanco de todo su sadismo acumulado, sino también contra las mujeres de su propia familia, en quienes percibimos a lo largo del metraje toda una historia de dominación y opresión que pone los pelos de punta una vez que McKee y Ketchum (autores de un guión escrito a cuatro manos) van revelando poco a poco la verdadera naturaleza de este tirano doméstico. El tema que se va forjando poco a poco es interesante porque calza bastante bien con el ya citado discurso protofeminista de McKee, el cual consiste simplemente en el usurpamiento del poder y lo que ocurre cuando ese poder es súbitamente recuperado tras una larga serie de maltratos y humillaciones. En este sentido la imagen de esa mujer bestial atada de pies y manos y con una ferocidad completamente inhumana anticipa momentos terribles que desembocan en un clímax sangriento que se ve venir pero que no deja de impactar.

Debido a todo lo ocurrido antes de este final y el regodeo de la película en la miseria humana de los personajes masculinos, el público se sentirá inevitablemente identificado con la mujer feral del título y celebrará sin duda la llegada de la justa venganza, tal como ocurre en los más famosos ejemplos del Rape & Revenge como I Spit on Your Grave (1978), pero esto es sólo superficial puesto que McKee y Ketchum van mucho más allá al dotar a la venganza de la Mujer un componente inhumano que revierte a través de la violencia la subyugación de lo femenino.

Como nota final, esperad el final de los créditos para ver uno de los epílogos más surrealistas pero a la vez más sugerentes de este año. En general, The Woman es un descubrimiento notable que puede que dificulte el regreso de Lucky McKee a los predios del cine de terror mainstream, pero francamente con estos resultados eso importa más bien poco.

domingo, octubre 02, 2011

Reseña: Wrong Turn 3 (2009)

Mientras esperamos a ver la cuarta parte lanzada este año, repasamos aquí esta tercera entrega de la saga de Wrong Turn (2003), ese simpático plagio/homenaje de Las colinas tienen ojos (1977) con sus mutantes caníbales de la profunda West Virginia. Como ya habíamos comentado en una ocasión anterior, la primera parte dirigida por Rob Schmidt resultó ser una película de terror más que eficiente que en cierta forma se adelantó a un resurgir del horror físico que habría de demostrar ser muy fructífero en años posteriores, si bien las comparaciones con la obra anteriormente citada de Wes Craven no se hicieron esperar. La segunda parte, dirigida por Joe Lynch y lanzada directamente en formato doméstico, abrazó radicalmente esta nueva ola de cine sangriento y resultó ser (al menos en la opinión de quien esto escribe) una película muy superior a su antecesora que rescataba el auténtico espíritu cafre del material en el que se basaba, con un sentido del humor muy entrañable y una brutalidad que aprovechaba al máximo las posibilidades de su formato en cuanto a censura. Esta tercera entrega, mucho más modesta, parece tomar sin embargo un camino diferente.

Al igual que la secuela inmediatamente anterior, Wrong Turn 3: Left for Dead (2009) parte de una premisa que sólo es una excusa para situar a sus personajes en el bosque, en este caso un autobús lleno de presidiarios que tras intentar un aparatoso escape deben cruzar los parajes de West Virginia para alcanzar la tan ansiada libertad. Hay asimismo una subtrama acerca de unos sacos de dinero encontrados por accidente en medio del bosque pero todo no es más que un pretexto; el verdadero interés está en enfrentar a esta panda de maleantes contra un mutante caníbal que los irá cazando sistemáticamente uno a uno, dificultando su odisea. De entrada esto, que en un principio pareciera ser un enfoque más dedicado al suspense, termina demostrando las carencias de medios de la película, ya que efectivamente esta vez sólo hay un mutante que da caza a los protagonistas, y no la ya acostumbrada familia de caníbales.

Este detalle en apariencia meramente anecdótico es la primera de muchas señas que hablan de un estancamiento de la saga de Wrong Turn y de las prisas en realizar una secuela que carece del sentido del humor de la segunda entrega y en la que tampoco vemos rastros de la genuina falta de restricciones que mostraba en cuanto a violencia y desmembramientos. Tampoco ayuda el subordinar la premisa de terror al drama carcelario que representa el juego de poder de los personajes, así como la inexplicable insistencia en obtener el dinero perdido, como si la lucha por la supervivencia no fuese ya sufiente motivación. Aún no he visto la cuarta entrega, pero por lo poco que he podido leer, parece ser que en esta ocasión sus responsables han decidido reinventar la franquicia cambiando radicalmente el entorno rural de estos paletos asesinos. Wrong Turn 3 representa en todo caso un traspié si se le compara con la muy superior segunda parte, y en general resulta un entretenimiento demasiado ligero comparada con otras muestras similares de un grupo enfrentado rivales terribles en tierras extrañas.

domingo, septiembre 18, 2011

No más vacaciones

Ritmo de actualizaciones bajísimo, lo sé. Pero existe un buen motivo: he regresado finalmente de vacaciones y del exitoso magical mistery tour en el que nos hemos dejado la vida promocionando esto. Ahora, nuevamente en tierras germanas, esperamos recuperar el ritmo y poner en marcha alguna que otra sorpresa. De momento, nos la hemos pasado metidos en casa con el invitado que podéis ver en la imagen que adorna estas líneas, así que ya sabéis por donde irán los tiros a partir de mañana. Saludos.

miércoles, septiembre 07, 2011

Reseña: Mirrors 2 (2010)

Aquí tenemos otro ejemplo más de esas secuelas tardías que parecen surgir de la nada en formato doméstico. Aunque en este caso sólo dos años separan a Mirrors 2 (2010) de la primera parte, el hecho de que ambas películas sean tan diferentes sólo puede referirnos a una necesidad imperiosa de depredar el éxito, grande o pequeño, de cintas anteriores con elencos más vistosos. Esta segunda parte de Mirrors (2008), dirigida por Víctor García (un veterano ya en estos temas) tiene un argumento completamente diferente al de aquella película con Kiefer Sutherland, y de hecho se muestra como una historia de fantasmas bastante convencional que podría perfectamente haber sido parida con un título diferente sin que nadie objetase nada al respecto.

Hay cosas que se mantienen, como la idea del centro comercial embrujado y el guardia de seguridad que descubre una maldición relacionada con los espejos. Hasta allí las semejanzas con el original son evidentes, pero Mirrors 2 termina teniendo una estructura mucho más limitada al hacer de su misterio algo pequeño que afecta a personajes específicos, cuya relación con el maleficio del centro comercial prueba ser algo bastante concreto. Es así como muy pronto no tardamos en encontrarnos el arquetipo clásico de la maldición producto de un crimen sin resolver del que uno de los personajes es culpable, un misterio que el protagonista deberá resolver pronto si no quiere pasar a engrosar la lista de víctima.

Por desgracia este giro más convencional de la secuela elimina una de las pocas cosas interesantes que tenía su predecesora dirigida por Alexandre Aja, y es que la primera Mirrors al menos rescataba un poco la ideal del Mal como fuerza antagónica pura, algo que se había perdido en el horror sobrenatural y que sólo en los últimos años ha comenzado a recuperar algo de empuje en parte gracias, curiosamente, a la invasión de producciones asiáticas que originaron esta película. Esta secuela por el contrario cae en la ya aburrida representación de un predecible misterio y una mucho más predecible resolución en la que el maleficio del centro comercial es despojado gracias a la ejecución de una venganza.

Completismo puro y duro es el único motivo que encuentro para acercarse a Mirrors 2, eso y la voluntad de escudriñar en el azaroso mundo de las secuelas en formato doméstico. Con todo y eso, el nivel de esta película es bastante bajo incluso para los estándares de este tipo de producciones, tanto que el director Víctor García se ve incapaz de repetir incluso los superficiales atractivos estilísticos de Return to House on Haunted Hill (2007). En esta por el contrario no encontramos nada de original o atractivo y sí todos los molestos tics y lugares comunes de esa mala manera de entender el terror sobrenatural, tendencia de la que tristemente forma parte.

martes, agosto 23, 2011

Reseña: Los Hamilton (2006)

Muy probablemente no sean pocos los que conozcan a los directores Mitchell Altieri y Phil Flores, quienes trabajan bajo el pseudónimo de The Butcher Brothers a pesar de tener apellidos diferentes. En este blog ya hemos reseñado su relativamente reciente remake de April Fool's Day (2008), que no salió muy bien parado pero que de alguna manera tiene cierta continuidad temática con la película de la que hablamos hoy y por la cual se dieron a conocer. Los Hamilton (2006) fue una de las cintas salidas del primer After Dark Horrorfest, y valga decir que de ese año fue la que tuvo el look más amateur (cada quien decidirá si dicho término esconde o no una connotación peyorativa).

En Los Hamilton vemos uno de los arquetipos más conocidos del cine de terror actual en lo que se refiere a la encarnación de familias de psicópatas que se dedican a capturar y torturar desconocidos, preferentemente jovencitas de buen ver. Sin embargo, algo ha de reconocerse a los hermanos Butcher y es su explícita voluntad de romper el lugar común que esto representa y centrarse no tanto en las depravaciones carniceras de los miembros de este clan familiar sino más bien en la representación de la cotidianidad de estos seres desquiciados a través de una perspectiva hasta cierto punto innovadora. La familia Hamilton en cuestión está formada por una camada de jóvenes huérfanos que idolatran a sus padres muertos y parecen protegerse mutuamente de un mundo exterior que depredan pero que al mismo tiempo parecen temer.

La idea central y la forma tan curiosa como los Butcher han usado este arquetipo de terror para elaborar una sátira de la típica unidad familiar de clase media es lo más interesante de una propuesta por lo demás poco atractiva en su desarrollo. El principal problema que veo aquí es la estética plana y aburrida que inunda el metraje producto sin duda de un uso indebido del formato digital. Sorprende en este sentido la existencia de un prólogo puramente "de terror" en el que destaca la presencia de la actriz Brittany Daniel en un brevísimo cameo. La Daniel no es solamente la única actriz conocida de la película (si no contamos la descolocante presencia como actor del productor Joel Silver), sino que encima este breve prólogo tiene una estética, tono y estilo completamente diferentes al resto de la cinta, con lo que se hace evidente que estamos ante un fragmento rodado de forma separada como posible estímulo para inversores.

Este prólogo es además el primer momento en que se nos adelanta el que será tema constante durante la película, y es el misterio que ronda a la familia y que se explica mediante las continuas referencias a una "enfermedad" que acosa permanentemente a los Hamilton y que sienta las bases de una subtrama de intriga con uno de los miembros más jóvenes de la hermandad. La revelación final es, eso sí, bastante predecible (la película prácticamente te la tira en cara más o menos a la mitad) y algo cutre una vez llegado el momento decisivo. Con todo y eso, y a pesar de que Los Hamilton tenga buenas ideas en cuanto a su concepción, su pobre estética y su desarrollo lento y aburrido hace que no me termine de convencer.

domingo, agosto 07, 2011

Reseña: Insidious (2011)

Hace poco pude ver finalmete Insidious (2011), que a pesar de ser una de las cintas de terror más esperadas de este año se estrenó tarde y mal en una ciudad que tiene por norma un abierto desprecio hacia este género en particular. A estas alturas espero que todos los que leen esta página la hayan visto, aunque sea por los nombres que se encuentran tras ella: el título del que hablamos hoy es el nuevo trabajo del director James Wan y el guionista Leigh Whannell, los responsables de Saw (2004) y Dead Silence (2007). La primera fue, como sabéis todo, un gran éxito que partió de una película con una premisa básica y sencilla y una producción muy modesta que terminó generando un fenómeno taquillero que se extendió por una larga serie de secuelas en las que Wan y Whannell tendrían cada vez menos participación. Dead Silence, por el contrario, fue una película muy distinta con énfasis en lo sobrenatural, arquetipos clásicos del cine de miedo y una clara inspiración en las estilizadas grandes obras del fantaterror europeo, con Bava y Argento como material de cabecera.

He de repetir aquí algo que ya he confesado anteriormente: Dead Silence siempre me ha parecido una película muy superior a Saw, al menos mucho mejor construída, más ambiciosa y sobre todo con un mayor despliegue de imaginación que la repetitiva saga de Jigsaw. No son muchos los que lo ven así, ya que si bien los excesos sanguinolentos de Saw han generado toda una avalancha de secuelas y hasta un supuesto "sub-género" de torturas, el horror sobrenatural de Dead Silence fue casi universalmente ninguneado por público y crítica. Insidious parece entender esto y por ello podríamos clasificarla como un hipotético punto intermedio: su ángulo es marcadamente sobrenatural, pero la forma en que está rodada (sobre todo en los primeros dos tercios) la revela como una producción muy modesta que se vale de pocos artificios y de una estética muy sobria acorde con las limitaciones de su ajustadísimo presupuesto (apenas millón y medio de dólares). La presencia como productor de Oren Peli, responsable de Paranormal Activity (2009), resulta muy reveladora porque como esta, Insidious también se vale de la sensación de inmediatez transmitida en un principio por su ambientación netamente doméstica: una joven familia acosada por seres sobrenaturales que parecen ensañarse con el hijo que ha entrado en un misterioso estado de coma.

Este acoso de los fantasmas, sutil al principio pero progresivamente más siniestro y terrible a medida que transcurre el metraje, no tiene en sus inicios nada de novedoso pero aún así es de agradecer debido a que me reconocilia con un género que en los últimos años se ha dejado llevar por un cinismo mal asumido que hace que la gran mayoría de las cintas de terror que se estrenan (tanto en el mainstream como en las producciones independientes) sólo parecen tomar la senda del horror físico o la parodia. Insidious por el contrario es una película que al menos intenta dar realmente miedo, y a mi parecer lo consigue sobradamente a pesar de que gran parte de sus logros son tomados de otras películas. Es así como el esquema del niño en peligro y la llegada (ya casi llegando al tercer acto) de unos investigadores paranormales vincula a la película de Wan con otras conocidas cintas del género como Poltergeist (1982) o El ente (1982), siendo esta última una referencia más que obvia al contar en el elenco con la protagonista de aquella cinta, Barbara Hershey.

Es precisamente a partir de este punto en el que Insidious entra en la polémica que divide al público en cuanto a su calidad y se deja llevar por sus delirios estéticos, abandonado el sobrio ambiente realista de sus primeros dos tercios para entrar en una espiral atmosférica en la que Wan hace gala de sus influencias construyendo un imaginario tan estridente que en ocasiones parece caer en la comedia involuntaria. Aquí sin embargo he de estar nuevamente en desacuerdo con aquellos que han despreciado la película por eso ya que desde el principio la cinta nos ha preparado para ello gracias al planteamiento inicial del poder de la imaginación como puerta al terror, un gran concepto que por otro lado valida la siempre difícil tarea de hacer cine de terror con niños. Todo ello hace de esta una cinta muy recomendable para aquellos que buscan realmente cine de terror desprejuiciado y conocedor de sus referentes más básicos. En medio de la plaga de secuelas, remakes, precuelas y adaptaciones, el trío de Wan, Whannell y Peli han conseguido el que quizás sea el primer estreno comercial de terror genuino de este año, uno que se merece sobradamente el considerable éxito que ha tenido.

Ahora os pido a todos que volváis a ver Dead Silence y seguramente la miraréis con otros ojos.

lunes, agosto 01, 2011

Tres tristes trailers 36


La primera vez que escuché hablar de Knights of Badassdom pensé que su producción sería algo más amateur, pero el trailer ha terminado por revelarme lo contrario gracias al despliegue de efectos especiales y rostros conocidos en lo que se perfila como una comedia de horror que toma como evidente inspiración a Army of Darkness (1993). El argumento ya lo conoceréis todos: un grupo de jugadores de rol ataviados con vestimentas medievales invocan por accidente un demonio de otro mundo al que ahora deberán enfrentar. Siempre puedo estar equivocado al ser este no más que un avance promocional, pero todo parece indicar a una cinta mucho más convencional de lo que esperaba, aunque con todo y eso será difícil arruinar una idea tan buena. Desde aquí mantenemos la fe aunque sea por el hecho de ver a nuestra Summer Glau repartiendo estopa una vez más.
Por otro lado, y a escaso tiempo de su estreno, no ha dejado de sorprenderme el trailer de la nueva versión de La cosa, el cual ha terminado de convencerme de que estamos ante un evidentísimo remake encubierto ya no de la versión original de Christian Niby de 1951, sino de la versión que John Carpenter sacara en 1982. A pesar de que esta nueva película supuestamente es una precuela que narra los eventos transcurridos antes de que el monstruo llegara a la base americana en el Polo Sur, ya el trailer nos deja ver que veremos exactamente el mismo argumento que en la película de Carpenter y que, para colmo, la cinta tendrá el mismo título (gracioso será el día en que intentemos hablar a un amigo de una o de la otra). El avance deja entrever una mirada un tanto más profunda en la mitología del monstruo, con esos maravillososo planos de la nave espacial que adentran la historia aún más si cabe en la clara inspiración lovecraftiana de En las montañas de la locura, pero las excesivas ganas de referencia la original y la desesperación actual del cine mainstream por parasitar los éxitos del pasado llaman a la cautela. Aún así,y a pesar de que hubiese preferido una secuela, sigue siendo La cosa y su regreso es más que bienvenido.

Sorprendentemente, de los tres avances este es el que más ha llamado mi atención. 11-11-11, como ninguna otra película de este año, basa gran parte de su efecto en su fecha de estreno, algo por otro lado poco recomendable si se desea tener algo de validez en fechas posteriores. Sin embargo, lo nuevo de Darren Lynn Bousman (aquí publicitado únicamente como el director de tres entregas de Saw a pesar de tener una carrera más allá de dichas películas) tiene una pinta mucho mejor de lo que esperaba con su historia de corte apocalíptico y su estética amateur y tradicional. Al menos el gancho temático del 11 de noviembre de 2011 le asegurará un nicho en salas comerciales y dará a su director una oportunidad a pesar del fracaso de Repo! The Genetic Opera (2008) y el todavía pendiente estreno de su versión de El día de la madre (2010), la cual continúa atascada en el ciclo de festivales sin todavía encontrar distribución comercial. En Bousman confiamos.

miércoles, julio 27, 2011

Reseña: El bosque maldito (2006)

Con un título muy apropiado en su versión española, El bosque maldito (2006) (The Woods en el original) fue en su momento el proyecto más problemático de Lucky McKee. El director que ya venía de cosechar grandes halagos con May (2002) se encontró de repente con que la cinta que había concebido con apoyo del estudio quedaba atascada en líos de distribución y engavetada por dos años antes de pasar directamente al formato doméstico. La decisión es incomprensible ya que esta película cuenta con grandes aciertos a pesar de no ser el mejor trabajo de McKee, por lo que el rechazo puede deberse a la fría recepción que tuvo en numersoso festivales o a las expectativas creadas en cuanto a qué clase de cinta es simplemente por el hecho de tener a Bruce Campbell en el reparto. La presencia del protagonista de The Evil Dead (1981) es algo puramente anecdótico no sólo porque su personaje no tenga mucho peso argumental sino también porque estamos ante un trabajo muy diferente con el que McKee intenta dar un tono diametralmente opuesto a la pieza indie con la que había comenzado su carrera.

De hecho, la misma trama de El bosque maldito ya deja esto bien claro al hacernos entrar en un argumento más acorde con lo que sería otro ejemplo práctico de un oscuro cuento de hadas: una jovencita problemática va a parar a un curioso internado ubicado en medio del bosque y descubre, tras una serie de misteriosas muertes y desapariciones de las alumnas, que las directoras de la escuela ocultan un terrible secreto relacionado con un antiguo cónclave de magia negra. Si esto os suena de algo no es casualidad; varias veces se ha mencionado que McKee y el guionista David Ross han calcado su premisa argumental de Suspiria (1977), lo cual es una gran verdad, tanto que si en su momento alguien me hubiese dicho que estábamos ante un remake de la cinta de Dario Argento yo me lo hubiese creído. Pero es que aparte de las semejanzas narrativas y el tono de cuento de hadas macabro, hay aquí también un importante regodeo estético que si bien no tiene nada que ver con el colorido mundo del director italiano, sí está bastante marcado en su intención de mostrar el arraigo del Mal con las fuerzas de una Naturaleza hostil de la cual los villanos sacan su poder.

Pero lo más interesante de la película es como ese mismo tratamiento de cuento de hadas se mantiene con coherencia incluso a través de dos formas distintas de relato; lo que en un principio parece una historia juvenil de instituto con énfasis en la crueldad de las chicas y algunos momentos de contenido sobrenatural poco a poco se va dejando llevar por una escalada de excesos estéticos hasta ofrecernos un clímax argumental de malvadas brujas, ramas vivientes, árboles que sangran y hasta Bruce Campbell al rescate hacha en mano. Todo esto hace que El bosque maldito sea una película injustamente maltratada que ciertamente no se merecía haber sido dejada de lado tan radicalmente, aunque sea por el hecho de que con ella McKee demuestra ser capaz de algo en el fondo muy distinto a la película que le hizo famoso, encima mostrando un gran respeto por el legado de cine de terror fantástico que ostenta.

lunes, julio 18, 2011

Reseña: Mum & Dad (2008)

A pesar de ser una de las más recientes entradas destacables del horror británico independiente, Mum & Dad (2008) parte con la desventaja de no sorprender demasiado a aquellos más acostumbrados a este tipo de relatos de horror físico. Todo en ella muestra cosas que ya hemos visto antes en muchas ocasiones, partiendo de la base argumental de una chica prisionera de una familia de perturbados psicópatas que se cebarán con ella durante casi todo el metraje, esquema popularizado tras La matanza de Texas (1974) y que aquí encuentra una de sus más recientes encarnaciones. Hay, sin embargo, diferencias sustanciales en esta película que la hacen un ejemplo más interesante de lo que pudiera parecer en un principio. En primer lugar, la cinta acomete de forma exitosa el riesgo que significa situar su argumento en un contexto netamente urbano (específicamente, una residencia de clase media-baja en las inmediaciones del aeropuerto de Heathrow, en Londres), lo que ya de entrada evita la ambientación rural que suele acompañar este tipo de trabajos.

En segundo lugar, Mum & Dad desarrolla su ya trillado argumento de una forma mucho más inteligente de lo normal al mostrar a la familia de psicópatas de una forma mucho más detallada dando importancia a las miserias personales de sus miembros y de cómo la estructura familiar depende exclusivamente de un juego de dominación del que todos forman parte, manteniendo una estructura autoritaria vertical en la que la espantosa figura del padre brutal, represivo e irascible se complemente con una madre portadora de un sadismo y una crueldad que tiene mucho de gratificación sexual, elementos que ambos intentan inculcar a sus hijos “adoptivos”.

Con todo esto sólo queremos decir que la película consigue dar a sus personajes un delicado equilibrio que les aleja un tanto de la sórdida caricatura paleta normalmente dada a este tipo de psicópatas; lo realmente terrible de esta familia es lo normal que parece en la superficie y el hecho de que detrás de su locura parece haber un método y una lógica bastante retorcida pero sin duda presente. No quiere decir esto, sin embargo, que el director y guionista Steven Sheil escatime esfuerzos a la hora de mostrar todo el repertorio de depravaciones de las que estos seres son capaces y que sin duda consiguen el efecto buscado de hacernos temer genuinamente por la vida de la joven protagonista.

Todos estos excesos de violencia y ensañamiento (remedo sin duda no sólo de La matanza de Texas sino también de Hostel (2006), película de la que esta cinta hasta cierto punto toma su esquema y lo invierte) está intercalado con un humor bastante negro que no pasa desapercibido y que está centrado sobre todo en el espectacular trabajo actoral de Perry Benson como el padre, hecho curioso dado que este actor es principalmente conocido por su trabajo en comedias que en poco desentonan con el elemento estrafalario y satírico de las clases populares urbanas que Mum & Dad parece entrever. De todas formas, este ángulo humorístico mezclado eficientemente con una película tan depravada como esta la convierten en una pieza muy recomendable dentro del panorama británico de terror, por mucho que su premisa ya esté bastante vista.

martes, julio 12, 2011

Reseña: Blancanieves: La verdadera historia (1997)

Blancanieves: la verdadera historia (1997) es otra de esas joyas que vale la pena volver a rescatar, una película de gran interés que por desgracia quedó sepultada entre historias similares durante los noventa. Por un lado no es de extrañar, ya que este telefilme realizado para la cadena americana Showtime tiene muchos puntos en común con otras historias de terror gótico que proliferaron en la misma década como Drácula de Bram Stoker (1992), Frankenstein de Mary Shelley (1994) e incluso Entrevista con el vampiro (1994), de las que se diferencia sin embargo por un tratamiento mucho más oscuro de la dualidad horror/fantasía. Con todo y eso la crítica en su momento la pasó bastante por alto, si bien se reconocía por un lado su valor al revivir el lado perverso de los cuentos de hadas (prácticamente anulado por el cánon Disney y reforzado en parte por las producciones de Hallmark que empezaron a surgir entonces), así como el trabajo de Sigourney Weaver como la villana, quien fue nominada a varios premios y cuya actuación es sin duda lo mejor de la película y por sí sola una razón para verla.

El argumento se toma varias libertades con todas las versiones conocidas del cuento de los hermanos Grimm, pero como decíamos arriba rescata el lado siniestro de la original y al menos se esfuerza en incluir detalles del cuento que no son conocidos por el público mayoritario. Asimismo, la historia de rivalidad entre la madrastra y la joven Lilliana (quien nunca en la película es referida como Blancanieves) está aderezada con directas aluciones a la brujería, canibalismo, satanismo, incesto y necromancia impensables para una cultura audiovisual en la que los cuentos de hadas apelan únicamente al lado bueno de los niños. De hecho una de las cosas más interesantes de esta versión es que en ella Blancanieves pasa a ser un personaje secundario, centrando más bien la atención en la madrastra interpretada por Sigourney Weaver, un personaje interesante, complejo y el único que muestra cierto tipo de evolución, comenzando como una mujer que intenta sinceramente ser aceptada por la hija de su nuevo esposo y que sólo sucumbe ante la maldad (y la magia negra heredada de su madre) luego de una desgracia personal.

Todo esto está narrado desde una perspectiva sombría y cruel que no escatima cebarse con personajes normalmente calificados como héroes, tales como el príncipe salvador y hasta la propia Blancanieves (una joven Monica Keena), quien se podría decir tiene la subtrama más trasgresora pero por otro lado predecible una vez que se establece su relación con los siete desconocidos que la albergan en el bosque, no enanos sino una banda de forajidos cuya adoración hacia la joven no es precisamente unánime. Sin embargo, y como ya hemos dicho antes, el personaje de la joven no es aquí lo principal de la película y el argumento no se ocupa de elaborar mucho la relación entre Blancanieves y sus nuevos amigos: nunca queda muy claro por qué la joven no regresa a casa inmediatamente, y su enemistad con uno de los integrantes del grupo queda sin cerrar dramáticamente hablando. Pero los vacíos argumentales quedan en cierta forma compensados con una muy cuidada estética renacentista ayudada por las locaciones reales de Alemania y República Checa y sobre todo por la inquietante figura de ese espejo mágico habitado por una fuerza maligna cuyo origen muy sabiamente permanece en medio de un misterio.

Blancanieves: la verdadera historia queda fuertemente recomendada para aquellos que busquen un ejemplo de cómo llevar correctamente un cuento de hadas oscuro y cruel a la pantalla. Algunos sin embargo puede que queden algo decepcionados con el tratamiento lento y sobrio de una película más dada a la imagen y en la que ni siquiera hay muchos diálogos, pero la perfecta síntesis de fantasía y terror de la que hace gala sorprenderá a más de uno, especialmente por la soberbia actuación de una Sigourney Weaver particularmente inspirada en un personaje que sin duda es el que está mejor escrito. El formato televisivo, si bien condiciona a la película a tener un desenlace carente de epílogo que se siente algo abrupto, no debería por otro lado hacer surgir un prejuicio completamente injustificado. si no la conocéis, echadle un vistazo lo antes posible.

domingo, julio 10, 2011

Otras versiones

Si la última reseña dejada por aquí os ha picado la curiosidad en cuanto al tratamiento más o menos diferente que ha tenido Caperucita roja en el cine, entonces es un momento tan bueno como cualquier otro para mencionar otras adaptaciones que he visto anteriormente y que (a mi parecer) vale la pena revisar. Hay muchas más, evidentemente, pero estas cuatro que he visto son de las que considero más destacables, al menos por los motivos que nos atañen en esta página.
De las cuatro, En compañía de lobos (1984) es probablemente la más famosa y una de esas reseñas que llevamos pendientes desde hace mucho tiempo. El tratamiento que esta suntuosa película de Neil Jordan hace de Caperucita roja es más bien alegórico y temático en vez de anecdótico, pero toca las teclas correctas en cuanto a cine de terror y posee algunas imágenes inolvidables, como por ejemplo la del cartel que adorna estas líneas y que a mí en lo personal me estuvo rondando durante años mucho antes de ver la película.

Sin salida (1996), o como dice su mucho más apropiado título original, Freeway, ha sido desde hace tiempo una película que me ha fascinado, aunque queda claro que no es cine de terror sino más bien una sátira violenta hecha a la sombra de Natural Born Killers (1994), teniendo ambas en común el nombre de Oliver Stone, que aquí hace de productor. Se trata de una adaptación sucia y violenta de la historia de Caperucita en donde esta es una prostituta adolescente que debe escapar a casa de su abuela para eludir a la justicia y termina encontrando a un asesino en serie de la carretera convenientemente apodado Bob Wolverton. Pero lo mejor de la película es sin duda la actuación de Reese Witherspoon, aquí en uno de sus primeros trabajos, y en un tipo de papel que nunca más ha vuelto a hacer, lo cual es sin duda una lástima. Por cierto que el director es Mathew Bright, el mismo de Bundy (2002), una cinta que guarda muchas similitudes con esta.
Red Riding Hood (2003), título similar al que apenas hemos reseñado, es una modesta producción italiana del prolífico Ovidio G. Assonitis que cuenta una versión moderna de Caperucita desde el punto de vista del lobo, incluyendo claras alusiones a la Mafia, enfermedades mentales, y sangre a borbotones. Es una película bastante inusual que aún no sé si reseñar debido a que no se amolda mucho a los estándares (arbitrarios) de este blog, pero que aún existe como posibilidad.
Finalmente llegamos a una de las más interesantes entradas de esta breve lista, que no es otra que Little Erin Merryweather (2006), un slasher film de bajo presupuesto con Caperucita como eje temático, el cual a pesar de su premisa tiene grandes similitudes estéticas con la versión de Catherine Hardwicke, incluyendo un poster muy similar y un derroche visual bastante parecido. No tan destacable como otras de su género pero sí muy interesante aunque sea por el hecho nada común de hacer del asesino una figura femenina, algo que pocas veces se maneja con tanta efectividad.

jueves, julio 07, 2011

Reseña: Caperucita roja (2011)

No exageran aquellos que dicen que Caperucita roja (2011) es el primer clon “oficial” de Crepúsculo (2008), algo que va mucho más allá del hecho fortuito de que la directora sea Catherine Hardwicke, la misma que nos trajo en su momento la famosa saga de películas de romance vampírico adolescente. Pues bien, esta adaptación bastante libre (por decir algo) del cuento recopilado por los hermanos Grimm viene efectivamente a llenar un vacío que aquella historia de amor y chupasangres ha dejado, puesto que las semejanzas estilísticas son demasiadas para creer en la casualidad. Aunque debo decir que a pesar de la casi unanimidad de críticas negativas que ha recibido, esta película de la que hablamos hoy hace al menos un intento un tanto mayor por ser realmente una historia de terror, lo bastante para que le dediquemos unas líneas.

Decíamos arriba lo de adaptación libre en el sentido más literal de la palabra; lo cierto es que esta Caperucita roja tiene poco que ver argumentalmente hablando con el relato original, aunque sí se nota que tanto la directora Hardwicke como el guionista David Johnson (responsable del guión de La huérfana (2009), lo que en esta casa da caché) sí muestran un interés claro en explorar el lado perverso de la historia dejando entrever el subtexto erótico-agresivo del relato original y al mismo tiempo evidenciando un sinfín de referencias a otros cuentos de hadas en los que los lobos son los protagonistas, algo que se nota desde el nada casual nombre del prota masculino (Peter) hasta un personaje haciendo una parodia de “Los tres cerditos”.

Pero esta es ante todo una historia de terror, por lo que la película muy pronto se encarga de mostrarnos aquello que ya anunciaba el trailer: que el supuesto lobo que asola la aldea de la joven Valerie (una bellísima Amanda Seyfried) es en realidad un licántropo que ha pasado a tener una muy malsana fijación con ella, lo que provoca la intervención de un grupo de cazadores de brujas liderados por un inquisidor que no piensa dejar escapar al monstruo con vida. El problema en todo caso es que la historia del guión original ha terminado por ser alterada para satisfacer las intenciones del público hacia el cual va dirigido; Caperucita roja intenta ser no sólo un cuento de hadas y una historia de terror sino también un misterio de baratillo y, sobre todo, un romance adolescente destinado a hacer suspirar a la fanaticada femenina de Crepúsculo. Tal mezcla de géneros no está lo que se dice muy bien llevada, sobre todo las escenas románticas, las cuales se notan incluso más artificiales que los cursis decorados que componen la película, increíblemente falsos más allá de su estética preciosista y bucólica. Todo el aspecto romántico de la cinta está tan mal hecho que por momentos parece una parodia. El lado del “misterio” (básicamente, quién es el hombre lobo) tampoco está mucho mejor porque la película no hace sino tirar pistas falsas en un intento de parecer más lista de lo que es y fingir al menos por un momento que esta no es una orgía camp de lo más sonrojante en ocasiones, tomándose en serio un tono que en muchas ocasiones mueve a la risa. Únicamente Gary Oldman en el papel del inquisidor parece saber en qué clase de película está, y lo demuestra con una gloriosa sobreactuación que sorprende por lo caricaturesca, con su terrible villano de fina barba, uñas postizas de plata y guardaespaldas multiculturales.

Todo esto al final termina siendo una lástima porque Caperucita roja es al menos en su concepción una película mucho más interesante de lo que pintaba en su momento Crepúsculo, y si falla es precisamente por su insistencia en emular a esta a través de un triángulo amoroso plagado de clichés entre los que destaca el ofensivo estereotipo de la niña guapa enamorada perdidamente del “chico malo” mientras que da esquinazo al guaperas decente. De haber desechado este ángulo y concentrarse en el lado perverso del argumento (algo insinuado muchas veces durante el metraje) habríamos tenido lo que en un principio parecía prometer y que sólo logra a medias: un cuento de hadas oscuro que devolviese al menos en parte el auténtico legado de horror que los hermanos Grimm quisieron dejarnos. Si queréis algo de eso, yo recomendaría que os acercarais mejor a Blancanieves: la verdadera historia (1997), una película con Sigourney Weaver que a pesar de haber sido hecha para la televisión está mucho mejor que esta, tanto que os prometo será la próxima reseña.

martes, julio 05, 2011

Reseña: Cold Prey 2 (2008)

Cold Prey 2 (2008), secuela de uno de los mayores éxitos comerciales del nuevo cine de terror nórdico (aunque también uno de los más convencionales), es una película por la que siento una confesa debilidad. A pesar de no haber sido tan bien recibida, en realidad me parece mucho más destacable que la primera entrega, al menos como muestra de lo que es un slasher clásico. Lo es en el sentido más literal de la palabra; esta continuación de la gélida aventura iniciada en la primera parte es, sin ir más lejos, una copia nada disimulada de lo visto en otros trabajos similares, especialmente Halloween 2 (1981), la cual fusila sin ningún disimulo al incluir un argumento muy similar situado inmediatamente después de los eventos del primer Cold Prey (2006) y ambientado en un hospital donde la heroína deberá hacer frente al asesino de una vez por todas.

Pero su falta de originalidad se ve más que compensada en esta ocasión al tener todo lo que un slasher necesita y mostrar una genuina evolución a partir de la primera cinta muy a pesar de de sus semejanzas estilísticas. La final girl Jannicke (otra vez interpretada por Ingrid Bolsø Berdal) no se limita a correr desesperada por los pasillos sino que se enfrenta valientemente al misterioso montañés que ha empezado a despedazar a los trabajadores del hospital. Este asesino en particular también ha sufrido una evolución al convertirse en una máquina de matar con una fuerza y habilidad casi sobrenaturales que chocan frontalmente con el supuesto realismo de la primera entrega, pero que hacen de esta una película de terror mucho más efectiva. En general Cold Prey 2 es mucho más sangrienta y otorga menos concesiones que su antecesora, lo cual es de agradecer.

Y lo más curioso de todo es que la película echa mano de toda esa truculencia y bagaje en cuanto a horror físico se refiere sin caer en la tentación de hacer su contenido más digerible mediante la ironía o el guiño fácil con el espectador, un error que cometen muchos ejemplos recientes de este cine de asesinos misteriosos. Es encomiable también la manera en que esta secuela complementa la original al ahondar un poco más en su propia mitología y explorar los orígenes del asesino (que ya se intuían en la primera parte pero que aquí están mucho más detallados gracias a la gratuita inclusión de un antiguo testido de dicha génesis) y cerrar con una vuelta al hotel abandonado donde comenzó todo, rematando con la confrontación final entre la bestia y la chica final.

No hay realmente mucho más que destacar: Cold Prey 2 es aún más básica que su predecesora en cuanto a argumento y probablemente no pasará a la historia como uno de los ejemplos más destacables del terror nórdico que nos ha llegado recientemente, pero su mayor fiereza y su sincero respeto hacia las formas clásicas del cine que emula (nuevamente, la primera secuela de Michael Myers asoma por todos lados) la hacen para mí mucho más válida que la primera parte, y sin duda bastante recomendable para aquellos interesados en el nuevo cine de terror comercial noruego. Echadle un vistazo y lo compraréis. Falta comprobar ahora si la tercera parte estrenada en 2010 (muy previsiblemente, una precuela) estará a la altura.

domingo, junio 26, 2011

Reseña: The Creature Walks Among Us (1956)

La tercera y última película del monstruo de la laguna negra fue también la única que no se rodó en 3D y la única que no fue dirigida por Jack Arnold. De hecho, The Creature Walks Among Us (1956) es una cinta muy diferente de sus dos antecesoras, empezando por el hecho de que muestra ya una transición del cine de monstruos puro y duro hacia un tratamiento más ambicioso en su temática de ciencia-ficción sobre la curiosa crisis de identidad de la criatura, y lo mejor de todo es que lo hace con un argumento que muestra una clara coherencia con la forma como se venía desarrollando la saga. En esta tercera parte, un grupo de científicos con ínfulas de aventureros son contratados por un millonario mad doctor para capturar al monstruo (que tras huir del parque acuático de la segunda entrega se ha refugiado en los pantanos de Florida) y llevarlo a su mansión, no para exhibirlo sino para hacerlo parte de un misterioso experimento genético que buscará dar con las claves de cómo controlar la evolución humana.

Aparte del subtexto de ciencia ficción, sorprende por otro lado el oscuro tratamiento que el nuevo director, John Sheerwood, da a la película, desprovista esta vez de héroes intrépidos y en la que incluso está ausente la típica subtrama romántica; en The Creature Walks Among Us todos los personajes principales son moralmente bastante cuestionables, desde el científico desequilibrado que financia la expedición hasta su joven y martirizada esposa que ventila su frustración matando tiburones rifle en mano desde el bote, por no hablar del guaperas que busca seducirla aunque para ello tenga que recurrir a la fuerza. En este contexto de despreciables humanos la figura del hombre-pez se percibe una vez más como un personaje trágico que sólo busca escapar de sus captores, y los inquietantes paralelismos que traza el argumento entre el monstruo y su recién descubierta humanidad (que en un recurso un tanto risible pasa incluso por proporcionarle vestimenta) hace de esta una película distinta que sólo por eso merece ser revisada.

La mayoría de las reseñas que he leído de esta película siempre la califican de aburrida principalmente por sus diferencias con las dos anteriores y su menor inclinación al cine de monstruos que Universal había popularizado. Estoy de acuerdo en que tiene, efectivamente, menos acción que sus antecesoras y que la premisa de ciencia-ficción de la que parte es bastante disparatada bajo cualquier estándar posible, pero considerando que los monstruos clásicos del estudio como Drácula, el hombre-lobo o Frankenstein terminaron convertidos en parodias de sí mismos a lo largo de sus muchas secuelas, el que los responables de The Creature Walks Among Us intentaran hacer algo diferente y en cierta forma atrevido para el estricto código moral de los cincuenta es algo bastante loable que los amantes de este monstruo no pueden dejar de ver. Esta, como ya decíamos arriba, fue la última película de dicha criatura, aunque desde hace varios años se ha hablado de la posibilidad de hacer una nueva versión en la que la tecnología actual de efectos especiales nos permitiría ver al monstruo definitivo. Tras el gran salto temático que esta tercera entrega dio, incluyendo el agridulce (y, sorprendentemente, abierto) final, un remake es de hecho la única opción posible.

viernes, junio 24, 2011

Tres tristes trailers 35


Robert Hall vuelve a la carga con Chromeskull: Laid to Rest 2 (2011), la cual demuestra que estar muerto es sólo un pequeño escollo que resolver en la carrera de cualquier slasher que se respete. A juzgar por lo que podemos ver en el teaser, esta vez podemos esperar un argumento un tanto más elaborado (plagado por cierto de actores reciclados como Brian Austin Green o la misma Danielle Harris, quien poco a poco se va convirtiendo en una presencia perenne en el cine de terror actual) sin detrimento de los litros de sangre que ya acompañaban a la primera parte.

En el apartado de intereses personales, Bereavement (2011) es una a la que le tengo puesto el ojo desde hace tiempo, más que nada por este inquietante trailer con imaginería de gótico americano que sin embargo parece ir más allá de las típicas historias de asesinos rurales e intentar al menos adentrarse en el cine de miedo y no simplemente en el impacto de la violencia gratuita. La única reticencia, como siempre, la figura de los niños como algo tenebroso más o menos porque sí (sin razón aparente), pero no lo bastante como para mermar mi entusiasmo.

Y hablando de niños, este cortísimo avance de la británica Inbred (2011) pinta de lo más prometedor para aquellos seguidores del subgénero de niños malvados y encima mezclado con el terror a las remotas áreas rurales, una tradición por cierto muy fructífera en el cine de terror inglés y que ya nos ha dado otras obras similares desde The Wicker Man (1973) hasta Eden Lake (2008). La cercanía temporal con The Children (2008) parece un tanto arriesgada, pero quien vea este trailer no puede negar el interés que suscita.

martes, junio 21, 2011

Reseña: Laid to Rest (2009)

Los seguidores del slasher no lo tienen fácil: siendo como es uno de los subgéneros de terror más prolíficos, separar los trabajos ejemplares de aquellos que simplemente buscan la mera explotación del horror físico se hace una tarea casi imposible. Aparte de eso, en muchas ocasiones el prejuicio ante esta particular forma de cine de terror hace que muchas veces se busquen coartadas discursivas y segundas (o terceras) lecturas a lo que debería ser un muy básico fenómeno del asesino enmascarado y sus escurridizas víctimas. En este sentido, Laid to Rest (2009) no pide disculpas a nadie; es lo que se dice un slasher en estado puro, y al igual que la muy recomendable Hatchet (2006), contiene todos los lugares comunes de dicho subgénero y no se corta nada a la hora de mostrar violencia en pantalla. La falta de contenido paródico y de nostalgia es lo que la diferencia, en todo caso, de la película de Adam Green.

De hecho Laid to Rest intenta ser una cinta más "seria" y brutal ya desde el inicio, cuando la final girl Bobby Sue Luther (quien, sorprendentemente, no explota sus atractivos físicos) despierta dentro de un ataúd con un conveniente caso de amnesia y descubre que está a punto de ser la víctima de un despiadado asesino de grandes cuchillos y máscara cromada de calavera. Los intentos desesperados de la chica por escapar de su captor es una situación que se explota desde su concepción más básica, algo que garantiza que los fanáticos de este tipo de cine se lo pasarán muy bien. Decimos "situación" en el sentido más literal: no es exagerado decir que esta película no tiene argumento, puesto se trata tan sólo de la representación del asesino, la posible víctima y los fiambres que dejan a su paso. Hay un delicado dejo de posmodernidad al hacer que el asesino grabe en vídeo las muertes de sus víctimas, otorgando cierta capa metanarrativa y enlazando con cierto discurso acerca del carácter vouyerista de gran parte de este cine en los últimos años, pero esta por fortuna es una lectura que está completamente subordinada al carácter lúdico con que se toma la propuesta, alimentada por otro lado con una amplia generosidad en cuanto a efectos especiales sangrientos, incluso dentro de los estándares actuales. Estos excesos compensan hasta cierto grado la falta de lógica narrativa y el desprecio que el director y guionista Robert Hall muestra hacia las convenciones argumentales.

De todas formas, lo que me parece el mayor acierto de la película, y lo que sin duda merece ser recordado más allá de su por otro lado rutinario desarrollo, es la imponente figura del villano (que por cierto me recordó mucho a la imagen del rapero alemán Sido en su album Maske) y el absoluto mistrio tras su origen. La cinta de este modo consigue uno de los principales (y menos comunes) objetivos de los slasher film al crear un asesino icónico y esteticamente memorable. Desde ya predigo que con un par de secuelas más se convertirá en un exitoso disfraz de Halloween. El logro de convertir al principal villano en una forma completamente desprovista de personalidad ha sido una de las constantes de este género desde los tiempos de John Carpenter, y me alegra comprobar que dicha tradición se mantiene.

Tengo que reconocer que Laid to Rest, después de todo, no es lo mío, pero quizás sea porque mi relación con el cine de terror ha cambiado a lo largo de los años y mis gustos no son los mismos de antes. Sin embargo, si cada generación tiene derecho a sus propios iconos terroríficos, el matarife de la máscara cromada se alza como uno de aquellos que más posibilidades tienen, al menos hasta que arruinen todo con una precuela o tontería similar. Este largomentraje de Robert Hall (quien, muy apropiadamente, tiene una larga lista de créditos como técnico de efectos especiales) puede que me haya dejado frío a nivel de argumento y seguramente no gustará a aquellos que busquen algo más cerebral, pero pocos ejemplos actuales le igualan en brutalidad y desprecio hacia las vidas de sus personajes. Con todo, es lo suficientemente interesante para echarle un vistazo al menos una vez.

sábado, junio 18, 2011

Reseña: Terror en Amityville (1979)

Una cosa que durante mucho tiempo me sorprendió fue el éxito inicial de Terror en Amityville (1979), que fue en su momento una película cuya inmensa popularidad sólo es comparable con los palos que recibió por parte de la crítica, lo cual no le impidió sin embargo tener una larga serie de secuelas y hasta un remake de 2005 realizado por la Platinum Dunes. Reconozco que yo me hallaba entre aquellos que no la ven como un buen ejemplo de cine de terror, una opinión que he terminado por matizar pero que por otro lado es comprensible; después de todo, esta cinta de Stuart Rosenberg ha terminado por quedar bastante eclipsada por otros trabajos posteriores que comparten su misma base temática, como Al final de la escalera (1980), El resplandor (1980) o Poltergeist (1982). Sin embargo, esta llegó antes, y la forma en como trata el argumento es lo bastante sobria y carente de efectismos como para alzarla por encima de sus mucho más explícitas continuaciones.

Dicha base temática parte del ya clásico argumento de la casa construída sobre terreno maldito y familia que se muda a ella y comienza a ser acosada por un Mal de procedencia desconocida. Lo que diferencia en todo caso a Terror en Amityville es su ambientación moderna (inusual para la época) y el hecho de que estaba supuestamente inspirada en hechos reales, contados en un famoso best-seller de entonces acerca de la familia Lutz y su experiencia con demonios, fantasmas y posesiones en su residencia. Hoy en día la fama de dicho fenómeno ha terminado por eclipsarse bastante, con la mayoría considerando hoy como fraude aquel relato y con la película siendo ninguneada incluso por sus actores, entre ellos un James Brolin que afirmaba no creerse un ápice de lo que el verdadero Lutz le había contado. Otra cosa que la hace perder puntos ante muchos fanáticos del género de terror es su general ligereza y su escasa cantidad de muertes, lo que la hacía perder muchos puntos ante otros productos sobrenaturales de la época mucho más brutales como El exorcista (1973) o La profecía (1976), las cuales tocaban temas similares con ambientación moderna y que eran sin duda mucho más eficientes como cine de terror.

Pero a pesar de las malas críticas y del hecho innegable de no haber envejecido tan bien como sus arriba mencionadas contemporáneas, un segundo visionado de Terror en Amityville me ha hecho reconsiderar mi posición y reconocer que después de todo no le faltan méritos que expliquen la enorme popularidad que suscitó en su momento (más allá del morbo generado por el libro en el que se basa). Como decíamos arriba, la película nunca se rinde ante la salida fácil del efectismo, hay atisbos de una mitología bastante bien desarrollada, y existen genuinos momentos de miedo que hacen de esta una película de casas embrujadas muy disfrutable y sobre todo muy superior a varias de sus imitaciones. Estas cosas se me han hecho bastante evidentes tras haber visto el remake de 2005, que hace que esta de la que hablamos hoy parezca una obra maestra.

Por desgracia gran parte del público actual que haya visto antes el remake tenderá a despreciar la original por el simple hecho de que no se ven los fantasmas, pero pienso que estarían cometiendo un grave error. A tantos años de su estreno, es verdad que esta primera cinta de Amityville dista mucho de ser una gran película, pero tiene auténticos aciertos a nivel de cine de terror que la nueva versión intenta compensar con efectos especiales y un elenco de gente guapa. En los próximos días iremos revisando el resto de entradas de la saga, de la que por cierto ya se espera un segundo remake (por supuesto) en 3D, así que de momento dejamos la original como una película curiosa y simpática que simplemente no está a la altura de las cintas similares que conforman su legado.

martes, junio 14, 2011

Reseña: Warlock (1989)

Recuerdo que en su momento, cuando el poco criterio que pueda tener era muy distinto, una película llamada Warlock (1989), una de las cintas más famosas de Steve Miner, ocupaba un lugar preferencial como una de mis cintas de terror favoritas. El tiempo se ha encargado de matizar un poco esta preferencia y un visionado posterior ha hecho evidentes las carencias de la película en más de un sentido. Sin embargo, he de reconocer que me sigue fascinando la curiosa mezcla de terror y fantasía que tanto Miner como el guionista David Twohy (cineasta varias veces alabado en esta página y que para aquel entonces apenas estaba en sus primeros trabajos) lograron cocer. Si quien lee estas líneas aún no la ha visto, debería remediar esa situación cuanto antes ya que ni siquiera hoy en día existen muchos trabajos similares, al menos no con ese equilibro tan delicado entre géneros.

El argumento en este sentido es bastante lineal; un hechicero del Boston del siglo XVII (interpretado magníficamente por el británico Julian Sands, quien desde entonces se vería encasillado durante muchos años en papeles de villano) escapa de su ejecución gracias a un conjuro que le transporta a la California del siglo XX, tras lo cual emprenderá una búsqueda de los tres fragmentos de un grimorio satánico que le permitirá destruir el mundo. Sin embargo, el viaje en el tiempo del villano ha traído consigo también a un cazador de brujas dispuesto a detenerle a como de lugar, y para ello recluta a una joven chica de la época moderna que debe romper un embrujo que el hechicero ha puesto sobre ella. Es precisamente la persecución del villano a lo largo de Estados Unidos de lo que trata la película, y como público vamos alternando entre las fechorías del oscuro pesonaje y los mil y un métodos de detección y lucha de los héroes, quienes van soltando cada tanto tiempo un sinfín de detalles acerca de la mitología de los hechiceros, varios de ellos bastante interesantes y que demuestran al menos que el guión de la película tiene cierto trabajo de documentación detrás.

Esta documentación está puesta al servicio de un esquema argumental bastante conocido. De hecho la trama no es más que una versión un tanto diferente de Terminator (1984), con la diferencia de que esta vez héroe y villano vienen del pasado y no del futuro, y de que el tratamiento de la historia está más inclinado hacia la fantasía oscura que hacia la ciencia-ficción. Las similitudes son tan marcadas que estaría dispuesto a jurar que Twohy tuvo a la cinta de James Cameron muy en mente a la hora de escribir el guión, y que los elementos fantásticos son asimismo un muy claro intento de parir una versión terrorífica de Los inmortales (1986), con la que también hay claras semejanzas de estilo. Sin embargo, tanto Twohy como Miner consiguen dar a su trabajo un toque original en la forma como dicho tono fantástico está metido con total naturalidad en una ambientación realista que incluso no desaprovecha la oportunidad de enlazar con tradiciones y supersticiones típicamente americanas como la presencia de ciertos cultos religiosos típicos de dicho país como los puritanos y los menonitas.

Este ángulo es sin duda lo más interesante de Warlock y el motivo por el cual la sigo considerando una película muy inteligente que por desgracia se ve un tanto afectada por lo limitado de sus recursos y su aspecto excesivamente típico de finales de los ochenta, con todo y estética muy a la moda de entonces que sin embargo se ve bastante dignificada gracias a la inclusión de dos estrellas del cine británico como el ya nombrado Julian Sands y Richard E. Grant, quien borda su papel de cazador de brujas cubierto de pieles en medio del calor californiano. El guión tiene sus carencias, evidentemente, notables sobre todo en lo poco explotado que está el choque de los personajes principales en una época tan extraña a la suya, pero por otro lado gana al incluir detalles de una crueldad inusitada para una producción comercial como la violencia que el hechicero ejerce sobre sus víctimas, una violencia que no está desprovista de un componente sexual agresivo que le reportaría al pobre Julian Sands muchos papeles similares a lo largo de los años. Por todos estos detalles, la sabia reticencia de Steve Miner a dejarse llevar por el efectismo, su clímax final en un cementerio abandonado y su coherente imaginario de terror hacen de Warlock la película perfecta de Halloween y un trabajo al que hay que volver aunque sea una vez más.