jueves, diciembre 23, 2010

Cambios cambios cambios

Tras más de cinco años siguiendo la misma estructura ya va siendo hora de hacer algunas modificaciones, la primera de ellas afectando a nuestra más antigua tradición decembrina. Esto quiere decir que el ya acostumbrado podio con lo (a mi parecer) más destacable del año 2010 no verá la luz en diciembre.
El motivo de esto es que en los últimos meses hemos podido comprobar como el criterio de selección para los componentes de este brevísimo ránking de terror (películas estrenadas comercialmente en cines españoles durante el año en curso) se presentaba cada vez más inviable. La cancelación de los respectivos estrenos de Piraña 3D (2010), El último exorcismo (2010) o incluso el remake americano de Déjame entrar (2010) dejan la selección de posibles candidatas cada vez más pobre, por lo que a manera de protesta hemos decidido prescindir completamente de dicho critierio y extenderlo a cualquier película de terror estrenada durante el 2010, independientemente del país en el que haya visto la luz. La única condición inapelable será que dicha cinta tenga en la web de IMDB el número 2010 como año de su estreno. El tamaño de la muestra, sin embargo, obliga a que tengamos que retrasar unos meses la aparición del ránking para que nos de tiempo de echar un vistazo a lo que consideremos más destacable (¡vaya, como en los Oscar!).
Así que la fecha elegida para dicho ránking será el 6 de abril de cada año, aniversario de Horas de oscuridad. Sé que falta todavía mucho para ello, pero si algo habéis demostrado durante todo este tiempo es tener una infinita paciencia. Además, no será este el único cambio estructural o estético que mostraremos, y sólo eso ya valdrá la pena.

domingo, diciembre 19, 2010

Reseña: La herencia Valdemar (2010)

Independientemente de los resultados me agrada que una película como La herencia Valdemar (2010) tenga al menos la valentía de atreverse a armar un relato que delata a su director, José Luis Alemán, como alguien ambicioso. Tanto que esta abultada historia de inspiración lovecraftiana ha tenido que dividirse en dos partes, con una secuela que hasta donde sé está pendiente aún de estrenarse. Lo de lovecraftiana por supuesto hay que matizarlo en el sentido de que los responsables de esta cinta no parecen estar tan interesados en abordar la mitología del autor de Providence sino más bien en dar una mirada nostálgica hacia un cine de terror de décadas pasadas en las que el fantástico se asume (por fortuna) sin complejos y se pierde en la recreación de caserones encantados, telarañas y candelabros. Nada de esto, evidentemente, tiene mucho que ver con Lovecraft, pero no creo que eso sea algo que se pueda señalar como defecto o carencia.

Decimos esto porque, como ya mencionábamos anteriormente, adaptar a Lovecraft es muy complicado porque sus mayores virtudes como contador de historias están ineludiblemente ligadas al medio. Por lo tanto, la idea de no optar por un relato específico del autor y simplemente emular el mundo por él creado es buena y sin duda meritoria. De todas formas, las intenciones de José Luis Alemán parecen ir más bien por otro lado y decantarse por un estilo que recuerda más bien al de las producciones de la Hammer y demás joyas del terror gótico de los sesenta y setentas. No en balde la inclusión de Paul Naschy (en la que sería una de sus últimas interpretaciones) en un papel secundario o la idea original de contar con Christopher Lee para el reparto, cosa que no se llegó a hacer. Por desgracia esta misma insistencia nostálgica hace que la película en determinados momentos se sienta increíblemente ingenua y artificial, con diálogos cargados de un dramatismo en ocasiones sonrojante y con determinados detalles estéticos que parecen puestos de forma completamente arbitraria, como por ejemplo la sorpresiva aparición de un zepellín y un tren de vapor en la España del siglo XXI.

Mentiría sin embargo si no dijera que hay cosas que me han agradado de La herencia Valdemar; contrariamente a lo que parece ser la opinión general, el trasfondo de la historia decimonónica es interesante aunque se vea mortalmente herido por la decisión de interpretar personajes históricos anglosajones hablando en castellano con un acento abiertamente hispano (y ya sé que el hecho de que esto mismo realizado al revés no me moleste dice mucho de mí, pero aún así...), algo que junto a lo artificioso de los diálogos termina sacándonos de la película. De hecho es la parte ambientada en la época actual la que menos me importó y la que considero sobraba, pero supongo que esto será el principal enfoque de la inminente segunda parte. Por este motivo la película que comentamos hoy quizás pueda considerarse como el necesario prólogo de una historia que todavía no ha terminado.

Muy a pesar de que sus minutos finales auguren lo contrario, lo cierto es que esta primera parte del relato iniciado por La herencia Valdemar es más bien un melodrama con elementos fantásticos, una historia de amor adornada con una pátina sobrenatural que tiene muy poco que ver con el Lovecraft cuyo nombre se invoca para dotar de prestigio a la película (ya de por sí la trama amorosa tiene poco que ver con el imaginario personal del autor de Providence), pero que hasta cierto punto puedo defender por algunas de sus ideas estéticas y sobre todo por la voluntad de seguir al pie de la letra lo que considera sus códigos propios. La segunda parte, titulada La sombra prohibida (2010) lo tendrá muy difícil al abandonar el mucho más interesante contexto del siglo XIX y regresar a la época actual, pero las imágenes mostradas a modo de trailer al final de esta primera entrega auguran un relato de terror más explícito. José Luis Alemán puede que no haya tenido mucha suerte con algo que hubiese quedado mucho mejor como una miniserie de televisión, pero la ingenuidad de su puesta en escena no deja de ser hasta cierto punto entrañable.

jueves, diciembre 16, 2010

Reseña: Paranormal Activity 2 (2010)

El descomunal éxito taquillero de Paranormal Activity (2007) tuvo como consecuencia la casi inmediata aprobación de una secuela, apoyada al igual que la primera por su correspondiente campaña viral. Pero a diferencia de lo ocurrido con El proyecto de la bruja de Blair (1999), antecesora de esta cinta en cuanto a formato, popularidad y hype, Paranormal Activity 2 (2010) no aprovecha su continuación para reinventar sus propias reglas sino que por el contrario decide ir a lo seguro y repetir exactamente el mismo estilo y estructura de la original. Esto quizás explique el hecho de que a pesar de no mostrar nada nuevo haya conseguido un gran éxito de taquilla, pero no deja por otro lado de ser una secuela bastante pobre e innecesaria no solamente por no haber intentando trazar un nuevo camino sino también por no aprovechar inteligentemente su formato.

Para empezar (aunque esto es un detalle más bien anecdótico) hay que aclarar que por mucho que tenga el "2" en el título, esta película es en realidad una precuela que cuenta lo ocurrido antes de los eventos de la primera Paranormal Activity, lo que de entrada arruina un poco la experiencia de la original al dotar de explicaciones innecesarias (además de no requeridas) acerca del por qué de la presencia del misterioso demonio en aquella casa. Al igual que en la primera parte, esta secuela está estructurada en forma de "metraje hallado" mostrando el contenido de varias cámaras de vídeo y de un sistema casero de seguridad que vuelve al aspecto ritual de mostrar el metraje nocturno para que el espectador escudriñe la imagen en busca de una aparición sobrenatural que (como no) se tarda lo suyo en llegar. Sin embargo, en esta ocasión el truco no funciona tan bien porque la película no logra justificar que determinadas escenas cargadas de un dramatismo bastanta artificial estén siendo rodadas, por lo que la presencia de la cámara rompe la suspensión de incredulidad del espectador al mostrar como incluso conversaciones privadas quedan registradas intencionalmente en vídeo si ningún motivo ni justificación aparente.

Recuerdo que en su momento defendíamos la primera entrega como una película entretenida y que, si bien completamente desprovista de originalidad y en ocasiones demasiado efectista (sobre todo el final impuesto por estudio, y que hace posible la existencia de esta secuela), al menos tenía una voluntad genuina de ser una historia de terror que aprovechaba su estructura espiral para ir aumentando la presencia de lo sobrenatural de una forma no muy diferente a aquella que usara en su momento Poltergeist (1982). Paranormal Activity 2 no solamente es completamente artificial y evidente en su intento de rentabilidad económica de un éxito anterior, sino que encima es tremendamente aburrida incluso para los estándares de su formato; no son pocos los que han remarcado como de hecho en muchas de las "noches" transcurridas no ocurre realmente nada, lo que resulta frustrante para un público que conoce el juego de la cinta y por lo tanto no puede sino decepcionarse.

Entre todas estas frustraciones una de las más terribles es el final, que enlaza directamente con la primera parte y que, al igual que como ocurría en esta, es de un efectismo barato que daña el por otro lado sosegado ambiente de la película. Si bien sigo defendiendo la primera parte con todo y sus carencias, esta secuela es una que perfectamente se podrían haber ahorrado. Evidentemente, su éxito dará pie a una tercera entrega (esta vez sí una continuación) que intentará cerrar el arco argumental del demonio protagonista y la suerte de aquellos que han ido a parar a sus garras. En cuanto a si optará por seguir el mismo camino del terror de estética documental o si por el contrario decidirá darnos algo nuevo que resucite nuestras esperanzas es algo que está por verse.

lunes, diciembre 13, 2010

Reseña: Devil (2010)

No llegamos a ver nunca una batalla con el Príncipe de las Tinieblas en persona, pero Devil (2010) pertenece a esta categoría por razones mucho más sólidas que su título; en realidad se trata, como casi todo lo que invoca el nombre del Diablo, en un relato de terror profundamente moralista en el que la idea del Mal como una realidad tangible (aunque sobrenatural) sirve para dar una mirada negativa sobre las miserias personales del Hombre para desembocar en una historia sobre la redención. Estos dos temas, la presencia de algo-más-grande-que-uno-mismo (dicho además literalmente por un personaje al principio de la película) y la idea del (auto)perdón como fuerza liberadora son constantes en el cine de M. Night Shyamalan, productor de esta película que deja su huella en más de una ocasión a la vez que cede el puesto de director a John Erick Dowdle, responsable de cintas como The Poughkeepsie Tapes (2007) y Quarantine (2008).

Devil es también la primera en lo que será una trilogía producida por Shyamalan llamada The Night Chronicles, construida alrededor de la idea de lo sobrenatural como irrupción en un ambiente urbano. Para esta película, el escenario es bastante reducido: un ascensor de un rascacielos en el que han quedado atrapadas cinco personas sin saber que uno de ellos es el Diablo en persona, y que les pondrá a prueba no sólo a ellos sino también a un incansable policía que intentará sacarlos de allí. La idea es interesante por lo contenido de la premisa, muy a pesar de que no está reducida a este único escenario (evidentemente hay escenas fuera del ascensor, aunque este cobra un protagonismo bastante marcado), pero hay un sincero e interesante aprovechamiento de sus recursos narrativos al construir el misterio alrededor de la identidad de los personajes sin dejar al mismo tiempo que el argumento se estanque al darnos sólo aquello que necesitamos saber sobre los que allí se encuentran.

No es de extrañarse que el nombre de Shyamalan haya sido tan mentado al hablar de esta película ya que, si bien el director John Erick Dowdle no se olvida de aportar su propia personalidad, hay demasiadas semejanzas con el antes mencionado director de El sexto sentido (1999) como para creer en una simple coincidencia; aparte del ya mencionado discurso sobre la Fe y la redención están detalles formales como el empleo de los espejos a la hora de construir planos, lo fantástico oculto en lo cotidiano (referencia ineludible a The Twilight Zone, serie que Shyamalan conoce muy bien), el color rojo como indicador de peligro y la ya inevitable revelación sorpresa que depara la película para el final, aunque se agradece que el argumento no esté construido enteramente alrededor de esta. A pesar de sus numerosos aciertos, no es sin embargo una película para todos los gustos, sobre todo por la carga moral que en ocasiones chirría bastante y lleva a momentos de genuina caspa como las ya predecibles confesiones por parte de los personajes protagonistas o el enésimo ejemplo del policía solitario traumatizado por la muerte de su familia. En cuanto a los momentos de terror, estos son pocos y reservados sobre todo para la secuencia final, dejando lo demás en un contexto de intriga y misterio que se salda con unas muertes en ocasiones bastante grotescas.

Este manejo de la intriga sería quizás el mayor ejemplo del potencial que Devil alcanza en algunos de sus mejores momentos, así como en la estructura del relato contado alrededor de una serie de personajes cuyo encuentro parece fortuito pero que no es sino una forma distinta de predestinación. En este sentido la película forma parte de una tradición narrativa muy conocida, pero al menos intenta dar algo diferente con una idea que quizás habría quedado mejor reducida a un formato de menor duración como el de aquellos misterios televisivos a los que Shyamalan y sus cómplices sin duda han intentado emular (aquí suenan de nuevo los nombres de Rod Serling y Richard Matheson como principal norte a seguir). Aún así este primer acercamiento a The Night Chronicles es, si bien no demasiado destacable, al menos interesante. La siguiente película, Reincarnated (2011), será dirigida por Daniel Stamm, responsable de El último exorcismo (2010) y escrita por Chris Sparling, guionista de Buried (2010). No cabe duda que al menos yo estaré esperándola.

sábado, diciembre 11, 2010

Tres tristes trailers 32


Volvemos una vez más con nuestra sana costumbre de dar impresiones sobre avances que ya todo el mundo ha visto. Para salir de ello comenzamos con la aparentemente más genérica y banal de las entradas de este trío, The Rite, una historia de posesiones demoníacas con Anthony Hopkins en la que se explota una vez más el filón de los secretos ocultos de la Iglesia y la lucha entre un sacerdote escéptico (again) y las fuerzas del mismísimo Demonio en persona. No hay mucho que comentar ante algo que se ve similar a muchos ejemplos anteriormente vistos de poseídos y agentes del Vaticano, así que habrá que esperar a tener algo más que un trailer para ver qué se nos viene encima.

Es así como llega el turno de Scream 4, un nuevo ejemplo de esta reciente obsesión por la rentabilidad que produce secuelas tardías que se estrenan muchos años después sin ningún motivo aparente. Sin embargo, y a pesar de que la tercera entrega de la saga iniciada en 1996 no me convenció demasiado, hay dos cosas que me llaman la atención de esta cuarta parte del asesino auto-referencial: en primer lugar, el siempre bienvenido Wes Craven, por mucho que no siempre se justifique nuestro entusiasmo. En segundo lugar, el grado extremo de guiño-codazo al que ha llegado la saga al enfrentar en esta ocasión a sus supervivientes a un mundo en el que las reglas del cine de terror, tal como explica un personaje, han cambiado y en el que lo inesperado se ha convertido en otro cliché más (me entusiasma sobre todo la coña del terror "en primera persona" como una nueva moda en este género). Así que si bien sigo pensando que Scream ya tuvo su momento, el hecho de que al menos sigan esforzándose en sacar al menos una idea nueva cada vez me alegra.

Mucho más interesante se nota el nuevo trabajo de Brad Anderson, Vanishing on 7th Street, con todo y que las historias de misteriosas e inexplicables formas del Apocalipsis se han convertido en otra constante del cine actual. En este sentido, la cercanía de este nuevo trabajo con obras como Blindness (2008) y The Happening (2008) puede que eche a más de uno para atrás (lo que explicaría en último caso que esta cinta vaya a tener un estreno limitado a pesar de contar con estrellas en alza) pero Anderson se ha ganado nuestra atención más de una vez y por lo tanto sabemos que esta caerá por aquí de una forma u otra. En cuanto al avance en cuestión, es cierto que ostenta un dramatismo un tanto forzado y que las imágenes de las ropas desperdigadas remiten tanto a La noche del cometa (1984) como a cierto episodio de Los Simpsons acerca del fenómeno del Arrebatamiento, pero con todo y eso no dejaremos de darle una oportunidad.

jueves, diciembre 09, 2010

Reseña: El último exorcismo (2010)

Las inevitables comparaciones con El exorcista (1973) y el hecho de estar sepultada en medio de la reciente moda del cine de terror con aspecto documental han por desgracia ocultado las mayores virtudes de una película como El último exorcismo (2010), la cual no solamente tiene la ventaja de huir del susto fácil y efectista sino que encima funciona como indagación sobre el fenómeno de la religiosidad y la irrupción del terror en la vida cotidiana de una forma no muy diferente a lo que en su momento hicieron cintas como El bebé de Rosemary (1968). Tampoco ayuda el hecho de que su campaña publicitaria y el material divulgado (incluyendo la imagen que adorna esta reseña) la mostraran como algo que definitivamente no es: una película de terror efectista en la que el fenómeno de la posesión tiene un marcado protagonismo. Para colmo, no fueron pocas las personas en acercarse a ella con prejuicios debido al crédito como productor ejecutivo de Eli Roth, argumento sorprendente ya que el director de Hostel (2005) sólo apadrinó la distribución de la película y no tuvo nada que ver con su modesta producción.

Lo cierto es que El último exorcismo es una película muy diferente que utiliza su formato de falso documental para establecer una confrontación entre la Razón y la Fe, lo que la asemeja más a una hipotética continuación del tema mostrado en El exorcismo de Emily Rose (2005), sólo que vista desde la perspectiva de un pastor protestante que contacta a un cámara y a una productora para rodar un reportaje sobre un exorcismo en el que expondrán al mundo la mentira de su labor como obrador de milagros. Esto no sólo sirve para el tema ya antes mencionado sino que además establece la ya clásica premisa del religioso que ha perdido la Fe y se da de bruces con la existencia del Mal. Todo esto sin artificios (más allá de una banda sonora que recalca de manera innecesaria los momentos más siniestros) y presentado con una estética cruda, feísta y supuestamente "aburrida" en la que los momentos de genuino terror son pocos y tardan en llegar. Con semejante presentación, es comprensible que gran parte de su público natural se haya sentido engañado con las promesas de una cinta de terror visceral llena de contorsiones y enfrentamientos con el Demonio. Tales elementos están presentes, sobre todo en el tramo final de la película, pero no son lo principal.

Es precisamente este tramo final, en el que se desata la mayor parte del contenido sobrenatural de El último exorcismo, donde se evidencia aquello que el director alemán daniel Stamm quiere contarnos: una historia que no solo contrapone los conceptos de racionalidad científica y fervor religioso, sino que además toca otros temas igual de interesantes como el satanismo escondido y el temor hacia la pobreza y aislamiento de las sociedades rurales. Es comprensible que muchos estén ya un tanto cansados de la vertiente supuestamente realista de este tipo de cine de terror, pero el caso es que en esta ocasión este formato está tratado con inteligencia y con un objetivo que va más allá del salto-en-la-silla. Las opiniones que he leído son muy dispares; evidentemente no ha calado en todo el que la ha visto, pero a mí me ha parecido de las más inteligentes que se han estrenado esta temporada y una que realmente vale la pena ver. Como decíamos antes, las comparaciones con la película de William Friedkin son innecesarias en cuanto a que ambas únicamente tienen en común la premisa del exorcismo y la idea de que el Mal existe, pero esta de la que hablamos hoy tiene objetivos muy diferentes que por desgracia han quedado minimizados por una falsa impresión causada por su material publicitario (que incluía una francamente curiosa publicidad viral en Chat Roulette) que intentaba disfrazarla como una película de miedo convencional. Acercaos a ella sin prejuicios, que recomendada queda.

martes, diciembre 07, 2010

Reseña: Legión (2010)

Legión (2010), primer largometraje como director del técnico de efectos especiales Scott Charles Stewart, es otro ejemplo más de Cristianismo pop, aquello que alguien por aquí definió tan acertadamente como Deuxploitation; una historia con posibilidades de desquiciada película de acción en la que hay ángeles luchadores, batallas con espadas, armas de fuego y hordas de gente poseída por espíritus celestiales que en poco se diferencian de salvajes zombificados. Todo ello, además, estructurado por medio del ya conocido arquetipo narrativo del estado de sitio en el que un grupo de personajes humanos se atrinchera en un apartado restaurante en medio del desierto americano para hacer frente a los ejércitos de un Dios que ha decidido acabar con la Humanidad de la peor manera posible y ante quien sólo se ha rebelado el último de los arcángeles con Fe en la raza humana.

La película echa mano de varios elementos ya conocidos al abordar un tono bastante reconocible en este tipo de cine, tomando como referente especial la obra de John Carpenter, no sólo Asalto al precinto 13 (1976) sino también Príncipe de las Tinieblas (1987) o algunas de las más recientes como Vampiros (1998), con la que comparte sus ambiciones de western sobrenatural con Paul Bettany haciendo de héroe oscuro tocado por poderes divinos, en lo que se antoja una evidente preparación para su inminente papel protagonista en la adaptación al cine de Priest (2011), la que casualmente estará realizada por el mismo director. Aunque no lo parezca en un principio, Legión también se asemeja a estas cintas en el hecho de contar con unos recursos bastante limitados que justifican en parte la escogencia de los "poseídos" como principal fuente de peligro, ya que el presupuesto destinado a efectos especiales por lo visto sólo daba para crear dos ángeles antagonistas y nada más. Es aquí por desgracia donde se acaban las semejanzas, ya que la película no tiene mucho más que mostrar a nivel de argumento ni (quizás esto sea lo más grave) a nivel de acción.

Ejemplo de esto es que momentos supuestamente inquietantes como la aparición de una anciana poseída en el restaurante terminan causando el efecto contrario al ser una secuencia francamente cómica. El resto de enfrentamientos con los monstruos no pasan de ser momentos muy puntuales que hacen que la película pierda continuidad y se sienta como un montón de escenas concatenadas que siguen todas el mismo patrón de incrementar la "dificultad" con una serie de criaturas en las que el diseño se siente bastante perezoso y convencional (salvo la aparición breve del siempre genial Doug Jones en una escena en la que parece que la película se ha detenido). Encima, y esto es una apreciación bastante personal, el supuesto carácter transgresor de hacer de Dios el "villano" no funciona porque no queda claro exactamente cual es el alcance de las fuerzas celestiales ni se establecen claramente los "monstruos" pertenecientes al bando del enemigo. Con esto sólo quiero decir que los ángeles parecen realmente demonios/zombis y el imaginario de las criaturas no está acorde con lo que en un principio parecía una interesante idea del Hombre acosado por la fuerza destructura del Bien contra la que se ve obligado a luchar. La premisa en este caso no funciona porque la manera como se presenta Dios (y los ángeles) contradice la concepción que teníamos de estos y lo que hacía la premisa atractiva en primer lugar, aparte de hacer de la resolución final algo cuanto menos confuso e incomprensible, como si Dios en lugar de un ser omnipotente fuese un niño caprichoso o al menos un esquizofrénico.

Pero lo que quizás no se pueda perdonar en realidad es que con todo y sus artificios y sus concesiones a su estética de película de acción por encima del relato de terror, Legión es una película muy predecible y vacía que finalmente resulta bastante aburrida y deudora de algo muchas veces visto y en muchas ocasiones mejor hecho. Los numerosos palos que se llevó en el momento de su estreno hacen improbable la idea de una secuela sugerida por el final abierto con el que se cierra este argumento desperdiciado. Para ejemplos de ángeles luchadores resulta mucho más recomendable acercarse a The Prophecy (1995), película con la que Legión tiene muchos puntos en común pero que resulta infinitamente superior a esta fallida extravagancia visual.

domingo, diciembre 05, 2010

Reseña: Buried (2010)

Una de las cosas en las que todo el mundo parece estar de acuerdo en cuanto a Buried (2010) es la manera como el director Rodrigo Cortés sale airoso de lo que de entrada se perfilaba como el mayor reto de la película: conseguir mantener el interés del espectador por un thriller de noventa minutos que transcurre literalmente en un solo escenario (minúsculo además) y en el que sólo vemos a un actor. Y sin embargo, esta película lo logra con creces hasta el punto de contar una historia genuinamente emocionante en la que siempre está ocurriendo algo y que hace de sus supuestas limitaciones su mejor arma a la hora de montar una intriga digna de un Hitchcock confinado a una locación mínima: un hombre secuestrado en Irak y enterrado vivo dentro de una caja de madera donde la única conexión con el exterior que tiene es un teléfono móvil con el que intentará conseguir su rescate. El punto de vista nunca abandona esa locación ni ese actor (un especialmente inspirado Ryan Reynolds) y con todo y eso mantiene la intriga y la genuina tensión de una carrera contra reloj que depara una que otra sorpresa.

La idea de la intriga vivida y narrada por un personaje aislado del mundo exterior no es nueva; en este sentido Buried recorre el camino trazado anteriormente por clásicos como La ventana indiscreta (1954), del ya mencionado Hitchcock o cintas más recientes como Última llamada (2002), de Joel Schumacher, entre otros ejemplos. La película de Cortés es si acaso más radical en cuanto a la limitación intencional de su espacio, pero al igual que en las otras dos, lo interesante no está únicamente en el gimmick narrativo, ya que al interés argumental hay que sumar el empleo de los esquemas del thriller para tejer una historia con una postura antibelicista y anticorporativa bastante evidente pero en la que el contenido político no se siente forzado ni opaca el factor de angustia y carrera contra el tiempo. Es por eso básicamente que sería un error valor la película únicamente por el hecho meramente anecdótico de transcurrir toda ella en una caja de madera.

Esto me parece así porque a pesar de la sensación de claustrofobia del punto de vista, hay determinados momentos en los que como espectador uno logra olvidarse que está dentro de la caja al dejarse llevar por la entrada de otros personajes en forma de audio que salen del teléfono móvil del protagonista, aparato que por lo demás tiene el propósito de hacer avanzar el argumento insinuando al público una acción paralela a varias bandas que tiene lugar fuera de los confines de madera en los que estamos encerrados y que seguimos con interés en todo momento. El complemento de ambos planos narrativos, por otro lado, está bastante conseguido en el sentido de que realmente nos interesamos por saber qué ocurrirá al final más allá del morbo de ver a Ryan Reynolds retorciéndose y ser sometido a las vejaciones que le depara la película. El desenlace (que por supuesto no revelaré aquí) funciona muy bien (a pesar de ser un tanto tramposo a nivel de construcción) porque revela hasta qué punto Cortés y el guionista Chris Sparling han sabido jugar con las emociones y los nervios de su cautivo público. Todo eso hace que desde aquí consideremos Buried como una de las mejores del año que está por finalizar y una muy digna continuadora de ese tormento y angustia por el que de vez en cuando nos gusta pasar en una sala de cine.

sábado, diciembre 04, 2010

Lo que vino

Con el solo objetivo de ponernos al día y poder cumplir con la difícil tarea del brevísimo ránking de horror de este mes (además de la correspondiente encuesta al respecto), nos veremos forzados a coger carrera y recuperar el tiempo perdido por mudanzas y demás. Así que en los próximos días tendremos una batería de reseñas dedicadas a estrenos de este año que por uno u otro motivo no hemos reseñado con anterioridad. Las ausencias, sin embargo, serán notables, ya que hay algunas películas en particular que por caprichos de distribución no pude llegar a ver y que hubiesen merecido ser incluídas en el recuento (como por ejemplo aquella cuya imagen adorna esta entrada). Así que esas os las debo. Las demás no tardarán en aparecer muy pronto.