viernes, marzo 31, 2017
Abril clásico
miércoles, marzo 29, 2017
Reseña: The Human Centipede 2 (2011)
El componente meta-narrativo al que me refería arriba es ya conocido para los que la han visto pero para los demás lo comento aquí: esta película tiene lugar en un mundo en el que la primera Human Centipede (2009) no sólo existe sino que es el objeto de adoración de nuestro personaje principal, un empleado de garita obeso, asmático y con retraso mental que vive obsesionado con la película de Tom Six usándola para escapar de su gris existencia. En la que probablemente sea la mayor puya posible a la recepción que dicha película tuvo, el protagonista decide un buen día construir su propio ciempiés humano superando incluso a la ficción, enlazado esta vez a doce individuos, uno de ellos Ashlynn Yennie, la actriz protagonista de su película favorita. Sólo hay un detalle: este personaje no es un experto cirujano como el de la primera cinta, por lo que su trabajo tiene toda la finura y precisión de un desquiciado que realiza una delicada cirugía con artefactos caseros y sin ninguna estrategia.
Esto da como resultado una secuela que en muchos sentidos es lo contrario a la primera parte: si bien la primera Human Centipede era muy contenida en cuanto a violencia y dejaba sus aspectos más truculentos a la imaginación del espectador, esta segunda parte es casquería de principio a fin, totalmente explícita en su muestra de sangre, mutilaciones y vejaciones a las que el personaje principal somete a sus víctimas, rompiendo además tabúes como daño a bebés y a mujeres embarazadas de una forma que muy previsiblemente le ganaron a Tom Six la ira de gran parte de la crítica y el público. En una decisión que puede ser interpretada como una pequeña concesión a estos, lo único que parece suavizar el gore un poco es la estética: la fotografía es casi toda en blanco y negro, y lo único que mantiene su color es la mierda.
Es ya cerca de su tramo final, cuando el ciempiés está completo y la lucha de sus integrantes por la supervivencia se lleva al extremo, cuando The Human Centipede 2 se convierte en algo francamente difícil de ver. Pero aún así es una película fascinante por el nivel de desagrado que puede llegar a causar, no sólo en cuanto a la violencia sino por el villano principal absolutamente carente de glamour y por la negativa de Tom Six a embellecer el horror que estamos presenciando aquí. Sé que estoy en minoría en mi apreciación por ella, pero aunque no haya dejado la misma impronta en el cine de terror que dejó la primera entrega, esta me parece artísticamente superior, y además mucho más terrorífica y desagradable, una película tras la cual sientes que necesitas una ducha.
lunes, marzo 27, 2017
Reseña: Amityville: El rostro del diablo (1993)
viernes, marzo 24, 2017
Reseña: Abierto hasta el amanecer 3 (1999)
Al situarla en plena Revolución Mexicana la película consigue abrazar su condición de western exótico abandonando completamente su ambientación moderna. También se deja de lado gran parte del contenido humorístico de la segunda parte y se busca por el contrario una estructura más similar a la película original de Tarantino/Rodríguez. Como en esta, toda la primera mitad muestra una trama relativamente realista que en principio nada tiene que ver con la premisa principal: una banda de forajidos que huye de las autoridades que les persiguen, historia que se entremezcla con la hija del verdugo local que se ha escapado con uno de los delincuentes y está siendo ahora perseguida por su padre y sus hombres. Por otro lado tenemos la figura histórica del escritor americano Ambrose Bierce (que en un evidente guiño a la película original está interpretado por Michael Parks) que viaja junto a una pareja de predicadores y se queda varado en medio del paraje. Todos estos grupos terminan, como en la original, encontrándose en un burdel ubicado en medio del desierto que (sorpresa) está infestado de vampiros.
También los arquetipos se repiten: Marco Leonardi interpreta aquí al protagonista que es un remedo obvio del personaje de George Clooney en la original, un antihéroe cínico y en ocasiones cruel con una idea muy limitada de la lealtad, y la veterana Sonia Braga es el reclamo erótico y la evidentísima sustituta de Salma Hayek en su papel de la madame del burdel. El personaje de Braga, por cierto, también da pie a comentar que, a diferencia de la película original, esta precuela intenta unir ambas mitades a través de una trama de misterio acerca del personaje de la hija del verdugo, en quien se va sugiriendo desde el principio cierta conexión con el mundo de los vampiros que no se revela hasta más adelante y que, aunque un tanto descabellada a nivel de argumento, intenta establecer el universo de la saga contando sus orígenes. Es un detalle muy superficial y que no se explora demasiado, pero que sin duda alguna resulta un abreboca de intentos más consistentes por parte de Robert Rodríguez de construir una mitología de vampiros mexicanos en la que más adelante ahondaría con su francamente mejorable serie de televisión de Abierto hasta el amanecer. También es más evidente aquí la representación de los vampiros como serpientes y no como murciélagos.
Todo esto en muchas ocasiones funciona, a pesar de unos efectos especiales algo risibles cuando se opta por el CGI, algunas actuaciones nefastas y el desaprovechamiento de ciertos elementos que sonaban atractivos en un principio como el personaje de Ambrose Bierce, que parecía que iba a ser importante pero al final termina quedándose en nada y pasando de explicar ciertos misterios en cuanto a su arco argumental que nunca se resuelven. No es para nada una película memorable, pero sus responsables al menos han dado algunas imágenes y momentos buenos, y el espíritu de su estilo y argumento es mucho más cercano al de la original que al de su contemporánea secuela. Es sólo en los valores de producción y en el acabado final donde se queda por debajo, principalmente porque la primera película estaba hecha por dos cineastas muy talentosos que estaban en su mejor momento. Aun así, es interesante, y mucho mejor de lo que esperaba.
miércoles, marzo 22, 2017
Reseña: Amityville: es cuestión de tiempo (1992)
De entrada voy a comenzar diciendo que hubo dos cosas que me llamaron la atención de forma positiva ya desde el principio: la primera fue ver que el director de esta secuela es Tony Randel, un nombre que muy probablemente os sonará porque fue el director de la injustamente menospreciada Hellbound (1988), la única secuela de Hellraiser (1987) que realmente valía la pena, con lo que ya sabía que al menos podía esperar un mínimo de calidad. La segunda es que el argumento de esta película ignora por completo lo ocurrido en la nefasta quinta entrega, haciendo como si no hubiese existido y retomando aquella premisa de la cuarta parte en la que la maldición ya no ocurre en Amityville sino en otras casas a lo largo y ancho del país a donde han ido a parar objetos que previamente estuvieron en el caserón maldito y que han arrastrado consigo el Mal que asolaba la propiedad. En esta ocasión se trata de un reloj de mesa que un hombre trae a su casa y que por supuesto empieza a causar estragos en su familia. Una cosa extraña es que la trama intenta dar al reloj su propia historia y su propia maldición, algo que por fortuna no se explora mucho porque resulta excesivo en el contexto de la saga de la cual esta película forma parte.
Lo interesante de esta historia es que el hecho de que el Mal se esconda en un reloj da pie a un juego en el cual la maldición de la casa se manifiesta en ataques que el espíritu maligno hace y que afectan a la linealidad temporal, algo que la película hace en ocasiones y que, aunque ofrece al final una resolución algo más light de lo que estamos habituados, al menos es una muestra de un trabajo algo más inteligente que muy probablemente se veía mejor en el guión y que hoy en día sin duda habría sido más aprovechado. Asimismo, es una sorpresa ver cómo esta sexta entrega recupera algunos de los elementos más perturbadores de películas anteriores de la saga como ese énfasis en los aspectos más oscuros de la sexualidad de sus personajes, con alusiones a una infidelidad, incesto y lujuría reprimida que por supuesto el espíritu del reloj aprovecha en su beneficio. Nunca llega a ser gráfica de ninguna manera (hay sólo una muerte que se recrea en efectos especiales mientras que otras parecen comedia involuntaria) pero hay indicios al menos de cierto grado de creatividad, inusitado en un trabajo de estas características.
Cuando digo "estas características" a lo que me refiero es que, pese a sus buenas ideas y pese a ser sin duda mucho mejor que las tres entregas inmediatamente anteriores, esta es una película bastante pobre con una estética y estilo en gran medida limitados por su formato y por la época en que se estrenó. En este sentido, es importante saber que su título original era Amityville 1992: It's About Time, y que el estudio borró la mención al año en que se estrenó cuando la película salió en DVD más de una década más tarde. Pero a pesar de sus defectos y de su pertenencia a un terror de saldo demasiado ligero e intranscendente, ha sido la primera entrega de la saga que he conseguido ver de corrido en varios años, y eso por sí solo me ha demostrado que hay algo de oficio detrás.
lunes, marzo 20, 2017
Reseña: Sinister 2 (2015)
viernes, marzo 17, 2017
Reseña: Amityville 5 (1990)
miércoles, marzo 15, 2017
Secuelas a granel
lunes, marzo 13, 2017
Reseña: We Are Still Here (2015)
Al igual que gran parte de la obra de Fulci, We Are Still Here parte con una trama muy sencilla de una pareja que se muda a una casa en medio del campo para superar la muerte de su hijo, pero muy pronto descubren que dicha casa está embrujada y que los siniestros habitantes del pueblo cercano están no sólo al tanto de la maldición sino que puede que guarden intenciones no del todo nobles. Una cosa que me gusta mucho de entrada es que los protagonistas aceptan muy pronto el ángulo sobrenatural una vez que las pruebas están frente a ellos, lo cual nos evita la muy tediosa subtrama de descubrimiento que otra película más convencional habría sin duda empleado. Aquí por el contrario la protagonista parece aceptar desde el principio la presencia de los espíritus, aunque el carácter malévolo de estos no se revela del todo hasta después.
Es en su segunda mitad, de hecho, cuando la cinta termina de revelar sus influencias y se convierte en algo muy distinto a aquello que se perfilaba en un principio, transformando lo que hasta entonces parecía una lenta y atmosférica película de casa embrujada en un festival de violencia en el que las víctimas son masacradas por horribles fantasmas quemados. Es aquí donde finalmente aparecen mis reservas porque lo cierto es que si bien este tipo de orgía de sangre era muy común en el cine no sólo de Fulci sino de todos los grandes autores del horror italiano, también es cierto que venía acompañada de otros elementos que aquí se dejan de lado, sobre todo el asentamiento de la trama en su mitología y la idea del Pasado (así, con mayúsculas) como factor determinante del terror. En este sentido la mayor carencia de esta película, en mi opinión, es su decisión de pasar de forma muy superficial por la historia de la maldición que afecta a la casa y el papel que juegan los habitantes del pueblo y sus asesinatos rituales. Por el contrario hay unas prisas tremendas por llegar al final y que dan al conjunto un acabado muy blando y poco interesante a pesar de sus aciertos visuales y su elenco trash.
Todo esto da como resultado un descubrimiento algo agridulce para mí. We Are Still Here es ciertamente más interesante que muchos de los estrenos similares que solemos tener cada año, pero también lamento que al final haya resultado ser mucho menos "seria" de lo que prometía en un principio haciendo que por momentos parezca una parodia de sí misma. También me parece que desaprovecha la inusual oportunidad de tener a una veterana como Barbara Crampton de protagonista, ya que la resolución del conflicto parece darse por casualidad sin que realmente intervenga ninguno de los personajes principales. Este es otro ejemplo del desparpajo con el que se ha confeccionado un producto serie B que, al menos en los ochenta, funcionaba mejor.