lunes, octubre 03, 2005

Reseña: Gremlins (1984)

El término “Gremlin” fue acuñado por los pilotos americanos de la Segunda Guerra Mundial para definir aquellos desperfectos mecánicos que surgían inexplicablemente cuando la maquinaria estaba en perfecto estado. Durante los 80, el término fue empleado por el americano promedio para referirse a aquellos componentes mecánicos de origen extranjero que se “colaban” en los coches de fabricación americana. Dichos artilugios, obviamente, eran culpados por los ocasionales desperfectos de los vehículos. Ahora, si tuviera que resumir en dos líneas el argumento de la película Gremlins (1984), diría que es básicamente la historia de unos peluches chinos que se convierten en monstruos y comienzan a matar gente. No es casualidad que la historia esté ambientada en navidad, época en que una infinidad de juguetes de fabricación asiática desborda los árboles de millones de hogares americanos (y no americanos), precisamente durante la década de los 80, cuando la cultura del YO imperaba, la economía Reagan estaba de moda y el temor a la auténtica invasión asiática (aquella de las corporaciones japonesas que compraban acciones de empresas americanas como si fueran mazapán) aterrorizaba al hombre de a pie. Creo que es más que evidente la relación que hay entre el término y el filme en sí. La película incluso encarna este concepto en el personaje del señor Futterman, un hombre obsesionado con la tecnología de factura nacional que continuamente recomienda aquello “Made in America”.

Pero decir que Gremlins es una comedia sobre las paranoias del capitalismo ochentero (con todo y una malvada anciana que vive con un montón de gatos, todos ellos bautizados con los nombres del dinero de diferentes países) es, en mi opinión, quedarse corto. Esta película de Joe Dante, con guión de Chris Columbus, no olvida su exotismo en ningún momento, así como su fidelidad al género de donde proviene, esa difícil mezcla de comedia y horror. A pesar de que no haya podido explotar todo su potencial, continúa siendo una presencia ineludible en prácticamente cualquier lista de “cine de los 80” que se pueda imaginar. Al menos eso creo yo.

Llega la navidad, y Randall Peltzer, inventor, entra en una tienda de productos exóticos del barrio chino de Nueva York buscando un regalo para su hijo Billy, el típico joven de pueblo. Lo que encuentra allí es un mogwai, probablemente la criatura más tierna del mundo, un peluche vivo de ojos grandes y carácter alegre, que además canta de una forma enternecedora. El nieto del dueño de la tienda se lo vende a espaldas de su abuelo, pero le advierte que para tenerlo debe seguir tres reglas: no exponerlo a la luz, no dejar que entre en contacto con el agua y (sobre todo) no dejar que coma después de la medianoche. De más está decir que cuando Billy incumple una a una todas estas reglas, el infierno se desata en su pequeño pueblo, invadido de repente por una horda de criaturas verdes de origen asiático y provistas de un sadismo sin límites.

Pocos lo creerían hoy por hoy, pero en su fase inicial de producción, Gremlins fue concebida como todo un festival gore. El guión original (que incluía a Gizmo como el villano) tenía incluso una escena en la que Billy regresaba a casa y encontraba a su madre decapitada por una de las criaturas, con su cabeza rodando escaleras abajo. Estos detalles fueron desechados en favor de un Gizmo heroico que sin querer daba origen a un montón de desalmados enanos verdes, quienes no solamente se regodeaban con la destrucción y el caos, sino que además tenían gran afición a los productos de consumo, como la cerveza, la ropa, los juguetes, los coches y las golosinas, además del cine (mi imagen predilecta siempre ha sido la de los Gremlins atravesando con sus garras la pantalla de un cine donde han estado viendo una película de Disney, en una actitud que parodiaba aquella de los humanos). No es casualidad, siguiendo este orden de ideas, que la confrontación final tenga lugar en los pasillos de una tienda por departamentos.

Definitivamente no es una película perfecta, y no me atrevería a decir cómo hubiese sido si la particular visión de su guión original se hubiese llevado a cabo, pero de entre todas las comedias de horror de los años 80 (y hay muchas) esta es probablemente una de las que recuerdo con mayor aprecio, aunque dicho aprecio tenga mucho de nostalgia.

5 comentarios:

  1. No será una película perfecta, pero los niños do hoy necesitarían más películas con este espíritu, que tanta acción sin sentido, violencia o pastelazos no son buenos.

    pensamiento: Small Soldiers (que acabo de ver que tb es de Joe Dante) de 1998... ¿es una revisión/remake actualizado de Gremlins? Antes se llevaban los peluches y los perritos y los bichos monos, y ahora los ActionMan... Pero un poco la situación es parecida...

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  2. GREMLINS es genial y Gremlins 2, aunque mucho más divagante y extraña mola tb....m muero por ver otra secuela de Gremlins...Pq no hacen un Gremlins 3??A q esperan?22 años desde la primera y 16 de la segunda y no hacen la secuela?Imaginaros a Burton haciendo Gremlins 3, sería la caña!!
    Lo que no me explico es porque sacan tantos y tantos muñecos de Gizmo nuevos si no van a sacar más peliculas, será nostalgia...son tan guapinos....jiji!!!!
    ;P

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  3. Anónimo5:07 a. m.

    Yo era una aficionado a esta película cuando pequeño, y todavia lo soy. Y aunque no fue en los 80s sino a mediados de los 90s, siemrpe fue uno de mis favoritos de la niñez. Siempre quise un Gizmo de regalo. Y todavia quiero uno...

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  4. Es todo un clásico navideño, comparable a Que bello es vivir, no puede faltar en los días previos a esas entrañables fiestas.

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  5. Esta entrada tiene millones de años creo (....) pero aun asi no pude evitar leerla y menos opinar. Gremlins es un recuerdo bastante entrañable en mi cabeza, solo discrepo con las palabras del autor de este blog con respecto a ellos catalogándolos como monstruos mata-gente, en realidad el único interés de los gremlins es causar caos y destrucción, y solo atacarán a aquellos que pretenden terminar con su fiesta privada.

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