lunes, diciembre 31, 2012

Brevísimo ránking de horror del 2012

Se acaba el 2012, un año especial en muchos sentidos, y no sólo porque no se estrenó ninguna secuela de Saw. Habréis sin duda notado que ha sido el año menos productivo de Horas de oscuridad (apenas 45 entradas en comparación con las 140 del 2009), pero honestamente podemos decir que hemos estado bastante liados, no sólo en cuestiones personales sino también por la publicación de nuestra novela y nuestra antología de relatos, que (recuerden) están allí a su disposición. Y ahora que hemos demostrado no tener vergüenza a la hora de autopromocionarnos, vayamos a lo realmente importante. En este post finalmente os quiero ofrecer un podio con lo que considero las tres películas de terror más destacables de este año que termina. La decisión no ha sido fácil, precisamente porque este año la calidad de los estrenos que me ha tocado ver ha sido un poco más alta de lo normal. Aún así, me he visto obligado a reducir, así que aquí la tenéis. Recordad que cualquier comentario puede ser dejado en la sección correspondiente o en nuestra web de Facebook, y recordad asimismo que a pesar de que esto está puesto en forma de ránking, el orden de las películas no necesariamente refleja nada. 

POSICIÓN No. 3

El tercer puesto de este podio lo ocupa la increíble The Cabin in the Woods (reseña aquí), dirigida por Drew Goddard y producida por un Joss Whedon para el cual este año ha sido uno de los momentos más altos de su carrera. Si sois parte de esa minoría que no la ha visto aún (probablemente debido a su ninguneo por parte de las distribuidoras españolas) es hora de que le déis una oportunidad a esta comedia de horror que dinamita como ninguna otra no sólo las convenciones del género de horror en la cultura occidental, sino también el rol del público como ese ente abstracto pero temible al que por lo visto se debe complacer. Es también una muestra latente del estado del terror actual y a la aparente necesidad de diseccionar los lugares comunes del género si se quiere sorprender. En todo caso, una cinta muy inteligente pero a la vez muy divertida, y de lo más disfrutable en muchos años.

POSICIÓN No. 2

Desde este blog deseamos larga vida a Ti West, y no nos avergüenza decirlo. Este joven pero genial director nos trajo a principios de este año The Innkeepers (reseña aquí), que estuvo entre los primeros estrenos del 2012 que llegamos a ver, y aún así uno de los mejores. Esta historia de casas embrujadas con fuertes reminiscencias a El resplandor es de esas que se van desenvolviendo muy lentamente, y puede que muchos se desesperen ante el hecho de que tarda su tiempo en meter miedo, pero cuando lo hace el resultado no es fácil de olvidar. En una era en la que el terror sobrenatural pasa por una de sus horas más bajas gracias sobretodo a productos desganados y producidos en masa, la genial ambientación que West consigue en esta película es un aliciente para seguir teniendo fe en la posibilidad de que el cine de miedo meta miedo otra vez. Indispensable.

POSICIÓN No. 1

La polémica está servida con el puesto de honor de este año. The Lords of Salem (reseña aquí), lo nuevo de Rob Zombie, está llamada a dividir al público como pocas en esta década, pero aquí la consideramos abiertamente y sin tapujos como la cinta de terror más visceral del 2012, así como la película con la que su director ha decidido tomar más riesgos, algo nada desdeñable dados los palos que se llevó con la también muy reivindicable Halloween 2. The Lords of Salem es una película incómoda, desagradable y llena de una imaginería demencial de la que los maestros italianos habrían estado orgullosos. Pero es también una película difícil en la que Zombie ha dejado de lado más que nunca el argumento para meter al espectador en su imaginario particular y en una película que más bien parece una pesadilla. Si queréis ver algo distinto este año (o el próximo) esta es definitivamente la opción. Eso sí, las posibilidades de que la veáis en un cine comercial son casi inexistentes.


Así que estás son las películas que nos han impactado este año lo suficiente para ganarse nuestro acostumbrado podio. Sin embargo, ha habido otras destacables que se han quedado fuera pero que desde aquí invitamos a revisar, tales como Sinister, la apocalíptica The Divide, la divertidísima REC 3: Génesis, la también divertida Juan de los muertos o el reciente remake de Maniac. Vamos, no os podéis quejar por falta de opciones.


Y hablando de opciones, ha llegado la hora de revelar cual fue la película más valorada por los lectores de Horas de oscuridad, y no fue otra que:

MENCIÓN ESPECIAL

Así es. The Cabin in the Woods fue la película más votada por los lectores de este blog, con un apabullante 26,63% de los votos, probando una vez más cómo Joss Whedon ha conseguido tocar la fibra sensible de los fanáticos del género y dando una lección a los distribuidores de salas de cine (o mercado doméstico, vamos) que esperemos no caiga en saco roto. Luego de esta película, las más votadas por los lectores fueron REC 3: Génesis (11,96%), Sinister (10,87%), Prometheus (9,78%) y V/H/S (7,61%). Como dato curioso, sólo dos películas no obtuvieron ni un solo voto por parte de los lectores: Piranha 3DD (reseña pendiente) y Underworld: Awakening


Y bueno, llegados a este punto debo despedirme de vosotros y desearos una feliz entrada en el 2013. Por mi parte, habrá forzosamente un par de días de reposo y luego volveremos con ganas a ver si compensamos este nuevo año la falta de actividad. Gracias una vez más por pasar y nos veremos con seguridad en el nuevo calendario. 


domingo, diciembre 30, 2012

Reseña: Maniac (2012)

La nueva versión de Maniac (2012) ha sido una de las cintas de horror más comentadas en los últimos meses de este año, aunque por desgracia me perdí su pase en Sitges y he tenido que esperar al tardío estreno donde vivo para poder apreciarla. Independientemente de la opinión que se pueda tener de la cada vez mayor tendencia a reinventar clásicos (y no tan clásicos) de décadas pasadas, hay que decir que he quedado gratamente sorprendido con este cuarto remake que nos trae Alexandre Aja, quien en esta ocasión funge "únicamente" de productor y guionista, dejando las labores de dirección a su amigo y habitual colaborador Franck Khalfoun, responsable también de la muy rescatable Parking 2 (2007), una película con la que podemos trazar varios paralelos a la cinta de la que hablamos hoy.

Porque en el fondo la premisa que tocan las dos películas de Khalfoun es prácticamente la misma, cambiando únicamente el punto de vista utilizado. Al igual que en la película original de William Lustig, en esta nueva Maniac asistimos a la vida cotidiana de Frank Zito, un hombre solitario y traumatizado que sale desesperadamente por las noches a matar jóvenes mujeres para añadir nuevas piezas a su macabra colección de cueros cabelludos. A nivel de argumento hay muy pocas variaciones (la más obvia la sustitución de la Nueva York original por Los Angeles) e incluso se repite el giro en la vida de Frank al conocer a una joven fotógrafa que es la única mujer que muestra algún tipo de interés genuino en él y que en esta película está un poco más desarrollado. La principal diferencia que Aja y Khalfoun han añadido a su película está, sin embargo, en una cuestión estética que ha sido muy comentada, y es la decisión de mostrar casi toda la película en planos subjetivos desde el punto de vista del personaje principal.

Esta decisión formal es mucho más que un gimmick y termina siendo la clave para entender la enmarañada psicología del personaje; por un lado tiene una efectividad superficial al hacernos olvidar el físico poco imponente de Elijah Wood (una muy valiente elección de reparto ya que probablemente sea lo contrario a Joe Spinelli), pero por otra parte este punto de vista único obliga al espectador a alcanzar una empatía con el asesino, siendo este probablemente el punto más transgresor de la película. Esto se hace evidente en los momentos de mayor tensión, cuando como público nos damos cuenta de que nuestro miedo no es por las víctimas, sino porque Frank sea descubierto. Personalmente, yo ya había escuchado hablar de este tema de la cámara subjetiva y pensaba que sería tratado en una forma mucho más banal, pero estaba equivocado; hay por el contrario una construcción muy coherente en cuanto a código, y si bien la perspectiva se rompe en ocasiones, hay un motivo muy claro por el cual ocurre porque el punto de vista va ligado al desmoronamiento psicológico de Frank. Es por esto que la vertiente onírica y psicótica del protagonista está asimismo distribuida a lo largo de todo el metraje y no sólo al final como ocurría en la versión de 1980, lo que hace de esta encarnación una cinta mucho más trepidante a nivel visual. Khalfoun tampoco se ha olvidado de trasladar esa locura y esa degradación al ambiente de la ciudad en la que Frank se mueve, haciendo que sus andanzas nocturnas recreen la miseria de unas calles angelinas que contrastan con el alto y lujoso edificio donde habita una de sus víctimas.

En general debo decir que pensaba que Maniac no terminaría siendo más que otro remake que aprovecha el estado de semi-abandono de su antecesora, pero por el contrario ha sido una sorpresa encontrarme con una película muy retorcida que tiene la valentía de tomar riesgos y que no se olvida de sus influencias, no sólo por las referencias a la original (atención al reflejo del asesino en una ventana tras uno de sus crímenes) sino también por esa magnífica atmósfera creada con una banda sonora muy eficaz que remite también a sus obvios referentes ochenteros. Eso aparte de una gran actuación por parte de Elijah Wood en un papel muy diferente a los que suele hacer. Una gran película, y una gran manera de cerrar las reseñas de este año que se acaba.

sábado, diciembre 29, 2012

Reseña: Maniac (1980)

Ahora que su remake ha levantado tantas buenas críticas, es un buen momento para revisar la versión original de Maniac (1980), y así acometer la necesaria labor de rescate de un clásico que merece ser reivindicado y del que no se oye hablar lo suficiente. No es de extrañar porque esta cinta de William Lustig (un director al que hay que personalmente me he prometido volver a revisar) es inmisericorde en cuanto a la brutalidad de su puesta el escena y el retrato macabro de un personaje que vive en la sombra. Pero a diferencia de los trabajos de cine slasher que estaban en pleno apogeo a principios de los ochenta, la cinta que hoy tenemos aquí forma parte de una tradición cinematográfica distinta, más equiparable a los video-nasties y a los ejemplos de brutales asesinos urbanos desprovistos del glamour que suelen tener los matarifes enmascarados, una tendencia en la que encontramos otros ejemplos como la versión original de The Toolbox Murders (1978) o la fundacional El asesino del taladro (1979), de Abel Ferrara.

Al igual que esta última, Maniac está ambientada en Nueva York, lo cual no es una casualidad ya que en aquel entonces existía una tendencia bastante generalizada de mostrar a esta ciudad como un escenario de depravaciones y sede de un inframundo temible del que forma parte el protagonista, Frank Zitto, un hombre patético que se la pasa encerrado en su minúsculo apartamento rodeado de grotescos maniquíes y venerando la imagen de su madre muerta, pero que de vez en cuando sale por las noches a asesinar jóvenes mujeres a las que arranca el cuero cabelludo. Lo interesante en todo caso de la película de Lustig es que lo vemos todo a través de la perspectiva de Frank; en Maniac no hay subtramas ni ningún personaje importante aparte del asesino, con la probable excepción de una fotógrafa con la cual Frank desarrolla una fijación y que está interpretada por la bellísima actriz británica (y diosa del cine de género) Caroline Munro, pero su participación al final no termina siendo tan destacada; aparte de esta breve dispersión la película se centra casi exclusivamente en Frank y la progresiva degeneración que sufre por medio de sus crímenes.

Esta degeneración está mostrada no sólo a través de la excelente actuación de Joe Spinelli (quien también aparece acreditado como guionista y co-productor) sino también en cuanto a la estética; así como la ciudad de Nueva York es retratada en todas sus miserias de callejones abandonados, puertos decadentes, hoteles de mala muerte y tenebrosas estaciones de metro vacías, Lustig y Spinelli nos muestran a un asesino feo, gordo y francamente desagradable que realza su condición de infraser, en marcado contraste con el ambiente cromáticamente agresivo del apartamento del asesino, mostrado en un alarde visual inspirado en las cintas del giallo italiano. Es curioso que esta película terminara estrenándose paralelamente a Inferno (1980), de Darío Argento, cinta también ambientada en Nueva York y de la cual incluso recicla las tomas aéreas de la ciudad. Y finalmente, otro de los grandes aciertos técnicos de la película está en los magníficos efectos especiales de Tom Savini (quien tiene un breve papel como actor en la película), y que repite aquí varios de los trucos y materiales de trabajos anteriores como El amanecer de los muertos (1978) o Viernes 13 (1980). El trabajo de Savini es en verdad grandioso, y la película muy probablemente no habría tenido el mismo efecto de no haber contado con él.

Es precisamente esta efectividad en cuanto a la muestra explícita de violencia lo que dio a Maniac su condición de película maldita. La crítica de aquel entonces la destrozó, tachándola de misógina y dañina (famosos son los comentarios del crítico Gene Siskel que afirmó haber abandonado la proyección transcurridos pocos minutos) y haciendo que terminara incluso prohibida en varios países. No fue sino hasta hace relativamente poco que ha sido posible encontrar ediciones domésticas que le hagan justicia, y mucho me temo que el principal motivo de esto sea su reciente remake. Pero de todas formas, cualquiera que sea el motivo, hay que echarle un vistazo aunque sea para reencontrarnos con uno de los ejemplos más interesantes de psicópatas cinematográficos de una muy fértil década. 

viernes, diciembre 28, 2012

Reseña: Sleepaway Camp (1983)

La clave para acercarse a una película como Sleepaway Camp (1983) es recordar que fue estrenada en lo que aquí consideramos la Edad de Oro de los slasher films, es decir en los primeros años de la década de los ochenta, antes de que dicho subgénero cayera en la autoparodia, y el cine de misteriosos asesinos acechando a jóvenes víctimas nos trajera auténticas delicias como My Bloody Valentine (1981), The Burning (1981), The House on Sorority Row (1983) y por supuesto las primeras entregas de la saga de Viernes 13. De hecho, la película de la que hablamos hoy toma gran parte de su esencia de la Viernes 13 (1980) original, no sólo en cuanto a la ambientación en un campamento de verano, sino en sus pretensiones de whodunit al hacer de la identidad del asesino un misterio hasta llegar a un desenlace sorpresa.

Un rápido sondeo entre mis contemporáneos me ha hecho darme cuenta de que son muchos los que conocen esta cinta gracias a la imagen de su cartel publicitario, repetida mil veces como una de las muestras más reconocibles del terror ochentero, pero no son tantos los que realmente la han visto. Si es el caso para quien lee estas líneas, sólo hay que saber que la película tiene lugar en un campamento de verano al que llega una jovencita traumatizada y con graves carencias de sociabilidad, coincidiendo su aparición con una serie de horrendos crímenes que comienzan a cebarse con los jóvenes campistas. En resumen, más o menos el tipo de historia que se puede esperar de una cinta con estas características. Pero hay más en esta película que la simple repetición de unos esquemas; a pesar de no ser tan gráfica como otras de sus contemporáneas en cuanto a efectos sanguinolentos y muestras de violencia, hay en el argumento de Sleepaway Camp un subtexto de perversión y locura bastante desagradable que se va palpando casi desde el principio gracias a la magnífica actuación de la chica protagonista, Felissa Rose, que se pasa gran parte del metraje con una expresión casi catatónica que la convierte en un personaje bastante inquietante. 

Es de destacar también que la película no se corta un pelo en cuanto al carácter abiertamente sexualizado de sus personajes, algo que tiene su mérito considerando que la edad promedio del elenco es considerablemente menor al de otras muestras similares de slashers de la época. No hay tantos despelotes como los que solía haber en la saga de Viernes 13 (y que hicieron famosa dicha franquicia) pero la sexualidad no deja de estar presente en todo momento, aunque mayoritariamente en su faceta de represión y ambigüedad. Este tema cobra gran importancia una vez que llegamos a la revelación final, la cual independientemente de si se consigue adivinar o no (personalmente creo que no es muy difícil ya que la propia película te da pistas bastante evidentes) es de una fuerza tremenda y genuinamente impactante e incómoda. 

Por supuesto que hay ciertos detalles de la cinta que han impedido que sea encumbrada como otros ejemplos similares, y que personalmente creo que le restan algunos enteros ante un público mayoritario. Si bien toda la película tiene un acabado bastante profesional típica de una producción mainstream, el guión toma ciertas salidas argumentales francamente extrañas como las inexplicables desapariciones y reapariciones de varios personajes, o las ilógicas reacciones de algunos personajes que restan bastante credibilidad a todo el asunto (como por ejemplo el hecho de que la vida en el campamento continua como si nada a pesar de que los cadáveres comienzan a apilarse), y en general hay momentos bastante absurdos que parecen de una película distinta o al menos de un cineasta no demasiado experimentado. Esto último puede que sea la explicación porque el director y guionista Robert Hiltzik, quien debutó precisamente con esta película, no volvió a rodar nada hasta el 2008, cuando realizó una secuela en vídeo cuya producción se alargó durante años y que terminó siendo un desastre. No es ese el caso, sin embargo, de la que tenemos hoy. Sleepaway Camp es una gran película de terror merecedora del culto que se ha generado en torno a ella, y sólo esa increíble escena final hace que merezca la pena. Así que si no la habéis visto, estáis a tiempo.

jueves, diciembre 27, 2012

Casi 500


Aquellos de vosotros que tenéis más tiempo visitando este blog lo sabéis ya, pero aquí no solemos celebrar ni conmemorar los aniversarios (de todas formas, si queréis saberlo, abrimos por primera vez el miércoles 6 de abril de 2005). En vez de eso, solemos señalar el momento en que nuestro contador de reseñas supera otro centenar. Pues bien, dentro de muy poco, a lo mucho en un par de semanas, Horas de oscuridad habrá alcanzado las 500 reseñas, con una irregularidad pasmosa en cuanto a la calidad de la escritura y la periodicidad de la publicación, pero con un amor hacia las películas de terror que se mantiene intacto incluso después de la friolera de más de siete años de despropósito. Por eso, y antes de que se acabe el año, quiero retomar la noble tradición de pediros vuestras sugerencias para el trío de reseñas que marcarán este momento. ¿Qué película o películas deberían ser reseñadas como la 499, 500 y 501? Espero vuestros comentarios en la sección correspondiente o en nuestra nunca bien ponderada página de Facebook.

Ah, y el motivo por el cual lo pido desde ahora es que, evidentemente, necesitaré tiempo para ver la película que me propongáis en caso de que no haya pasado nunca ante mis ojos. Aquí os espero. Y una vez más, gracias. 

miércoles, diciembre 26, 2012

Reseña: Juan de los muertos (2011)

Fácilmente catalogable como el primer clásico de medianoche del cine cubano, Juan de los muertos (2011) ha sido para mí no sólo una gratísima sorpresa este año sino también una serie contendora para una de las comedias de zombis más disfrutables de los últimos tiempos, algo nada fácil ahora que precisamente el cine de muertos vivientes se encuentra en uno de sus momentos más prolíficos. No porque sea una muestra de originalidad ni mucho menos, sino por la manera tan eficiente como logra trasladar el tema de lo zombi a un contexto completamente nuevo sin olvidarse de toda la tradición cinéfila que tiene detrás. Pero es también, por encima de todo, una cinta muy divertida que merece un lugar de honor entre las mejores comedias con cadáveres ambulantes de por medio.

El argumento es algo que sin duda habréis escuchado mucho antes de su estreno, con una epidemia zombi desatándose en la Habana y nuestro héroe Juan atrincherándose junto a sus amigos e intentando sobrevivir en un ambiente hostil a la vez que intentan sacar el mejor provecho de la situación. Algo que me ha parecido curioso, sin embargo, es la manera como la mayor parte del material publicitario (así como la mayoría de las reseñas que he leído desde su ya lejano estreno) hacen hincapié en dos elementos; el curioso "negocio" que monta Juan al desatarse la epidemia (básicamente, eliminar a tus seres queridos zombificados) y los toques de sátira política son a menudo destacados como si fuesen el tema central de la cinta cuando no es así. Ambas cosas, si bien están presentes, no conforman el principal discurso de una película que por el contrario cumple con cabalidad una estructura bastante típica de este tipo de cine, con los protagonistas refugiándose de la epidemia inicialmente, luego intentando sacar provecho y finalmente procurando huir lejos al desbordarse la situación. 

No quiere decir esto que el director y guionista Alejandro Brugués haya renunciado al comentario social. Lo que ocurre es que si hay un "mensaje" en Juan de los muertos es uno que está por encima del tema político, y no es otro que la historia de un hombre que se define ante todo como "sobreviviente" y que honestamente no ve la epidemia zombi como algo más difícil que la ya de por sí azarosa vida en la nación tropical. En este sentido la película cuenta con un aliado increíble en la figura del actor protagonista Alexis Díaz de Villegas, quien está perfecto en el papel de Juan y transmite de forma increíble el candor que se oculta tras la aparente indolencia y parsimonia de su personaje. En realidad todos los personajes están muy bien dibujados, huyendo además de los estereotipos de este tipo de películas y dando la vuelta a algunos de sus más conocidos clichés y giros argumentales como la ya arriba mencionada dificultad de acabar con tus seres queridos o el típico problema que surge cuando un personaje es mordido y lo oculta al resto del grupo. Estos detalles, así como las sutiles referencias a otros clásicos de lo zombi como Braindead (1992) o el eterno debate entre los zombis lentos contra los rápidos, demuestran además que estamos ante una película con un genuino amor por el género que toca, y ante unos cineastas que evidentemente conocen el cine de zombis, y no simplemente otras parodias del cine de zombis.

Con todo esto, y si sumamos además unos niveles de producción bastante buenos y la nada desdeñable odisea de rodar el Apocalipsis en los escenarios más icónicos de La Habana, tenemos en Juan de los muertos una película entrañable que hay que ver y atesorar. Aquí en donde vivo llegó tarde, tras habérmela perdido en festivales y en su estreno original, pero la espera en mi caso valió la pena porque he salido encantado no sólo por lo divertida y tremendista que ha resultado ser, sino además por ese final tan genuinamente conmovedor que en lo particular me ha reconciliado con cierta visión de mundo más allá de lo meramente cinematográfico. Sinceramente, muy recomendable.

martes, diciembre 25, 2012

Reseña: La maldición de Rookford (2011)

La maldición de Rookford (2011), o como reza su título original, The Awakening, es una producción británica de la que había leído comentarios muy positivos, los mismos que ahora debo decir me sorprenden, ya que en realidad esta película me parece poco más que otro ejemplo de un cine de horror de temática sobrenatural fácil y que por desgracia abunda mucho hoy en día. Vosotros mismos podéis hacer la prueba y ver en ella todos los ingredientes de un producto muy básico que incluye siempre un conocido actor o actriz como protagonista (en este caso Rebecca Hall), un hecho sobrenatural ligado a un crimen del pasado sin resolver, los niños como principal elemento temático y (evidentemente) una revelación sorpresa al final. Todas estas cosas están presentes en la cinta de la que hablamos hoy, hasta el punto que me deja literalmente perplejo el gran número de reseñas positivas que he encontrado.

El argumento al que hacemos referencia pone al personaje de Rebecca Hall como una investigadora de lo paranormal en la Inglaterra de los años veinte, empeñada en descubrir a los numerosos fraudes y embaucadores en una era dada particularmente al espiritismo y una sociedad herida por la experiencia de la Primera Guerra Mundial. Esta mujer es llamada a un internado en medio del campo inglés para investigar la supuesta aparición de un fantasma que se ha saldado con la muerte de uno de los niños. Ya con este inicio tenemos otro lugar común que no habíamos mencionado: el del personaje radicalmente escéptico que termina enfrentándose con lo sobrenatural.

Si hay un punto a destacar de La maldición de Rookford es la estética, muy probablemente debido a rodar en una locación real y aprovechar la ya de por sí fantasmagórica atmósfera de ese internado en medio del bosque. En este sentido he de reconocer que el director Nick Murphy consigue emplear a fondo su escenario y otorgarnos algunos elementos memorables como la misteriosa casa de muñecas que la protagonista encuentra en una habitación abandonada, pero muy pronto toda esta sutileza se pierde en sustos repentinos, falsas pistas que no llevan a ninguna parte, y algunas penosas apariciones del fantasma montadas por medio de tecnología informática. La revelación sorpresa del final tampoco es lo que se diga muy destacable, e incluso es de esas que buscan dejar bien masticado todo al incluir hasta un rápido montaje de escenas anteriores que explican lo que estamos viendo de forma innecesaria. Esta revelación final para mí falla por otro motivo más importante, y es el intento de hacer más "accesible" el tema sobrenatural al darle una connotación más humana, despojándolo de su inherente grado de misterio para darle un acercamiento al Drama (así, con mayúscula). Esta actitud, por desgracia muy extendida en una línea autoral que parece querer dignificar el fantástico a través de (precisamente) la negación de sus elementos fantásticos, me parece bastante lamentable.

Así que en definitiva no entiendo muy bien de dónde han venido los elogios a La maldición de Rookford más allá de las ansias por ver historias de terror de corte clásico. Honestamente creo que hay otros ejemplos mucho mejores en los que se puede usar el tiempo. Y no hablamos aquí de los típicos referentes como The Haunting (1963), sino incluso de trabajos mucho más recientes enmarcados dentro de los estrenos filogóticos europeos como El espinazo del Diablo (2000), Los otros (2001) o incluso El orfanato (2007), todos ellos mucho más recomendables que esta de la que hablamos hoy.

sábado, diciembre 22, 2012

Reseña: Sint (2010)

Siguiendo en esta fiebre que nos ha dado por las películas de terror con temática navideña, se hace necesario hablar aquí de Sint (2010), una simpática producción holandesa que marca entre otras cosas el regreso al cine de horror del cineasta neerlandés Dick Maas, quien se había prácticamente apartado  del género desde los tiempos de sus dos películas más conocidas, El ascensor (1983) y Amsterdamned (1988). En esta ocasión, Maas nos trae una historia muy similar en cuanto a premisa a la finlandesa Rare Exports (2010) transformando en esta ocasión la imagen de San Nicolás de Bari, encargado en los Países Bajos de traer los regalos en las fiestas navideñas, en un zombi sediento de sangre que comete una masacre en la ciudad de Amsterdam en aquellos años en los que su festividad (el 5 de diciembre) toca en luna llena.

Personalmente no me parece la mejor obra de Maas, principalmente porque en mi opinión el haber enfocado la historia como una comedia diluye un poco el contenido transgresor de hacer del obispo un monstruo, algo que se nota también en la decisión de irse por el camino de la corrección política al hacer de los secuaces de San Nicolás (los "Pedritos Negros") hombres blancos caucásicos. Eso y que el escaso presupuesto de la cinta se nota en la reticencia en mostrar al monstruo; Nicolás y sus siervos salen muy poco en verdad, y cuando lo hace su aparición se ve deslucida por unos efectos informáticos un tanto cutres. 

Pero con todo y eso, estamos ante una película divertida que tiene sus mayores virtudes en la irreverencia abierta hacia una figura religiosa comúnmente asociada con momentos festivos. A diferencia de lo que ocurre con Papá Noel, la figura de San Nicolás de Bari enlaza directamente con el cristianismo, aunque lamentablemente la cinta de Maas se queda a media máquina cuando asoma temas como la conspiración religiosa existente tras la figura de un obispo rebelde que asesinaba sin piedad a aquellos que se negaban a rendirle tributo y que encima secuestraba niños para venderlos como esclavos. Todos estos puntos están sugeridos en la película pero no son tratados realmente, y encima el final es apresurado, anticlimático, sin una resolución real y francamente falto de imaginación.

En definitiva, Sint merece la pena principalmente como componente exótico de la Navidad en otras culturas usado como base para el terror. Como película de miedo navideña, es francamente bastante perezosa y sólo superficialmente disfrutable. El final, al negarse a dar una solución real y creíble al conflicto, deja en teoría la puerta abierta a una secuela que en lo personal me gustaría ver hecha realidad, quizás esta vez con un poco más de la crueldad que le hubiera caído bien a este relato de horror navideño.

viernes, diciembre 21, 2012

Algunos recordatorios

Sólo algunas cosas a tener en cuenta en estas fechas:

Sigue abierta nuestra encuesta anual para elegir la película de horror favorita de los lectores de Horas de oscuridad para el 2012. Yo ya tengo mis tres favoritas. Falta que digáis la vuestra, y tenéis hasta el 30 de diciembre. El mundo no se va a acabar, así que no tenéis excusa.

Si queréis quedar bien con alguien estas Navidades, regalarle nuestra novela Dragún es una buenísima idea.

Si queréis quedar bien con vosotros mismos, auto-regalaros nuestro libro de relatos Damas, bestias y otras, disponible en Kindle, ahora en versión corregida y extendida con un relato adicional. La edición en formato físico viene muy pronto, en caso de que la lectura digital no sea lo vuestro. 

Os recordamos además que nos podéis seguir en Google Plus, una plataforma en la que últimamente estamos pasando más tiempo últimamente y que creo que aprovecharemos aún más en el 2013. Ah, y también Dragún tiene allí su propia página.

Nos vemos en la siguiente reseña.

jueves, diciembre 20, 2012

Reseña: Silent Night, Deadly Night 2 (1987)

La saga de Silent Night, Deadly Night bien podría hacer de la Navidad la nueva festividad idónea para una maratón de películas de terror, más incluso que Halloween. Tras el simpático pero menor slasher que fue la primera, Silent Night, Deadly Night 2 (1987) tiene la facultad de hacer que su antecesora parezca una obra maestra en comparación. Es terrible de principio a fin, y ahí están las cientos de parodias en Youtube que hacen leña de los elementos menos agraciados de la cinta como la legendariamente atroz actuación de su protagonista. Y sin embargo, ha sido precisamente por esos motivos que esta secuela ha terminado por ganarse un culto propio como una de las más gloriosas  y entretenidas muestras de cine basura, en un fenómeno similar al de Troll 2 (1989), de Claudio Fragasso, y uno que definitivamente se merece un tratamiento similar.

En un alarde bastante cutre de reciclaje cinematográfico, la primera mitad de Silent Night, Deadly Night 2 es casi exclusivamente un resumen de la primera película, "narrada" por Ricky, el hermano menor de Billy, que cuenta su experiencia a un psicólogo de la policía. El empleo del recurso del flashback por medio de escenas recalentadas de la película anterior es vergonzoso no sólo por el hecho de rellenar la película para hacerla alcanzar porque sí la duración de un largo, sino también por la incoherencia de hacer que Ricky hable de eventos en los que ni siquiera estuvo presente. Toda esta parte es, a decir verdad, bastante aburrida y a cualquiera que haya visto la original se sentirá tentado a adelantar la película para llegar a aquello realmente bueno: el momento en el que Ricky pasa a relatar su propia ola de crímenes que termina previsiblemente en la obtención de un traje de Papá Noel y la ejecución de su venganza.

Esta segunda mitad de la película es cuando la cinta alcanza sus puntos más altos, especialmente en la espectacular secuencia de Ricky causando estragos en una apacible calle de suburbio, una obra maestra del absurdo que se convierte en el momento más fácilmente reconocible de una cinta que deja un poco de lado el tema de la navidad como escenario de terror pero que por otro lado gana muchos enteros con su interpretación desquiciada de las andanzas de un psicópata. Y es que todo acerca de esta cinta es un desastre, desde el ritmo desfasado que alterna flashbacks imposibles con un interrogatorio hasta el carácter absolutamente arbitrario e ilógico de la violencia perpetrada por Ricky sobre sus congéneres.

Pero una cosa ha de quedar clara: si bien formalmente inferior a su antecesora, esta segunda parte de la saga de asesinos navideños es infinitamente más disfrutable precisamente por lo disparatado de su desarrollo y la entrañable sobreactuación de Eric Freeman en el papel de Ricky, un actor que por sí solo alza a la película de su mediocridad y la convierte en una obra maestra de la comedia involuntaria que ha conseguido sobrevivir al palo genealizado que recibió en el momento de su estreno debido a su uso excesivo de metraje reciclado. Este culto, en mi opinión, está ampliamente merecido. Pero no tenéis que creer en mi palabra; lo mejor que podéis hacer es buscaros una copia de Silent Night, Deadly Night 2 y atesorarla como un clásico navideño que no podéis ver sino entre amigos. La saga tendría tres secuelas más que se distanciarían bastante del camino trazado por estas dos primeras cintas, y a ellas llegaremos en otro momento. 

lunes, diciembre 17, 2012

Reseña: Underworld: Awakening (2012)

La guerra entre licántropos y vampiros continua en Underworld: Awakening (2012), cuarta entrega de una saga que religiosamente regresa a las carteleras cada tres años. Esta de hoy no la vi en cines a pesar de que tenía algunos detalles que me interesaban, principalmente el regreso de Kate Beckinsale (hermosa como siempre) como protagonista después de una ausencia que tuvo como resultado la supérflua precuela del 2009. Len Wiseman, sin embargo, no dirige esta vez y se limita a escribir el guión y producir este vehículo de lucimiento para su esposa, cediendo las laboras de dirección a los cineastas suecos Måns Mårlind y Björn Stein. 

No sé si la ausencia de Wiseman es el motivo, pero lo cierto es que esta entrega de Underworld, con todo y que es la secuela que la segunda debió haber tenido en su momento, se siente muy diferente al resto de la saga. Si bien se mantienen detalles superficiales como la fotografía negro/blanco/azul y las obligadas acrobacias tipo Matrix, esta cuarta parte se apoya mucho más en la acción pura y dura y deja bastante de lado toda la parte argumental reduciéndola a una trama muy sencilla que debo decir comienza muy bien, con un excelente recuento de los humanos declarando guerra abierta tanto a vampiros como a licántropos, casi exterminando a dichas razas. El "despertar" del personaje de Selene en los laboratorios de una maligna corporación dedicada a hacer con ella experimentos clandestinos es también un bastante obvio intento por seguir, al menos en parte, el camino trazado por las películas de Resident Evil, ante las que se alza una inevitable comparación no sólo en el componente de acción descabellada y poderío femenino sino también en el uso del 3D y el mayor hincapié en la sangre y la violencia desmedida. Es con toda seguridad la entrega más violenta de Underworld hasta la fecha.

Dicho esto, e incluso sin tener en cuenta que nunca he sido realmente un entusiasta de esta saga, hay que decir que es también la entrega que se siente más disparatada a nivel argumental y sin duda alguna menos cuidada como película que las tres anteriores. Parece haber en el argumento una extraña intención de devolver la línea argumental a sus inicios, cuando Underworld era simplemente una historia de licántropos contra vampiros, y este objetivo se lleva a cabo aún a costa de cargarse gran parte de los aciertos conseguidos con anterioridad. Más que tres, al ver la cinta me ha dado la impresión que habían pasado al menos veinte años desde la última entrega, a juzgar por la forma como se despachaba por completo todo lo anterior. Sólo así me explico la aparición de una camada de vampiros completamente nueva, la inclusión de una niña alrededor de la cual gira toda la trama pero a la cual nunca se le da un nombre, la inusitada crueldad del personaje de Kate Beckinsale (inédita hasta ahora en la saga) y la inexplicable ausencia del personaje de Scott Speedman, cuya cara incluso llegan a superponer digitalmente en el cuerpo de otro actor durante el prólogo (¡!).

Todos estos detalles ayudan a que Underworld: Awakening se sienta un poco fuera de lugar en la saga, con un tono bastante diferente a pesar de contar con los mismos actores. En cierta medida, es algo similar a lo que pasó con otras franquicias cinematográficas de éxito como La momia o Piratas del Caribe. Encima lo que nos han traído esta vez está rematado con un argumento débil que comete aciertos superficiales (ese nuevo monstruo...) pero que por otro lado tiene giros argumentales inexplicables y momentos francamente vergonzosos que se convierten con facilidad en comedia involuntaria. Con todo y eso, como película de acción es aceptable hasta el punto de hacerme querer revisar de nuevo las dos primeras entregas de la saga. A lo mejor después de todo el tiempo que ha transcurrido logro apreciarlas de forma distinta. 

viernes, diciembre 14, 2012

Reseña: Silent Night, Deadly Night (1984)

Silent Night, Deadly Night (1984), o como se le conoce en España, Noche de paz, noche de muerte, es uno de esos títulos que siempre salen a relucir cuando se habla de cintas de horror de temática navideña, incluso por gente que nunca la ha visto. El motivo es fácil de suponer; ya que este largometraje de Charles E. Seller no solamente fue estrenado en el pico de la popularidad de los slashers ochenteros, sino que también basa su premisa en la ciertamente transgresora imagen del Papá Noel asesino. Dicho esto hay que reconocer que no estamos lo que se dice ante la mejor película de terror navideña (honor que en mi opinión debería tener Gremlins (1984), estrenada ese mismo año), ni siquiera ante la mejor cinta del Santa Claus psycho-killer (esa sería sin duda la muy superior Christmas Evil (1980), de la que esta que hablamos hoy bebe sin ningún disimulo). El por qué de su fama entonces se explica entre otras cosas por los enormes problemas que tuvo en el momento de su estreno y a la polémica levantada en aquel entonces entre los sectores más conservadores del público.

Una cosa sin embargo hay que concederle, y es que Silent Night, Deadly Night al menos rompe con ciertos esquemas de los slasher films al narrar la historia desde el punto de vista del asesino, un joven llamado Billy al que el argumento sigue durante casi toda la primera mitad antes de que caiga su primera víctima. Billy es un muchacho traumatizado con la figura de Papá Noel desde que un hombre disfrazado de Santa Claus matara a sus padres, y su estancia en un orfanato con unas monjas seguidoras de métodos bastante cuestionables de enseñanza terminan por convertirlo en un desquiciado que da pie a una auténtica masacre en la que debería ser la noche más alegre del año. Contrariamente a la representación del asesino como una sombra anónima, la película hace realmente un esfuerzo por mostrar el desmoronamiento psicológico de Billy (propiciado en gran parte por la forma cómo la Navidad le es prácticamente impuesta por la sociedad, un interesante detalle que dudo mucho sea casual) y hacer de él el personaje al que el público termina siguiendo, hecho evidenciado además por el detalle de que en todo momento vemos su rostro. 

El resto es bastante típico; tras realizar una masacre en su sitio de trabajo Billy vaga por las calles asesinado a todos los que "se portan mal" de maneras cada vez más gráficas y violentas, en un estilo al que ya estarán acostumbrados aquellos que conozcan el terror de los ochenta y sus particulares excesos, terminando en una confrontación final en el orfanato. Es en este desarrollo donde la película pierde un poco su brillo inicial y se convierte en un producto bastante regular con alguna que otra escena interesante pero bastante básico y mundano, encima con momentos de humor involuntario y un argumento atropellado en el que destaca negativamente la subtrama de una monja que conoce el mal dentro de Billy y trata de detenerlo al estilo de Sam Loomis en Halloween (1978). Para colmo el final es un anticlímax total y se siente abrupto y poco resuelto, por mucho que el último plano haga el típico guiño a una secuela.

Esta continuación llegaría, a pesar de todo; Silent Night, Deadly Night se estrelló en la taquilla en su momento debido a un ataque feroz por parte de varias asociaciones de padres que boicotearon la película hasta lograr su retirada de las carteleras, faena en la que incluso participaron críticos de renombre como Rogert Ebert y Gene Siskel, quienes se unieron al vapuleo general y denunciaron públicamente la película por lo que consideraban un nivel de violencia excesivo. Todo este absurdo parece hoy algo increíble, pero probablemente haya tenido gran parte de responsabilidad en que la cinta terminara por convertirse en un placer culpable de Nochebuena que generó la nada despreciable cantidad de cuatro secuelas, más un remake de este año que por lo visto apunta en una dirección más propia del slasher de toda la vida. Por mi parte, si tenéis ganas de ver una película de terror navideña realmente destacable, recomendaría revisar las dos mencionadas más arriba. Silent Night, Deadly Night es, honestamente, una película menor que ha terminado por ganar notoriedad por motivos ajenos a sus propios méritos, pero es verdad que es una de esas infaltables del género y una muestra interesante del siempre arbitrario poder de la censura.

martes, diciembre 11, 2012

Es ESE momento del año: La encuesta del 2012

Tras la ausencia del año anterior, hemos decidido volver este año con la encuesta hecha a los lectores de Horas de oscuridad para que escojan la que en su opinión es la película más destacable del año. El resultado será incluído en una entrada del próximo 31 de diciembre con las que (en mi opinión) son las tres mejores cintas de horror que este año nos ha deparado. Es un divertimento inútil, lo sé, pero diciembre ha sido desde siempre la época de listas, y sencillamente no nos vamos a quedar sin la nuestra.

Como en otras ocasiones, os dejo con una selección de veinticuatro películas que se estrenaron en salas comerciales en algún momento del 2012. De estas tenéis que escoger tres, y como evidentemente yo no me he visto todas las películas que se estrenaron este año, tenéis toda la libertad del mundo para añadir alguna opción que yo me haya dejado por fuera. La única condición es que la película se haya estrenado en salas comerciales o en vídeo durante el 2012, independientemente de si dicho estreno fue en España o no.

Así que ya sabéis, tenéis hasta el 30 de diciembre a las 23:59 para votar en el enlace de abajo. Mientras tanto, las reseñas continuarán. No seáis tímido y dejad vuestra opinión.

lunes, diciembre 10, 2012

Reseña: The Monster Squad (1987)

Si quien lee esto creció durante los años ochenta muy probablemente haya visto The Monster Squad (1987), o como se le llamó en España, Una pandilla alucinante. No es exagerado decir que esta comedia de terror de 1987, aunque en su momento haya sido un fracaso taquillero, ocupa hoy un lugar especial junto con Los Goonies (1985) o El vuelo del navegante (1986) en el imaginario nostálgico que comparten aquellas cintas que mezclaban el cine de género con las vivencias de una pandilla de críos enfrentados a situaciones que les desbordaban. Así como las dos películas arriba mencionadas tocaban, respectivamente, el cine de aventuras y de ciencia-ficción, la cinta de la que hablamos hoy mezcla el mundo pre-adolescente con el horror al enfrentar a un grupo de chicos contra los monstruos del terror clásico unidos en un mash-up que bebe directamente de las fuentes de la Universal al combinar a Drácula, el hombre-lobo, la momia, el monstruo de Frankenstein y la criatura de la laguna negra, decididos a conquistar el mundo a través de la obtención de un amuleto mágico. 

Ante tal premisa, el tratamiento es evidentemente paródico ya desde el inicio con la presentación de un Drácula permanentemente vestido de gala y unos monstruos que tienen más que ver con la visión que de ellos se tiene en la cultura popular que con la intención de meter miedo, algo en lo que se notan las siempre hábiles manos de la gente detrás del estudio de Stan Winston (aquí entre nosotros debo decir que me encanta el diseño de el monstruo de la laguna negra que se han currado para la película). En este sentido es muy obvio el tratamiento caricaturesco que da a la cinta su director Fred Dekker, un cineasta que fue en su momento una gran promesa para el fantástico y que desapareció del cine luego de un par de sonados fracasos comerciales entre los que se cuentan no sólo esta película sino también la muy recomendable Night of the Creeps (1986) y el que sería su último largometraje como director, Robocop 3 (1993).

Tanto Dekker como el co-guionista Shane Black (otro de esos infaltables de los ochentas) dinamitan todo el concepto del que parten al colocar a los monstruos en un ambiente suburbano sin dar mayores explicaciones, y reduciendo la batalla por el destino de la Humanidad a las aventuras de un grupo de críos aficionados a las pelis de miedo que intercalan la lucha contra el Mal con problemas más mundanos como padres en conflicto, matones de colegio y vecinos que dan miedo. Pero el verdadero centro de la película está en la galería de criaturas que la pueblan y que llenan la cinta de referencias veladas a obras anteriores que conforman la mitología de estos personajes, haciendo de esta un auténtico placer culpable que crea una complicidad instantánea con aquellos espectadores que hayan bebido de la incorporación de estas criaturas en su imaginario colectivo. 

Ante este elemento estético, la trama realmente es lo de menos. De hecho es bastante simple, se resuelve rápidamente y de manera atropellada, lo que quizás sea la mayor carencia de la película. Eso y un sentido del humor francamente idiota en determinados momentos que revelan lo difícil que resulta mantener el delicado balance entre una cinta de terror para adultos y un divertimento puramente infantil.  Pero estos al final son detalles menores porque la película tiene sin duda grandes momentos que se quedan en la mente más allá de lo sonrojante de algunos de sus chistes, el marcadísimo ambiente ochentero y las intenciones de cine para toda la familia que parece mostrar al principio. Por el contrario, algunas de sus piezas de humor no son tan inocentes, y la cinta muestra momentos de una violencia y crueldad bastante rara teniendo en cuenta el público al que está dirigido. Con todos elementos se entiende por qué The Monster Squad ostenta hoy en día el culto que parece haberla rescatado de su fracaso inicial. Habría que ver en todo caso si el recuerdo que se tiene de ella logra mantenerse tras un nuevo visionado varios años después. Por mi parte está clarísimo que sí.

domingo, diciembre 09, 2012

Reseña: V/H/S (2012)

La reciente moda por presentar películas de terror que usan el formato del metraje hallado tiene su consecuencia obvia en V/H/S (2012), una cinta de antología que recoge cinco historias diferentes (seis si contamos el marco narrativo que las contiene) todas ellas utilizando la técnica de cámara en mano y con un realismo simulado que se ha vuelto la norma desde el éxito de Paranormal Activity (2007). En este sentido se nota que la cinta se esfuerza por parecer material en bruto (al igual que en la saga anteriormente mencionada, la película no tiene créditos iniciales) pero cae en los mismos errores que suelen tener este tipo de historias, y es la dificultad de creernos que los personajes seguirían filmando todo lo que ocurre en determinados momentos, en concreto las escenas de mayor horror.

Pero quizás el mayor escollo al que debe enfrentarse V/H/S es uno que paradójicamente no pertenece al de las cintas de metraje hallado sino por el contrario a las películas de antología, y no es otro que la desigualdad de los diferentes segmentos en cuanto a calidad. En el caso de la película que hoy nos ocupa, esto se hace más evidente al estar rodados los seis cuentos por directores distintos, entre ellos el muy prometedor Ti West, quien sorprendentemente se encarga de la historia que a mi parecer es la más floja de todas. El resto de los cuentos hacen una labor bastante decente en cubrir varios de los distintos arquetipos de cine de terror que hemos encontrado en los últimos años, desde el muy básico creature feature inicial (el mejor de todos en mi opinión) hasta una historia de casas embrujadas que cierra la película (que también me parece muy destacable). El resto de las historias manejan otros códigos bastante conocidos como el slasher rural o incluso un segmento visto completamente desde la perspectiva de una webcam que se convierte en una evidente emulación del horror minimalista de Paranormal Activity con un toque del thriller polanskiano de apartamento.

Como decíamos arriba, la desigualdad de los distintos relatos en cuanto a su efectividad como cine de terror juega bastante en contra de V/H/S, pero no es el único problema; las ansias de "realismo" del formato y sus intenciones de hacerse pasar por material bruto no pasan de ser un mero guiño estético sin consecuencia alguna porque el espectador sabe que aquello que está viendo es una simulación. Por este motivo, el auténtico disfrute de una película de estas características no está en que de miedo o no sino en la utilización de los diferentes tipos de imaginario terrorífico de los que se vale, y que no están tan bien utilizados. Quizás sea por esto que yo al menos considero el primer y último segmento como los mejores y los que hasta cierto punto salvan la película. Lástima que el marco narrativo utilizado sea tan pobre porque la presentación de los personajes que "ven" las diferentes historias junto a nosotros parecía preparar un desenlace impactante que finalmente se queda en nada.

Aquellos que no la hayan visto aún seguramente se habrán dado cuenta ya de que esta película ha generado una gran expectación que se ha visto acompañada por una agresiva campaña publicitaria en internet propiciada principalmente por los chicos del portal web Bloody Disgusting (quienes además son productores de la película). Personalmente no me ha impresionado demasiado, al menos no en su conjunto, pero sí que cuenta con un par de historias muy interesantes que hacen que valga la pena. Por lo visto, a pesar de que las reacciones han sido bastante variadas, la cinta ha generado el éxito suficiente para dar salida a una secuela que tendremos con toda seguridad el año que viene, si es que la moda del metraje hallado sigue en pie para entonces.