martes, diciembre 29, 2009

20 prematuras recomendaciones para esta década

Elaborar esta lista con lo más destacable del período 2000-2009 ha sido muy difícil; es tal la cantidad de estrenos interesantes que hemos tenido en estos diez años, que fácilmente hubiese podido subirla a cincuenta entradas, o incluso cien, y aún así hubiese sido complicado por las omisiones que me habría visto obligado a hacer. Sin embargo, por razones de logística no podían ser tantas, así que al final me he decidido por incluir veinte películas que me han dejado positivamente impresionado en esta década que termina, y que definitivamente recomiendo con los ojos cerrados. Por supuesto, soy perfectamente consciente de mi subjetividad, así como del hecho innegable de que hay muchas grandes obras que me he dejado por fuera, pero como esta lista en ningún momento pretende ser un ránking sino simplemente una muestra muy parcial de preferencias personales, creo que ninguno de vosotros tendrá inconveniente alguno en completar el listado añadiendo sus aportes en la sección de comentarios, aparte claro está de compartir vuestras impresiones sobre aquellas que sí se han incluído.
Y bueno, como siempre tiene que haber algún criterio de selección, tengo que confesar una limitación que tiene la lista y que, por otro lado, fue necesaria para llevar a cabo mi propósito, y es que automáticamente descarté para el listado de recomendaciones aquellas películas que no se hubieran realizado para cine, es decir, telefilmes y películas hechas para el mercado directo-a-DVD (que, ojo, no es lo mismo que simplemente no haber encontrado distribución). Espero que sepáis perdonar dicha omisión y que, en el caso de que no hayáis visto alguno de los títulos que propongo a continuación, os animéis a echarles un vistazo.
Y ahora, sin más preámbulos, aquí van las veinte prematuras recomendaciones de esta década. Prematuras porque, evidentemente, todavía no hay la suficiente distancia generacional que nos permita ver si estas películas serán o no recordadas en un futuro.
La sombra del vampiro (E. Elias Merhige, 2000)
Empezamos nuestra recapitulación de esta década con la cinta de E. Elias Merhige La sombra del vampiro, una película que en clave de comedia negra utiliza la historia del rodaje de Nosferatu para tejer no sólo un cuento de vampiros real y a la vez ficticio, sino también una reflexión estética sobre el cine y la capacidad del hombre para destruir aquello que ama. Es, por encima de todas las cosas, una película de terror acerca de las películas de terror, y sobre todo, un trabajo muy inteligente en el que destaca la actuación de Willem Dafoe como el misterioso vampiro Max Shreck, convertido en actor para mantener una doble farsa.
Ginger Snaps (John Fawcett, 2000)
Reconociendo abiertamente que el número de grandes películas sobre el tema de la licantropía no es lo que se dice muy impresionante, es agradable encontrarse con una cinta como Ginger Snaps que le haga a uno recapacitar. Esta curiosa película canadiense de abierto espíritu indie es también un buen ejemplo de aquellas historias que utilizan las formas del cine de terror para contar lo que en el fondo es una parábola del angst adolescente de toda la vida. No exageramos desde aquí cuando decimos que está entre las mejores películas de hombres-lobo de los últimos veinte años, y que este cuento de góticas de suburbio merece sin duda el culto que ostenta.
Frailty (Bill Paxton, 2001)
Debut como director de uno de los actores secundarios más versátiles del cine comercial, Bill Paxton, Frailty, conocida en España como Escalofrío, es también una gran película acerca del fanatismo religioso dotada de una atmósfera de aislamiento impagable gracias a su ambientación en la América rural de los años setenta. Las connotaciones morales que deja su desenlace están abiertas a debate, pero aún así, difícilmente encontraremos una película de terror americana de los últimos años que ofrezca tantos detalles diferentes con cada revisión, especialmente en lo que se refiere a la iconografía del cristianismo protestante. Es, además, una vuelta de tuerca a la ya conocida historia de crecimiento juvenil, mostrada a través del horror de un niño que ve como su adorado padre se convierte en un monstruo ante sus propios ojos.
Kairo (Kiyoshi Kurosawa, 2001)
Uno de los primeros grandes autores en la ola de producciones asiáticas de terror que llegaron a principios de la década fue Kiyoshi Kurosawa, quien nos dio en Kairo (conocida también como Pulse) una de sus mejores películas y también una de las historias que mejor combinan el cine de terror con la a veces inquietante simbiosis que se da entre el hombre y la tecnología. Sin embargo, esta película, por más que su remake americano se haya empeñado en negarlo, es más que simplemente un cuento de fantasmas que salen de Internet; es en realidad una historia sobre la soledad en un mundo en el que los avances tecnológicos permiten a la gente conectarse unos con otro pero nunca llegar a unirse. Aparte de eso es realmente terrorífica, pero eso es algo que tendréis que comprobar vosotros.
Dark Water (Hideo Nakata, 2002)
Los que leen esta página ya saben que aquí consideramos Dark Water como la mejor película de su director, el japonés Hideo Nakata. Basada en el cuento Agua flotante, del también nipón Koji Suzuki, representa asimismo una de las cimas del fantaterror japonés de los últimos años, así como una sólida metáfora sobre el abandono que en muy pocas ocasiones se rinde ante la facilidad del impacto. Por supuesto, contó con un remake americano de trama muy similar que terminaba por rendirse a la tentación de lo explícito, pero bajo cualquier parámetro crítico es el original el que se hace necesario revisar.
May (Lucky McKee, 2002)
Probablemente uno de los ejemplares más raros de esta lista, May, de Lucky McKee, es una película que no se parece a ninguna otra, y a la que hay que acercarse con cautela. Deudora también de ese estilo indie de varios directores en sus primeros trabajos, está construída también sobre la actuación de Angela Bettis como el personaje principal, una chica retraída y tímida que sólo desea que la quieran y que termina dando rienda suelta a una psique reprimida y castigada que le empuja a crearse la persona ideal a partir de varios candidatos no tan ideales.
The Ring (Gore Verbinski, 2002)
La primera de una serie casi interminable de remakes occidentales de grandes éxitos del fantaterror asiático, y también el único de ellos que se ha hecho realmente bien. The Ring es también una película de terror muy influyente para esta década que ha sido imitada en incontables ocasiones, aunque nunca con la efectividad que Gore Verbinski imprimió a este su tercer largometraje. De todas las adaptaciones que se han hecho del terror asiático, es también la única que ha sabido reconvertirlo correctamente al insertar la esencia del relato original en una mitología propiamente americana que tiene su origen en Lovecraft y los caseríos de Nueva Inglaterra.
Ju-On: The Grudge (Takashi Shimizu, 2003)
Si Kairo representa la cima del terror japonés cerebral y hacía ostentación de segundas lecturas muy evidentes, Ju-On: The Grudge, de Takashi Shimizu, es el novamás en cuanto a cine de miedo directo y emotivo destinado a estimular nuestro lado más irracional. De hecho, el argumento aquí es lo de menos, ya que a través de una historia segmentada Shimizu nos lleva a donde quiere por medio de poderosas imágenes y momentos que se quedan en nuestra cabeza mucho después de terminada la película. La cinta es en realidad una versión para cine de un telefilme de tres años antes, y ha sufrido numerosas reinvenciones y secuelas a lo largo de los años, pero de todas sus encarnaciones, es esta sin duda la mejor y la que más hay que tener en cuenta.
El amanecer de los muertos (Zack Snyder, 2004)
La prueba de que un remake se puede hacer bien. El entonces desconocido Zack Snyder se echa al hombro un guión de James Gunn, uno de los jóvenes valores de Troma, para sacar adelante la nueva versión de uno de los trabajos más conocidos de George Romero. El resultado, sin embargo, está muy lejos de las fantasías charcuteras de la antes mencionada productora. El amanecer de los muertos es, de hecho, una reinvención del original en clave de película de acción, abandonando el contenido metafórico de la del 78 pero al mismo tiempo aumentando las dosis de adrenalina y dándonos zombis rápidos y voraces enfrentándose a un mayor número de personajes. Snyder jamás ha vuelto a hacer nada tan destacable, y a pesar de que el original es considerado todavía un clásico, este remake se alza como una de las mejores películas de muertos vivientes de esta década.
Shaun of the Dead (Edgar Wright, 2004)
Creo que no hay nada que pueda yo decir sobre Shaun of the Dead que no se haya dicho ya mil veces. Este es uno de esos títulos que no faltarían en esta lista ni siquiera si esta fuese un número más pequeño. Comedia romántica con zombis, es también uno de los hitos del humor británico de los últimos años y la mejor muestra de cómo una película puede parodiar un género específico y al mismo tiempo hacer de su burla una declaración de amor a este. Indispensable.
The Descent (Neil Marshall, 2005)
Tras el éxito alcanzado con sus licántropos vs soldados, el británico Neil Marshall nos trajo este survival horror claustrofóbico en el que un grupo de mujeres espeleólogas se enfrentan a terribles criaturas en la oscuridad de una caverna desconocida. Tras usar gran parte del metraje para la presentación de sus personajes, Marshall se rinde felizmente al lado explotativo de su historia convirtiendo la película en una cinta de monstruos contra una fiera cave woman salida del infierno, con el correspondiente beneplácito de su público.
Los renegados del Diablo (Rob Zombie, 2005)
Si hay un director que deba ser destacado como una de las voces más interesantes del género de horror de esta década es sin duda Rob Zombie, quien poco a poco ha ido consiguiendo como cineasta un reconocimiento más allá de su conocida carrera como cantante. Una de las reglas que me impuse a la hora de elaborar esta lista fue la de no incluir más de una película de un mismo director, pero no tengo duda de que el caso de Rob Zombie bien podría haber sido una excepción. Los renegados del Diablo es, como ya todos saben, una secuela de su ópera prima, La casa de los 1000 cadáveres, a la que supera con creces. Toda la obra de Zombie, sin embargo, incluyendo sus dos entregas de Halloween, destila un auténtico gusto por el género que toca y un conocimiento profundo de sus influencias de los setenta, más allá de la banal referencialidad de muchos de sus contemporáneos.
Hostel (Eli Roth, 2005)
Otro director al que no se le puede quitar el ojo de encima es Eli Roth, cuya película Hostel no sólo ha sido una de las más influyentes en gran parte del cine de terror de esta década sino que además constituye un ejemplo perfecto de esta temática de miedo a lo(s) desconocido(s) que ha mostrado gran parte de la producción de este género en los últimos años. Todo esto, además, sin renunciar a un humor bastante macabro en determinadas ocasiones. Su secuela también es digna de mencionarse, pero no se puede apreciar correctamente sin haber catado antes esta primera versión.
Las colinas tienen ojos (Alexandre Aja, 2006)
Parida por el más exitoso (comercialmente hablando) de los nuevos directores de terror franceses, este remake de la película de Wes Craven demuestra cómo versionar un clásico con calidad: partir de la misma historia básica para luego subir las apuestas, detectando aquello que la original quería decir y llevándolo aún más allá. Comentarios sociológicos aparte, Las colinas tienen ojos de Alexandre Aja es una monster movie post-nuclear que, salvando sus truculencias gráficas, calza perfectamente con el imaginario de criaturas horrendas paridas de la imaginación humana tras la experiencia atómica.
À l'intériur (Julien Maury y Alexandre Bustillo, 2007)
De todas las recientes entradas del terror francés a nuestras carteleras, À l'intériur es no sólo la más salvaje de todas sino también aquella que mejor combina los elementos que conforman esta relativamente reciente obsesión de los galos con lo extremo. En el caso de esta película en particular habría que hablar de videotecas más que de carteleras, ya que tanto esta como otros ejemplos casi tan bestias han sido sistemáticamente ignoradas a la hora de obtener una distribución comercial. Aún así, el boca oreja ha sido suficiente para difundir la noticia de una de las cintas más crueles que nos han llegado últimamente, y que con todo y eso no renuncia a un humor negro casi tan despiadado como los litros y litros de sangre falsa que ostenta.
REC (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007)
Película importante no sólo en cuanto al regreso del cine de terror visceral e irreflexivo (en el buen sentido de la palabra) sino también en cuanto al espaldarazo que dio a la industria del horror cinematográfico español, que obtuvo con esta cinta de Balagueró y Plaza uno de sus mayores éxitos comerciales en los últimos años. De todos los intentos españoles por adentrarse en el género, es también probablemente el que mayores posibilidades tenga actualmente a nivel de franquicia, tal como han demostrado su remake americano y su secuela española, con una posible tercera parte que por supuesto estaremos esperando.
La niebla (Frank Darabont, 2007)
Regreso por partida doble: Frank Darabont y Stephen King vuelven y lo hacen por primera vez con un largometraje de terror que reconoce su deuda no sólo con el cine de monstruos de antaño sino también con las crueles ironías de The Twilight Zone. La niebla es también una de las mejores adaptaciones que se han hecho últimamente de la obra de Stephen King, al menos en lo que a su vertiente fantaterrorífica se refiere, algo que no es poca cosa en estos tiempos en los que, sobre todo gracias a inofensivos telefilmes, muchos parecían dispuestos a descartar la obra de este inmesurable escritor como inequívoca fuente de pesadillas cinematográficas.
Deadgirl (Marcel Sarmiento y Gari Hadel, 2008)
En Deadgirl, la línea entre la auténtica transgresión temática y la burda explotación está más difusa que nunca, pero difícilmente esta historia acerca de miserias juveniles podría haberse llevado a cabo de otra forma. La crueldad de sus imágenes, así como la osadía de su tratamiento del tema zombi mezclado con la cosificación de las mujeres me hacen perdonarle algunas carencias comprensibles, sobre todo, por su condición de terror indie (incluyendo un abuso de los fundidos a negro entre escenas). Destinada sobre todo a aquellos que piensan que el cine de muertos vivientes ya ha agotado todas sus posibilidades y no da más de sí.
Déjame entrar (Thomas Alfredson, 2008)
En la película sueca de vampiros Déjame entrar está contenido el que sin duda es uno de los mayores concensos de los fanáticos del horror. La buena opinión acerca de esta película ha sido casi unánime, y por una vez y sin que sirva de precedente, dicha opinión general está más que justificada. La verdad es que resulta difícil no encontrar elementos valiosos en ella incluso para los que no son seguidores del género. Simultáneamente una historia del primer amor, de la madurez y de la amistad entre un niño perturbado y una vampira solitaria, esta cinta está basada en una novela homónima del escritor sueco John Ajvide Lindqvist, la cual es mucho más explícita en cuanto a sus elementos terroríficos, pero con todo y eso ambos, libro y película, son absolutamente recomendables.
Trick 'r Treat (Michael Dougherty, 2008)
Y ya para terminar cierro con una de las mayores sorpresas de los últimos años. Otra película que se granjeó una gran popularidad a pesar de su maltrato por parte de las distribuidoras fue Trick 'r Treat, opera prima de Michael Dougherty y una de las mejores cintas de antología que nos podemos echar a la cara, recuperando no sólo el espíritu de ejemplos anteriores como Creepshow sino encima dotando a dicho formato narrativo de nuevos vericuetos formales a la vez que reinvindica el espíritu lúdico de Halloween. Nuevo clásico obligatorio para futuros maratones de horror de la Noche de Brujas, es en muchos sentidos el equivalente para estas fiestas de lo que representa Canción de Navidad para la época decembrina. ¿Y he mencionado ya que sale Anna Paquin? Realmente no se puede pedir nada más.

sábado, diciembre 26, 2009

Brevísimo ránking de horror del 2009

Llega nuevamente ese ansiado momento del año en el que mirar atrás se hace obligatorio para ofrecer aquí nuestro ya acostumbrado podio con lo mejor del año en cuanto a cine de terror estrenado en la cartelera comercial española. Este año la elección la he tenido bastante difícil, en primer lugar porque me he visto obligado en cierta forma a reconsiderar mi postura ante alguna de las películas que vamos a mencionar hoy, y en segundo lugar (y esto sí que duele) porque nuestro listado de estrenos está incompleto: este año, por motivos geográficos y de distribución, me he perdido tres estrenos españoles a los que tenía muchas ganas y que, sospecho, hubiesen sido contendores de este trío de películas que destacamos hoy. Esos estrenos fueron No-Do, de Elio Quiroga, REC 2, de Jaume Balagueró y Paco Plaza, y The Box, de Richard Kelly. Prometo intentar verlas lo antes posible, así que consideren este podio de hoy como provisional. Dicho esto, pongámonos manos a la obra.
POSICIÓN No. 3
Si bien en un principio no me convenció mucho, la verdad es que Drag Me to Hell (reseña aquí) ha terminado por convertirse en una de las cintas de terror más sinceras de un año dado por lo general a reinvenciones. Puede que no sea el regreso de Sam Raimi al estilo que lo hizo grande como director, pero sí que es el regreso de un estilo de cine de terror que muchos creíamos ya perdido, además de un tributo más que evidente hacia la variante pulp de dicho género que tiene sus bases en fábulas moralistas muy básicas de las cuales sigue siendo Cuentos de la cripta el principal exponente. Aunque el horror y la comedia no están tan bien equilibrados como en otras películas similares, Drag Me to Hell es una de esas que mejora con visionados posteriores.
POSICIÓN No. 2
En la segunda posición de este podio encontramos el último trabajo del siempre controversial pero también siempre interesante Lars Von Trier. Cosa habitual en su filmografía, Anticristo (reseña aquí) ha dividido al público y a la crítica en posiciones irreconciliables. Desde aquí alabamos sin pestañear una de las películas más emocionalmente brutales de los últimos años, y una que, al mismo tiempo, lleva el cine de su director lejos del estilo feísta que caracterizaba gran parte de su obra. Mención especial para la protagonista Charlotte Gainsbourg, convertida aquí en un monstruo tanto en su personaje como en calidad de actriz. La polémica acerca de su discurso presuntamente misógino habremos de dejarla para otra ocasión ya que no sería correcto emplearlo como argumento contra las virtudes de una película imperdible ante la cual no se puede sentir indiferencia.
POSICIÓN No. 1
Y bueno, esto estaba cantado desde el principio. Aquellos con memoria recordarán que Déjame entrar (reseña aquí), película sueca de vampiros originalmente estrenada en su país durante el 2008, llegó a España con un ligero retraso (nada menos que el pasado mes de abril, toma ya). Hablar de lo que hace interesante y única a esta película sería redundante; mejor pasaros por la reseña correspondiente. En caso de que estéis entre los pocos que no la hayan visto ya y que por lo tanto no hayáis tenido contacto con una de las historias de amor más perturbadoras pero a la vez más hermosas de los últimos años, estáis tardando ya bastante. Hacedlo sobre todo antes de que el inevitable remake americano, ante el cual ya no sé que esperar, haga su llegada a las carteleras.

MENCIÓN ESPECIAL
Déjame entrar ha sido también la película seleccionada por los lectores de Horas de oscuridad como lo mejor que nos ha dado este año, cosa que no sorprende debido al enorme concenso que hay en cuanto a las virtudes de la cinta de Thomas Alfredson. Ha sido, de hecho, la única capaz de imponerse al regreso de Sam Raimi. Otra razón más para que aquellos que no la hayan visto solucionen dicha carencia cuanto antes. Por cierto, creo que me he quedado un poco corto al seleccionar las opciones para votar en dicha encuesta, así que el año que viene quizás haya que ser un tanto más generosos.



Este ha sido finalmente el podio con las que considero, personalmente, las tres mejores del año. También en el 2009 hemos tenido otros estrenos destacables como La huérfana, Zombieland, o el gran éxito taquillero del año, Paranormal Activity. Aparte hemos tenido algunas películas vapuleadas que creo se merecían un mejor trato, como es el caso de Destino final 4 o incluso Jennifer's Body. Tristemente, el 2009 también trajo excelentes películas que por desgracia no encontraron distribución comercial en España, como Thirst o Halloween 2 de Rob Zombie.
Ahora, ya para terminar, anuncio que, a diferencia de entregas anteriores de este podio, este no será el último post del año. En pocos días cerraremos el 2009 con una lista de lo que aquí en Horas de oscuridad consideramos lo más destacable del género de horror en la primera década del siglo XXI. Estar pendientes, porque espero que ese día los aportes y comentarios que podáis añadir a la lista ayuden a componer una guía considerable para esta década que (ahora sí) llega a su fin.

miércoles, diciembre 23, 2009

Encuesta: ¿Cuál ha sido tu película de terror favorita del 2009?

Como se acerca el final del año y con él el momento de decidir qué es lo mejor que nos ha dado la cartelera española en cuanto a cine de terror, he decidido aprovechar la ocasión para probar algo nuevo; aparte del ya habitual podio con los tres estrenos que más han impresionado a un servidor, he realizado esta pequeña encuesta para que podáis escoger vuestra película favorita del 2009. Por cuestiones cabalísticas he seleccionado diez pero dejo evidentemente la puerta abierta a que nombren cualquier otra que no aparezca representada gráficamente, siempre y cuando haya tenido estreno comercial durante este año. La encuesta permite escoger tres opciones, y juro sobre los huesos de mis antepasados que yo me abstendré de participar (de todas formas ya sabréis mi podio particular cuando llegue el momento).
En el caso de que quien lea estas líneas viva fuera de España y por lo tanto pase completamente del tema de fechas de cartelera, votad también, no faltaba más. El motivo de la limitación geográfica no es el otro que el de dar algún tipo de estructura a todo el asunto, ya que en muchas ocasiones, una película estrenada a finales de año en su país de origen se estrena aquí a principios del siguiente. Así no nos hacemos un lío.
Daos prisa que esta encuesta sólo permanecerá activa hasta el día 26 de diciembre. Pasado ese tiempo se cerrará y el resultado aparecerá como una mención especial en el podio de toda la vida. En el caso de que queráis agregar alguna que no aparezca en el listado, podéis escribir el título en la sección de comentarios.

lunes, diciembre 21, 2009

Reseña: May (2002)

May (2002), primer largometraje para cine del ya conocido por todos Lucky McKee, es una de esas películas que todos adoramos descubrir. Es también una película de terror que, si bien mantiene visibles sus influencias, no se parece a ninguna otra. Finalmente, representa también un gran salto cualitativo tanto para su director como para su protagonista, Angela Bettis, quien ya había sido vista en varias películas mainstream pero sólo obtuvo realmente notoriedad tras su trabajo en esta película, sin duda una de sus mejores actuaciones.

El argumento del que parte es ya arquetípico en el cine de terror, especialmente tras Carrie (1976). La protagonista, May, es una joven asistente de veterinaria sumamente retraída por su complejo de patito feo y un ojo vago que da a su rostro sin gafas una asimetría bastante perturbadora. La película nos da poca información sobre la niñez de la protagonista, pero la que nos da es más que suficiente para señalar como una de las causas de su timidez a la influencia de su cursi madre, que regala a la joven una muñeca encerrada en una caja de cristal, a la que May definirá como su inaccesible e intocable mejor amiga. Esta muñeca cumple además una función metafórica acerca de la psique de la propia May apreciable en la manera como el cristal que la protege se va resquebrajando poco a poco a lo largo de la película. La muñeca, la caja que se rompe, la afición de su dueña por la costura y otros detalles refuerzan a lo largo de la película una obsesión con la idea del ser incompleto, hecho que se manifiesta a través de elementos simbólicos como el perro al que le falta una pata o el grupo de niños ciegos, así como (evidentemente) el ojo defectuoso del personaje principal. Esto lleva a la chica a manifestar una fuerte obsesión por las partes, segmentando mentalmente a los seres humanos que la rodean al basar su empatía hacia ellos en partes específicas de sus cuerpos (las manos de uno, los brazos de otro, el cuello de otra).

El desencadenante del conflicto en este caso es el amor; May sólo desea que alguien la quiera, y para ello se deja llevar por situaciones que inevitablemente llevan a la decepción, ya sea dejándose entusiasmar por el chico del que se enamora (parco pero funcional Jeremy Sisto) como permitiéndose ser seducida por su desequilibrada compañera de trabajo (una muy sobresaliente Anna Faris, actriz principalmente conocida por ser la protagonista de saga de Scary Movie y que a mí personalmente me encanta).

La tensión entre todos estos personajes va creciendo constantemente hasta desembocar en un increíble final en el que asistimos a la transformación de May así como a la exteriorización de su perturbada psique, volviendo una vez más al arquetipo de su muñeca prisionera, así como una recreación nada sutil de la figura cultural del monstruo de Frankenstein, a la que la película hace varias referencias a lo largo de su metraje. Todo esto manejado con muy buen pulso por parte de McKee, que reserva todo el impacto y la truculencia para el final pero cuya principal virtud está en la de hacer que el público termine tomándole cariño a May y a realmente sufrir con ella. Todo esto, claro está, no sería posible sin el trabajo de Angela Bettis en el personaje, perfecta mezcla de fragilidad y rareza que sin embargo no desentona con un desenlace particularmente violento que culmina en una imagen final francamente desconcertante pero también inmejorable.

Aunque no sea una película para todos los gustos, lo cierto es que May sí es una de las apuestas más originales que nos ha llegado de esta reciente camada de directores de cine de terror de espíritu indie. Los siguientes trabajos de Lucky McKee, El bosque maldito (2006) y Red (2008), no han tenido tanta repercusión, lo que ha devuelto al director de momento al mundo del cortometraje. Sin embargo, siempre es bueno volver a su primer largo para entender por qué sigue siendo uno de esos nuevos valores de los cuales podemos esperar mucho más en un futuro no muy lejano.

sábado, diciembre 19, 2009

Reseña: El día de los muertos (2008)

Anunciado como el inevitable remake de la cinta homónima de George Romero, El día de los muertos (2008) suponía también el regreso al cine de terror del director Steve Miner, auténtico mercenario del género en los ochenta y que llevaba años relegado, con pocas excepciones, al mundo televisivo. Fue también una producción con muchos problemas y retrasos que terminó engavetándose por casi dos años hasta que finalmente fue lanzada al mercado doméstico en el 2008, donde recibió una auténtica lluvia de palos por parte de la crítica.

De sobra está decir que, así como El amanecer de los muertos (2004) no era para nada una secuela de la versión de La noche de los muertos vivientes (1990) de Tom Savini, esta película de la que hablamos hoy no tiene nada que ver con el celebrado remake de Zack Snyder, muy a pesar de que ambas cuentan con el actor Ving Rhames como parte del elenco principal. Sin embargo hay aquí una curiosidad: aquellos con buena memoria recordarán que el personaje de Rhames en El amanecer de los muertos intentaba llegar a una base militar donde supuestamente le esperaba su hermano. Pues bien, esta película está ambientada precisamente en una base militar y Ving Rhames interpreta a un sargento de los duros que bien podría ser el hermano gemelo de aquel poli con malas pulgas. Ignoro si esto se debe a una casualidad o es un guiño intencional, y de todas formas lo cierto es que hablamos de una película muy diferente en la que se cuenta el caos generalizado que ocurre en una base militar y un pequeño pueblo cuando se desata una misteriosa epidemia cuyo origen podría deberse a la inescrupulosa mano del hombre.

Dicho esto y tras haberla visto, tengo que reconocer que no es la peor película de zombis que me he echado a la cara, pero tampoco es nada especial. En realidad no es más que otro ejemplo de la tonelada de productos directo-a-DVD que ciertamente han abundado en los últimos años, y se encuentra en un punto medio; no es tan buena como Resident Evil (2002) pero al menos tampoco es tan terrible como Return of the Living Dead: Necropolis (2005). La comparación con estas dos películas viene muy a cuento porque, al igual que ellas, esta nueva versión de El día de los muertos utiliza una estructura similar a la de un videojuego: un grupo de jóvenes con un variado arsenal de armas de fuego viaja de un punto A a un punto B disparando a todo lo que se ponga en su camino para eventualmente enfrentarse a un monstruo final. El elenco en este sentido no podía ser más genérico, con inclusiones tan disparatadas como Mena Suvari o el rapero Nick Cannon, ninguno de ellos creíble como integrantes del cuerpo de marines y mucho menos como los contricantes de lo que sin duda son unos superzombis; aparte de producirse la infección en segundos, los muertos vivientes de esta película son unos monstruos que no sólo corren sino que encima dan grandes saltos y trepan por las paredes y los techos como si nada.

Llegados a este punto ya habréis podido daros cuenta de lo evidente, y es que esta película en realidad no tiene absolutamente nada que ver con el original de George Romero de 1985. Aparte de un muy superficial guiño al zombi domesticado, las dos películas no podrían ser más diferentes, empezando por el nada disimulado hecho de que esta versión ni siquiera transcurre en un escenario post-apocalíptico. Esta película podría haber escogido llamarse de cualquier otra manera y nadie habría siquiera sospechado que fuese un remake de la cinta de Romero, con lo que quizás habría tenido menos publicidad pero, al mismo tiempo, no habría sido tan despiadadamente criticada. Y eso es precisamente lo que me molesta: al ponerle como título El día de los muertos están echándose encima las inevitables comparaciones con la original, y en ese terreno este remake siempre saldrá perdiendo, ya que incluso considerando mi subjetividad en favor de Steve Miner, ambas películas ni siquiera se puede decir que jueguen en la misma liga.

jueves, diciembre 17, 2009

Reseña: Feast (2005)

Los guionistas Marcus Dunstan y Patrick Melton han tenido la suerte de ver cómo su primera película, Feast (2005), se ha convertido en la más famosa de todas las ganadoras de Project Greenlight, el reality producido entre otros por Matt Damon y Ben Affleck y destinado al descubrimiento de nuevos cineastas. Es una suerte principalmente para nosotros, ya que esta película supera con facilidad las circunstancias meramente anecdóticas de su nacimiento y se convierte en una monster movie en toda regla que reverencia todas y cada una de las constantes de dicho género. Al carecer de cualquier atisbo de originalidad, la cinta parodia y a la vez reinvindica todas aquellas historias de personajes sitiados por una horda de monstruos, enlazando gloriosamente con otras disfrutables muestras similares como Demon Knight (1994) y Abierto hasta el amanecer (1996).

El planteamiento es exactamente el mismo de siempre: un grupo de desconocidos atrincherados en un lugar (en este caso un bar en medio del desierto) plantan cara a un grupo de monstruos con apetencia por la carne humana (para comérsela y, en ocasiones, follársela). El origen de las criaturas, sin embargo, jamás es explicado, no sabemos absolutamente nada de ellas ni de sus costumbres (por ejemplo, la de llevar encima la piel de animales muertos) pero este desconocimiento no daña en nada nuestra apreciación de una película que, además, no tiene ningún inconveniente en reírse abiertamente de sí misma. Este hecho se evidencia en graciosos recursos como el de presentar a cada personaje definiendo su estereotipo y sus esperanzas de vida para luego pervertir esas reglas y jugar con las expectativas del público. Todo esto se ha hecho antes, ciertamente, pero pocas veces con tanta gracia.

Se sabe que, para poder conseguir la calificación R en su país de origen, Feast fue sometida a un número considerable de cortes, pero aún así, sigue siendo más que generosa en violencia y desmembramientos varios, aunque debido al lado evidentemente cómico de la propuesta, dichos momentos gore están presentados en forma de caricatura. Asimismo, la cutrez técnica de los monstruos está resuelta a través del recurso de mostrarlos con poca luz y dotar a sus apariciones de un montaje y juego de cámara frenético que, por desgracia, muchas veces no deja seguir bien la acción. Lo bueno, sin embargo, es que su director, John Gulager, sabe sobreponerse a esto muy bien transmitiendo la amenaza que representan las criaturas e incluso dando a cada personaje un final adecuado que se hace bastante memorable. Estos personajes cumplen perfectamente con sus ya mencionados estereotipos y nos ofrecen la ya acostumbrada galería de tipos duros y chicas guapas como la espectacular Krista Allen, quien comenzó su carrera como actriz en telefilmes eróticos de la saga Emmanuelle a mediados de los noventa y que muestra aquí uno de sus mejores trabajos más allá de sus innegables dotes físicas. Su presencia me hace perdonar detalles menos halagadores como lo poco aprovechado que está Henry Rollins, genial en su papel de gurú motivacional pero que no tiene mucha participación.

El éxito de Feast generaría dos secuelas más que sólo vieron la luz en formato doméstico. Aún no he tenido la oportunidad de verlas pero caerán por aquí sin duda. Esta primera, sin embargo, es absolutamente recomendable no sólo para los que ya son fanáticos de este tipo de películas sino también para todos los escépticos que busquen una gran película de monstruos llena de energía y respeto por sus congéneres.

martes, diciembre 15, 2009

Míticos: Lucio Fulci (1927 - 1996)

Lo primero que tendría que decir de la obra de Fulci es que es tan extensa que se hace inabarcable. De hecho, todavía me falta gran parte de su filmografía por revisar, por lo que este breve recuento, que obviamente jamás podrá hacerle justicia, sólo incluye algunas de sus obras más conocidas. Caracterizado por su ritmo de trabajo demencial y por su truculencia en cuanto a imágenes, la idea que muchas veces se quiere dar de Fulci se reduce a la de un virtuoso del gore, lo cual en mi opinión es una idea bastante simplista para un hombre que incluso en sus trabajos de encargo hacía sobresalir su visión y sus ideas particulares sobre lo que debía ser el cine. Fulci tiene además la particularidad de haber llegado en una época en la que otros autores italianos del género de horror se hacían visibles para el público mundial, pero su estilo no se parece al de ningún otro, y aunque lo prolífico de su obra le convirtió en un autor en ocasiones un tanto irregular, sus aciertos son sin duda mayoritarios, e incluso sus relativos fracasos guardan momentos muy interesantes.
Todo esto hace que incluso en el confuso panorama del horror italiano, su estilo sea bastante reconocible debido a ciertos elementos que se repiten: sus influencias literarias, su deuda confesa con los surrealistas, su obsesión estética con los ojos (imagen recurrente en casi todas sus películas) y su relación de amor/odio con el catolicismo son constantes a lo largo de su muy prolífica carrera. A pesar de estar presente en el mundo del cine ya desde los años cincuenta y haber trabajado prácticamente todos los géneros, no fue sino hasta finales de los sesenta cuando comenzó a tener cierta notoriedad gracias a su entrada en el Giallo (palabra que en italiano define el género policial o lo que se conoce en inglés como crime thriller) gracias a la película Una historia perversa (1969), a la que siguieron algunos de sus más famosos éxitos "tempranos" como Una lagartija con piel de mujer (1971) y Angustia de silencio (1972), para las cuales, por cierto, son mucho más divertidos los títulos originales.
Sin embargo, y a pesar de todo esto, fue en el género de terror donde cosechó sus mayores éxitos y donde adquirió fama internacional, comenzando con su primer trabajo para dicho género, la producción de Fabrizio de Angelis Nueva York bajo el terror de los zombis (1979), que en italiano se conoce como Zombi 2 y que es, lo sabemos todos ya, una secuela bastarda de El amanecer de los muertos (1978), conocida como Zombi en gran parte de Europa. En un caso que sólo se puede calificar de justicia poética, la fama de la película de Fulci (que muy poco tiene que ver con la de Romero, valga decir) fue tal que originó su propia ristra de secuelas falsas por parte de otros directores italianos de menor ralea.
De hecho el auge de Fulci coincide con la época en la que el cine de terror italiano está en uno de sus mejores momentos, gracias a la obra de varios de sus contemporáneos como Dario Argento y que se extendería hasta autores más jóvenes como Lamberto Bava y Michele Soavi. Nuestro director de hoy alcanzaría de todas formas su cima de popularidad a principios de los ochenta, una de sus épocas más frenéticas en cuanto a ritmo de producción y donde también encontramos algunas de sus piezas más celebradas. Quizás su punto más alto esté en su ya famosa trilogía de las "Puertas del Infierno", tres películas unidas entre sí por una misma temática: Miedo en la ciudad de los muertos vivientes (1980), El más allá (1981) y Aquella casa al lado del cementerio (1981) son referenciadas a menudo como sus mejores películas, especialmente la segunda, considerada por muchos su obra maestra. Estas tres cintas son también en ocasiones mencionadas principalmente como piezas de regodeo gore, aunque en realidad esconden sus ya habituales comentarios sobre los temas que le interesaban, especialmente el del imaginario religioso y una inspiración lovecraftiana que se hacía más evidente con cada trabajo.
Otras películas de Fulci durante los ochenta tocarían temas de éxitos pasados y profundizarían en su estilo. De esta época son cintas como El destripador de Nueva York (1982) o Los fantasmas de Sodoma (1987), a la cual no puedo dejar de ver como una parodia en clave de horror de la famosa película Saló (1975) de Passolini. Al año siguiente Fulci rodaría Zombi 3 (1988), la única secuela que llegó a hacer de su propia obra, aunque debido a problemas de salud no pudo terminar el rodaje, que pasó a las manos de Bruno Mattei y del guionista Claudio Fragasso, dos de los más fieros explotadores de la serie B italiana de quienes hablaremos en otro momento.
A medida que pasaban los años, las películas de Lucio Fulci fueron aficándose más en la idea de conseguir un estilo surrealista que estuviese por encima del argumento. Una prueba más del genio del director es que sus últimas películas se dedican a parodiar su propia condición de maestro del terror en cintas como La sombra de Lester (1988), Demonia (1990) y, sobre todo, Un gato en el cerebro (1990), donde incluso llega a reproducir imágenes de sus películas más conocidas. Esta última etapa y su frenético ritmo de trabajo, sumados a la diabetes que padecía desde hacía años, desgastaron considerablemente su físico, hasta que finalmente murió en Roma en el año 1996, dejándonos un catálogo de grandes obras que se encuentran entre lo mejor del género de horror, tanto de Italia como del mundo en general.

domingo, diciembre 13, 2009

Reseña: Frailty (2001)

En la opinión de un servidor, en Frailty (2001), película que en España se tituló Escalofrío, encontramos uno de los más interesantes ejemplos de terror de esta década que está por terminar, uno que, si bien todavía está por obtener el reconocimiento que se merece, cuenta con un significativo seguimiento entre los interesados en aquello que se denomina como "gótico americano". Supuso también el debut como director de Bill Paxton (quien, según dicen, tomó las riendas del proyecto principalmente para salvaguardar la integridad del guión), quien también tiene uno de los papeles principales en esta historia del guionista Brent Hanley. La película, contada como un thriller desde la perspectiva de los asesinos, gira en torno al tema del fanatismo religioso, pero lo hace tomando un matiz puramente protestante y americano, una historia de hombres sencillos tocados por "Dios" cuya misión destruye la vida de lo que había sido hasta entonces una sólida estructura familar.

El argumento está narrado a través de varios flashbacks que conforman la historia que Fenton Meiks cuenta a un agente federal y en la que revela cómo años atrás, siendo todavía un niño, vio a su padre convertirse en un asesino en serie que afirmaba actuar bajo los designios de Dios, embarcado en la tarea de matar demonios disfrazados de seres humanos, preparando así la gran batalla del Fin del Mundo. Son estos flashbacks lo mejor sin duda de toda la película, ya que recrean una atmósfera muy bien conseguida en la que la ambientación espacio-temporal (Texas de finales de los setenta) es clave a la hora de conseguir ese tono de predicadores del desierto. Tanto Hanley como Paxton toman la sabia decisión de dejar ciertos detalles en el aire que aportan peso al misterio de la trama, tales como el significado de la palabra "OTIS" escrita en el mango del hacha o la definición misma de "demonio". El ambiente conseguido en esta historia está perfectamente llevado, no sólo gracias al guión sino también a la destacable fotografía del ya veterano Bill Butler.

Gran parte de la atmósfera también se mantiene gracias a la actuación del propio Bill Paxton, un actor que ha demostrado con los años ser bastante versátil y dominar una gran cantidad de registros que por desgracia no siempre se le reconocen. Su papel en esta película como el anónimo padre de la familia Meiks sorprende por cómo contrasta su rol de asesino con la apariencia frágil y carismática que transmite. El suyo es un personaje que desconcierta al público, y la relación con sus dos hijos (especialmente Matt O'Leary como el joven Fenton) es bastante creíble, lo que hace aún más dramático el irracional giro que toman sus vidas. Sin embargo, considero que lo más interesante de Frailty reside en la manera tan peculiar que tiene de tocar un tema como el fanatismo religioso apocalíptico (de nuevo, una obsesión muy marcada en ciertas ramas del cristianismo protestante) manipulando al público al hacerle dudar hasta qué punto las acciones de los personajes son producto de la locura. Cualquier otra película habría dejado clara su posición frente a estos hechos desde el principio, pero esta no, y es en ese terreno ambiguo donde mejor se palpa el clima de terror que domina la cinta de Paxton.

Como gran parte del cine de terror de nuestra época, Frailty guarda una sorpresa en su desenlace que, en este caso, consta de dos revelaciones. No diré aquí cuales son, obviamente, aunque sí confieso que una de ellas no me termina de gustar, principalmente porque es un recurso narrativo que por lo general no me convence mucho, pero es fácil pasarlo por alto ante las innegables bondades de una película que gana con cada visionado y que, sobre todo, ofrece un discurso sobre la locura religiosa desprovisto casi por completo de lugares comunes. En total es una cinta que simplemente merece ser vista y atesorada.

viernes, diciembre 11, 2009

Reseña: Martyrs (2008)

A pesar de que no contó con distribución comercial en España, Martyrs (2008) alcanzó en su momento una gran notoriedad gracias a su presencia en festivales internacionales, adquiriendo la fama de ser una película muy intensa que, al mismo tiempo, se encuentra entre las más recientes cintas destacables de esta nueva ola de terror francés de hace unos años. Debido a su ausencia de la cartelera mainstream sólo he podido llegar a verla mucho después, y sí es cierto que gran parte de su reputación está justificada, aunque no por las razones que normalmente se esgrimen: el reciente cine de miedo galo nos ha dado películas mucho más sangrientas que esta, pero lo que hace que Martyrs sea una película difícil está en el hecho de que es particularmente cruel para con sus personajes, aparte de ostentar un tratamiento de la violencia espantosamente frío, distante y nihilista, tras cuyo visionado uno queda peor.

El director y guionista Pascal Laugier no es para nosotros un nombre nuevo, ya que cuatro años antes nos trajo El internado (2004), la cual sí tuvo un pase comercial en España del cual, por desgracia, se habló poco, aunque ya en dicha película se anticipaban varios de los trucos formales de Martyrs. En cuestión de tono, ambas películas son muy diferentes: mientras que en su cinta anterior Laugier apostaba por sugerir mucho y mostrar poco, en esta ocasión no se corta a la hora de mostrar violencia en pantalla. Las semejanzas, sin embargo, residen en la manera como el director consigue (muy eficazmente, debo decir) sorprender al espectador llevando el argumento por caminos insospechados. Es así como Martyrs parece en un principio ser poco más que una historia de venganza con trasfondo sobrenatural, hasta que un descubrimiento azaroso por parte de una de las protagonistas imprime un marcado giro temático a la película y la convierte en algo completamente distinto.

De esta forma, lo que en un principio parecía ser la búsqueda de venganza de una joven mujer contra aquellos que la torturaron salvajemente siendo apenas una niña, se convierte de repente en una historia en la que la exposición contínua de torturas y terror físico se pone al servicio de un discurso sobre la obsesión religiosa (específicamente católica) con la supuesta virtud del sufrimiento, algo que ya se sugiere en el título pero que no se manifiesta plenamente hasta ya casi el final de la película. Es precisamente la última media hora aquella a la que se refieren los que mencionan la tan discutida dureza de la puesta de escena de Pascal Laugier. La verdad es que dicha macro-secuencia es bastante impactante no por aquello que muestra (superado muchas veces en cuanto a impacto) sino por el hecho de que es una tortura basada en la constante repetición y está mostrada en un tono, de nuevo, bastante frío e impersonal, una forma de crueldad desprovista de toda ironía que adentra la cinta en los terrenos de la explotación.

A diferencia de lo ocurrido con el resto de sus compatriotas, ha sido este y no su primer largometraje el que ha dado a Pascal Laugier su sitio en la reciente hornada de cine de terror venido de Francia. Personalmente, aunque prefiero ejemplos más ingeniosos, Martyrs es una película que vale la pena revisar por lo menos una vez. Su efecto desmoralizante, por otro lado, parece ser la norma en gran parte de la producción terrorífica más reciente, pero no me cabe duda de que está muy bien llevada a cabo en esta ocasión. Es mejor acercarse a ella sin saber exactamente qué esperar, y sobre todo sin dejarse llevar por el fenómeno publicitario. Sí, es una película violenta, pero en esencia la mayor parte de dicha violencia es emocional. Eso es finalmente lo que la diferencia de otros muchos ejemplos de cine de torturas con los que erróneamente se le compara.

miércoles, diciembre 09, 2009

Reseña: El diario de los muertos (2007)

Quinta película de muertos vivientes rodada por George Romero, El diario de los muertos (2007) supuso un cambio considerable en la manera como tenía el director de contar este tipo de historias, e incluso un adelanto de esa breve moda de películas de terror con estética documental. En su momento no fue muy bien recibida, en parte porque muchos (incluyéndome) esperaban que Romero continuara con la evolución post-apocalíptica de La tierra de los muertos (2005). En vez de eso, el ya veterano director decide volver a sus inicios y contar de nuevo el despertar de la epidemia, esta vez en la época actual y desde la perspectiva de un grupo de jóvenes que preparan un improvisado documental acerca del fin del mundo. La película de hecho está construída como si fuese dicho documental, titulado La muerte de la muerte, y no se limita a presentar el material rodado sino encima editado, pulido, con música incidental (para meter miedo) y la voz en off de uno de los personajes. Es una cinta muy diferente a lo que Romero nos tiene acostumbrados, y recuerdo que cuando la vi por primera vez la odié, pero tras verla nuevamente considero que es mucho más interesante de lo que creía, y que sus fallos se deben principalmente a las concesiones hechas de cara a las expectativas del público que deseaba otra cinta de zombis como las anteriores.

Existen grandes momentos como el inicio y el final de la película en la que Romero nos remite a su tratamiento apocalíptico de historias anteriores, así como una ingeniosa (a pesar de evidente) sátira hacia el cine de terror presentada a través del rodaje de la auténtica "película" originalmente rodada por los protagonistas (incluyendo su desarrollo final durante el desenlace). Sin embargo, y a pesar de sus aciertos, el principal problema de El diario de los muertos es que el comentario sociológico de Romero está esta vez no sólo demasiado evidenciado, sino que encima es explicado literalmente en las intervenciones en off de la protagonista, incluso en momentos en los que nadie, por muy palurdo que fuese, podría no apreciarlo. La idea de que el mundo se acaba y la reacción típicamente humana es documentar el Apocalipsis con la sola intención de subirlo a Youtube es una idea lo suficientemente fuerte como para no necesitar explicaciones de ningún tipo, por lo que la constante mención de este hecho por parte de los personajes no hace sino subrayar lo obvio.

Ese es básicamente el mayor inconveniente, ya que el resto está bastante equilibrado, incluyendo el uso del humor. A menudo, a la hora de hablar de esta película, se resaltan momentos ridículos como la secuencia del granjero amish que el grupo encuentra en su viaje pero se ignoran por completo secuencias muy buenas como el encuentro de los jóvenes con un grupo de guerrilleros urbanos y su contraste más adelante con los miembros de la Guardia Nacional. Reconozco, eso sí, algunos instantes que exigen mucho por parte del espectador en cuanto a suspensión de la incredulidad, como la negativa por parte de aquel que lleva la cámara de dejar de grabar ni siquiera para ayudar a seres queridos en peligro.

En definitiva, El diario de los muertos es una película que aunque está por debajo de otras entradas romerianas en torno al tema de lo zombi, sí resulta al menos mucho más interesante que las decenas de títulos similares que nos han llovido en los últimos años aprovechando el resurgir del cine de muertos vivientes. Puede que me pierda un poco mi subjetividad, pero sinceramente pienso que incluso a lo peor de George Romero se le puede sacar más jugo que a gran parte de lo que sus imitadores estrenan día a día.

lunes, diciembre 07, 2009

Cinco noches para Navidad

Que me aspen si no lo veía venir. La llegada de las fiestas decembrinas ha hecho que Lions Gate nos traiga un excelente regalo por adelantado: un pack de 3 discos con las 5 películas de la saga Silent Night, Deadly Night, auténtico clásico del horror de temática navideña que espero podamos reseñar pronto. Junto con Black Christmas (1974) de Bob Clark y Gremlins (1984) de Joe Dante, este es uno de esos placeres que no pueden faltar en esta época de regalos y jo-jo-jo.
Anteriormente ya teníamos a nuestra disposición un DVD doble con las dos primeras películas, pero nunca hasta ahora se habían lanzado las tres siguientes, y mucho menos las habíamos tenido todas juntas. Para los no iniciados, han de saber que las tres primeras cintas, Silent Night, Deadly Night (1984), Silent Night, Deadly Night 2 (1987) y Silent Night, Deadly Night 3: Better Watch Out! (1989) forman una trilogía alrededor de la leyenda de un asesino en serie llamado Ricky Caldwell y las matanzas que perpetra disfrazado de Papá Noel. La segunda película está protagonizada por su hermano, y guarda el dudoso honor de ser una de las peores secuelas de la historia, una parodiada hasta el cansancio en Youtube gracias a este glorioso momento.
Las dos últimas películas, Initiation: Silent Night, Deadly Night 4 (1990) y Silent Night, Deadly Night 5: The Toy-Maker (1991) siguen otra línea completamente distinta y muy poco tienen que ver con las originales. Eso sí, tarde o temprano caerán por aquí todas.
Los extras de este pack dejan bastante qué desear, pero de precio está tirado, y teniendo en cuenta que la edición en Zona 1 trae subtítulos en castellano, creo yo que no se puede pedir más.

sábado, diciembre 05, 2009

Reseña: Species 3 (2004)

Estrenada originalmente en el Sci-Fi Channel y lanzada posteriormente en vídeo tras el escaso éxito de su antecesora inmediata, Species 3 (2004) falla en lo que hubiese sido la continuación lógica: aumentar aún más las apetencias de serie B de una saga notoria por su falta de vergüenza. Lamentablemente, y quizás debido a la mesura exigida a un producto televisivo, esta tercera entrega de los mujerones alienígenas resulta un traspié tremendo bajo cualquier estándar.

En esta ocasión la película rompe lazos con las entregas anteriores al descartar casi por completo la presencia de Natasha Henstridge, cuya participación se reduce a unos cuantos segundos al principio en uno de los más tristes cameos que he podido presenciar, uno que sólo existe debido a obligaciones de contrato por parte de la actriz, quien se había comprometido a aparecer en dos secuelas de estos hembrones extraterrestres. El resto de la trama sigue la odisea de una nueva alienígena llamada Sarah, hija de Eve y Patrick y un híbrido genéticamente perfecto que es robada al momento de su nacimiento por un inescrupuloso científico (interpretado por Robert Knepper, el "T-Bag" de Prison Break) con el objeto de criarla como una hija adoptiva y así estudiar de cerca la civilización interplanetaria que ha enviado a su especie a la Tierra. El argumento se toma bastantes libertades con respecto a las reglas establecidas en la primera película, siendo la principal de ellas el hecho de que, en esta ocasión, a la jovencita ya no le vale cualquier semental humano para reproducirse, sino que debe forzosamente buscar un macho de su propia raza. Esta trama se entrecruza con la historia paralela de otros híbridos alienígenas de ADN deficiente que buscan desesperadamente a un ejemplar superior que salvaguarde su línea genética.

La verdad es que no sé por qué hablo de la trama, ya que mis quejas no tienen nada que ver con el típico argumento de guiones malos o actuaciones pobres (si esta fuera mi displicencia principal con una película de la saga de Species estaría yo de psiquiátrico). Mis problemas, de hecho, son otros. El primero es sin duda el tiempo de metraje; la versión unrated del DVD dura casi dos horas, un auténtico despropósito teniendo en cuenta que las dos entregas anteriores apenas rozaban los noventa minutos. Dicha duración no se justifica, ya que hay largos trozos de la película en los que no ocurre nada de interés y que, por el contrario, se van en monsergas pseudo-científicas acerca de la investigación genética llevada a cabo por los protagonistas. La trama también tarda mucho en ponerse interesante y todo el rollo de los alienígenas enfermos parece sacado de otra película y no está integrado correctamente al argumento principal. El calificativo de unrated también es engañoso, ya que el grado de violencia o contenido sexual de esta entrega es alarmantemente bajo. Esto último constituye, de hecho, mi segunda queja: la película nos ofrece mujeres atractivas, pero muy poco sexo (más bien casi nada). Y eso, en la tercera parte de Species (1995), es sencillamente imperdonable.

Sustituyendo a la antigua protagonista tenemos esta vez a una rubita llamada Sunny Mabrey, que está muy guapa pero que no llega a los niveles de Natasha Henstridge, ya sea en belleza o presencia en pantalla. De hecho, su personaje va más por los derroteros de una colegiala-virgen-en-apuros cuyo tono es exageradamente frío, distante y sin la voluptuosidad de su predecesora, acentuando aún más si cabe el ya evidente subtexto de represión sexual que desprende toda la cinta. Todo esto hace un muy flaco favor a una saga que necesitaba un tratamiento diametralmente opuesto. Sin negar los atributos físicos de la chica, su presencia no tarda en pasar desapercibida, especialmente cuando, ya casi en el clímax de la película, hace su entrada la espectacular Amelia Cooke, quien hace de la alienígena mala (sabemos que es mala porque se viste de negro) superando tanto en atractivo como en actuación a la rubia protagonista. Sabiendo esto, resulta francamente inexplicable que sólo aparezca en los últimos treinta minutos, cuando ya nada puede salvar una secuela bastante lamentable.

jueves, diciembre 03, 2009

Reseña: Halloween 2 (1981)

Tres años después de la original, y coincidiendo con el inicio de la auténtica explosión comercial de los slasher films, Halloween 2 (1981) fue la primera de una larga serie de secuelas, recibiendo en España el nombre de Sanguinario, uno de los peores títulos posibles. Esta vez John Carpenter no dirige, pero permanece involucrado en gran medida al escribir el guión y producir la película junto a su colaboradora de muchos años Debra Hill, otorgando la dirección a un entonces desconocido Rick Rosenthal. Aparte de cuestiones obvias en cuanto a su ambientación (comienza inmediatamente donde termina la primera parte), la película es una continuación directa de la original, y resulta bastante digna aunque claramente inferior, destinada sólo a explotar el inesperado éxito de su predecesora y la ola de cintas similares que ya se avecinaba.

Jamie Lee Curtis (con peluca) repite en el elenco, pero su personaje ya no tiene la relevancia de la primera parte. A decir verdad, Laurie Strode se pasa la mayor parte de la película en una cama de hospital y casi no tiene interacción con los otros personajes, por lo que su presencia es en realidad un mero formalismo para tener continuidad con la original de Carpenter y al mismo tiempo aprovechar la popularidad de la joven actriz en lo que a este género se refiere. Donald Pleasance también repite como Sam Loomis, y su personaje es tan exagerado que reafirma mi creencia de que el heróico psiquiatra están tan loco como el asesino. Ambos ceden el auténtico protagonismo a Michael Myers, evidente centro de la película, incluso más que en la primera entrega, y un personaje cuya tipología clásica de "hombre del saco" está más que evidenciada al hacer de él una máquina de matar que tiene muy poco de humano. Myers es aquí, de hecho, un monstruo silente que no se detiene ante nada: las balas, el fuego o los cristales no logran parar su avance, con lo que la película ya deja intuir ciertos toques sobrenaturales en los que no ahonda, ya que la idea es hacer del asesino un arquetipo, un ente vacío de toda moral o motivación.

Este acercamiento extremo y violento es quizás la mayor diferencia que tiene Halloween 2 con su antecesora. El director Rick Rosenthal afirmó en su momento que su intención era dar continuidad a la obra de Carpenter imitando en gran parte su estilo, algo que evidencia en la primera secuencia de la película, narrada desde el punto de vista de Myers de forma muy similar a como comenzaba el Halloween original. Parte de esta intención se reflejaba también, según Rosenthal, en la escasa cantidad de sangre y violencia explícita que tenía su versión, detalle este último que no fue del agrado de Carpenter, quien rodó de nuevo varias escenas para hacer más sangrienta la película; algunas de las muertes son bastante brutales, y algunas de las apariciones de Michael Myers en el hospital donde transcurre la mayor parte del argumento son memorables. La película también cuenta con una revelación sorpresa que vincula a Myers con Laurie Strode, una que no mencionaré esta vez pero que a estas alturas ya muchos deben conocer.

En general, Halloween 2 es una secuela bastante eficiente. No resulta tan memorable como la original al carecer de la sencillez y precisión de la cinta de Carpenter, que lograba una película mucho más redonda con muy pocos elementos, pero eso es algo que difícilmente se hubiera podido superar. Esta, en cambio, se conforma con ser una coda final al argumento de su antecesora e incluso tuvo el objetivo (evidente en su desenlace) de cerrar la saga definitivamente. Como ya sabemos, esto último se quedó en puras intenciones y las ansias de volver a ver Michael Myers en acción rendirían su fruto muchas veces más.

martes, diciembre 01, 2009

Reseña: Paranormal Activity (2007)

Definida por muchos como el pelotazo de la temporada en lo que a cine de terror se refiere, Paranormal Activity (2007) estuvo casi dos años dando vueltas por numerosos festivales hasta lograr captar la atención de la Paramount, quien la distribuyó internacionalmente aprovechándola para una de las campañas virales más poderosas de los últimos años, una auténtica orgía de hype que, muy probablemente, hará de esta película un éxito pero opacará muchas de sus virtudes. Por mi parte no presté mucha atención al fenómeno publicitario y fui a verla sin expectativa alguna pero con la mente dispuesta a pasar miedo en un cine, y sólo puedo decir que en mi caso fue una experiencia bastante satisfactoria.

Partiendo del ya sobradamente conocido argumento del "metraje hallado", la película apunta a una detallada simulación de realismo, no sólo en cuanto a usar actores desconocidos y diálogos mayormente improvisados, sino también en el curioso hecho de que no hay créditos aparte de un agradecimiento al principio y una banda de copyright al final. Todo esto para ayudar a mantener la ilusión de que lo que el público está viendo (básicamente los esfuerzos de una joven pareja por documentar los fenómenos paranormales de su nueva casa) está ocurriendo realmente y no se trata de una película. Esto requiere evidentemente un pacto tácito entre la cinta y los espectadores en cuanto a que estos últimos tienen que poner de su parte y dejarse llevar por la premisa del director/productor/guionista Oren Peli. No siempre funciona, pero en su mayor parte sí, y contiene suficientes grandes momentos como para por lo menos llegar a ser destacable, sobre todo a medida que va pasando el tiempo de metraje y las apariciones del fenómeno sobrenatural se van haciendo cada vez más claras y agresivas.

El formato de la película, a pesar de no ser nada novedoso, sí que permite al menos un par de trucos que Oren Peli tiene escondidos bajo la manga a la hora de dosificar el miedo. La cinta tiene una estructura casi ritual en la que sabemos que el auténtico terror viene en las escenas nocturnas, aquellas en las que la cámara está fija y el plano es sostenido, permitiendo al espectador la posibilidad (escasa en estos tiempos) de realmente escudriñar con detalle todo lo que ocurre en pantalla. Asimismo, el sistema de avanzado rápido de la cinta es utilizado aquí como un recurso expresivo literal al hacer avanzar el tiempo ante nosotros con diferentes intenciones que van más allá de la elipsis narrativa empleada en otras historias similares.

Llegados a este punto, la verdad es que no quería hacer comparaciones con El proyecto de la bruja de Blair (1999) ya que a estas alturas dicho símil se ha convertido en un fastidioso lugar común, pero comprendo que hasta cierto punto es algo inevitable. Sin entrar a valorar cual de las dos es más efectiva, sí creo necesario destacar que, si bien es cierto que ambas emplean un mismo formato para contar su historia, la técnica que usan para causar miedo en el espectador es muy diferente. En la cinta de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez la agresión al público venía dada por la falta de orientación y de referente geográfico en el bosque, que hacía que el espectador se desesperara al no poder ubicarse en el espacio. En Paranormal Activity es lo contrario; al ocurrir todo dentro de un mismo escenario, el público llega a conocer al dedillo la casa de Katie y Micah, y la forma en la que está estructurada la película denota un uso del miedo que juega con el arma de la expectación, en el sentido de que el público sabe que el auténtico terror viene con la llegada de las escenas nocturnas, y por eso anticipa, teme y espera dichos momentos. En otras palabras, mientras que su antecesora más famosa era una historia narrada en forma de espiral desorientadora, esta de la que hablamos hoy es una montaña rusa con picos cada vez más pronunciados y que culmina en un final de esos que no dejan indiferente a nadie, y que en mí ha funcionado bastante bien. Ignoro las posibilidades que tendrá esta película de ser re-visitada una vez que se pierde la sorpresa de su primer visionado, pero, una vez más, yo rompo aquí una lanza en favor de ese cine de terror visceral y emotivo que tanto hace falta de vez en cuando.