domingo, mayo 31, 2009

Reseña: April Fool's Day (1986)

También conocida en España como Inocentada sangrienta, la película April Fool's Day (1986) parece ser, en principio, poco más que otro ejemplo de los slashers ochenteros amparados bajo el gancho temático del asesino que comete sus crímenes en alguna festividad específica (en este caso el 1 de abril, equivalente anglosajón a nuestro Día de los Inocentes), pero en realidad se trata de mucho más. Lo que realmente tenemos ante nosotros es una de las películas de psicópatas más entrañables de la década de los ochenta, una cuyo culto sólo es proporcional al rechazo casi unánime que se ha granjeado entre muchos adeptos del cine de carniceros silentes, que a menudo tienden a rechazarla debido a su general ligereza. Si bien es verdad que es poco ambiciosa y que no es tan destacable como otros trabajos de su época, no es menos cierto que se trata de una cinta muy divertida que maneja inteligentemente sus recursos y se balancea de forma muy hábil sobre esa delgada línea entre el terror y la comedia, con muy disfrutables resultados.

Parte de los méritos corresponden al director Fred Walton, quien ya tenía experiencia en el mundo del slasher con la versión original de Cuando llama un extraño (1979). Pero en aquella ocasión el objetivo de Walton era producir un thriller genuino, mientras con April Fool's Day lo que tenemos es prácticamente una deconstrucción temática del slasher que parte de una evidente mirada retrospectiva. De hecho, el guión de Danilo Bach está fuertemente inspirado en la novela de Agatha Christie And Then There Were None (conocida en castellano como Diez negritos), cuya versión teatral es considerada por muchos el primer gran antecesor de los slasher films y que tiene con esta película más de una conexión bastante obvia, incluyendo su premisa inicial: un grupo de amigos reunidos en una casa solitaria en medio de una isla para un fin de semana, y que luego van desapareciendo uno a uno.

No deja de ser significativo el hecho de que April Fool's Day se haya estrenado en 1986, cuando ya el género de los slasher films se había multiplicado hasta el paroxismo. La Paramount, casa productora de esta película, había contribuido notablemente a dicho florecimiento teniendo en cuenta que para este año ya la saga de Viernes 13 iba por su sexta parte. Sabiendo esto, el guión establece desde el principio su norte hacia la comedia adolescente, pero de una forma muy bien llevada y con una naturalidad que únicamente se rompe en aquellos momentos en los que la muerte (a menudo disfrazada bajo la forma de bromas pesadas) se hace presente entre los miembros del joven elenco. El argumento se toma su tiempo para conocer a los personajes, y a diferencia de muchos otros exponentes de matanzas juveniles, todos ellos resultan simpáticos. El espíritu cómico de la película es asimismo ligero, llevadero y nada forzado, destacando incluso a algunos actores como Thomas Wilson, el Biff Tannen de Regreso al futuro (1985), haciendo aquí un personaje completamente diferente.

Tras un nuevo visionado no puedo dejar de recordar que este es un slasher muy diferente, con un escaso énfasis en la violencia y, a pesar de la foto que adorna esta reseña, muy poco gráfico. Esto permitió que pudiese ser transmitido en televisión una y otra vez a través de los años, algo que le generó un pequeño pero consistente culto. Fanáticos más furibundos del horror físico tienden a despreciarla debido a su escasa violencia, sus momentos de ligero humor juvenil y sobre todo por su controvertido final. Saldo la polémica diciendo que, si el desenlace fuese cualquier otro, la película sería simplemente un slasher del montón sin nada especial que ofrecer, en vez de una de esas pequeñas joyas ochenteras que merece la pena visitar de vez en cuando, no sólo por ser una película muy divertida, sino por evidenciar las convenciones del género de forma muy clara, sin nada que envidiar (en ingeniosidad argumental) a otras películas aparentemente más complejas. Tras más de veinte años, sigue siendo altamente recomendable.

viernes, mayo 29, 2009

Reseña: The Uninvited (2009)

El último en una larga lista de intentos por transculturizar el cine de terror asiático es The Uninvited (2009), remake americano de la cinta surcoreana 2 hermanas (2003), que recientemente tuvimos la oportunidad de reseñar aquí. Confieso que, a pesar de que no guardaba muchas esperanzas con la película, sentía una gran curiosidad por ver cómo se trasladaría a otro contexto cultural completamente distinto, tarea que no se vislumbraba como algo fácil. De hecho, esta fue una producción muy accidentada que sufrió varios retrasos en los casi cuatro años que (yo personalmente) llevo escuchando sobre ella. También fue presa de una serie interminable de rumores, uno de los cuales ponía a las hermanas Olsen como protagonistas (algo que no debe haber sido más que un cotilleo sin ninguna base real, ya que los personajes de la película ni siquiera son gemelas). El caso es que, finalmente, parece que los responsables han sabido por donde entrarle a la historia y han terminado por estrenar finalmente la cinta este año, con un nuevo y desabrido título en su versión original y también en su versión celtibérica, donde ha pasado a llamarse Presencias extrañas.

Decíamos que han sabido por donde entrarle a la historia ya que la película original es, como decíamos en aquella ocasión, demasiado enrevesada para convertirse en un producto de masas aquí en Occidente. Después de todo, la cinta de Kim Ji-woon es más un ejercicio de estilo que una anécdota propiamente dicha, por eso los responsables de The Uninvited han decidido hacer una película completamente distinta en la que sólo hallamos esbozos muy leves de la original, así como algunas escenas que buscan recrear las más destacadas secuencias de miedo de la película de Kim Ji-woon. De hecho, aparte de la premisa inicial (una chica que regresa de un hospital psiquiátrico para encontrar un conflicto familiar entre su padre, su joven madrastra y su hermana) el argumento es totalmente distinto. La versión americana, por ejemplo, invierte las personalidades de las dos hermanas (ahora es la retraída la que vuelve y la valiente quien se ha quedado en casa) y centra la historia en una investigación por parte de las dos chicas acerca del pasado de su madrastra y una serie de fenómenos sobrenaturales que, como siempre, tienen que ver con un crimen. Nada que no hayamos visto antes cientos de veces.

Lo más triste de todo el asunto es la sensación de familiaridad de The Uninvited, una historia desabrida y por completo carente de sorpresas que nos remite a ese subgénero de tramas de psicópatas-en-el-entorno-familiar que tanto proliferaron en telefilmes durante los noventa y que siempre giraban en torno a padrastros, madrastras, niñeras y todos aquellos elementos "foráneos" al entorno familar convencional, lo que sin duda explica el cambio de título. Pero al igual que el noventa y nueve por ciento de estos sub-productos, la película que en esta ocasión abordamos guarda muy poco interés y no toma ningún riesgo a lo largo de su corto tiempo de metraje. Incluso los ya clásicos giros argumentales están hechos con desidia, y uno de ellos es tan condenadamente obvio que cualquiera con un par de ojos lo pillará en los primeros minutos.

Los cambios de la cinta, además, no se limitan a la creación de un argumento más sencillo y digerible, sino que también incluyen un deleite visual de erotismo juvenil que parece ser el auténtico objetivo de esta película. Es así como el escaso énfasis en las escenas de terror (pocas en número aunque, en ocasiones, bien logradas) contrasta con el minucioso detalle con que la cámara se recrea en los jóvenes y firmes cuerpos de las chicas protagonistas, en una obsesión casi enfermiza que no hace sino confirmar que el cine de explotación sigue más vivo que nunca. Aparte de esta carnada para los ojos, The Uninvited es, en líneas generales, una película bastante mediocre y olvidable que justifica una vez más las escasas esperanzas en torno a cualquier occidentalización de cine de terror oriental que llegue por estas tierras, y mucho me temo que incluso pasando por alto la existencia de 2 hermanas resulta bastante convencional y olvidable en el mejor de los casos.

miércoles, mayo 27, 2009

Reseña: La nueva pesadilla (1994)

En los quince años que la separan de su fecha de estreno, La nueva pesadilla (1994) ha conseguido superar su fracaso inicial y ganarse su merecido puesto incluso entre el público más crítico de la saga de Freddy Krueger. A pesar de no ser ninguna obra maestra, es una muy digna coda final a las cintas de Pesadilla en Elm Street (especialmente después de la abominable sexta entrega) y devuelve al personaje de Freddy al menos una pizca de su dignidad perdida. Esto sin duda alguna se lo debemos a Wes Craven, quien supo crear con esta película un merecido homenaje a su criatura y, al mismo tiempo, evitar la tentación de hacer una secuela más. Porque eso es algo que hay que dejar claro: La nueva pesadilla no es realmente una película de Freddy, sino una película acerca de las películas de Freddy.

En un ejercicio de horror auto-referencial muy bien hecho, y rompiendo argumentalmente con la saga en su totalidad, la cinta nos coloca esta vez en el mundo real, pero un mundo real en el que las películas de Pesadilla en Elm Street existen. Resulta que Freddy no es más que la última reencarnación de una entidad maligna milenaria, la cual ha sido "atrapada" en el mundo de la ficción gracias a la primera película. Este argumento gira en torno al personaje de la actriz Heather Langenkamp, la protagonista de Pesadilla en Elm Street (1984) y que aquí se interpreta a sí misma, al igual que varios de los responsables de la saga entera que hacen también aparición, como Robert Englund, John Saxon, Tuesday Knight o el propio Wes Craven, quien obtiene su particular venganza cuando comenta a la protagonista (y a nosotros) que la risible banalización de las secuelas de Freddy es la responsable de su liberación. A lo largo de la cinta encontramos también muchas referencias a la película original, así que los detectores de guiños intertextuales se lo pasarán sin duda muy bien al mismo tiempo que descubren lo que en realidad nos está diciendo Craven: la primera Pesadilla... es un peliculón y las demás una mierda.

Asimismo, otra razón por la cual no considero esta película una secuela es por los tremendos cambios que Wes Craven ha introducido, unos que habrían sido imperdonables en cualquier otro director: para empezar, esta vez la trama gira en torno a personajes adultos, lo que rompe con el tono adolescente de la saga para introducir una trama familiar que por desgracia cae otra vez en el ya cansino argumento del "niño en peligro". Craven también ha cambiado radicalmente la apariencia de Freddy Krueger despojándolo de sus colores brillantes para darle una presencia más oscura y tétrica si cabe, con las cuchillas saliendo directamente de su mano descarnada. El cambio funciona porque realmente sientes que este Freddy es distinto al de las anteriores películas a pesar de ser nuevamente interpretado por Robert Englund, quien consigue unos momentos geniales (la escena en la que sale del armario como si fuera el Coco es muy buena y coherente con el discurso que Craven esgrime en la cinta).

Acercarse a esta historia con una mente abierta es indispensable ya que no es una película de terror sino más bien una mirada al género de terror, realizada dos años antes de Scream (1996) y que sin embargo no tuvo una repercusión similar. Si algo nos muestra Craven en esta película es que el género de horror no se basa únicamente en la respuesta emocional del miedo sino también en la correcta utilización de un imaginario cultural que es tan antiguo como el hombre, y que la insensata repetición de estos arquetipos corre el riesgo de banalizarlos y hacerlos patéticos, despojándolos de su significado inicial. Si algo consigue La nueva pesadilla es matar (esta vez definitivamente) la idea de Freddy Krueger y rescatar en cambio la del auténtico relato de miedo, y por eso es que esta es una película mucho más inteligente de lo que la mayoría le concede.

Pero todo esto es una lectura adicional a la película misma, a la cual no le faltan los problemas típicos de una producción ineficaz: la estética es plana y aburrida, y mucho me temo que esto no sea intencional (dada su ambientación "realista") sino simple pereza, porque dicha cotidianidad no dice nada. Ya hemos mencionado arriba la trama del niño en peligro que resta varios enteros a la historia por la forma tan barata y convencional con la que está construida, pero es que además el crío que interpreta al niño es insoportable, sobre todo cuando intenta dar miedo. De hecho, a nivel de interpretaciones la más destacable es la de la propia Heather Langenkamp, que se convierte aquí en una estrella prematuramente olvidada y que hace un trabajo fenomenal, algo mucho más meritorio si tenemos en cuenta que lleva encima prácticamente todo el peso de la película. La diferencia de su actuación entre esta cinta y la de la tercera parte es nada menos que abismal, por lo que esos siete años parecen haberle sentado muy bien como actriz.

Al final, La nueva pesadilla es una película bastante aceptable. Como decíamos, está muy lejos de ser una obra maestra, pero es sin duda una de las entregas más interesantes de la saga de Freddy Krueger y también una de las mejores, sin duda superada por la tercera y (sobre todo) la primera, pero muy por encima de todas las demás. A pesar de que Wes Craven tiene trabajos mejores, este sigue siendo destacable al menos por intentar hacer algo nuevo, cosa que vale la pena tener en mente ahora que tenemos el remake de la original en ciernes.

lunes, mayo 25, 2009

La inútil lista de la década: el 2004 (we're back!)

Retransmitiendo desde nuevas locaciones tenemos ya la continuación de nuestra exhaustiva lista milenaria con lo más destacable del 2004. Por si todavía cupiese alguna duda, la imagen arriba de estas letras debería explicarlo todo: este es el año de Shaun of the Dead (reseña aquí), una de las comedias románticas (con zombis) más sólidas que podemos encontrar y una cinta indispensable desde cualquier punto de vista al conseguir ese punto de perfección tan complicado para una comedia de horror: parodiar un tipo de cine sin ridiculizarlo. Creo que en esta primera mención no encontraremos demasiadas quejas, así como tampoco en la segunda, dedicado al remake de El amanecer de los muertos (reseña aquí), actualización del clásico de George Romero en clave de película de acción que, si bien deja de lado algunas lecturas de la película original, sí que cumple su cometido como resurrección (nunca mejor dicha) del subgénero de zombis a cargo del multicopista Zack Snyder. Altamente recomendable sin duda alguna.
En cuanto al tercer título a destacar de este año, este va para la película Marebito (reseña aquí), del japonés Takashi Shimizu, la cual vimos en España con dos años de retraso pero que en su país de origen se estrenó en el 2004, mientras el director estaba ocupado con las versiones americanas de su éxito más sonado. Marebito, que en España conocimos con el título de Seres Extraños, es una gran película que merece ser descubierta por todo aquel que busque nuevos discursos en un género que en los últimos años se ha caracterizado por su insensata repetición, algo de lo que no escapa ni siquiera el director de esta cinta de la que hablamos ahora.
Y en el apartado de las nominadas hay algunas que por lo menos merecen un visionado: podemos optar ya sea por la compilación asiática de Three... Extremes (reseña aquí) o la fábula sociopolítica de Shyamalan en La aldea (reseña aquí), titulada en España El bosque. El 2004 es también el año de Saw (reseña aquí), película que a pesar de que (al menos yo) no la considero más que pasajeramente eficiente, sí es cierto que ha repercutido lo bastante en ese renacer del horror físico y pornográfico (empleando esta palabra en su sentido original, es decir, carente de segundas lecturas), muy a pesar de que sus numerosas secuelas hayan terminado por reducir a cero el interés que pueda tener en esta particular saga. Mucho más inteligente (e interesante) me parece la americana Dead Birds de Alex Turner, o la española El habitante incierto, de Guillem Morales, películas que fueron estrenadas este mismo año y las cuales aún no he reseñado, un error que pienso solventar cuanto antes.
La lista va creciendo poco a poco. Espero que, como siempre, alguien coloque sugerencias para este año en particular para ir creando un catálogo de imprescindibles en esta década por la que transcurrimos ahora.

miércoles, mayo 13, 2009

Breve interrupción por mudanza (otra vez)

Ya todos lo sabéis pero no está de mal recordarlo: por motivo de mi inminente traslocación esta bitácora permanecerá cerrada unos días. A la vuelta trataremos de continuar con todo ignorando el salto temporal y haciendo como si aquí "no ha pasado nada". Nos queda en el tintero la lista con las películas más destacables del 2004 (no debería ser muy difícil adivinar cuál estará en primer lugar) y una nueva tríada de reseñas. Entretando, este será mi último post desde Barcelona.
Me ahorro cualquier tipo de despedida ya que la página seguirá; el cambio geográfico no afectará en nada el ritmo de publicación ni los temas que se traten. Si acaso lo único que se verá afectado será el contacto (real, tangible) con varios miembros de la élite blogosférica barcelonesa con los cuales la amistad trascendió los límites de lo virtual (aparte de aquellos que me faltaron por conocer).
Ahora debo dejar de escribir porque el tiempo apremia. Nos veremos sin duda dentro de unos días.

lunes, mayo 11, 2009

Reseña: Viernes 13 parte 6 (1986)

Es 1986 y el hombre tras la máscara ha vuelto. El estreno de Viernes 13 parte 6: Jason vive (1986) marca el final de la "trilogía de Tommy Jarvis" y la entrada de la saga en el terreno de lo sobrenatural al sacar a Jason de su tumba, esta vez literalmente y sin ambigüedades. Si bien no resulta una película tan sólida como las primeras entregas, está a años luz de la quinta película en cuanto a calidad, y representa otro paso hacia delante en lo que fue la consolidación del personaje en icono indiscutible del cine de terror, algo que sólo fue posible (al parecer) tras abandonar las ideas originales de la saga en cuanto a su némesis, que en esta película hace una última aparición, esta vez sí como héroe.

Gran parte del mérito lo tiene el director y guionista Tom McLoughlin, quien no solamente ignora por completo la fallida quinta entrega, sino que da a la película un marcado giro hacia la comedia: Jason resucita por medio de un rayo igual que los antiguos monstruos de la Universal, y las muertes son fantásticamente exageradas. El mismo Tommy es interpretado por Thom Mathews, un actor a quien ya habíamos visto en El regreso de los muertos vivientes (1985), y que también da a su personaje el mismo toque cómico que ya habíamos presenciado en la mencionada comedia de zombis. En cuanto al argumento, este se desarrolla tan rápidamente que casi no nos enteramos de que va, pero parece ser que tras salir de su tumba Jason se encamina hacia su antiguo hogar, ahora rebautizado Forest Green, donde está a punto de abrir un nuevo campamento de verano lleno de jóvenes fiesteros y libidinosos, a los que por supuesto irá cargándose uno a uno.

El Jason de C.J. Graham (que no era ni siquiera un stuntman profesional) es considerablemente bueno teniendo en cuenta todo lo que tuvo que hacer. Se trata en esta ocasión de un Jason más atlético cuya performántica le hace parecer asombrado de sus propios poderes: de apenas un cadáver ambulante cubierto de gusanos (la escena del desenterramiento es sin duda genial), Jason pasa a arrancar miembros, volcar caravanas, doblar a un policía por la mitad e incluso acosar a un grupo de niños, eso sí, siempre sin abandonar el tono ligeramente cómico de sus apariciones, que McLoughlin parece sacar directamente de las monster mash de los años cuarenta. El resultado es bastante bueno, quizás no como película de terror, pero sí como una manera de traer la saga a un camino que se ahondaría en las secuelas posteriores, destruyendo las posibilidades terroríficas de la saga, pero encumbrando al gigante de la máscara de hockey como imborrable icono pop.

Por supuesto no puedo cerrar la reseña sin mencionar el que sin duda es el mayor acierto de la película: su gloriosa banda sonora compuesta por Alice Cooper. Es este el punto más alto y destacable del modesto pero eficaz regreso de Jason a su imparable saga cinematográfica.

sábado, mayo 09, 2009

Reseña: El péndulo de la muerte (1961)

Con El péndulo de la muerte (1961), adaptación del cuento de Edgar Allan Poe El pozo y el péndulo, Roger Corman continuó su serie de Poe-movies repitiendo el mismo esquema que ya había tenido éxito en La caída de la casa Usher (1960). Es por eso que nuevamente tenemos a Vincent Price como protagonista en una historia de horrores góticos más que destacable, y que de hecho representa una de las mejores de la serie. El guión, nuevamente escrito por Richard Matheson, no guarda casi ninguna similitud con el relato de Poe (exceptuando la icónica escena final del péndulo cortante) y desarrolla su propio argumento, uno ambientado en la España del siglo XVI y que involucra a un joven británico que investiga la muerte de su hermana en el inmeso castillo en el que habitara con su marido, hijo de un perverso inquisidor cuya presencia en el recinto pudo haberse extendido más allá de la muerte.

Imprecisiones culturales aparte (difícilmente una autoridad eclesiástica católica podría haber tenido hijos legítimos), la ambientación de época es una de las mejores cosas de El péndulo de la muerte. Nuevamente el ambiente creado por Matheson y Corman con el castillo gigante, lleno de pasadizos secretos y cámaras de tortura, es opresivo y fascinante, quizás no tanto como en la película anterior, pero sí dotada de una estética mucho más marcada, que Corman debió a las labores del director de fotografía Floyd Crosby y al director de arte Daniel Haller, quien construyó los grandes escenarios de la película "reciclando" material de otras producciones. El resultado es, visualmente, uno de los más impresionantes de esta saga americana de Poe, y uno que tuvo una gran influencia en películas de terror italianas de su época y posteriores, como El cuerpo y el látigo (1963) de Mario Bava o Rojo oscuro (1975) de Dario Argento, así como la película de Tim Burton Sleepy Hollow (1999), con la que comparte una imagen "impactante" prácticamente calcada.

Pero a pesar de que la trama investigativa (en la que el personaje de Vincent Price cree estar siendo acosado por el vengativo fantasma de su mujer) tiene poco que ver con el cuento original, el estilo de Poe sí que se encuentra presente, no sólo en su atmósfera opresiva sino también en determinados tópicos de su obra que se repetirían en varias de las adaptaciones de Corman: el esposo atormentado por la muerte de su consorte, los conflictos familiares sin resolver y, sobre todo, el enterramiento prematuro, son todos temas que aparecen en esta película, la mayoría de ellos girando en torno al personaje de Barbara Steele, habitual damisela de la serie B italiana y una de las fantasmas más guapas que he visto jamás. Como suele ocurrir en estas cintas, el punto álgido de la historia está en un "descubrimiento" por parte de los protagonistas que representa quizás el único instante en el que Corman se rinde a la fuerza del factor shock del cine de terror. El resto, a decir verdad, es un thriller de cocción bastante lenta que sugiere más de lo que muestra y cuyo principal atractivo reside en la ambigüedad de los hechos sobrenaturales.

En definitiva, esta es otra de las Poe-movies de Corman más destacables, y una a la que se hace necesario volver para comprobar que no todo el gótico de los sesenta llegó de la mano de la Hammer. De hecho, la respuesta americana del trío Corman-Matheson-Price seguiría dando sus frutos a lo largo de otras seis películas, que con el tiempo irán cayendo por aquí una a una.

jueves, mayo 07, 2009

Reseña: Underworld: Rise of the Lycans (2009)

Al igual que con la saga de Star Wars, cada película de la trilogía de Underworld se ha estrenado tres años después de la anterior, y su historial ciertamente no le favorece. Tanto Underworld (2003) como Underworld: Evolution (2006) resultaron ser estrenos bastante lamentables: el primero, un pastiche de vampiros de la era post-Matrix; el segundo, una persecución de hora y media cuya experiencia era más parecida a mirar un videojuego que a ver una película. Ambas, si bien resultaron ser cintas con una estética atractiva (sobre todo la primera), tenían su mayor problema en la presentación de una historia excesivamente rebuscada que en ocasiones se hacía incoherente y confusa.

Este es un detalle que, por fortuna, han solventado en Underworld: Rise of the Lycans (2009), que posee una trama bastante sencilla que por desgracia no puede ocultar su condición de una de las precuelas más inútiles e innecesarias de todos los tiempos, y es que no hay absolutamente nada en esta película que no se nos haya contado ya en las entregas anteriores. La historia de amor entre el licántropo Lucian y la vampira Sonia es tan superflua e intrascendente que no puede interesar a nadie, sobre todo teniendo en cuenta que Underworld: Evolution tenía un final abierto que dejaba el camino libre para una secuela que finalmente no se llegó a hacer debido a la negativa por parte de Kate Beckinsale de retomar su papel. Es esta la única razón que se me ocurre para haber rodado esta "historia de orígenes" que en el fondo nadie pidió.

Sabiendo esto, es probable que aquellos que gustaron de las dos cintas originales encuentren virtudes en esta tercera, aunque sea por el hecho de que se repiten varios de los elementos que hicieron famosa la saga en primer lugar, especialmente esa elaborada fotografía blanco-negro-azul en la que se mueven los personajes. La ambientación "medieval" es de hecho lo único nuevo, con lo que la película pierde las escenas de tiroteos de la primera entrega para abrazar de forma entusiasta esa estética rollo El señor de los anillos (y es que la sombra de Tolkien es muy alargada), algo que se nota en la pinta evidentemente élfica de unos guerreros vampiros que para colmo siguen sin comportarse como vampiros. El empleo de la ambientación de época es asimismo ingenuo, más coherente con series como Xena, princesa guerrera, pero dotada al mismo tiempo de una absurda solemnidad que en ocasiones da bastante pena.

Algunos de los momentos más tristes vienen por culpa del elenco. El actor Michael Sheen, que interpreta a Lucian, no tiene ni de lejos el carisma necesario para ser el prota, y Rhona Mitra está criminalmente desaprovechada en su papel, con lo que el único que puede lucirse es el incombustible Bill Nighy, que gesticula como un poseso a través de los poco más de noventa minutos que dura la película. Con un rodaje de escenas de acción lamentable, una escena de sexo penosa y una de las historias más desganadas de los últimos años, esta tercera y hasta la fecha última entrega de Underworld ha conseguido, sin embargo, algo que parecía imposible: hacerme mirar con buenos ojos la primera parte de la saga. Prescindible como pocas hasta ahora.

miércoles, mayo 06, 2009

De las partidas y sus dificultades

Aprovecho estos momentos en los que no tengo literalmente nada sobre lo que escribir para lanzar un post de transición que, para varias, sí tiene un cometido: anunciar mi nueva mudanza. Los que conocen esta bitácora desde sus inicios saben que hace más o menos tres años abandoné mi residencia en Pamplona para pasar a transmitir desde Barcelona, donde he permanecido todo este tiempo. Circunstancias de carácter personal me obligan nuevamente a trasladarme, esta vez a tierras más lejanas: a partir del jueves de la semana que viene mi maltratada humanidad estará domiciliada en Berlín.
Esto trae un inconveniente que seguramente habréis intuido: el estar en tierras alemanas por un tiempo indefinido me hará mucho más difícil seguir los estrenos de la cartelera española en cuanto a cine de terror, y si bien este blog nunca se ha dedicado de forma muy entusiasta a la cartelera actual, sí es cierto que la tradición anual de las tres mejores películas de terror estrenadas en nuestro país (sí, lo digo a pesar de no haber nacido aquí) es una costumbre a la que no quiero renunciar. De manera que necesitaré de vuestra inestimable ayuda para que me echéis un cable y me mantengáis al tanto de que es lo que se asoma por las carteleras españolas. Aunque de momento, si debo ser sincero, sólo llevamos un estreno capaz de aparecer en el podio de final de año, también es cierto que las películas de terror interesantes no suelen llegar hasta después del verano.
No se preocupen que el post de "despedida" vendrá la semana que viene. Entretanto les dejo como adorno del post un fotograma de Nekromantik (1987), una película de terror alemana que espero nunca volver a ver en mi vida.

lunes, mayo 04, 2009

Reseña: 2 hermanas (2003)

Incluso para los estándares del cine de miedo oriental, la surcoreana 2 hermanas (2003) es una película en extremo desconcertante. Como tantas otras que han pasado por aquí, hay que hacer un gran esfuerzo para calificarla como una cinta de terror, puesto que a pesar de que posee algunos momentos que la identifican como tal, es más un drama familiar con uno que otro acento terrorífico. Eso no ha impedido que, con el tiempo, se haya convertido en una de las películas que no faltan en cualquier lista del cine de horror proveniente de tierras asiáticas, e incluso hoy sigue siendo una de las cintas más taquilleras en la historia del cine surcoreano.

Esto último tiene tela considerando que, a nivel narrativo, es una película muy complicada que requiere que el espectador se involucre activamente con lo que está viendo si quiere pillar al final "de qué va"; al principio todo parece apuntar a una historia de lo más convencional: una joven chica que regresa a casa tras pasar una temporada en un hospital psiquiátrico y que se encuentra un conflicto familiar, en el que su distante y frío padre se ha casado con una mujer mezquina y autoritaria que parece estar maltratando a su indefensa y frágil hermana pequeña. Pero entonces la historia comienza a adquirir un tinte de apariencia sobrenatural que podría estar apuntando hacia un trauma del pasado y que se revela en la tensión existente entre los personajes por algo que, durante gran parte del metraje, no tenemos ni idea de qué es. Podemos decir abiertamente que esta es una de esas historias en las que el final lo es todo, no tanto porque sea una sorpresa (lo es), sino porque es el único momento en que todo lo que hemos visto antes cobra sentido.

Debido a toda esta trama hermética y aparentemente confusa (digo aparentemente porque todo tiene sentido a pesar de que el argumento realmente no te da muchas pistas), 2 hermanas es una película difícil para todo aquel que esté acostumbrado a un estilo narrativo más convencional (introducción, desarrollo y desenlace), y me atrevería a decir que incluso aquellos que se consideren fanáticos del cine de terror oriental pueden tener sus reparos y tachar la película de lenta o aburrida. Más allá de calificativos subjetivos, la verdad es que debo reconocer que un segundo visionado me ha hecho un tanto más escéptico ante ella que la primera vez, hasta el punto de considerarla un tanto excesiva en su complejidad (teniendo en cuenta a donde nos lleva al final) y reiterativa a nivel de historia. Después de todo, la película dura dos horas, y no exagero cuando digo que la mayor parte de ese tiempo no sabes realmente a dónde te está llevando.

Lo que hace que esta película permanezca en el recuerdo de tantos se debe, creo yo, a algunos momentos "de terror" realmente muy logrados en los que la película, si bien se decanta por un lado más convencional, consigue literalmente paralizar al espectador (no creo que nadie me contradiga con la escena del dormitorio). Esto y la estética, sin duda atractiva y dotada de un preciosismo y una belleza visual poco comunes en este tipo de producciones. Pero esto quizás no sea suficiente para explicar su ya mencionado culto; después de todo su director, Kim Ji-woon, no está a la altura (visualmente al menos) de otros compatriotas suyos más conocidos como Kim Ki-duk, y su película tampoco tiene la fuerza de otras producciones de terror asiáticas. El mismo Kim Ji-woon ya había dirigido un trabajo similarmente críptico en su segmento Memories, de la película de antología Three (2002), el cual tenía la ventaja de ser más corto y por ello mucho más digerible.

El éxito en taquilla de esta película en su país de origen, por cierto, puede explicarse también por el hecho de que está basada en un cuento popular muy conocido en la cultura surcoreana y al que se hace referencia en el título original de la cinta, Rosa y Flor de Loto. Para espectadores occidentales, sigue siendo una película recomendable, pero quien quiera acercarse al género de terror oriental haría bien en comenzar por otro lado.

sábado, mayo 02, 2009

Reseña: Pesadilla final: La muerte de Freddy (1991)

Debido a mi edad, Pesadilla final: La muerte de Freddy (1991) fue la primera película de la saga de Pesadilla en Elm Street que pude ver en una sala de cine, y recuerdo que en su día fue una posibilidad emocionante; no sólo era ya para entonces un fan irredento de la saga, sino que además el anuncio de que esta sería la última cinta de Freddy Krueger era más que suficiente para arrastrarme a verla, aparte de todo lo que se había publicitado el lanzamiento de la película en 3-D. De aquello sólo queda la mera anécdota, porque no nos engañemos: esta sexta entrega es con toda seguridad la peor de la saga, una que no sólo mató a Freddy a nivel de anécdota sino incluso ya como franquicia de terror. Prácticamente todos los problemas que venían arrastrando las secuelas anteriores se notan aquí exacerbados, apilándose todos en un desplome final que conforma una de las secuelas más tristes que se han hecho.

Gran parte del problema comienza cuando la película, en una jugada dramática inexplicable, rompe prácticamente toda continuidad con las secuelas anteriores y nos sitúa diez años después de la quinta parte, informándonos que Freddy Krueger de alguna forma triunfó sobre sus rivales y logró cargarse finalmente a los jóvenes de Springwood, convirtiendo la localidad en un pueblo fantasma. Mediante sus poderes logra exiliar al último joven superviviente de la masacre para que salga al mundo exterior y le traiga nuevas víctimas para comenzar un nuevo reinado de miedo en otro sitio. El chico en cuestión llega entonces a un centro para jóvenes problemáticos, con un muy conveniente caso de amnesia y dispuesto a arrastrar a otros a la búsqueda de sus orígenes. Semejante argumento no sólo desecha por completo toda la evolución argumental de la saga, sino que encima nos obliga a presenciar como otros personajes tienen que descubrir quién es Freddy Krueger, algo inconcebible si tenemos en cuenta que estamos ya en la sexta película.

A lo que definitivamente no renunciaron fue a la transmutación de Krueger en un payaso parlanchín, cuyo bajísimo body-count está plagado de chascarrillos que no sólo son muy predecibles dada la marcada naturaleza de cada una de las víctimas, sino que en muchas ocasiones resultan sonrojantes (la secuencia del videojuego es vergonzosa donde las haya), sin nada del marcado estilo surrealista de las películas anteriores, algo que puede tener su explicación en el tratamiento de bajo presupuesto que New Line dio a la cinta (si es que hasta el maquillaje de Freddy se ve mucho más pobre que en sus antecesoras).

Tras una trama insulsa que incluye una interesante pero demasiado breve visita al Springwood desierto (con inexplicables cameos de Tom Arnold y Roseanne Barr incluídos) y el descubrimiento de un descendiente de Freddy que resulta indispensable para el desenlace, entramos al clímax de la película, realizado, como ya mencionábamos arriba, en 3-D. El enfrentamiento entre la final girl y Freddy Krueger, al que se ha dotado de un componente demoníaco que intenta explicar de forma chapucera los poderes del asesino de la calle Elm, es sumamente pobre y muy poco digno de un personaje con esta trayectoria. Más que derrotarlo, al pobre Freddy parece que lo linchan sin que tenga la más mínima oportunidad. Encima el empleo de las tres dimensiones está poco aprovechado (tanto en tiempo de metraje como en recursos) y la cinta comete el error de intentar justificarlo metiendo las gafas de cartón en la película (!). Para el momento, sin embargo, poco interesa, tratándose sólo del colofón a una serie casi ininterrumpida de despropósitos.

Como curiosa nota final tengo que mencionar que para esta película se escribió en su momento un guión firmado nada menos que por Peter Jackson que sí enlazaba con todas las cintas anteriores, pero dicho argumento fue rechazado de un plumazo por la directora (y nueva guionista) Rachel Talalay, quien finalmente se encargó de matar a Freddy no sólo en el cine, sino también en el ánimo de todos aquellos que le habían seguido. Lamentable.