miércoles, agosto 17, 2016

Reseña: Holidays (2016)

Demostrando por encima de todas las cosas que no hay que tener miedo a un buen gimmick, Holidays (2016) es una nueva cinta de terror de antología que en estos momentos anda rodando por varios servicios de streaming y que se perfila como una muy buena opción para la sesión de Noche de Brujas de este año. Consta de ocho episodios dirigidos por una camada de cineastas muy distintos entre sí, y no siempre reconocibles en el género de terror. El gancho en esta ocasión es que cada uno de los ocho segmentos está dedicado a una festividad en particular: San Valentín, San Patricio, Pascua, el día de la Madre, el día del Padre, Halloween, Navidades y Año Nuevo. Asimismo, y en clara continuidad con otras antologías recientes como V/H/S (2012) o The ABCs of Death (2012), cada uno de los segmentos está hecho por un director distinto que aporta su visión y estilo único a cada trabajo.

Esta variedad trae la ya inevitable consecuencia que todos conocemos y que no es otra que la desigual calidad de los relatos que componen la película, aunque curiosamente el más flojo de ellos termina siendo dirigido por el cineasta más veterano del conjunto. Lo que sí me sorprendió es que ninguno de los segmentos de Holidays termina siendo una historia cerrada como tal sino que en la mayoría de los casos el enfoque está puesto sobre la atmósfera, la estética o simplemente un concepto que se lleva a cabo y que parece estar por encima de un argumento convencional. Esto hace que la película, contra todo pronóstico, termine siendo un trabajo menos comercial y accesible de lo que originalmente hubiese pensado, y aunque el grado de efectividad de las propuestas varíe de una historia a otra, la singularidad de la que parte cada una de ellas hizo que la cinta cobrara un gran interés ante mis ojos y se convirtiera en algo distinto que en mi opinión ha valido mucho la pena.

De todos los segmentos, el más impresionante para mí ha sido el dedicado al Día del Padre, dirigido por Anthony Scott Burns, encargado de efectos especiales quien curiosamente no ha dirigido hasta la fecha ningún largometraje, y cuyo trabajo tiene la atmósfera más conseguida de todas e incluso el argumento más interesante y que más me ha atrapado, además de contar en el papel protagonista con la bellísima Jocelin Donahue, a quien probablemente recordaréis por su participación en La casa del diablo (2009). El suyo es el mejor de todos los relatos sin duda, y me ha hecho sentir una gran curiosidad por los trabajos que este cineasta nos puede traer en el futuro. Como contraparte, el más prescindible de los segmentos termina siendo dirigido por Kevin Smith, el más rodado de todos estos directores y el único que parece no haber tenido ni idea de qué hacer con el material que se le ha dado, desperdiciando así la premisa en un principio más atractiva (Halloween) por partida doble: no solamente el relato en sí es pobre hasta decir basta sino que encima no tiene absolutamente nada que ver con la Noche de Brujas más allá de estar ambientado en la noche del 31 de octubre.

Por las encontradas opiniones que ha despertado, Holidays no parece ser una película para todo el mundo, y ha terminado por ser menos accesible de lo que prometía, pero teniendo en cuenta que la premisa de una antología de historias basadas en diferentes festividades era algo que estaba destinado a ocurrir, me alegra que haya sido una cinta de horror independiente la que haya dado el paso adelante. Hay aquí algunas historias muy buenas, imágenes retorcidas y fuera de lo común, y sobre todo algunos nombres de los que sin duda estaré buscando más cosas para traer a colación aquí.

domingo, agosto 14, 2016

Reseña: The Conjuring 2 (2016)

Tanto tiempo después de haber salido de cartelera, era un poco reacio a hacer una reseña de The Conjuring 2 (2016). Sin embargo, sería un error dejarla pasar ya que con toda seguridad será una de las inevitables menciones a la hora de hablar de lo más destacado del cine de terror mainstream de este año. No podía ser menos ya que esta secuela (de la que originalmente no esperaba gran cosa) ha terminado por confirmar a James Wan como el director de terror por excelencia del cine de miedo comercial de nuestro tiempo. La cosa tiene su mérito ya que dentro de este mundillo Wan ha venido marcando la pauta en ambas vertientes del cine de miedo, tanto en su faceta de terror físico con la saga de Saw (2004) como también en el horror sobrenatural con cintas como Insidious (2010) y por supuesto The Conjuring (2013), cuya continuación tenemos aquí.

Al igual que la primera parte, esta secuela comienza con un pequeño prólogo de otro caso de los Warren, y ya desde los primeros fotogramas Wan juega con la familiaridad del público asiduo al horror cuando el alejamiento de la cámara nos muestra las inconfundibles ventanas de la casa de Terror en Amityville (1979), probablemente uno de sus casos más sonados y que ya de entrada establece el tono de la película a la vez que introduce un sentido de urgencia en el argumento al enfrentar al matrimonio de Ed y Lorraine con un nuevo némesis. Sin embargo, esto es sólo una escena al comienzo porque el argumento realmente va de otra cosa: tal como todos sabéis ya, el caso al que los Warren se enfrentan esta vez es el del llamado "poltergeist de Enfield", una de las más famosas historias "reales" de fantasmas de Inglaterra, y que ya ha sido material de adaptación de numerosas películas, entre ellas la excelente Ghostwatch (1992), que aprovecho para recomendar una vez más.

Una vez establecida la premisa, la verdad es que no hay muchas novedades en esta segunda parte. The Conjuring 2 toma muchas de las pautas ya establecidas no sólo por su antecesora sino por gran parte del cine de terror sobrenatural de décadas pasadas. Sin embargo, esto es en gran medida una buena noticia porque tanto la dirección de Wan está a años luz de lo que normalmente solemos ver en el cine de miedo comercial. Una cosa que siempre se destaca aunque nunca lo suficiente es cómo la película se niega a utilizar sustos "falsos", es decir que aquellas escenas que buscan crear una tensión en el espectador siempre culminan en algo realmente sobrenatural y no toman al público por idiota. Pero curiosamente, si la película funciona es sobre todo por los Warren y porque la relación entre los dos es el auténtico centro emotivo de la trama, mucho más que la típica premisa de la familia en peligro. Esto es algo que nunca está de más repetirlo porque los verdaderos Ed y Lorraine Warren no eran ni por asomo tan carismáticos y ciertos detalles sobre su vida y aventuras los convierte en personajes bastante cuestionables que son ampliamente superados por sus contrapartes en la ficción.

Entiendo que el 2 en el título pueda alejar incluso a aquellos que gustaron de la primera parte pero sería un error. Esta continuación de The Conjuring es una muy buena película de miedo que demuestra que detrás de ella se encuentra gente no sólo conocedora de las cosas que funcionan en este género sino además con un mínimo de respeto por su público, además de contar con un ángulo dramático poco usual en este tipo de producciones. En serio, creo que el único problema real que tiene esta película es que, a la hora de la verdad, no es tan buena como la primera parte, por lo que las inevitables comparaciones no le harán justicia. 

jueves, agosto 11, 2016

Reseña: Lights Out (2016)

Apadrinada por James Wan y arreada como una de las apuestas más exitosas del cine de terror comercial de este verano, Lights Out (2016) es una película a la que confieso no le tenía muchas ganas, y ya desde su primer avance me parecía que era poco más que un concepto estirado de forma un tanto superficial y que echaba mano de un repertorio de trucos muy vistos en el cine de miedo contemporáneo. Si la terminé viendo ha sido porque en su país de origen ha tenido por lo visto una muy positiva recepción y hasta se ha granjeado comentarios más o menos entusiastas de gente de cuyo criterio me suelo fiar. Al final ha resultado ser poco más de lo que me esperaba: algunas de las ideas que muestra son interesantes, como interesantes son muchos de los recursos que utiliza a la hora de mantener en tensión al público, pero tal como me temía estamos ante un producto prefabricado que no sorprenderá a nadie. 

El planteamiento inicial de la película es, eso sí, un gimmick en estado puro: una familia acosada por un terrible espíritu vengativo que sólo puede atacar en la oscuridad y cuyas apariciones coinciden con la degeneración mental de la madre, cuyo vínculo con la realidad se resquebraja frente a la impotente mirada de su familia. Aquí no hay ambigüedades de ningún tipo ni hay cabida a interpretaciones alternativas: desde la primera escena sabemos que el fantasma es real, nos quedan tremendamente claros sus poderes y limitaciones, y sabemos que la madre realmente no está hablando sola sino que se dirige a la presencia de ese espíritu maléfico que se ha apoderado de su casa. 

Una cosa que no me esperaba y que ha sido para mí la única sorpresa positiva ha sido el comprobar que en Lights Out hay una serie de ideas que la alejan un tanto del terror convencional y la acercan a algo parecido a un contenido dramático. La idea de una maternidad que te desborda y del monstruo ligado a la enfermedad mental traerán a colación las inevitables comparaciones con The Babadook (2014), película que sospecho estuvo en la mente de aquellos que dieron forma a este producto final. Sin embargo, estas similitudes son superficiales y mucho me temo que sus responsables hayan renunciado a cualquier atisbo de profundidad o ambigüedad con el objetivo de hacer la película más digerible para un público mayoritario, lo cual por lo visto les ha dado un gran éxito. Esto parece así ya que la propia idea de la película no deja de ser poco más que el concepto llevado a largometraje de un famoso corto del mismo director, David F. Sandberg, que se viralizó en redes sociales hace ya un tiempo y que seguramente habréis visto. 

Al final creo que eso ha sido lo más frustrante de la película: hay ideas y conceptos muy buenos y genuinamente interesantes que por desgracia están hundidos en una producción comercial estándar, ya que a la hora de la verdad esta es básicamente una cinta sobre un monstruo que sólo se puede mover en la oscuridad, y cuya historia mil veces vista está aderezada con la típica música incidental que te dice lo que debes sentir en todo momento, los falsos sustos, el diseño poco inspirado del fantasma y por supuesto la ya clásica escena de exposición con flashbacks y muy convenientes registros audiovisuales que explican el secreto del pasado que dio origen a la maldición. Agradezco que haya sido corta (menos de hora y media, algo insólito hoy en día), pero me ha parecido poca cosa y dudo mucho que vaya a quedar en mi memoria. El director, por cierto, será el encargado de la secuela de Annabelle (2014), por lo que correrá el riesgo de ser fagocitado por este cine de terror de consumo rápido que le ha dado la bienvenida.