martes, julio 27, 2010

Reseña: Dead Snow (2009)

Resulta al menos gracioso que algún alma caritativa se haya decidido a estrenar en España la archiconocida comedia de terror noruega Dead Snow (2009) mucho después de que ya prácticamente todo el mundo la ha visto, y encima con el predecible y genérico título de Zombis nazis (aquí nadie se rompió la cabeza, definitivamente). En caso de que quien lea esto haya retrasado ese visionado (cosa que, debo reconocer, fue mi caso) estaría bien que bajase un poco las expectativas. Es sin duda una película muy divertida y con algunos momentos brillantes, pero no resulta particularmente original ni rompedora una vez que surgen las inevitables comparaciones con obras similares como El regreso de los muertos vivientes (1985) o Braindead (1992), siendo esta última su influencia más evidente al mostrar a un personaje que viste una camiseta de la famosa película de Peter Jackson.

Nunca llega, sin embargo, a acercarse siquiera al nivel de las dos películas antes mencionadas. De hecho el gran problema de Dead Snow es su incapacidad de ir más allá de su por otro lado atractiva premisa: un grupo de amigos de vacaciones en una cabaña que son presa de la maldición de un ejército de zombis nazis ligados al misterio de un oro robado. Es la confianza en esta idea (y el empleo de los villanos por excelencia del cine) lo que en un principio parece dar vida a la película y lo que consigue mantener nuestra atención incluso más allá del festival de topicazos que componen la primera mitad de metraje, trozo utilizado por lo general para dar a conocer a los personajes pero que apenas destaca por uno que otro toque de humor y una muy desagraable escena de sexo en un baño. Encima hay una inexplicable insistencia durante toda esta primera mitad en no mostrar a los zombis, cuando todas las piezas de material publicitario de la película (ni hablar de ese trailer con material de archivo de la Segunda Guerra mundial) no paraban de mostrarlos en toda su gloria.

Por fortuna es en su segunda mitad cuando Dead Snow finalmente coge carrera y presenta sus mejores armas, comenzando con el ataque de los soldados no-muertos a la cabaña de los protagonistas, tan hiperbólica, excesiva y sangrienta que nos hace perdonar fácilmente el hecho de que el auténtico motivo de la amenaza no queda muy claro, ya que es un poco arbitraria la manera en que estos zombis atacan. Lo azaroso de la situación también emparenta a la película de Tommy Wirkola con The Evil Dead (1981) y otras entradas del splatter más autocomplaciente. Todo esto culmina, claro está, de la única forma posible: una batalla a muerte entre los supervivientes y el ejército de nazis reanimados en la que todo vale y la sangre vuela literalmente por los aires. Esta secuencia, la más larga de la película pero también sin duda la mejor, tiene la novedad de estar presentada a plena luz del día con el blanco de la nieve como color dominante, y a pesar de toda su brutalidad nunca renuncia al humor, en ocasiones demasiado básico y cazurro, pero en otras bastante efectivo, como todo lo que se refiere a la evolución de uno de los protagonistas, un estudiante de medicina con una inconveniente fobia a la sangre.

Debido a su idea principal, lo más probable es que hubiésemos terminado por escuchar de Dead Snow incluso si el cine de terror escandinavo no estuviese generando el interés que despierta en estos momentos. Es una lástima que una premisa como esta se vea ensombrecida por una ejecución por lo general torpe que no llega nunca a estar a la altura de aquellas cintas a las que homenajea ni tampoco de las mayores glorias del Nazispoitation. Al final, la película de Wirkola no deja de ser una obra divertida que ciertamente no redefine el sub-género de zombis, pero al menos merece ser vista una vez. Sospecho que su éxito se debe más al carácter icónico de unos villanos que resultan perfectos como encarnación pop del Mal, pero dicha premisa sólo funciona durante los primeros minutos, y esta cinta demuestra que en el apartado de la comedia de terror o el splatter tiene pocas cartas con qué jugar. Las que tiene, al menos, sabe jugarlas bien. Ir con las expectativas bajas y no estusiasmarse demasiado es la mejor manera de disfrutarla como lo que en el fondo es.

lunes, julio 26, 2010

Parecidos razonables (4)

Cartel de Species (Roger Donaldson, 1995)
Cartel de Splice (Vincenzo Natali, 2009)
Cartel de Déjame entrar (Matt Reeves, 2010)

Hoy en "chapuzas para diseñadores", un clásico: el protagonista en posición fetal sobre un fondo monocromo.

jueves, julio 22, 2010

Reseña: The Descent 2 (2009)

Llegamos a decir en su momento que The Descent 2 (2009) se perfilaba como una de las secuelas más innecesarias de los últimos años, y no es para menos. No se trata de que la original sea una gran película o no, sino que su historia había quedado tan perfectamente cerrada y con un final tan efectivo que una anécdota completamente nueva era probablemente la única forma de llevar a cabo una continuación con algo de dignidad. Sin embargo, no ha sido así; también recordaréis sin duda que la película de Neil Marshall tuvo un final distinto cuando se estrenó en los Estados Unidos, y es este final el que ha sido tomado en cuenta a la hora de elaborar esta segunda parte. Marshall abandona la dirección para centrarse más bien en el fantasmal cargo de productor ejecutivo, cediendo la silla principal al experimentado montador de la primera, John Harris, quien aquí se estrena en la dirección. La poca confianza inicial en este proyecto hizo que en un principio se pensara lanzarla directamente en formato doméstico, pero finalmente recibió un estreno en cines. Tras verla, considero que se trata simplemente de una continuación supérflua que no aporta absolutamente nada a lo que Marshall dejara cuatro años antes.

De hecho yo diría que para su disfrute se hace indispensable pasar por alto lo disparatada de la premisa y lo ridícula, inverosímil e involuntariamente cómica que llega a ser, cuando un equipo de rescate obliga a Sarah a regresar a la cueva (aunque esta vez entrando no por la caverna original sino a través de una mina abandonada, por algún motivo que se me escapa). El sinsentido de un policía arrastrando a la única testigo y superviviente de una masacre al lugar donde vivió sus horrores a pesar de estar en un estado casi catatónico se ve compensado hasta cierto punto por lo hijadeputa que es la protagonista, sólo interesada esta vez en escapar ella sin importarle nada más, toda una tough-chick con acento escocés incluido. Por supuesto eventualmente el equipo se encuentra con los monstruos cavernarios y la sangre vuela a chorros, esto último en sentido literal; The Descent 2 es mucho más sangrienta que la original hasta un punto hiperbólico, ya que la sangre es incluso de un rojo brillante y agresivo. Esta brutalidad tiene un problema, sin embargo, y es que inexplicablemente los monstruos (realizados esta vez con un diseño más convencional que incorpora pupilas) tardan tanto tiempo en salir como en la original, lo cual en una secuela es bastante raro. Asimismo, el carácter caricaturesco de la violencia se suma a un look mucho más pobre que da a la caverna una apariencia mucho más de cartón piedra, por lo que la trama parece un recorrido por un parque temático.

A nivel de argumento hay pocas sorpresas, ya que es básicamente lo mismo que en la película anterior, con el grupo quedando separado por culpa de un derrumbe y siendo sistemáticamente cazados por los monstruos. El elemento perturbador está en esta ocasión en el personaje del sheriff, que parece trabajar en contra de los intereses del grupo y desde el principio se la tiene jurada a Sarah de forma bastante gratuita. Las ganas de andar sobre el camino ya trazado son tales que la película incluso hace varios guiños a la original a través de la sucesiva aparición de los cadáveres de las chicas de la primera parte, acompañados por supuesto de sus muy convenientes flashbacks. Es más o menos llegados a este punto donde se produce una revelación sorpresa en cuanto a la reaparición de cierto personaje (ni tan sorpresa: ya se mostraba en el trailer) que resulta muy poco creíble y que termina por despojar a la película de todo atisbo de seriedad. El clímax es nuevamente un enfrentamiento salvaje e histérico por la supervivencia, pero sin el genuino horror de la original y mucho más tramposo y aburrido. A eso sumemos que el final es de delito; no sólo no tiene sentido (aparte de asomar la posibilidad de una nueva secuela) sino que incluso contradice la primera escena y toda la premisa de la película.

Así que si habéis disfrutado de la primera parte, es probable que ya estéis pensando en acercaros a The Descent 2. Hay, sin embargo, que bajar las expectativas considerablemente, ya que la película es básicamente lo mismo que la primera parte pero mucho más pobre y sin el buen oficio de Neil Marshall. A pesar de ser medianamente disfrutable a un nivel muy básico, queda muy por debajo de la original y es, de esto no me cabe la menor duda, tremendamente supérflua e innecesaria incluso para los estándares de una secuela.

domingo, julio 18, 2010

Reseña: Revenge of the Creature (1955)

Un año después del estreno de Creature From the Black Lagoon (1954), primera película del último de los grandes monstruos clásicos de la Universal, llegó esta secuela llamada Revenge of the Creature (1955), la cual volvió a contar con el director Jack Arnold y al parecer fue también la más taquillera de las tres películas que llegaron a hacerse sobre este personaje. No es poca cosa teniendo en cuenta que para los cincuenta el género de monstruos estaba rápidamente cediendo el terreno al cine de ciencia-ficción, por lo que una cinta de aventuras exóticas y dupla chica/monstruo no era lo que estaba en boga. Al igual que la primera parte, esta secuela sigue una fórmula muy común en estas historias de criaturas legendarias, ya que comienza con el monstruo capturado en el Amazonas y llevado como prisionero a un parque acuático en Florida, lo que reproduce uno de los más viejos arquetipos narrativos del cine: aquel de la naturaleza salvaje que no puede ser contenida por la mano del hombre, una idea de la que han bebido una buena cantidad de grandes películas desde King Kong (1933) hasta Parque Jurásico (1993).

Al igual que la primera parte, Revenge of the Creature fue estrenada en 3-D, aunque no se conserva hoy en día ninguna edición casera que mantenga dicho efecto. Independientemente de esto, como secuela es bastante inferior, y hoy en día su fama es más bien anecdótica, entre otras cosas por contener (junto con Tarántula (1955), también de Jack Arnold) la primera aparición en el cine de Clint Eastwood, quien tiene un pequeño papel de figurante al principio de la película. Una de las razones por las cuales esta secuela es claramente menos divertida que la primera parte es que el componente de aventuras que tan bien funcionó con anterioridad se pierde al transcurrir la mayor parte de esta cinta en el parque acuático con el monstruo preso y los científicos estudiándole, lo que priva a la película de la sensación de constante peligro de la primera entrega. Para colmo todo este trozo está excesivamente alargado con numerosas escenas de la vida cotitidiana en el parque, sin duda rodadas para aprovechar la locación real del parque Marineland, en Florida.

Un detalle curioso pero tremendamente significativo es que la película tiene una notable pátina conservadora (presente por ejemplo en que la científica no deja de ser en el fondo una típica representación de mujer florero de los cincuenta) que la hace esquivar no sólo sus mayores muestras de violencia sino también temas que se perfilan como interesantes pero que no son aprovechados. Entre estos está la rivalidad (que tiene mucho de pavoneo sexual de macho Alfa) entre los dos protagonistas masculinos: el intrépido y varonil cazador que atrapa al monstruo y el meticuloso científico que lo estudia, así como el poder hipnótico (no desprovisto tampoco de cierto subtexto erótico) que el monstruo ejerce sobre la protagonista femenina. Este último detalle vuelve a emparentar la historia con King Kong hasta el punto de poseer un final casi idéntico y un clímax que muestra nuevamente la lucha por recuperar a la chica de las garras del monstruo.

Todas estas son grandes ideas que se pierden al ser Revenge of the Creature una película de estudio en la que Jack Arnold debe forzosamente dejar por fuera los sugeridos aspectos polémicos del guión. Encima la cinta se alarga innecesariamente una vez se abandona la locación del parque acuático, sitio donde se produce la emergencia que da a pie al argumento. De hecho la película tiene tres grandes momentos en los que podría haber llegado el clímax pero este continuamente se retrasa. Arnold pasa también de puntillas sobre el componente trágico del monstruo, terriblemente acosado por los humanos y hasta cierto punto la verdadera víctima de la trama. Pero a pesar de no ser tan atractiva como la original, su éxito tuvo como consecuencia el estreno de una tercera parte poco después, cerrando una trilogía que por lo visto está a punto de ser resucitada con la aparición de un inevitable remake para el año que viene.

viernes, julio 16, 2010

Reseña: Alien: Resurrection (1997)

Habíamos dicho ya en varias ocasiones que una de las cosas más interesantes de la saga de Alien es que cada entrega tiene un espíritu y estilo diferente dependiendo siempre de las mentes que se encuentren detrás. Es también cierto que a medida que iban apareciendo secuelas estas se hacían cada vez más explícitas y menos dadas a sutilezas: con un cronómetro podréis comprobar que en cada entrega de estos xenomorfos espaciales las criaturas aparecen cada vez más temprano. Pues bien, en Alien: Resurrection (1997), cuarta parte de la franquicia, los monstruos aparecen desde el principio. En cuanto a la identidad autoral, esta película está dirigida en esta ocasión por el francés Jean-Pierre Jeunet, aunque no son pocos los que afirman que tan importante como este es el nombre del guionista Joss Whedon, quien tuvo la difícil tarea de dar vida a esta sacrílega secuela en la cual podemos ver claramente varias muestras de su estilo como narrador, incluyendo esa pandilla de mercenarios espaciales que es un evidentísimo antecedente de la serie Firefly.

Usábamos más arriba la palabra "sacrílega" porque Alien: Resurrection aborda la osada tarea de dar continuidad a una saga cuyo argumento se consideraba más que cerrado; después de todo, al final de la tercera parte Ripley había muerto y con ella la reina alienígena que llevaba en su interior. Fueron muchas las posibilidades que se barajaron para traerla de vuelta a la vida, incluyendo una que despachaba todo lo ocurrido en Alien 3 (1992) como nada más que un sueño. Al final se optó por situar la historia doscientos años en el futuro, con los militares clonando a Ripley para sacar de su cuerpo el monstruo que en ella habita, con lo que hasta cierto punto es apropiado el que Whedon haya hecho uso del título Resurrection, uno de los más manidos que han existido jamás. El tono empleado esta vez podríamos definirlo como la antítesis absoluta de la película de Fincher: una estética de cómic que adorna una película más dada a la acción hiperbólica en la que Ripley, ahora dotada de habilidades especiales gracias a sus compartidos genes alienígenas, es partícipe. Todo esto sumado a los toques de humor (todavía uso en mi vida cotidiana la frase "claro, porque tú nunca te has follado a un robot") hace que esta entrega no sea tomada tan en serio como las tres anteriores, pero para mí al menos resulta muy superior a la forzadísima intelectualidad de Alien 3.

De hecho una de las mejores cosas que tiene es el regresar al esquema de Cameron de los humanos contra muchas criaturas a la vez, manteniendo al mismo tiempo el ambiente cerrado y claustrofóbico que ha caracterizado a la saga. Estéticamente, eso sí, la película tiene una continuidad bastante evidente con la cinta de Jeunet Delicatessen (1991), por mucho que en esta ocasión esté ausente su habitual co-director, Marc Caro. No faltan, sin embargo, algunos de los actores que han trabajado con el francés, como Dominique Pinon y Ron Perlman, quien tiene uno de los mejores personajes como uno de los rudos mercenarios con los que Ripley deberá aliarse. Le presencia de una andrógina Winona Ryder en el elenco da a Ripley la posibilidad de una extraña relación materno-filial que hasta cierto punto sirve para dar continuidad a la abortada subtrama de heroismo de la segunda entrega, aunque dudo que esto haya sido lo que tenían en mente tanto Jeunet como Whedon. El énfasis parece estar más bien, tras ya cuatro películas de la saga, a borrar los límites entre lo humano y lo alienígena en una cinta en la que varios personajes poseen una identidad más bien ambigua. En este sentido, la película cierra con la confrontación final de Ripley contra un monstruo cuya revelación se ve venir a leguas, pero que en lo particular me parece muy acertado y un intento al menos de sacar algo nuevo de la saga.

Los entusiastas de las primeras dos entregas pueden fácilmente desdeñar Alien: Resurrection como una "tonta película de acción" (sic), pero esto sería un grave error. No solamente es una entrega muy disfrutable y una muy buena manera de dar continuidad a una franquicia que (no nos engañemos) habría continuado con o sin Sigourney Weaver, sino que encima está mucho mejor construída que la tercera parte, sabe al menos a donde va y tiene una factura técnica muy superior a pesar de sus más modestas pretensiones. Por la manera como termina, todo parece indicar no sólo que no habrá otras continuaciones, sino que la historia finalmente se cierra en un círculo bastante preciso que honra el camino trazado con anterioridad por Ridley Scott, James Cameron y David Fincher. Algunos puede que desprecien el tono de space-opera sucia que Jeunet ha decidido adoptar, pero en lo personal no se me ocurre una mejor manera de despedir a estos monstruos espaciales y a la ruda mujer que ha sabido plantarles cara.

domingo, julio 11, 2010

Reseña: The House of the Devil (2009)

Es una lástima que no haya podido ver The House of the Devil (2009) antes de redactar esta lista, ya que considero que estamos ante una de las películas más singulares que me ha tocado ver en los últimos años, especialmente en esta época en la que un concepto mal entendido de la nostalgia parece ser una de las constantes más empleadas a la hora de acercarse a arquetipos de terror que hayan funcionado en décadas pasadas. Es sobre todo una película muy bien construída en la que nada ocurre por casualidad, y en la que la excusa del "homenaje" a éxitos anteriores (concretamente el cine de terror de finales de los setenta y principios de los ochenta) es inusualmente pertinente y no sólo una justificación para sus carencias técnicas o narrativas. Todo esto de un director proveniente del mundo de la serie B y que con esta película alcanza su trabajo más destacado.

Dicho director es Ti West, joven cineasta cuyo nombre ha empezado a sonar mucho últimamente como una de las mayores promesas del género de terror actual. Para su tercer largometraje, West abandona (al menos en gran medida) el énfasis en el impacto de sus películas anteriores, así como el sentido de autoparodia, y crea en vez de ello una cinta guiada por el suspense y la anticipación la cual funciona, hay que decirlo, bastante bien. La historia es probablemente conocida ya: una joven universitaria acepta un sospechoso trabajo de niñera para una muy inquietante pareja que vive en las afueras de la ciudad. A lo largo de la noche, la chica se dará cuenta de que la misteriosa pareja esconde un terrible secreto y que sus intenciones para con ella no son las que originariamente creía. Dicha revelación no será precisamente una sorpresa para el público (la película, después de todo, tiene el título que tiene) pero el carácter predecible de su argumento no importa ya que es la construcción de este lo que la hace realmente destacable; la mayor parte de la cinta está dedicada a la creación y desarrollo del suspense, con sólo los últimos 15 minutos dedicados a un pay-off particularmente desquiciado y violento.

Por supuesto lo más comentado de The House of the Devil y aquello en lo que se basa la mayoría de reseñas y críticas que he leído de ella es su particular visión estética: la trama está ambientada en el año 1980, y como consecuencia de ello la película tiene la estética y el estilo de una producción de dicho año, rodada en 16 mm y con un ritmo narrativo pausado en el que incluso no falta la típica secuencia musical del personaje protagonista bailando en solitario a través de la casa mientras realiza otras tareas. La idea puede parecer simplemente un gimmick nostálgico y poco más pero aquí Ti West acierta de nuevo; contrariamente a lo que habría hecho cualquier otro cineasta, la ambientación ochentera de la película no está realizada de forma irónica ni es un guiño-codazo al espectador cómplice. West no intenta justificar que la película parezca de los ochenta; simplemente hace que parezca de los ochenta negándose a hacer un comentario sobre ello, lo cual como homenaje estético me parece la forma más acertada. Esta referencialidad a una época determinada es algo que también se nota en la temática de la película. Muchos la han comparado con la trilogía de apartamentos de Polanski, pero esas eran películas subjetivas en las que el espectador se ponía en la piel de las protagonistas, y este no es el caso; en The House of the Devil nosotros sabemos perfectamente lo que va a ocurrir, y la tensión viene precisamente por las pistas que nosotros como público notamos y a las que la protagonista no parece prestar la atención debida, como la insistencia de un (por cierto, enorme) Tom Noonan en pedir una pizza. Si hay semejanzas con otras historias anteriormente rodadas, yo compararía esta película con la primera mitad de Cuando llama un extraño (1979) en cuanto al tema de babysitters en peligro, así como el tópico del satanismo en suburbios de La profecía (1976).

Llegado el clímax es cuando se desata propiamente el horror explícito de la película. Algunos se han quejado de lo brusco y repentino de este trozo final, y es cierto que este se produce y resuelve demasiado rápido teniendo en cuenta la parsimonia anterior del argumento. También es cierto que la revelación final con la que cierra la película es bastante predecible, pero eso no reduce las grandes virtudes de The House of the Devil como una película honesta y muy bien construída que sabe ir mucho más allá de la superficial referencialidad de gran parte del cine de terror actual. Sinceramente no sé cómo este género puede seguir queriendo sacar tajada de la nostalgia del público después de este trabajo. Por desgracia esta película no llegó a tener un estreno comercial en condiciones y ha tenido que conformarse con una reputación ganada en su formato doméstico, que incluye hasta una edición especial lanzada en el ya extinto pero muy pertinente formato VHS. Yo sin embargo creo que es una lástima que no se haya estrenado en cines, porque creo que hubiese podido tener una repercusión mucho mayor.

viernes, julio 09, 2010

Reseña: Alien 3 (1992)

Tras el éxito de Aliens (1986) era imposible no continuar la saga de estos xenomorfos espaciales, y sin embargo Alien 3 (1992) terminó siendo la oveja negra de la franquicia muy a pesar de que hasta cierto punto volvía al esquema que hizo grande a la primera parte. Encima, la película fue responsable del descubrimiento del director David Fincher, uno de los cineastas más prometedores de los años noventa y pionero en una camada de autores mainstream salidos del mundo del videoclip. El por qué esta secuela no funcionó como se esperaba es algo que merece ser discutido, ya que una de las cosas más interesantes de la película es la historia que hay detrás de esta producción y la gran cantidad de problemas que surgieron a la hora de hacerla realidad. Dicha historia es demasiado larga para contarla toda aquí así que recomiendo una búsqueda por Internet para leer acerca de todas las diferentes versiones que se llegaron a hacer de su argumento, incluyendo una que transcurría en un monasterio galáctico enclavado en un misterioso planeta hecho de madera.

El resultado final fue una mezcla de varios de los guiones rechazados, una historia oscura y deprimente que tira por la borda todo la acción y heroísmo de la cinta de Cameron y huye de lo que hubiese sido la continuación lógica: situar la historia años después. En vez de eso tenemos a Ripley estrellándose poco después de su victoria contra la reina alienígena en un planeta-prisión dominado por el fanatismo religioso de los reclusos, trayendo como polizonte a uno de los monstruos. La historia la sitúa como la única superviviente, lo que destruye los aciertos argumentales de la segunda parte y hunde la película en un tono pesimista que te hace querer cometer suicidio, un tratamiento por cierto muy acorde con el espíritu de los noventa, pero que por desgracia confunde la "seriedad" con una solemnidad excesiva y exagerada. Uno de los mayores ejemplos de esto es que aquí Ripley ya no parece la dura heroína de la segunda película sino un personaje desesperado y acorralado cuyas hazañas resultan tremendamente fútiles y cuya desquiciada lucha contra el nuevo y mejorado alienígena (híbrido de un perro o un bovino dependiendo de la edición que hayáis visto) parece más bien una huída hacia delante. El ya conocido desenlace final de la película deja este tono mucho más resaltado.

Este es básicamente el principal pero que se le pone a Alien 3 a la hora de valorarla con el resto de la saga. Si bien se trata de una película con ideas interesantes y una estética muy atractiva, los seguidores de las dos primeras películas no le perdonaron jamás a David Fincher que les robara la victoria emocional conseguida con la secuela anterior. Es una lástima porque a pesar de esto y de los numerosos fallos productos de las incontables dificultades que tuvo la producción, sigue siendo al menos valiente en su propuesta, y es que todas las entregas de la saga de Alien ha sabido tener una personalidad muy definida acorde con aquellos que se han puesto al mando. En este caso Fincher logra construir un relato que es a partes iguales película de horror, ciencia-ficción, drama carcelario y entramado estético sobre el tema de la Muerte. Si no hubiese sido por las numerosas alteraciones que siguieron a su trabajo original (causando que el propio director reniegue hoy en día de esta película) podríamos perdonar el hecho de que haya demolido la saga para plantear su particular visión de la historia de Ripley.

Es esta discrepancia lo que considero que perjudicó más a la película de Fincher y terminó convirtiéndola en la más floja entrega de la saga. La forma poco efectiva en que está armada la película (con esos momentos de supervivencia en el que los protagonistas se enfrentan al monstruo sin armas intercalándose con largos pasajes de conversaciones en los que no ocurre realmente nada) y el ocasionalmente pobre trabajo de efectos especiales informáticos destinado a dar vida a la criatura no consiguieron impresionar al público, mientras que el tono deprimente, el presuntuoso desprecio por aquel heroísmo de la segunda parte y su sustitución por monsergas filosóficas terminaron alienando al público objetivo de la saga que deseaba otra película de monstruos. Al menos el tiempo y un Director's Cut en condiciones han terminado por dar algo de dignidad a la película de Fincher, quien finalmente tuvo su entrada triunfal tres años después con Seven (1995), lo que hace que Alien 3 sea una película interesante y digna de verse aunque no esté al nivel de las demás entregas de Ripley contra los monstruos espaciales.

miércoles, julio 07, 2010

Reseña: Scar (2007)

A pesar de que durante su reciente estreno en España Scar (2007) se ha intentado vender como una nueva entrada en el reciente furor por el 3D, lo cierto es que se trata de algo completamente distinto, perteneciente más bien a una ya moribunda obsesión por el subgénero de torturas que ha estado rodando por carteleras y videotecas foráneas durante varios años antes de ser finalmente estrenado comercialmente en este país. Tanto es así que el gimmick de las tres dimensiones no pasa de ser un recurso meramente tangencial y arbitrario ya que esta cinta del cineasta y ocasional director de videjuegos Jed Weintrob no parece hacer hincapié en la profundidad estética sino en la crueldad de éxitos recientes como Saw (2004) o Hostel (2005), con las que ha sido comparada en demasiadas ocasiones pero para variar de forma bastante pertinente.

La diferencia en todo caso reside en que Scar busca combinar su regodeo en el gore con un componente de terror psicológico alrededor del personaje interpretado por Angela Bettis, una mujer marcada emocional y físicamente por su experiencia con un asesino durante su adolescencia y que ahora revive el horror de aquellos años cuando los sonados crímenes de su némesis comienzan a repetirse en su pueblo natal. El misterio por desgracia está pésimamente tratado porque la policía inicialmente no cree a la protagonista ni siquiera cuando aparece un cadáver flotando en un lago (¡!), y luego, cuando la evidencia de un crimen es incontestable, la chica (muy previsiblemente) acaba siendo la principal sospechosa. El misterio a medio gas con sus muy fáciles y convenientes piruetas, el poco atractivo de sus personajes (¿cómo se puede tomar en serio a un psycho-killer con boina?) y un discurso moral de chichinabo son los mayores lastres de esta película, por lo que la única carta que le queda por jugar es, evidentemente, su muy liberal uso del gore y una violencia gráfica que busca aturdir al espectador pero a la que estamos francamente muy acostumbrados con el pasar de los últimos años.

Este misterio que compone la trama principal de la película se va alternando con flashbacks que cuentan el enfrentamiento de la protagonista con su torturador y asesino años atrás, y la naturaleza fragmentada del relato anticipa evidentemente una revelación sorpresa reservada para casi el final que no solamente es bastante predecible sino que incluso contradice información dada por la película anteriormente, con lo que tenemos aquí otro de esos casos en los que el argumento deja notables agujeros con la única función de dar comodidad al relato y hacer aún más "sorprendente" el tramo final en el que la sangre, los abusos y mutilaciones de los que hace gala la película alcanzan finalmente su objetivo. No deja de parecerme, sin embargo, una salida fácil para una película que se toma demasiado en serio a sí misma y que no puede disfrazar su pobreza con una supuesta diatriba moral acerca de los crímenes del psicópata.

El principal problema de Scar es básicamente ese; que independientemente de sus aspiraciones de terror psicólogico y comentario moralista acerca de irreparables traumas de pasado, no es más que un integrante de cuarta fila del subgénero de torturas, una película aburrida y supérflua cuyos últimos 15 minutos están con toda seguridad entre los peores que he visto nunca. En cuanto al escaso aprovechamiento del 3D, el director Jed Weintrob afirmó en su momento que dicha sutileza fue intencional ya que no quería emplear el truco barato de lanzar cosas a la pantalla, pero honestamente pienso que el verdadero motivo es que el gancho de las tres dimensiones fue solamente una excusa para asegurar a Scar un estreno en salas de cine. Antes mencionábamos las inevitables comparaciones con Saw y Hostel, pero creo sinceramente que esta película está más cerca, en términos valorativos, a otros ejemplos más recientes como Captivity (2007) o I Know Who Killed Me (2007), con lo que ya queda bastante claro si la considero recomendable o no.

lunes, julio 05, 2010

Tres tristes trailers 30


Abriendo esta tríada de trailers tenemos el avance de Splice, el cual muy probablemente ya ha sido visto por todos vosotros pero que necesariamente tengo que traer a colación ahora que su estreno comercial se acerca. Donde estoy actualmente tendremos la oportunidad de verla mucho antes y comprobar si su premisa de ciencia-ficción erótica se cumple tal como promete. Ciertamente no augura buenos resultados el que su estreno se haya retrasado tanto (casi dos años tiene dando vueltas por ahí) pero esta es una práctica a la que por otro lado parecen tenernos acostumbrados.

Seguidamente tenemos el avance de The Last Exorcism, originariamente titulada Cotton (título que por cierto me gustaba más, pero por lo visto una película de exorcismos debe por fuerza llevar la palabra "exorcismo" o "posesión" en el título sí o sí). Esta producción de Eli Roth con estética de "metraje hallado" es, además de evidente continuación de cierto fenómeno estético, una de las dos películas sobre exorcismos que tendremos este año, siendo la otra la nueva producción de Filmax, La posesión de Emma Evans. En todo caso, si bien el avance no augura nada que no hayamos visto antes y tampoco destile precisamente cosas prometedoras (me creo perfectamente que el cura protagonista no sea un actor profesional) estaremos allí en primera fila (en sentido figurado, obviamente) para ver qué nos trae el señor Roth esta vez.
Y finalmente, he aquí el avance de Black Death, lo nuevo del británico Christopher Smith, un cineasta muy prometedor que nos trae en esta ocasión una historia de terror de época (medieval para ser exactos) con un Sean Ben cuya presencia y porte convierte este trailer en un imposible spin-off de Boromir (soñar no cuesta nada). En esta ocasión la película de Smith trae la historia de un pueblo asolado por una plaga en la que las palabras "muertos que vuelven a la vida" empiezan a sonar con demasiada insistencia. Reconozco que de las tres, esta es la que espero con más ganas, y seguro que muchos también.