jueves, diciembre 31, 2015

Brevísimo ránking de horror del 2015

Llega el fin de año y parece ser que las listas son menos populares que nunca, pero también es cierto que es muy difícil romper con una de las tradiciones más nobles de Horas de oscuridad: el ya conocido trío de largometrajes que considero necesario destacar de este 2015 que se acaba hoy. A pesar de que digo lo mismo cada año, estos títulos que expongo a continuación no son sino una opinión muy personal acerca de las tres películas de terror que más me impresionaron durante los últimos doce meses, las que más se quedaron conmigo después de acabar los créditos. Una de ellas todavía no ha sido reseñada, pero lo será sin lugar a dudas en los próximos días. Por supuesto, y como vengo haciendo de unos años para acá, he incluido una mención especial para la película de terror favorita de los lectores. Así que no perdamos el tiempo, y resolvamos este misterio.

POSICIÓN No. 3

La tercera posición de este ranking va curiosamente para una de las primeras que vimos este año, la cinta alemana German Angst, un compendio de tres historias de terror ambientadas en Berlín y realizadas por tres directores distintos. Esta cinta de antología fue una de las experiencias menos sanas que tuve este año, aunque debo advertir desde ya que no es una historia de terror convencional. Mención muy especial para el tercero de sus relatos, Alraune, una historia de horror y sexualidad que me ha hecho querer volver a revisar las pesadillas estéticas de los maestros del terror italiano. Muy recomendable sin duda.

POSICIÓN No. 2

En la segunda posición se encuentra una que todavía no he reseñado, pero que es sin duda otra de las que más me han impactado este año. Se trata de February, una minimalista historia que mezcla varios de mis temas favoritos en el cine de terror como la locura, el aislamiento y las sutiles (o no) muestras de satanismo urbano. Algunos de vosotros ya habéis podido verla sin duda en festivales, y puede que lo hermético de su ritmo y su propuesta la aleje de las salas comerciales a pesar de que cuenta en su elenco con nacientes estrellas femeninas de la tele como Emma Roberts o Kiernan Shipka. De todas formas, si tenéis la oportunidad no la dejéis pasar.

POSICIÓN No. 1

Y en la primera posición, una que no tuve que pensar muchos. Como ya sabéis si habéis leído mi muy entusiasta reseña. Krampus ha sido una de las mayores sorpresas que me he llevado este año, y una muy buena manera de cerrarlo ya que con ella he descubierto la que para mí es un nuevo clásico navideño y una de las más destacables películas ubicadas a medio camino entre el horror y la comedia, perfectamente a la par de otras joyas juveniles como Gremlins o The Gate. La Navidad ya pasó, es cierto, pero buscadla y dadle una oportunidad.

MENCIÓN ESPECIAL

Finalmente, y tras una votación muy reñida, la elegida por los lectores de Horas de oscuridad como la cinta más destacable del año ha sido Crimson Peak, el último trabajo de Guillermo del Toro. La elección de esta película ha sido sin duda un gran acto de justicia ya que sabemos que su recepción comercial ha sido un tanto ambigua, e incluso a mí hubo algunas cosas que no me convencieron, aunque tiene más que ver en mi caso con ciertas ideas recurrentes en su director que no son de mi preferencia. El caso es que estamos ante una cinta muy fuera de lo común, y sólo por eso ya vale la pena acercarse a ella. Los lectores también parecen haber estado de acuerdo con esto ya que le dieron el 21% de los votos, por encima de otros trabajos como La visita (16%), Krampus (14%) y The Final Girls (10%). Como nota curiosa, varios lectores propusieron como lo mejor del año a la cinta It Follows, olvidando quizás que ya la propusimos el año pasado y de hecho salió triunfadora en mi podio personal del 2014.


En definitiva, eso ha sido 2015. Ha sido un año difícil e irregular en cuanto a actualizaciones, pero salvo causa mayor aquí seguiremos, y espero que este año que viene sea el mejor para ustedes. Gracias una vez más por seguir aquí después de una década. Se dice rápido, pero es increíble.


martes, diciembre 29, 2015

10 de hace 10: The Ring 2 (2005)

Nota explicativa: "10 de hace 10" es el nombre de una nueva sección en la que re-visitamos diez películas estrenadas hace diez años, en la esperanza de ver qué tan bien (o mal) han envejecido. La idea es que consigamos publicar estas diez entradas durante el 2015, año del décimo aniversario de Horas de oscuridad. La inspiración para este invento la tenéis aquí.


Llegamos así (finalmente y en la raya) a la última entrega de este especial aniversario de diez películas de terror re-reseñadas diez años después de su estreno. El criterio seguido para esta última cita no resultará extraño para aquellos que hayan seguido este blog desde el principio: The Ring 2 (2005) fue la primera película que reseñé en Horas de oscuridad hace ya una década, la que comenzó todo, y una de las mejores cosas de este especial ha sido ver cómo han evolucionado tanto mis gustos personales como mi soltura a la hora de dejar caer párrafos acerca de lo que iba viendo. En el aspecto puramente cinematográfico, ha sido interesante reencontrarme con una película que no había vuelto a ver desde su lejano estreno (de hecho, nunca la había visto en versión original) y si bien mantengo muchas de las cosas que pensé en aquel momento, también hay otras que he descubierto apenas ahora y que debieron resultar obvias para mí en aquel entonces. 

Pero primero, como siempre, un poco de contexto. Quizás debo soltar esto de una vez para que los que me leéis tengáis una idea de cuales son mis prejuicios a la hora de abordar una película como esta: como todos sabéis bien, The Ring (2002) es una de mis películas de terror favoritas, incluso hoy en día. Considero que de todos los remakes americanos del horror oriental fue el único que se hizo realmente bien, e incluso me atrevo a decir que si tuviera que escoger una sola cinta de terror de la década del dos mil en base a lo que significó para mí y lo que me afectó en el momento en que la vi por primera vez, la versión de Gore Verbinski ocuparía sin duda ese lugar de honor. Es por eso que estaba esperando ansiosamente esta continuación a pesar de que la primera entrega ya había quedado más o menos cerrada y existían escasas posibilidades de continuar la trama. Sin embargo, este recelo se veía compensado con el hecho de que Hideo Nakata, el director de la Ring (1998) sería el encargado de dirigir esta continuación americana, por lo que al menos por ese lado la cosa prometía.

El resultado dista mucho de ser el óptimo. El tiempo transcurrido entre su estreno y ahora me ha hecho darme cuenta de hasta que punto The Ring 2 es no sólo una decepción sino una película muy pobre y una secuela muy mal planificada a pesar de que cuenta con algunos elementos que la hubieran podido hacer un éxito, no sólo la incorporación de Nakata al equipo sino también el regreso tanto de Naomi Watts como protagonista como de David Dorfman en el papel de su hijo, acosados unos meses después de lo ocurrido en la primera película por el espíritu vengativo de Samara Morgan. De entrada esto es el primer problema porque nunca se establece realmente el por qué de esa fijación específica con dos invididuos que en teoría no deberían ser sino otros supervivientes más de la maldición viral que se extiende a través de la cinta de vídeo de la primera película. El tema de la cinta, por cierto, es completamente abandonado en esta secuela en favor de una historia de fantasmas mucho más convencional, lo que no es sino la primera de las muchas faltas que la propia historia comete contra su ya establecida mitología y sus otrora muy bien definidas reglas; ahora por el contrario parece que Samara tiene habilidades que en su momento no tenía, y la película utiliza esos poderes de la peor forma posible a través de numerosos clichés y lugares comunes que hemos visto ya demasiadas veces.

El mayor de estos lugares comunes quizás sea el haber empleado muchas convenciones de otras películas a la hora de ir tejiendo la historia de Samara y su amenaza contra una madre y su hijo. Algunos de los detalles más significativos de la trama de The Ring 2 están literalmente calcados de clásicos como Poltergeist (1982), y tal como mencionábamos en la reseña original hace diez años, el enfrentamiento entre Samara y Rachel en el desenlace de la cinta tiene parecidos demasiado grandes con Dark Water (2002) (también dirigida por Nakata, por cierto) como para creer en una simple coincidencia. El resultado de todo esto es una película que no sabe muy bien a dónde va, no entiende su mitología y no aprovecha sus posibilidades. El único punto novedoso que ofrece es la por otro lado predecible profundización en los orígenes de Samara, apoyada por una Sissy Spacek desquiciada y demostrando por otro lado una cercanía mayor con los orígenes de la versión japonesa de lo que la primera película dejaba ver. Esta última idea es interesante pero está sugerida de forma muy vaga. Además, nada de eso importa al final, donde una vez más parece que lo crucial para derrotar a una amenaza sobrenatural es el poder del amor

Quizás lo que más lamenté en este segundo visionado fue comprobar cómo la dirección de Nakata no parece aportar absolutamente nada al resultado final. Todo en esta película, incluyendo la estética y los efectos especiales, resulta tremendamente convencional aún teniendo en cuenta el contexto mainstream en el que se estrenó, y la trama se mueve de forma demasiado lenta sin una dirección real de investigación como sí tenía la primera película, la cual por cierto es mucho más estilizada que esta. La secuela, por el contrario, es completamente plana y en muchas ocasiones me parecía estar viendo una cinta de mediados de los noventa. 

Si bien ya hace una década me pareció que dejaba mucho que desear, estaba dispuesto a dejar pasar muchos de los problemas de The Ring 2 tan sólo por el hecho de ser la continuación de una de mis películas preferidas. Ahora, diez años después, me doy cuenta de lo pobre que fue el resultado final de una secuela completamente innecesaria, que contradice sus propias reglas y desprecia gran parte del legado de la primera parte para echar mano de cosas que funcionaron en otras películas. Una muy leve mirada a los orígenes de la maldición no compensa el tedio general de una cinta considerablemente más lenta y aburrida, y aunque todavía no se me ocurre cómo se podría haber continuado una historia como la de la primera parte, sí pienso que tiene que haber habido una forma mejor de llevarla a cabo.

domingo, diciembre 27, 2015

10 de hace 10: La tierra de los muertos (2005)

Nota explicativa: "10 de hace 10" es el nombre de una nueva sección en la que re-visitamos diez películas estrenadas hace diez años, en la esperanza de ver qué tan bien (o mal) han envejecido. La idea es que consigamos publicar estas diez entradas durante el 2015, año del décimo aniversario de Horas de oscuridad. La inspiración para este invento la tenéis aquí.


De las diez integrantes de este especial de aniversario, La tierra de los muertos (2005) era aquella a la que tenía más ganas de volver, y las tenía precisamente porque la decepción que originalmente me llevé durante su estreno se ha visto opacada por el bajón de calidad que han sufrido los posteriores trabajos de George Romero, quien se ha visto de repente acorralado por el cambio en los tiempos e incapaz de revivir aquello que causó con sus primeras películas. Esta, su cuarta cinta de zombis, contiene en muchos sentidos el germen de los problemas en los que más tarde ahondaría, y es una lástima porque independientemente de las expectativas que generó, lo cierto es que hay aquí una valiente continuación y una cinta muy coherente con aquello que ya venía tratando en su trilogía de zombis anterior.

El tema ya lo conocen todos: a pesar de que en ningún momento se vendió oficialmente como una secuela, La tierra de los muertos tiene lugar en un futuro post-apocalíptico por lo visto posterior a los eventos de El día de los muertos (1985), mostrando otros personajes humanos que viven protegidos en una ciudad donde no sólo han recreado algo parecido a la civilización humana antes de que los muertos se alzaran, sino que incluso han revivido la por lo visto recurrente división de clases entre los ricos viviendo cómodamente en un rascacielos dotado de todos los lujos y una gran masa de pobres que sobrevive como puede en las barriadas de la superficie. Todo esto se va al garete cuando un conflicto entre humanos lleva la seguridad del recinto a una situación límite, y por si fuera poco los zombis han comenzado a apilarse en las afueras de la ciudad dispuestos a llevar a cabo un ataque final. Es aquí donde reside la novedad de la película de Romero: en clara continuidad con la entrega anterior, esta vez los muertos han comenzado a desarrollar cierto grado de inteligencia y son capaces no sólo de aprender sino también de comunicarse y trabajar juntos de forma consciente, con lo que ahora representan una amenaza mucho mayor.

Esta continuidad temática en la que los muertos vivientes se van haciendo cada vez más listos es sin duda alguna lo más interesante de La tierra de los muertos, y aunque no me atrevería a decir que es una idea realmente novedosa, sí que está muy bien llevada a cabo con el equilibrio perfecto entre horror y comedia (el necesario protagonismo que se le da a los zombis hace imposible tomarlos completamente en serio). Como es habitual en el cine de Romero, el subtexto político de esta historia de zombis está muy marcado, en ocasiones demasiado ya que ciertos elementos son referencias tremendamente obvias de la era Bush en la que la película se estrenó, no sólo la división entre ricos y pobres sino también el muy evidente paralelismo del conflicto humano con la (todavía vigente) Guerra contra el Terrorismo, con un John Leguizamo (actor que siempre me ha encantado y que en esta película está genial) haciendo de un muy explícito alter-ego ficticio de Osama bin Laden. Esta intencionalidad política puede que se le atragante a muchos y a otros les parezca ingenua por lo obvia y poco sutil que es, pero está en perfecta coherencia con el desarrollo de las cintas anteriores y resalta la idea principal de que el verdadero conflicto de la trama se da siempre entre los vivos.

Otro punto en que la película me sorprendió fue en el apartado técnico: no recordaba por ejemplo que el maquillaje de los zombis fuera tan bueno (es la película de zombis de Romero con mayor presupuesto hasta la fecha) y los efectos gore están muy bien realizados por mucho que Tom Savini ya no esté al mando. El ambiente de la película está muy logrado a pesar de que sus locaciones no se explotan mucho, y al igual que ocurría en las entregas anteriores, Romero se encarga de hacer a los zombis distintos entre sí y muestra algunos bien diferenciados y recurrentes para recordarle siempre al público su anterior humanidad, algo que pocas veces se le reconoce y que se había dejado un poco de lado en otras cintas contemporáneas a esta como Resident Evil (2002) y el muy recomendable remake de El amanecer de los muertos (2004).

Entonces, ¿cuál es la conclusión? ¿Supera La tierra de los muertos la prueba proporcionada por esta espera de diez años? No exactamente. Ha tenido que pasar todo este tiempo para que le de una nueva apreciación y reconozca que, efectivamente, fui demasiado simplista en mi opinión inicial (la película, de hecho, recibió muy buenas críticas durante su estreno en su país de origen), pero aún así no me ha terminado de convencer. Y es que a pesar de tener una muy buena idea detrás y una factura técnica muy eficiente, Romero deja un poco de lado aquello que hacía especial su saga y trata de hacer una película más comercial abordando su criatura como una película de acción. Con un ritmo vertiginoso, todo en la película ocurre demasiado de prisa y no se profundiza ninguna de sus muy interesantes posibilidades tanto en la lucha de clases (grupo guerrillero incluido) como en la evolución zombi. Incluso personajes interesantes como el de John Leguizamo simplemente son abandonados y parecen renunciar a sus intenciones iniciales con demasiada facilidad. Eso y el criminal desaprovechamiento de Asia Argento hacen de esta una película un tanto superficial y definitivamente muy inferior a la trilogía que se había marcado Romero veinte años atrás. En esta ocasión no sabemos casi nada del mundo en el que transcurre la trama cuando en el pasado eso era algo a lo que se le dedicaba un tiempo y metraje que ahora se va en gratuitos enfrentamientos a tiros entre los muertos y los vivos. Al menos la sangre todavía no es digital.

Con todo y eso me alegra haber revisitado La tierra de los muertos y darme cuenta de que no era tan terrible como la recordaba (aunque sigue sin gustarme el final). La idea de la que parte es muy buena, pero sus excesivas concesiones a un tipo de cine en el que Romero no se mueve con comodidad terminan por pasarle factura y augurar los problemas que vendrían después. Lo cierto es que para 2005 ya el género zombi estaba siendo renovado con otras aportaciones más interesantes a las que hay que añadir otros trabajos posteriores no solamente en el cine sino también en la televisión como la serie The Walking Dead, que tomaría una clara inspiración en la saga romeriana y la exploraría de forma mucho más atractiva (dato curioso: el protagonista de esta película también llama a los zombis "caminantes"). Esta de la que hablamos hoy es interesante revisarla, pero me sigo pareciendo una entrega menor y muy desaprovechada, sin nada del impacto que causaron las tres anteriores, por mucho que diez años hayan matizado mi opinión inicial un poco.

sábado, diciembre 26, 2015

10 de hace 10: The Skeleton Key (2005)

Nota explicativa: "10 de hace 10" es el nombre de una nueva sección en la que re-visitamos diez películas estrenadas hace diez años, en la esperanza de ver qué tan bien (o mal) han envejecido. La idea es que consigamos publicar estas diez entradas durante el 2015, año del décimo aniversario de Horas de oscuridad. La inspiración para este invento la tenéis aquí.


Tras diez años de espera ha sido curioso volver a ver The Skeleton Key (2005) y darme cuenta de su falta de originalidad y de la sensación de algo ya visto que se va apoderando de ti durante gran parte del metraje. Digo curioso porque una de las cosas que más recuerdo del momento en que la vi por primera vez fue la agradable impresión que tuve por encontrarme con algo que no era un remake de algún exito anterior: en una época marcada por el alud de nuevas versiones tanto de clásicos americanos como de recientes éxitos extranjeros, esta pequeña película llegó para saciar un hambre de historias "originales" que se hacía tan grande que casi nos convenció en aquel entonces de que no estábamos viendo otro ejemplo de terror repetitivo y completamente mainstream, cuando eso es precisamente lo que era. No exagero: casi todas las reseñas que he encontrado de ella (incluyendo la mía) comienzan mencionando el hecho de que al menos no es un refrito. Pero a pesar de que esto terminó siendo, al final, insuficiente, sigue habiendo cosas qué salvar, aunque sean pocas y no necesariamente las mismas que pensé en aquel entonces.

Lo cierto es que hay una cosa que seduce de esta película es la que llama la atención prácticamente desde el principio, y no es otra cosa que la forma en que pasa de una historia más doméstica relacionada con los estragos de la vejez y las ansias de protección de parte de la protagonista hacia un anciano enfermo hacia un tenebroso submundo relacionado con el vudú y la magia de origen africano que impregna la cultura de Nueva Orleans. En el pasado hemos tenido ya otros ejemplos de la magia afrocaribe y sus entradas en el horror, pero en esta película se trata del tema principal, aquello que la protagonista poco a poco descubre bajo las capas de historia de un antiguo caserón del pantano y del secreto que en ella se esconde. En este sentido la película tiene muy buenos recursos y algunos resquicios en su argumento genuinamente interesantes, además de un subtexto sumamente atractivo y poco común no sólo en ese entonces sino en general.

Es precisamente esto último lo que me lleva a la que sin duda es la mayor decepción de la película, ya que con todo este atractivo material y el muy interesante tema de la magia que se deja asomar en muchas ocasiones, el guión de Ehren Kruger (guionista también del muy exitoso remake de The Ring (2002), que parece ser en muchos sentidos el modelo a seguir) se deja encorsetar por las evidentes limitaciones de una producción comercial del Hollywood más comercial posible, convirtiendo lo que podría haber sido una interesante entrada en fenómenos poco explorados del horror en un simple vehículo de lucimiento para su actriz principal, Kate Hudson, inexplicable protagonista de una historia que pedía a gritos un enfoque afroamericano para su historia, o por lo menos un enfoque en el que se pusiera de relevancia el carácter intruso y foráneo de una mujer blanca de procedencia urbana en el peligroso mundo esotérico de la cultura negra y los horrores del pasado esclavista de los Estados Unidos. Es un tema que ya se ha tocado antes y que aquí hubiese tenido un gran resultado. 

Nada de eso ofrece The Skeleton Key; por el contrario todas esas grandes ideas no son sino excusas para la típica trama de investigación y un argumento que funciona mejor mientras menos piensas en él. Las atmósferas, la tenebrosa historia previa de la casa y sus habitantes y todo el tema del vudú queda en segundo plano ante imágenes de Kate Hudson con una linterna hojeando libros polvorientos, y su protagonismo es excesivo teniendo en cuenta lo poco interesante de su personaje, a pesar de que la película sí tiene algunos grandes aciertos de casting como la veterana Gena Rowlands o un John Hurt que hace un gran papel en el que no dice ni una sola palabra. 

Así que diez años más tarde me encuentro a mí mismo haciendo el ridículo y decepcionándome con la película por no ser aquello que podría ser, por no desarrollar el potencial de su argumento y ambientación, por dejar en simple anécdota aquello que se perfilaba desde un principio como sus mayores valores. En vez de eso lo que tenemos es una banal trama de investigación y un final sorpresa que no es más que el colofón de cinismo que por lo visto era obligatorio tener en la década en la que se estrenó. 

Lo realmente frustrante de esta experiencia es que no estamos hablando realmente de un caso de decepción retroactiva ya que The Skeleton Key nunca llegó a parecerme una película demasiado destacable y de hecho ya hace diez años me pareció que era una producción mediana destinada a llenar una cuota de mercado de terror de los grandes estudios. El verdadero problema es que ha sido sólo ahora, una década después, cuando me he dado cuenta de las posibilidades de aquello que estaba viendo, algo que pasó completamente desapercibido ante mis ojos en aquel entonces, cuando era (todavía) un poco más tonto.

viernes, diciembre 25, 2015

Llegó la hora de votar una vez más

Esta semana que viene será de un ritmo inusual de actualizaciones. Nos faltan tres entregas de nuestra serie aniversario 10 de hace 10, pero es que además tenemos la ineludible cita con lo mejor del 2015 en Horas de oscuridad. Como siempre, he decidido preparar dicho podio dando a todos la opción de elegir vuestra favorita de entre esta muestra de 15 títulos que he visto a lo largo de este año. Algunos los he reseñado, otros no, y no todos los que aparecen estarían en una lista de lo que yo personalmente considerase lo más destacable del 2015, pero la experiencia me dice que este tipo de experimentos van mucho mejor cuando ofrezco una selección de títulos que la gente probablemente haya visto. Recordad que la encuesta también ofrece la posibilidad de agregar vuestra propia favorita aunque no aparezca en la lista

Así que sólo tenéis que pasar por el enlace de abajo para elegir vuestras tres candidatas. Los resultados, como siempre, el próximo 31 de diciembre.



jueves, diciembre 24, 2015

Reseña: Black Christmas (2006)

Estrenada precisamente el día de Navidad hace ya nueve años, Black Christmas (2006) viene a cerrar nuestra trilogía dedicada a las fiestas decembrinas, con mucho retraso ya que la vimos por primera vez en el momento de su estreno y nunca hasta ahora habíamos tenido la voluntad de reseñarla. Su llegada fue en un momento en el que el género de terror estaba pasando por el clímax de su fiebre de remakes y nuevas versiones, aunque considero que la mayor parte de su público no conocía el clásico de Bob Clark de 1974 en el que se basa (de hecho creo recordar que dicha conexión nunca se mencionó durante su estreno en España). Tampoco es un problema en realidad ya que esta es una cinta que apenas emplea a la original como excusa y es por lo tanto un trabajo muy distinto con sus propias intenciones tanto temáticas como estéticas. El principal motivo por el que la he vuelto a ver es mi interés por su director, Glen Morgan, veterano de Los expedientes X y un guionista muy interesante que tuvo una importante presencia en el terror de la década pasada pero que sólo tiene dos cintas en su haber como director, ambos remakes: Willard (2004) y esta que tenemos hoy. Ambos trabajos de Morgan son menos convencionales de lo que en un principio parece, y aunque su apreciación puede dividir a la mayor parte del público, son películas que vale la pena ver.

La versión 2006 de Black Christmas destaca de entre la ola de trabajos similares porque Morgan lleva a su criatura hasta el extremo de lo grotesco ofreciéndonos lo opuesto a lo que en su momento nos dio la original: si la cinta de Bob Clark era interesante precisamente por su condición de proto-slasher, lo ambiguo de su trama y los muchos cabos sueltos que dejaba su resolución, esta es en cambio un producto explícito en su violencia, cruel para con sus personajes y que abraza su condición de cine carnicero revelando desde el principio la identidad del asesino a través de una escabrosa historia previa que contrasta de forma radical con el ambiente navideño de su trama principal. Por supuesto se mantiene el elenco joven y la estructura típica de chicas universitarias enfrentadas a un asesino misterioso, pero esta vez todo está resaltado a lo bestia, dándonos una película mucho más violenta que la original hasta el punto de que en ocasiones se hace difícil de tomar en serio.

Esto último quizás sea el punto clave porque lo cierto es que ese nivel de violencia es probablemente el principal atractivo de la película pero también algo que dificultó su mercadeo a lo que hubiese sido su público ideal, que no era otro que el consumidor de terror adolescente que todavía insuflaba al género slasher algo de vida. Aparte, y tras haberla visto de nuevo, considero que la película no aporta realmente nada nuevo ni en cuanto a lo que había hecho Bob Clark ni al cine de asesinos en general. Al igual que Willard dos años antes, este remake de Black Christmas fue un rotundo fracaso tanto de taquilla como de crítica que acabó prematuramente con la carrera de Morgan como director, ya que nunca volvió a dirigir un largometraje y sólo recientemente ha vuelto a la televisión gracias al resurgimiento de Los expedientes X

Sabiendo esto, estoy aquí en un punto medio: personalmente esta cinta forma parte de un estilo de horror que ya no me interesa, pero por otro lado la dirección de Morgan y lo divertido del elenco la hacen al menos una película interesante, e incluso aquellos que se hayan sentido decepcionados con la ambigüedad de la original pueden encontrar cosas positivas en ella. Y como promete su título, es realmente navideña y el tema de las fiestas de diciembre está resaltado de forma muy obvia, por lo que se hace perfecta para esta época.

miércoles, diciembre 23, 2015

Reseña: Silent Night (2012)

La segunda película de nuestra tríada de terror navideño de este año no trae tan buenos resultados. Fue también una a la que en su momento no le presté mucha atención ya que no escuché o leí casi nada sobre ella, ni bueno ni malo. Hablo por supuesto de Silent Night (2012), autoproclamado remake del famoso slasher Silent Night, Deadly Night (1984) que popularizó el arquetipo del Papá Noel asesino a principios de los ochenta. Tal como sospechaba después de haber visto el avance hace un par de años, esta nueva película es en realidad no tanto un remake sino un reinicio de la saga, ya que la trama es completamente distinta y sus intenciones a la hora de construir un relato de terror son otras, por desgracia mucho menos ambiciosas. 

Lo único que se mantiene esta vez es la idea del Papá Noel matando de forma horrible a aquellos que considera indignos de las fiestas decembrinas, y todo lo demás es distinto. De hecho, estamos ante una película slasher de toda la vida con un asesino enmascarado, silente y misterioso con un regodeo extravagante y lúdico hacia la violencia. Esta vez además la historia está contada desde el punto de vista de las víctimas, especialmente de una mujer policía que hará lo imposible por detener al asesino antes de que se cargue a todo aquel presente en su muy extensa lista de bajas. Como decía, algo tremendamente convencional y para nada arriesgado, cuyo única carta es la figura de Papá Noel matando gente a diestra y siniestra con hachas, cuchillos y hasta un lanzallamas. Aparte de algunas pequeñas referencias a las primeras entregas de la saga original, esta es su única semejanza. 

Otra gran diferencia, y algo que la separa de la mayoría de estas películas de Papá Noel asesino, es que Silent Night intenta abordar su material desde una perspectiva más seria, aunque las aspiraciones comerciales de la cinta hacen que todo se sienta muy ligero, repetitivo y poco dado al impacto: salvo una escena en particular en la que despacha a un personaje de forma sádica usando una trituradora de madera, la película me pareció francamente muy aburrida y privada casi por completo de interés, y la imagen de su asesino está muy exagerada en el trailer porque a la hora de la verdad su presencia está mucho menos aprovechada de lo que promete. 

El resultado de todo esto es una película muy poco estimulante, sin nada que la haga realmente destacar dentro de su género, muy predecible y (esto sí que es una sorpresa) definitivamente inferior a todas las demás entregas de la saga original. Estas, aunque nunca fueron grandes películas, al menos eran divertidas e interesantes en su ineptitud o en su rareza. La de hoy, sin embargo, se siente como un subproducto sin nada especial. Para historias de Santa Claus haciendo el mal, mucho mejor es que tiréis de clásicos como la siempre recomendable Christmas Evil (1980), que quizás un día reseñemos por aquí. 

martes, diciembre 22, 2015

Reseña: Krampus (2015)

Desde hace algún tiempo atrás vengo reivindicando la Navidad como época perfecta para una maratón de películas de terror, por encima incluso de Halloween, y aún así debo reconocer que en los últimos años estábamos cortos de ejemplos que pudiesen formar parte del imaginario de horror de estas fiestas. En este sentido la llegada de Krampus (2015) ha sido toda una sorpresa, y para variar de las más positivas que he tenido últimamente. Por mucho que este personaje del folklore austro-bávaro se haya puesto de moda últimamente (de hecho no es la primera ni la segunda cinta que hay por ahí suya), estamos ante una gran historia de terror que a pesar de su ligereza tiene un gran componente de crueldad y está llamada a convertirse en una referencia del horror navideño como en su momento lo fue Gremlins (1984). Así de contento he quedado.

Todo esto, repito, ha sido toda una sorpresa para mí, puesto que las anteriores cintas que tenían al Krampus de protagonista habían sido por lo general subproductos bastante lamentables, por lo que cuando por primera vez escuché hablar de este proyecto no estaba lo que se dice muy entusiasmado. Mis esperanzas aumentaron al ver que al frente de todo estaba el director Michael Dougherty, quien después de la muy recomendable Trick'r Treat (2008) se apuntaba nuevamente a un relato de horror basado en una festividad, y ha sido precisamente adaptando un personaje que ni siquiera forma parte de la tradición americana aunque sí de un arquetipo muy popular en este tipo de cine: el Papá Noel malvado. En el fondo es de eso de lo que trata Krampus: la pérdida de fe de un niño en la Navidad que invoca a un terrible demonio que viene a castigar a aquellos que han destruido la esencia de las fiestas. Ya desde los créditos iniciales se nos deja muy claro que el principal tema de esta película es la degradación de la Navidad y el ajusticiamiento de sus profanadores a través de unos monstruos que hablan mucho de los orígenes paganos de esta celebración.

Y es precisamente en este imaginario donde la película de Dougherty destaca: el diseño de las criaturas, y especialmente del propio Krampus, es glorioso, completamente alejado de cualquier atisbo de caspa o ironía, y a pesar de sus muy evidentes intenciones cómicas durante gran parte del metraje hay escenas y secuencias realmente horribles que no temen ni siquiera a meter caña a través de la muerte (espantosa) de niños. En un principio la película parece engañarnos debido a un elenco compuesto en gran medida por actores famosos por comedias, pero el tono de la película está perfectamente equilibrado y aunque nunca llega a ser realmente terrorífica, tampoco llega a ser del todo cómica. La comparación de arriba con Gremlins en este sentido no es nada fortuita porque al igual que aquella construye la comicidad al mismo tiempo que presenta una amenaza real que pone la vida de los protagonistas en verdadero peligro.

Unos efectos especiales muy buenos, un diseño de criaturas sobresaliente y una atmósfera muy buena que me recordó en más de un momento a otras películas de estado de sitio como La niebla (2007), Krampus es el nuevo clásico de las Navidades y probablemente la película que más satisfecho me ha dejado este año, un año en el que los trabajos más interesantes han estado fuera de lo común. No llega a los niveles de excelencia de Trick´r Treat, pero es sin duda muy recomendable como ejemplo de un tipo de cine que ya no se hace, aquel que puede servir para iniciar a un joven público en el cine de terror, una oscura fantasía muy superior a cualquier otro ejemplo de Papá Noel maligno que se me pueda ocurrir ahora mismo. 

lunes, diciembre 21, 2015

10 de hace 10: Frágiles (2005)

Nota explicativa: "10 de hace 10" es el nombre de una nueva sección en la que re-visitamos diez películas estrenadas hace diez años, en la esperanza de ver qué tan bien (o mal) han envejecido. La idea es que consigamos publicar estas diez entradas durante el 2015, año del décimo aniversario de "Horas de oscuridad". La inspiración para este invento la tenéis aquí.


Para la séptima entrega de este especial me había hecho la idea de traer de vuelta la reseña de alguna película de terror española, y la elegida ha sido Frágiles (2005), tercer largometraje de Jaume Balagueró y su segundo en inglés. El motivo por el que elegí esta en particular es no sólo porque fue probablemente la más popular producción española de terror de ese año sino también porque recuerdo que en su momento me dejó una impresión muy positiva. Una década después el veredicto es quizás algo más modesto, ya que me parece que no ha aguantado tan bien el paso del tiempo y ha quedado algo diluida en la marea de trabajos similares que proliferaron por esa época y que todavía siguen siendo un lugar común en gran parte del cine de terror mainstream a ambos lados del Atlántico.

Pero antes que nada, y como de costumbre, hay que dar un poco de contexto: Frágiles fue la tercera película de Jaume Balagueró, y aún teniendo en cuenta que todavía faltaban dos años para que consiguiera el éxito masivo de REC (2007), este cineasta ya era quizás el más reconocido (comercialmente al menos) de los directores de la productora Filmax, gracias sobre todo a las buenas críticas de su primer largometraje Los sin nombre (1999) y al éxito de Darkness (2002), también rodada en inglés y la más exitosa de las cintas de la ya difunta Fantastic Factory. Con esto lo que quiero decir es que si bien sus dos primeras películas nunca me han gustado mucho, no puedo negar la importancia que tuvo (y que sigue teniendo) este director a la hora de cimentar el estilo particular de una productora abocada prácticamente desde el principio a construir una "marca" en cuanto al género de terror, una que se ve reproducida incluso desde una perspectiva superficial: tanto Los sin nombre como Darkness y por supuesto Frágiles comparten una estética y temática muy similar que terminaría por contagiarse a gran parte de la producción de Filmax, sólo que en esta última se reciclan además para montar un trabajo con ambiciones comerciales mucho más evidentes.

Esto último es más que obvio debido al uso por parte de Balagueró de elementos clave que ya le habían funcionado con anterioridad: el empleo de los niños como objetivo del horror, la calculadísima y "perfecta" ambientación del hospital abandonado y el protagonismo de un niño (niña en este caso) que "ve fantasmas" y que es asistido por un adulto que le ayuda motivado por un trauma propio que le ha dejado un gran sentimiento de culpa. Si os parece familiar es porque lo es: el mismo esquema se ha venido usando prácticamente de forma ininterrumpida desde el éxito comercial de El sexto sentido (1999), y aquí se emplea con toda la intención del mundo, empleando además un montón de trucos y recursos estéticos de cosas que previamente han funcionado. De todas las películas de Balagueró, Frágiles es probablemente la menos original y la que menos riesgos toma a la hora de meter miedo en el espectador.

Este quizás sea el principal motivo que hace que la película no haya envejecido tan bien como otros ejemplos del cine de terror español y ahora, diez años después de su estreno, se sienta como una película de terror sobrenatural del montón, con un diseño de producción muy cuidado y algunas escenas realmente tenebrosas pero por otro lado muy pobre a nivel de argumento y llena de recursos facilones, no sólo en el ambiente que intenta crear sino también en lo inverosímil de muchas situaciones: la sola idea de un hospital funcionando con una de sus plantas clausurada como si fuese un edificio abandonado es de risa, aparte de que la estética del fantasma (revelada cerca del final) sólo resulta tenebrosa al principio, antes de que te des cuenta de lo exagerada que es y de lo poco coherente que resulta con el resto de la trama creada por Balagueró. El alcance de los poderes de dicho fantasma tampoco queda muy claro y ejerce su temible ataque sobre los personajes de forma un tanto arbitraria.

Por supuesto, no todo es malo en esta película. Después de todo sigue siendo probablemente una de las estéticas más cuidadas de Filmax y un aprovechamiento muy bueno de sus recursos, por mucho que todo tenga un estilo tremendamente artificial. También los actores infantiles están muy bien, sobre todo la niña protagonista, ya que Callista Flockhart (una actriz que confieso nunca me ha gustado mucho) se siente muy poco natural y encima tiene que cargar con un personaje escrito de forma muy superficial con un trauma del pasado que nunca llega a tener relevancia alguna en la trama. 

Me acerqué a Frágiles después de estos diez años pensando que me gustaría igual que en aquel entonces y debo admitir que he quedado un tanto decepcionado. Se aguanta bien hasta el final y tiene un par de momentos que siguen siendo muy buenos, pero aquellos metidos de lleno en el terror sobrenatural (con niños o sin ellos) no encontrarán nada en ella que no hayan visto muchas veces antes y mejor. La década transcurrida le ha pasado factura, y si bien las dos cintas anteriores de Balagueró no estaban tan bien realizadas a nivel técnico, sí me parece que tenían cosas más interesantes a nivel de imaginario que esta que hemos rescatado hoy.

martes, diciembre 15, 2015

10 de hace 10: Dark Water (2005)

Nota explicativa: "10 de hace 10" es el nombre de una nueva sección en la que re-visitamos diez películas estrenadas hace diez años, en la esperanza de ver qué tan bien (o mal) han envejecido. La idea es que consigamos publicar estas diez entradas durante el 2015, año del décimo aniversario de "Horas de oscuridad". La inspiración para este invento la tenéis aquí.


Continuando con nuestro objetivo de revisar películas estrenadas (y reseñadas) hace diez años, toca el turno de volver a evaluar nuestra impresión original de Dark Water (2005). Los que llevan tiempo siguiendo este blog saben que este es un trabajo difícil de valorar por muchos motivos, principalmente por ser un remake de una cinta que llegó a ser muy conocida en su momento y de la que se sacó una nueva versión con apenas tres años de diferencia. Pero lo primero que tengo que decir tras esta década que ha pasado antes de volver a verla es que fue también (por lo visto) un proyecto muy extraño que, por increíble que parezca, pasó por alto muchos de los preceptos que consideramos ineludibles en una producción comercial de este calibre. Vamos a tratar de nombrarlos uno a uno para que se entienda a qué nos referimos.

Lo primero que salta a la vista de este Dark Water del 2005 es su director, el cineasta brasileño Walter Salles. El por qué fue precisamente él el encargado de dar vida a un proyecto como este es algo que honestamente se me escapa. Para el 2005 Salles era un director que estaba en un punto muy alto de su carrera gracias a cintas oscarizables como Estación Central (1998) y Diarios de motocicleta (2004), por lo que no entiendo qué extraño proceso mental haya decidido que sería el indicado para una película de terror comercial. Porque de eso es lo que estamos hablando después de todo: en teoría Dark Water debía seguir el ejemplo que ya habían dado otras adaptaciones americanas del terror japonés como las muy exitosas The Ring (2002) y The Grudge (2004), y sin embargo no es así. Quizás la presencia de Salles (o no, eso no tengo forma de saberlo) es la responsable de que tengamos entre manos lo que probablemente sea el remake de terror menos comercial con el que me haya topado en mucho tiempo, algo que ciertamente no recordaba y que me ha sorprendido mucho tras haberme reencontrado con la cinta.  

Aunque claro, también es cierto que para el 2005 todavía la fiebre del terror asiático no había llegado a morir del todo, y este tipo de remakes eran todavía algo relativamente nuevo. Sólo de esa forma me consigo explicar que a pesar de mantener más o menos el mismo argumento sin grandes cambios (más allá del evidente cambio de ambientación), esta versión de Dark Water sea aún más parca en elementos de terror que la original. La versión del 2002 dirigida por Hideo Nakata no era lo que se dice muy explícita en cuanto a su imaginario de terror, pero esta versión americana lo es incluso menos: las apariciones del fantasma están mucho más dosificadas, y las poquísimas concesiones al horror (hechas principalmente a través de efectos especiales) se sienten algo fuera de lugar y como un simple añadido posterior. Una de las cosas más sorprendentes, por ejemplo, es que en ningún momento se intenta hacer del fantasma algo más tenebroso de lo que ya es; no hay trucos de maquillaje ni imaginario grotesco alguno más allá de la sempiterna mancha de humedad en el techo de la protagonista. De hecho el elemento más terrorífico de todos no es otro que ese enorme y viejo edificio que se antoja como un lugar en perpetuo abandono.

Y es que en realidad lo que estamos viendo aquí no es una historia de fantasmas sino un drama acerca de una madre acosada en todos los frentes y amenazada constantemente por las penurias económicas y la presión de sacar adelante a su pequeña familia. Es un drama además muy sobrio que cuenta con una ambientación magnífica y una magnífica fotografía del también brasileño Affonso Beato, quien curiosamente también es un nombre más frecuente en películas alejadas del canon comercial al que esta producción supuestamente pertenece. La ambientación es también otra manera de resaltar los aspectos más alegóricos del argumento tales como la mancha de humedad, el agua insalubre que beben los personajes, elementos ambos que hablan de un crimen del pasado que, curiosamente, no constituye la trama central de la película, es decir que la protagonista no emplea todo su tiempo en investigar lo que ocurrió en el piso de arriba, como sin duda habría sucedido en una película con intenciones más comerciales que esta. 


Llegados a este punto tengo que mencionar la que para mí es la mayor diferencia entre esta película y la versión original del 2002, y es el cambio en la forma cómo es tratado el personaje principal. Quizás por la adaptación cultural y el cómo se responde a unos estereotipos de género específicos, la Dark Water americana tiene una visión mucho más positiva de su protagonista que su homónima japonesa. No olvidemos que la película original mostraba a una mujer enfrentada a una maternidad que la supera y con la que es incapaz de lidiar. La versión americana, por el contrario, tiene en su personaje principal a una madre abnegada y enfrentada no sólo a las dificultades económicas sino también a la influencia negativa de dos hombres que se presentan como rivales: el indolente casero de John C. Reilly y el ex-marido interpretado por Dougray Scott, pero a pesar de todo es una mujer que continúa luchando y que poco a poco es capaz de salir del foso en el que está metida. Gran parte del mérito de esto se encuentra en el trabajo de Jennifer Connely, una gran elección de casting que consigue el equilibrio perfecto entre fuerza y vulnerabilidad y que ayuda a hacer de su personaje algo creíble. Es por eso que el desenlace (el mismo de la versión japonesa) se hace incluso más doloroso para el espectador a pesar de tener un epílogo más positivo.

Con un argumento sobrio, una excelente fotografía y unas destacables actuaciones, Dark Water lo tenía casi todo a su favor, y sin embargo tuvo un recibimiento muy frío en aquel entonces, principalmente por la mala decisión de sus responsables de promocionarla como una película de terror al uso, estrenándola justo antes de Halloween, con lo que su principal público quedó muy confundido al encontrarse con un drama más alejado del terror de lo que había sido original. No fue este el único problema puesto que la película no es del todo perfecta (la resolución del misterio se da de forma muy repentina y casi fortuita) y en definitiva no aporta mucho más allá de lo que ya había logrado Nakata tres años antes, pero si se hubiese intentado vender como una cinta dramática quizás habría sido mucho mejor recibida, aunque claro está que la cercanía temporal con la original no hubiese ayudado a soltar las expectativas propias de una producción de este calibre. Es una lástima porque la he disfrutado más de lo que inicialmente recordaba, y tras diez años creo que simplemente tuvo la desgracia de estrenarse en un muy mal momento.