lunes, marzo 27, 2006

Reseña: Hostel (2005)

Con su segundo largometraje, Eli Roth se consolida como una de las mayores promesas del panorama terrorífico actual. Si Cabin Fever (2002) nos mostró el sorprendente debut de este director americano, Hostel (2005) es un decisivo paso más en lo que se augura como una próspera y fructífera carrera de la que los fanáticos del horror puro sacaremos más de un momento de un disfrute. Asimismo, su joven productora Raw Nerve parece apuntar, tras este nuevo estreno, a una línea específica de cine que puede que no sea para todo el mundo, pero de seguro provoca de todo menos indiferencia.

Si en su ópera prima Roth rendía homenaje al primer George Romero y al primer Sam Raimi, en su nueva obra tampoco se olvida de sus ídolos. De sobra está decir que el sello de calidad "Quentin Tarantino presents" asegura una marcada influencia de esa violencia desenfadada que carateriza esta nueva ola de películas de terror que desprecian cualquier tipo de contención ante el público, pero no es la única referencia. Cuando contemplamos a los sádicos villanos de Hostel enfundados en sus batas con guantes y delantal de cuero, el recuerdo de la inolvidable protagonista de Audition (1999), de Takashi Miike, nos golpea en el rostro de forma contundente. Esta referencia se hace mucho más obvia cuando, en una escena, contemplamos al propio Miike en un glorioso cameo, mirando directamente a la cámara y advirtiendo al protagonista (por ende, a nosotros) de aquello que estamos a punto de presenciar.

Pero la cinta es mucho más que simple homenaje y saludo a la bandera. Si algo ha demostrado aquí Roth es que es ante todo un conocedor de la auténtica esencia del miedo, desenvolviendo lentamente la historia y anticipando todo el horror que nos tiene preparados y del que apenas nos permite un vistazo en los créditos iniciales. Toda la primera mitad de la película se emplea en prepararnos para este momento: dos amiguetes americanos y un islandés viajan de mochileros por Europa buscando el típico paquete turístico de cualquier "eurotrip": sexo, drogas, juerga y más sexo. Los tres son entonces enviados a un pequeño hostal cerca de Bratislava, en Eslovaquia, donde se les ha prometido un paraíso terrenal de mujeres hermosas y bastante ligeras tanto de ropa como de moral. No tengo que decir, por supuesto, que dicho edén no es más que una trampa, que no revelaré pero que resultará muy familiar a todos los que hayan visto Blood Sucking Freaks (1976), película de semi-culto que recientemente ha sido recuperada gracias al formato digital.

Si la primera mitad sugiere todo, sumergiéndonos en esa atmósfera tenebrosa de una ciudad en decadencia, con todo y una panda de feroces niños delicuentes salidos de las peores pesadillas de William Golding, la segunda parte abandona todo tipo de sugerencia y abraza una violencia explícita y sádica, no tanto por lo gráfico de su charcutería (a pesar de que es muy gráfica, existen otras películas que han ido mucho más allá) sino por el regodeo en la maldad de aquellos seres y sus demenciales motivaciones (el detalle de las "nacionalidades" de las víctimas es más significativo de lo que se cree), pero sobre todo, por la posibilidad de que todo aquello que presenciamos en la pantalla sea un reflejo del Mal presente bajo la superficie aparentemente tranquila de nuestra sociedad (el mismo Eli Roth confiesa que recibió la inspiración para la película del contenido de cierta página web tailandesa). Por eso, Hostel no es una película de la que salgamos con miedo de dormir durante la noche, sino con el increíble alivio de sabernos a salvo, al menos de momento, porque siendo honestos: ¿no caeríamos también nosotros con la carnada de las mujeres del Este y su belleza por todos conocida? No me atrevo a responder.

Reconozco, sin embargo, que la película pierde en la segunda mitad esa deliciosa intriga que poco a poco iba creando, recreándose demasiado tiempo en su propia depravación. Aún así, creo que estamos ante una de esas películas que, al igual como pasó con Viernes 13 (1980), será motivo de discusión durante muchos años, y generará una relación de amor/odio como pocas. Sólo su autocomplacencia le impide ser la obra maestra que el señor Roth nos traerá en el futuro.

viernes, marzo 24, 2006

El que no puede dormir soy yo

Antes que nada, creo que me toca pedir disculpas por mi prolongada ausencia; ya se sabe que a veces suceden cosas en nuestra cotidianidad que usurpan el tiempo a las cosas más placenteras prácticamente a punta de pistola. Los eventos de la última semana me han hecho llegar a la conclusión de que mi condición laboral necesita un severo examen de conciencia.
Seguramente muchos habrán pensando que mi desaparición tenía que ver con el hecho indiscutible de que me lo estoy pasando muy bien con Masters of Horror, lo mejor que ha parido la civilización occidental desde la penicilina. No es así, y prometo que iré poniendo las reseñas de los 13 capítulos a medida que vayan cayendo en mis manos (de momento he colgado dos).
El visionado de esta serie también me ha puesto a pensar en su equivalente español, llevado a la realidad por los simpáticos chicos de Filmax en forma de seis películas de una hora agrupadas bajo el título 6 películas para no domir. El concepto es el mismo que en MOH: seis directores españoles de renombre (desigual, pero renombre al fin y al cabo) se encargan de seis historias de terror diferentes, imprimiendo cada uno su particular estilo. El título del proyecto, además, capitaliza el nombre y la fama de Historias para no dormir, famosa serie de la televisión española en los años 60 presentada por Narciso Ibáñez-Serrador, quien también dirige uno de los episodios.
La información sobre esta serie (que debo completamente al señor Barry Collins) puede encontrarse en la página oficial de Filmax, aunque curiosamente, sólo ofrecen un curriculum de los dos directores que tienen en su plantilla. Cosas del establishment, supongo. Pero en fin, hagamos de tripas corazón y echemos un vistazo a lo que nos ofrecen las seis películas "para no dormir", así como sus correspondientes directores. Por cierto, lamento que los seis pósters estén en inglés, pero es lo más que he podido conseguir.

Adivina quien soy es una historia de vampiros con cierto toque infantil (ya sabemos por experiencia que los niños acojonan mucho, o al menos eso es lo que nos han metido en la cabeza últimamente). Trata de una chica aficionada al género de terror que constantemente está creándose amigos imaginarios... hasta que uno de ellos parece no ser tan ficticio como ella creía. El episodio está dirigido por Enrique Urbizu, quien no es necesariamente un director de género, ya que sus dos películas más famosas, Todo por la pasta (1991) y La caja 507 (2002) no cabrían dentro de tal denominación.
Cuento de Navidad ya es otra cosa. La dirige Paco Plaza, perteneciente (como no) a la plantilla de Filmax, y que ya había realizado dos películas de género: El segundo nombre (2002) y Romasanta (2004). La primera no la he visto aún (aunque por ahí he escuchado cosas muy buenas al respecto), y aunque la segunda no me gustó mucho, al menos se nota que el estilo estético de este director puede dar mucho de qué hablar. Además, su capítulo, que trata de un grupo de niños que encuentran una mujer psicópata vestida de Santa Claus atrapada en un pozo y la van alimentando y cuidando como si de un animal se tratase, me parece bastante interesante.
La culpa roza el género de las casas embrujadas ambientado en medio de una clínica de abortos, trama que por momentos me recuerda a la fallida Hipnos (2004). La dirige el propio Narciso Ibáñez-Serrador, así que por lo menos cabría esperar algo del viejo espíritu de la serie aquí.
La habitación del hijo es sin duda el que espero con mayor ansia. Además, se comenta que será el primero de los seis episodios en ser emitido. Lo dirige, lo sabemos ya, el inigualable Alex de la Iglesia. Siendo seguidor incondicional del gordito bilbaino, pienso que será interesante ver cómo aborda por primera vez una historia en la que (aparentemente) no hay muchas claves de humor. Es necesario señalar, además, que este capítulo es en realidad un refrito de un viejo episodio de la serie original, aunque el guión está escrito por De la Iglesia y su eterno sidekick Jorge Guerricaechevarría. Además, es de todos el que cuenta con el reparto más "conocido": Leonor Watling y Sancho Gracia (quien ya antes había trabajado con el director en más de una ocasión) son figuras principales. La historia también toca el tema de las casas embrujadas y de los espectoros que giran alrededor del hijo recién nacido de una pareja. Habrá que esperar para ver que saca De la Iglesia de todo esto.
Para entrar a vivir está dirigida por Jaume Balagueró, quien ya contaba tres películas de terror para Filmax o su ya difunta filial Fantastic Factory. Su capítulo, la historia de una comunidad en las manos de una casera desquiciada en un edificio no del todo amigable, se perfila también como una de las más interesantes del conjunto. Balagueró, además, ha dirigido la que para mí fue una de las mayores sorpresas del año, así que su estilo personal es algo que definitivamente quiero ver.
Finalmente tenemos Regreso a Moira, de Mateo Gil, el guionista habitual de Alejandro Amenábar y que recientemente ha obtenido cierto reconocimiento por su película El método (2005). Su particular y fantasmagórica historia de amor es el último episodio de una serie que todos anticipamos como una de las mayores esperanzas de crecimiento para el cine de género español.
Todavía no sabemos nada acerca de la fecha de estreno de estas películas, debido a que Tele5 ha retrasado su estreno en varias ocasiones. Tal como le decía a Barry Collins una vez, espero que el renombre de sus directores haga posible una mayor proyección de este trabajo, ya que es harto conocido el desprecio que sienten estos jefes de cadenas televisivas por el cine de terror. Conociéndolos, son capaces de meternos estos capítulos de madrugada, después de una sesión especial de Salsa Rosa o algún bodrio similar.
Espero sinceramente equivocarme.

domingo, marzo 19, 2006

Te odio, Blogger (parte 3)


Cosa curiosa esto de la informática: por primera vez desde que empecé este blog, me veo obligado a colgar una entrada sin imágenes. La razón, muy sencilla: al parecer, Blogger ha decidido vengarse por las pestes que he hablado de su sistema y me lo ha estado impidiendo por dos días.
Sin embargo, este pequeño inconveniente no detendrá mi cruzada de martirio: incluir las diez categorías de reseñas de las que el sacrosanto sistema de blogspot carece. Aquí tenemos las siguientes tres, con lo que ya nos acercamos al tan esperado final.
Como siempre, quedan más que invitados a echar un vistazo. Si logro poner una imagen en esta entrada, lo haré, pero el enunciado sigue siendo tan real como nunca.
Vete al infierno, Blogger.

miércoles, marzo 15, 2006

Reseña: Jenifer (2005)

No hay que ser ningún erudito para darse cuenta, desde que aparece el título, de que Jenifer (2005), cuarto capítulo de Masters of Horror, es realmente una película de Dario Argento. La marca indiscutible del director italiano se deja sentir desde el momento en que aparece el título rojo sobre fondo negro y escuchamos una tenebrosa música que poco después se contrasta con una tonada de apariencia infantil.

El cine de Argento es inconfundible por varios motivos, pero el principal podría ser el hecho de que no ofrece explicaciones; la fuente del "horror" nunca es del todo explicada, llevándonos poco a poco a la inevitable conclusión de que el horror parte de la propia naturaleza del Hombre (así, con mayúsculas), quien sufre de la predisposición a destruirse a sí mismo y a los demás. Si algo logra este maestro es que, de manera casi ineludible, sus películas te hacen sentir un profundo asco de ser humano. Sus historias no producen miedo, sino más bien una sensación de incomodidad y repugnancia que va más allá del gore (aunque hay mucho, por lo general): es el regodeo en una situación incontrolable y depravada que termina consumiendo a sus protagonistas.

En los últimos años, Argento se había dedicado más a explotar la faceta del thriller clásico, con películas como Insomnio (2001), El jugador de cartas (2004) o el telefilm ¿Te gusta Hitchcock? (2005), pero con Jenifer se puede decir que vuelve a su antiguo estilo. El resultado es una historia absolutamente demencial basada en un conocido cómic de Bruce Jones y Bernie Wrightson, en el que un policía llamado Frank Spivey (interpretado por Steven Weber, quien también firma el guión) rescata a una joven indigente de las garras de un psicópata que planeaba decapitarla en plena calle. La joven, de la cual únicamente se sabe que se llama "Jenifer", tiene la cara horriblemente desfigurada y un comportamiento que raya en lo salvaje. Frank, que nunca antes había tenido que matar a un hombre, siente a raíz de su acto heróico un gran vínculo de responsabilidad para con la chica, por lo que la lleva a vivir a su casa. Sin embargo, no tarda en darse cuenta de que hay que tener mucho cuidado con aquello que introduces en los recintos de tu hogar.

A partir de aquí la historia se convierte en un continuo declive: a medida que la presencia de Jenifer va perturbando la vida de todos los que la rodean, el propio Frank tiene que observar como su personalidad se "animaliza" de una forma comparable al comportamiento cavernícola de una chica a la que cada vez puede explicar menos, pero con la que desarrolla una relación de amor-odio de consecuencias funestas. Esta relación dramática puede apreciarse incluso a través de la actuación de Steven Weber, a quien definitivamente le he visto trabajos mucho mejores. En todo caso, la película ofrece un desarrollo lo bastante interesante (con escenas que son directamente calcadas del cómic) como para decir que su labor como guionista supera con creces sus deficiencias como actor.

El personaje de Jenifer es otra cosa, sin duda lo mejor de la historia, una sirena en el sentido más clásico, asquerosa en su fealdad y violencia, pero fascinante en su dimensión icónica. Nunca sabemos exactamente qué es ella, cual es la naturaleza de sus habilidades o de donde viene. Únicamente conocemos sus efectos, sus poderes sobre Frank, un hombre al que poco a poco va convirtiendo a su mundo de criatura mitad mujer y mitad bestia.

Por supuesto que tiene sus defectos: en primer lugar, las limitaciones de su formato y las preferencias del propio director impiden algunas aclaratorias que hubiesen aportado algo más de credibilidad a la historia (el cómic, que se puede revisar en castellano en esta página, por ejemplo aumenta el contenido sobrenatural). Asimismo, el final resulta excesivamente predecible. Pero ya sabemos que Argento no hace concesiones a nadie, de manera que no queda más remedio que perdonarle esos detalles y dejarnos llevar por la extrema repugnancia y malevosía de esta singular historia de amor y horror.

lunes, marzo 13, 2006

Reseña: Bubba Ho-Tep (2002)

Bubba Ho-Tep (2002) es una de esas películas imposibles de clasificar en un género específico. ¿Es una cinta de terror? Pues la verdad es que sí; después de todo, una película donde aparezca una momia viviente que succiona las almas de sus víctimas tiene por fuerza que pertenecer a ese género. Sin embargo, también es una comedia. ¿Cómo no va a serlo, si trata de un Elvis Presley anciano y decrépito, con un tumor en el pene y viviendo en un asilo de ancianos mientras todo el mundo le da por muerto? Para colmo, la única persona que cree su historia es otro de los residentes del asilo, un hombre que afirma ser el mismísimo John Kennedy, a quien el gobierno ocultó tras teñir su piel de negro y retirar parte de su cerebro. Lo curioso es que, además, esta película es un drama, una visión de la vida que se acaba y del espíritu que se niega a compartir la decadencia del cuerpo.

La importancia de la cinta radica, además, en que en ella se lucen dos grandes estrellas de género que no habían tenido demasiada resonancia últimamente; una es su director, Don Coscarelli, quien (hay que reconocerlo) llevaba casi dos décadas viviendo de la renta que le generara el éxito de Phantasm (1979) y sus secuelas. El otro que está genial es el semidios de serie B Bruce Campbell, quien realiza una de sus mejores actuaciones hasta la fecha en el papel principal de Elvis Presley. La lucha de este personaje y de "JFK" contra una momia cow-boy que mata a los ancianos de noche succionando sus almas por el ano constituye una de las propuestas más demenciales que se han visto en años, y que se convierte (maravillosamente) en una de las historias más disparatadas, conmovedoras y efectivas reservadas a este género de películas, sin olvidar por supuesto las convenciones del género de terror, punto de partida de toda su locura.

Porque la verdad es que Bubba Ho-Tep no es enteramente una comedia, por más que pudiera parecerlo con semejante premisa. Lo curioso es que precisamente partiendo de una idea tan descabellada nos encontremos con una película tan melancólica, en la que las escenas de un Elvis decrépito haciendo kung-fu frente a la momia succiona-almas se intercalen con un comentario tan rebosante de nobleza, en el que un hombre que está en las últimas decide luchar por las migajas de dignidad que el mundo le ha dejado. La verdad es que, como público, nunca sabemos si los personajes interpretados por Bruce Campbell y Ozzie Davis son realmente quienes dicen ser, pero es imposible no sentirse conmovido ante el valor demostrado por estos hombres que se ven forzados a cometer un acto heróico cuando lo más fácil (y predecible) para ellos sería sencillamente echarse a morir.

La mayor parte del peso de la película la lleva sin duda Bruce Campbell. No solamente nos deleita con ese desborde de carisma en pantalla al que nos tiene acostumbrados, sino que la suya es una actuación con todas las de la ley. El hombre simplemente es Elvis, y no porque se le parezca físicamente, sino porque logra llevar el personaje a una profundidad inusitada al adaptar la personalidad de Presley a las nuevas circunstancias de su vida. El Elvis que vemos aquí es sumamente contemplativo, lamentable en su patetismo, pero noble en cuanto a su apego a la vida. Asimismo, la conexión entre Campbell y Davis es total, y los dos forman un dúo inusitado que conecta con el espectador de inmediato.

La película, realizada con un presupuesto mínimo (que, obviamente, no bastaba para incluir ni una sola imagen real de "El Rey" o siquiera un segundo de audio de sus canciones) resultó no solamente un éxito de taquilla, sino también toda una revolución en los diferentes festivales donde fue presentada, dando una auténtica respiración asistida a la carrera de Don Coscarelli, quien se ha visto "premiado" con su propio episodio de Masters of Horror y la posibilidad de volver a dirigir proyectos propios. Por ahí viene la precuela, que ostenta el atractivo y prometedor título de Bubba Nosferatu: Curse of the She-Vampires (2006), con lo que no es arriesgado decir que nos hayamos ante el inicio de una de las sagas más deliciosamente extrañas que se puede encontrar en esta década.

viernes, marzo 10, 2006

Reseña: Cigarette Burns (2005)

Cigarette Burns (2005), octavo capítulo de la serie Masters of Horror, marca el regreso por la puerta grande (si bien en la pequeña pantalla) de John Carpenter, quien de unos años para acá gozaba de una mala racha de películas no necesariamente memorables. Por fortuna, su contribución a la serie creada por Mick Garris para la cadena Showtime condensa en una hora todo el inmenso talento de este director en una historia ambiciosa que no tiene miedo de coquetear con los límites de censura del medio. Curiosamente, en una entrevista reciente a su director, este afirmaba que su estilo no necesariamente tenía que irse por los lados del gore, cuando lo cierto es que este episodio es sin duda uno de los más sangrientos de toda la temporada.

La historia es, asimismo, una parábola sobre el cine, especialmente el de género. La protagoniza un joven llamado Kirby Sweetman, especialista en hallar películas raras y dueño de una sala de cine al borde de la bancarrota, y que acepta encontrar la única copia existente de una película llamada Le fin absolue du monde, legendaria cinta que, según cuenta la leyenda, causó una gran ola de muertes cuando se proyectara por primera y última vez en cierto festival de cine (el de Sitges, nomás). Pero a medida que Kirby se va acercando al misterio de la película y a la misteriosa muerte de todos los que han tenido que ver con ella, va descendiendo en una espiral de fenómenos que prologan la muerte de su cordura y la pérdida de su humanidad, así como el contacto con fuerzas sobrenaturales que podrían haber metido la mano en la realización del filme.

Un aspecto bastante curioso de Cigarette Burns es que en ella pareciera que John Carpenter está haciendo un homenaje a otros directores de género, con cuya obra esta película muestra marcadas influencias. Tanto el guión (firmado por los desconocidos Drew McGweeny y Scott Swan) como las diferentes imágenes contienen fuertes referencias a la filmografía de directores mucho más "surrealistas", como Clive Barker y especialmente Dario Argento, cuya marca indeleble en este filme queda evidenciada cuando desde el principio vemos una sala de proyección donde se exhibe Rojo profundo (1975). Sin embargo, y para ser justos, muchos seguramente recordarán también con esta película una de las cintas más logradas de Carpenter: En la boca de la locura (1994).

Como ya se pone arriba, se trata de uno de los episodios más sangrientos de toda la serie, pero también es uno de los que trasciende en mayor medida los límites de la sencilla carnicería y despliegue de horrores para ofrecernos una reflexión estética coherente y fascinante. El tema de la película parte del título y se extiende a través de toda la historia. De hecho, esto se nos manifiesta desde las primeras escenas, cuando conocemos al proyeccionista amigo de Kirby, cuya extraña afición de coleccionar las "quemaduras de cigarrillo" (las marcas que aparecen durante una fracción de segundo en una cinta y que indican el momento del cambio de carril) es un reflejo de la extraña relación entre la historia y los espectadores, y que asimismo se repite cuando nosotros mismos vemos lo que sucede al protagonista. Asimismo, el acercamiento de Kirby al desenlace vendrá acompañado de bruscos recursos estéticos que no hacen sino evidenciar la fatalidad que, inexorablemente, acompaña a la historia de la cinta perdida.

Una propuesta más que interesante en donde John Carpenter demuestra una vez más por qué es uno de esos clásicos indispensables del horror fílmico. Con la correspondiente crisis creativa y comercial del cine, no es de extrañar que la televisión aparezca en la actualidad como una de las opciones más atractivas para proyectos tan arriesgados y a la vez tan ambiciosos como el que esta serie nos presenta. Indispensable.

miércoles, marzo 08, 2006

Roth, King y Haig

Cuando en estas tierras aún no hemos tenido la oportunidad de ver Hostel (2006), nos enteramos de que su director, Eli Roth, ya se encuentra rodando la secuela en Praga even as we speak. Al parecer, los hermanos Weinstein, productores de la primera parte, están arrepentidos de haber retenido las apetencias gore del señor Roth para su anterior película, y se encuentran más que dispuestos a darle carta blanca en esta segunda oportunidad.
Pero lo mejor de todo es que Eli Roth ha aceptado la propuesta de la productora Dimension Films de dirigir la futura adaptación cinematográfica de Cell, la última novela de Stephen King, que trata acerca de un "pulso" enviado a través de los teléfonos móviles de todo el mundo que, en un segundo, transforma a los usuarios en una horda de dementes que dejaría en la cuneta a los rapaces histéricos de 28 días después (2002). Roth, fanático hasta la médula de King, aparentemente desea también escribir el guión, dependiendo del tiempo libre que le quede mientras trabaja en su particular secuela.
Ah, y por si se lo preguntaban, la foto que ven sobre estas líneas me hace muy feliz, porque asegura la presencia del gran Sid Haig (el siempre simpático Capitán Spaulding) en el reparto del nuevo remake de La noche de los muertos vivientes (1968)... ¡ahora en 3-D! Por cierto, la película tiene su página oficial aquí.

lunes, marzo 06, 2006

Te odio Blogger (parte 2)

A la derecha pueden ver las tres nuevas categorías añadidas en esta silenciosa y martirizante protesta contra las limitaciones de Blogger. Afortunadamente, mi habilidad ha aumentado lo bastante como para poder hacer estos índices en menos tiempo de lo normal. En todo caso, allí los tienen, para que aprovechen y vean como mi capacidad crítica se ha ido deteriorando con el tiempo y el abuso de todo tipo de sustancias (entre ellas el rayo catódico). Para más comodidad, las pongo también aquí abajo:

sábado, marzo 04, 2006

Reseña: La mujer-lobo de Londres (1946)

A pesar de su título, nada tiene que ver esta película con El hombre-lobo de Londres (1935), la primera historia licantrópica de Universal, principalmente por el hecho de que en ella no hay licántropos de ninguna clase. En realidad, La mujer-lobo de Londres (1946) se asemeja más a los misterios sencillos de la serie Alfred Hitchcock presents o a algún despojo de aquellos thrillers de Sherlock Holmes que se produjeron en masa durante la década de los 40. La razón por la cual ha sido incluida entre los productos de la fábrica de monstruos del estudio es algo que, lo confieso, se me escapa.

La mujer-lobo de Londres fue realizada cuando ya dicha fábrica se había cerrado para siempre. En su época, fue vista como un entretenimiento de matinee, un pequeño misterio de consumo rápido (de hecho, la película dura 59 minutos solamente) que nada tiene que ver con hechos sobrenaturales, perteneciendo por lo tanto a esa sub-género llamado, en inglés, whodunit (literalmente, "¿quién lo hizo?"). La película habla de varios crímenes horrendos ocurridos en el parque Hyde de Londres (un Londres de película, donde todos hablan con acento americano), y que Scotland Yard atribuye a los rumores acerca de la "mujer-lobo", una criatura nocturna que se pasea por el parque. Todo esto se relaciona con la joven Phillis Allenby, última heredera de una familia en la que se rumorea una maldición que convierte a sus portadores en licántropos.

Pero como ya decía arriba, no hay ningún elemento sobrenatural en esta película, tan sólo un misterio que resolver en medio de conflictos familiares. Precisamente eso es lo que falla: el misterio es tan predecible, que antes de que termine la primera mitad de la cinta ya cualquiera lo habrá adivinado. Las actuaciones son casi todas terribles (especialmente el personaje de la madrastra de Phillis, que al final de la película degenera en convulsiones psicopáticas), y del elenco yo solo destacaría la presencia como protagonista de June Lockhart, la joven con ojos de cordero degollado que dos décadas más tarde se convertiría en la mamá Robinson de la serie Perdidos en el espacio. Pero ni siquiera ella puede salvar esta película fácilmente olvidable, valorada únicamente como curiosidad nostálgica, y ni eso.

Otra cosa que no funciona es que la historia no hace prácticamente nada por despertar nuestro interés. Los hechos que rodean los crímenes son todos tan ambiguos que no aportan nada de sustancia. Para colmo, los mejores momentos ni siquiera son vistos ni sugeridos, sino "narrados" por otros personajes. Hay escenas enteras que son un calco fiel de otras películas más exitosas del estudio, mostrando la tendencia final de esta "franquicia" de acelerar la producción de más películas al menor costo posible. Estas restricciones, que podrían haber estimulado la creatividad de algún director más talentoso, no dejan muy bien parada esta película.

Se puede considerar esta cinta como un polizón a bordo del barco de la colección The Wolf Man Legacy, y creo que debería ser vista como un contenido extra curioso. Del resto, yo recomendaría pasar de ella, aunque pensándolo bien, una hora perdida tampoco es tanto. ¿O sí?

jueves, marzo 02, 2006

Reseña: Ginger Snaps Back: The Beginning (2004)

La saga de Ginger Snaps (2000) comenzó con muy buen pie; con su debut licantrópico, John Fawcett no solamente creó una cinta considerada hoy de culto, sino que poco tiempo después conseguiría algo muy difícil: crear una secuela que no fuera un basura, cosa que en cine recibe el nombre de una enfermedad harto común y en ocasiones hasta mortal: la secuelitis. Por desgracia, también existe el síndrome de la precuelitis, y eso en cierta forma es lo que sucede con Ginger Snaps Back: The Beginning (2004), parte final de la trilogía de Ginger y Brigette que en vez de continuar la tarea lógica de avanzar la trama decide hacer un viaje en el tiempo y situar la historia en los bosques canadienses del siglo XIX. A pesar de tener un planteamiento ambicioso y en ocasiones casi épico, esta tercera parte resulta una ligera decepción. No es mala del todo, pero está definitivamente muy por debajo de las dos anteriores.

A diferencia de las otras dos películas, en esta ocasión la historia trata de ser lo más sencilla posible a partir de su situación inicial: Ginger y Brigitte son dos hermanas que se han perdido en el bosque tras la muerte de sus padres en el viaje a través de la tundra norteamericana (hecho bastante común para todo aquel que haya leido a Jack London), y en el trayecto, ambas encuentran a una anciana indígena que lanza sobre ellas la profecía que domina toda la trilogía: "matad al chico o una hermana matará a la otra". Poco después, las dos llegan a una guarnición de comerciantes de pieles en medio del bosque donde un puñado de hombres hambrientos y desesperados lucha encarnizadamente contra la jauría de hombres-lobo que pulula por sus dominios. El resto ya es historia conocida.

Ginger Snaps Back fue filmada simultáneamente con la secuela anterior, y lanzada poco tiempo después directamente en formato de vídeo debido al escaso éxito de su predecesora, aunque la trilogía ha encontrado una horda fiel de fanáticos en el tiempo que lleva rodando. Esta tercera parte es, con mucho, la más "diferente" de las tres películas, y no solamente en cuanto a su ambientación. De las tres, es probablemente la que tiene el más alto contenido de gore y escenas sanguinolentas, así como la menor dosis de humor (inexplicablemente, el personaje de Ginger habla como una chica de nuestra época, lo cual a veces me causaba un poco de confusión). Asimismo, la película en esta ocasión es mucho más "convencional" (si bien algunos han querido ver en esta cinta una alegoría oculta del lesbianismo), que intenta suplir sus carencias argumentales con un mayor grado de acción y charcutería. Algunos de estos recursos son bastante tópicos, especialmente el personaje del actor Nathaniel Arcand, un guerrero indio que nunca recibe un nombre: cliché hasta más no poder.

Algunos argumentos secundarios son interesantes, como la trama que rodea al jefe de la guarnición y la progresiva degeneración del grupo que se encuentra recluido, mención especial para el líder religioso que poco a poco empieza a perder la razón ante la evidente avalancha de las criaturas de la noche. El resto es completamente dominado por las dos hermanas. Curiosamente, en esta ocasión el protagonismo nuevamente es compartido por las dos, a diferencia de la segunda parte, donde Brigitte había tomado las riendas de la historia. Asimismo, esta película no necesita del visionado previo de las dos primeras, convirtiéndose en una historia completamente independiente que trata de destacar por méritos propios.

En definitiva, Ginger Snaps Back es una buena manera de cerrar la trilogía de Ginger y Brigitte, pero aunque no le haga justicia a las dos primeras películas, la verdad es que no está mal como fuente de entretenimiento licantrópico que busca recrearse en la visión de un ataque de monstruos. El climax de la película es lo suficientemente interesante para captar nuestra atención y al mismo tiempo ofrecer vínculos argumentales y simbólicos con las otras dos partes de la saga. Recomendable con cierta cautela.