El hombre sin sombra (2000) fue la siguiente película de Paul Verhoeven tras el que fue uno de sus mejores trabajos, Starship Troopers (1997), aunque en esta ocasión no se puede decir que haya tenido mucha suerte. Su cinta, un relato de ciencia-ficción disfrazado de película de terror, fue criticada de forma inmisericorde y unánime. Sin embargo, creo que no era para tanto. Después de todo, y a pesar de sus carencias, tiene algunos aspectos interesantes que me parecen dignos de destacar, y que aquí trataré de resumir en la medida de lo posible.
Para aquellos pocos que no la conozcan, la película trata de un científico llamado Sebastian Cane (Kevin Bacon, dominando cada escena), que decide usarse a sí mismo como sujeto de un experimento para probar un suero de invisibilidad. El dichoso agente químico resulta un éxito, pero luego, el resto del equipo no consigue la forma de devolver a Sebastian a su estado inicial, por lo que este comienza poco a poco a perder la razón y termina por convertirse en el villano de la historia. El argumento tiene grandes resonancias a la gran novela de H.G. Wells El hombre invisible, no tanto a nivel de anécdota pero sí en cuanto a las ideas que desarrolla acerca del personaje principal y el crecimiento desmedido de su ego debido a esa idea de invulnerabilidad que otorga el no poder ser visto.
Lo primero que se comenta siempre de la película (y algo que incluso sus numerosos detractores tuvieron que concederle) es el sorprendente trabajo de efectos especiales realizado para hacer invisible a Kevin Bacon. Dicho proceso fue realizado por completo gracias a la tecnología informática, y resulta asombroso incluso hoy en día, casi una década después de su estreno. Pero aparte de sus evidentes logros técnicos, la película muestra también ideas interesantes, siendo la principal de ellas la evolución megalomaníaca del personaje. En total resonancia con la novela de Wells, Sebastian poco a poco va perdiendo su humanidad a medida que transcurre el tiempo y no consigue volverse nuevamente visible. La película deja sin resolver el misterio de si la progresiva locura del personaje es un efecto meramente psicológico o consecuencia de los químicos del suero, pero en general la idea está muy bien llevada y es incluso bastante lógica: si no tienes que mirarte al espejo todos los días (tal como Sebastian menciona) significa que no tienes que vivir con las consecuencias de tus actos, no tienes conciencia, eres un hombre vacío, un hombre sin sombra.
Por desgracia muchas de estas ideas son sólo esbozadas y no se desarrollan más que en secuencias horteras y obvias como aquella en la que Sebastian abusa sexualmente de su vecina (una entonces desconocida Rhona Mitra). En general el tratamiento de la película en cuanto a sus personajes es bastante superficial y predecible (desde el principio sabemos que Kevin Bacon es el malo porque lleva chaqueta de cuero negra), pero el principal problema de la cinta de Verhoeven es que, a partir de la mitad hasta el final, va abandonando progresivamente sus interesantes ideas iniciales para convertirse en una película de monstruos con persecución final, en un desarrollo mil veces visto y que destruye toda la credibilidad que la película había acumulado en su primera parte. El discurso megalomaníaco del personaje protagonista es sustituido entonces por un muy convencional enfrentamiento contra la final girl Elizabeth Shue, y en el que Kevin Bacon ya pasa a ser literalmente un monstruo salido de cualquier creature feature, incluyendo un clímax que repite todos y cada uno de los clichés del cine de acción y es significativamente menos interesante que el resto de la cinta.
Este desplome final es lo que realmente perjudica a El hombre sin sombra. Como cinta de terror/ciencia-ficción tiene detalles muy interesantes en cuanto a su concepción y planteamiento iniciales, pero como película de acción es definitivamente mediocre y olvidable, y por desgracia, la segunda mitad de la cinta muestra que es en esta última calidad donde realmente se encuentran sus aspiraciones fílmicas. Una pena.
El principal problema es que la película es un esbozo en demasiados aspectos, como señalas, y se queda todo a medias. Y es una pena, porque el material prometía, y más en manos del casi siempre grande Verhoeven.
ResponderEliminarInteresante. Justo ahora estoy leyendo la novela de H.G. Wells. La película a mí me parece muy mala aunque también rescato los efectos especiales.
ResponderEliminarPor cierto la única razón por la que veo dicho film es por mi amada Rhona Mitra :P
Saludos HombreLobo.
Totalmente de acuerdo contigo. Sin embargo yo le habría subido a 3 por la muy buena, creíble y divertida actuación de Kevin Bacon, aún cuando no se ha vuelto invisible.
ResponderEliminarSi mal no recuerdo, sí se llega a comentar de dónde proviene la locura del doctor sebastian, el doctor/amante de Elizabeth Shue menciona que está perdiendo la razón por los efectos de la droga que lo hacen invisible, aunque claro que esta explicación viene al principio de la decadencia de la cinta, es decir empezando de la mitad hacia el final, que concuerdo muy bien contigo en que cae en un cliché holliwoodense marca ACME.
Aunque los efectos son muy buenos, la verdad es que me invade la nostalgia de la original, aquella que también se cocinó en los míticos estudios Universal, por ello me quedo con El Hombre Invisible, versión de James Whale. Y es justo decir también, que aún hoy en día, los efectos te dejan con una pregunta: cómo diablos le hicieron? Una joya en verdad.
Saludos.
P.D.
Por qué borraste la lista de comentarios más activos? así cómo voy a saber cuándo festejar cuando llegue a los 100, 200, 300, etc, del blog que más visito?
Sr. Delmónico: tuve que borrar esa aplicación porque me hacía saltar un programa anti-malware que tengo instalado. Cuando encuentre un equivalente libre de problemas la vuelvo a poner. Saludos.
ResponderEliminarA mi me encanto... Los efectos, la actuacion de Bacon (que si no esta para premio salio muy bien), la ambientacion (ese laboratorio al final se vuelve claustrofobico), las muertes a los miembros del equipo, etc.
ResponderEliminarMuy buena pelicula absolutamente palomitera.
OH! nostalgia automática, una película entretenida, pero no necesariamente buena, tiene planteamientos interesantes, pero se pierde en convencionalismos típicos del inicio de nuevo mileno.
ResponderEliminarJajaj, el hombre sin sombra, que recuerdos y que risas pasé con ella... xD
ResponderEliminarSalu2.
Película cutre de domingo en la tarde, ideal para una siestecilla después de haber jugado fútbol en la mañana, haberse tomado unas buenas cervezas, y haber almorzado a gusto.
ResponderEliminarJAJAJAJAJAJAJAAJ pero ahora que recuerdo, era inclusive más cutre la versión de Brian Lighthill de 1984, con esa asquerosa escena del hombre invisible jugando tenis...mi telencéfalo se contrae con recuerdos tan malditos.
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