domingo, diciembre 05, 2010

Reseña: Buried (2010)

Una de las cosas en las que todo el mundo parece estar de acuerdo en cuanto a Buried (2010) es la manera como el director Rodrigo Cortés sale airoso de lo que de entrada se perfilaba como el mayor reto de la película: conseguir mantener el interés del espectador por un thriller de noventa minutos que transcurre literalmente en un solo escenario (minúsculo además) y en el que sólo vemos a un actor. Y sin embargo, esta película lo logra con creces hasta el punto de contar una historia genuinamente emocionante en la que siempre está ocurriendo algo y que hace de sus supuestas limitaciones su mejor arma a la hora de montar una intriga digna de un Hitchcock confinado a una locación mínima: un hombre secuestrado en Irak y enterrado vivo dentro de una caja de madera donde la única conexión con el exterior que tiene es un teléfono móvil con el que intentará conseguir su rescate. El punto de vista nunca abandona esa locación ni ese actor (un especialmente inspirado Ryan Reynolds) y con todo y eso mantiene la intriga y la genuina tensión de una carrera contra reloj que depara una que otra sorpresa.

La idea de la intriga vivida y narrada por un personaje aislado del mundo exterior no es nueva; en este sentido Buried recorre el camino trazado anteriormente por clásicos como La ventana indiscreta (1954), del ya mencionado Hitchcock o cintas más recientes como Última llamada (2002), de Joel Schumacher, entre otros ejemplos. La película de Cortés es si acaso más radical en cuanto a la limitación intencional de su espacio, pero al igual que en las otras dos, lo interesante no está únicamente en el gimmick narrativo, ya que al interés argumental hay que sumar el empleo de los esquemas del thriller para tejer una historia con una postura antibelicista y anticorporativa bastante evidente pero en la que el contenido político no se siente forzado ni opaca el factor de angustia y carrera contra el tiempo. Es por eso básicamente que sería un error valor la película únicamente por el hecho meramente anecdótico de transcurrir toda ella en una caja de madera.

Esto me parece así porque a pesar de la sensación de claustrofobia del punto de vista, hay determinados momentos en los que como espectador uno logra olvidarse que está dentro de la caja al dejarse llevar por la entrada de otros personajes en forma de audio que salen del teléfono móvil del protagonista, aparato que por lo demás tiene el propósito de hacer avanzar el argumento insinuando al público una acción paralela a varias bandas que tiene lugar fuera de los confines de madera en los que estamos encerrados y que seguimos con interés en todo momento. El complemento de ambos planos narrativos, por otro lado, está bastante conseguido en el sentido de que realmente nos interesamos por saber qué ocurrirá al final más allá del morbo de ver a Ryan Reynolds retorciéndose y ser sometido a las vejaciones que le depara la película. El desenlace (que por supuesto no revelaré aquí) funciona muy bien (a pesar de ser un tanto tramposo a nivel de construcción) porque revela hasta qué punto Cortés y el guionista Chris Sparling han sabido jugar con las emociones y los nervios de su cautivo público. Todo eso hace que desde aquí consideremos Buried como una de las mejores del año que está por finalizar y una muy digna continuadora de ese tormento y angustia por el que de vez en cuando nos gusta pasar en una sala de cine.

3 comentarios:

  1. Totalmente deacuerdo ,una buena película que tiene encantado a buena parte del mundo ,una muestra del potencial que puede llegar a tener nuestro cine hecho con ganas y calidad, saludos!

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  2. Si muy acertada resena para un muy buen film. En todo momento se mantiene la angustia y el nerviosismo con un gran desempeno de Reynolds. El guion y la direccion es lo mejor de todo, y aca se demuestra que con inteligencia y creatividad se puede llegar muy lejos...

    saludos

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  3. En ningún sentí la angustia de la que hablan viendo la película. La actuación me parece correcta, no sobresaliente. Me parece una pelicula del montón con el único atractivo del morbo que produce ver cómo se las apaña el director para tener al espectador 90' viendo a un tío metido en un ataúd sin que se aburra. Correcta. 5 sobre 10.

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