Bautizada en España añadiendo un curioso subtítulo, Piraña 2: Los vampiros del mar (1981) fue vendida como la continuación de aquel maravilloso exploit de Joe Dante de tres años atrás, muy a pesar de no contar en esta ocasión con el director o con las labores del productor Roger Corman. En realidad, estamos ante lo que se llama una "falsa secuela", una producción italiana que buscó aprovechar la popularidad de la película de Dante haciéndose pasar por una continuación que no es tal. No sólo el argumento no tiene nada que ver con la primera parte, sino que encima la misma película reconoce que los voraces peces que atacan a los protagonistas ni siquiera son realmente pirañas sino un cruce entre el pez gruñón y el pez volador. Dicha aberración genética es el resultado (otra vez) de un experimento del gobierno que por motivos que no vienen al caso va a parar a un apacible complejo turístico al borde del mar, donde los engendros causan estragos gracias a una inesperada nueva habilidad: ahora las muy condenadas aparte de nadar vuelan.
Más allá de esta alocada premisa (y sus en ocasiones hilarantes resultados), Piraña 2 es famosa hoy en día por ser el debut como director de James Cameron, quien también creo a las "pirañas" y escribió el guión bajo el pseudónimo de H.A. Milton. Pero en realidad, si hay un nombre que pueda tomarse como el verdadero padre de esta falsa secuela es el del productor Ovidio G. Assonitis, quien supervisó celosamente el rodaje y mantuvo a Cameron completamente bajo su control, hasta el punto de prohibirle ver su propio material y negarle la posibilidad de montar la película, lo cual causó severos conflictos durante la producción y sin duda contribuyó al celo obsesivo con el que James Cameron ha controlado toda su obra desde entonces. El mismo director suele, incluso hoy en día, renegar de esta película a pesar de que en ella ya se perfilan muchas de las constantes que aparecerían más tarde en otras de sus obras, como las largas tomas submarinas, una mujer fuerte como protagonista o incluso la presencia del actor Lance Henrikssen, quien de todo el elenco es quien tendría la carrera más fructífera.
De todas formas, anécdotas de rodaje aparte, Piraña 2 sigue siendo en el fondo una serie B menor incluso para los estándares de la original; todo en ella destila el modo de operación de similares producciones italianas de la época, sobre todo esa estética granulosa y mal iluminada y la falta de sincronización entre las voces y los labios de los actores, muchos de ellos de origen italiano. Hay un intento por parte de la película de reproducir el esquema mostrado por Dante años atrás, pero salvo una similar estructura dramática (en la que no falta tampoco el rastrero dueño del hotel que prefiere arriesgar las vidas de todos antes que dejar de ganar sus dividendos) este es básicamente un producto de explotación hecho con prisa. Incluso el sentido del humor del que hace gala es en ocasiones muy bajo. De hecho los mayores momentos cómicos son involuntarios, como por ejemplo cualquier aparición de los infames peces voladores de boca permanentemente abierta.
El nivel de explotación es, eso sí, mucho más alto; en este sentido la película abre de manera inmejorable con una escena de sexo subacuático que es mortalmente interrumpida por los hambrientos peces mutantes, quienes luego no vuelven a aparecer durante casi media hora. Al igual que en la primera entrega, los bichos en cuestión salen muy poco en pantalla debido a las limitaciones de presupuesto (aunque su presencia es mayor que en la primera parte), pero una vez que aparecen está claro que nadie se encuentra a salvo. La verdad es que la película mejora mucho después de la primera mitad incluso con su tendencia a llevarnos por subtramas que no parecen tener mucho que ver con la historia principal, como los empeños de una mujer por ligarse a un doctor o una escena de sexo entre adolescentes (espectacular la jovencita, debo decir) que parece una parodia moderna de La laguna azul (1980). Pero muy a pesar de todas sus evidentes limitaciones, Piraña 2 sigue siendo una secuela que consigue capturar al menos parte de las modestas intenciones de la original. Nunca llega a ser tan redonda o divertida como la de Joe Dante, está llena de momentos baratos, y hoy en día su premisa de pirañas voladoras es motivo de más de un (merecido) chiste cruel a costa de sus intenciones como película de terror, pero como acompañamiento ligero de la primera parte tiene su indudable encanto.
Según lo que tengo entendido, Piraña 2 sí es una suerte de secuela oficial (no como Troll 2, por ejemplo). De hecho, a Cameron le llegó el trabajo porque se lo ofreción el mismísimo Roger Corman mientras trabajaba en New World.
ResponderEliminarLo que pasó es que creo que en realidad Corman le "vendió" los derechos a Assonitis para la secuela y luego se desentendió de la misma.
No esta mal para pasar el rato, pero por todo lo demás, olvidable y la primera parte le pega mil vueltas, es increilble que fuera realizada por James Cameron, ahora mismo es una mancha negra dentro de su filmografía, ademas la primera media hora de película se me hizo eterna el resto del metraje resulta algo mas interesante.
ResponderEliminarUn abrazo.