A pesar de que no lo hubiese anticipado por mi reacción inicial, lo cierto es que termine esperando con muchas ganas este tardío regreso de Saw a las carteleras, teniendo siempre en cuenta por supuesto el hecho de que mis expectativas estaban muy bajas. Lo esperaba entre otras cosas porque el estreno de Jigsaw (2017), octava parte de la saga y la única sin un numeral romano que evidencie su condición de secuela, es una película que dudo mucho alguien haya estado pidiendo realmente, pero en nuestra época tan dispuesta a revivir el pasado nostálgico así sea a corto plazo, el regreso de la franquicia que más marcó el terror mainstream durante la década de los dosmil era algo en cierta forma inevitable.
Lo cierto también es que el experimento no me ha dejado del todo insatisfecho. A pesar de todos sus problemas, de los innegables prejuicios que sentía de entrada y pese a no ser una gran película ni mucho menos, Jigsaw (o Saw 8, como la queráis llamar) sigue siendo al menos más interesante que la atroz última entrega de la saga original, la cual recordemos parecía hecha casi por compromiso y sin nada del ímpetu y creatividad de las primeras entregas. Con todo, esos siete años no han pasado en balde, y esta octava encarnación de los crímenes de Jigsaw rompe en gran medida su continuidad con las entregas anteriores al centrarse esta vez en nuevos personajes, un nuevo grupo de policías y forenses que descubren, varios años después de la muerte de John Kramer y sus aprendices, que alguien parece estar copiando los crímenes de Jigsaw y proponiendo un nuevo juego lleno de trampas y conspiraciones en el que los protagonistas se verán metidos hasta el cuello.
Llegados a este punto está claro qué es lo que podemos esperar de la película, sobre todo teniendo en cuenta que sus secuelas anteriores fueron poniéndose cada vez más absurdas desde que sus creadores James Wan y Leigh Wahnnell abandonaron el barco después de la tercera entrega. Lo que quiero decir es que dudo mucho que alguien se haya acercado a Jigsaw esperando una historia interesante o unas complejas actuaciones. Por el contrario, la verdadera atracción de esta nueva aventura de Saw está en sus aspectos más superficiales: cuáles serán las nuevas trampas, cómo serán los ya habituales finales sorpresas y piruetas narrativas del desenlace, y sobre todo cómo se las ingeniará la gente de Lionsgate para conseguir colar una vez más a Tobin Bell como Jigsaw a pesar de que su personaje lleva muerto más de una década. En ese sentido no decepciona, y aunque las trampas y los giros sorpresa no son tan ingeniosos como en otras entregas, lo son lo suficiente como para perdonar al menos parcialmente una estética considerablemente más barata y convencional (atrás quedaron los cortes vertiginosos de Darren Lynn Bousman), un elenco de desconocidos actores de saldo, y una trama tan absurda que sólo se puede aceptar si se admite que no está hecha para engañar a los personajes sino al público. Lo único que sigue teniendo la misma fuerza de las anteriores es la como siempre grandiosa presencia de Tobin Bell, que ha hecho suyo el personaje de Jigsaw y lo ha convertido por derecho propio en el papel de su carrera y un auténtico icono del terror de los últimos años.
Entré a esta película con pocas esperanzas de que me gustara y sin embargo me ha dado todo lo que le pedía. Paladares más exquisitos y exigentes puede que no le perdonen sus fallos y que hasta la encuentren como una parodia involuntaria de sí misma, y reconozco que yo mismo en otra época lo habría visto así. Pero por otro lado hay que aplaudirle a Saw esta consistencia como saga de terror y esta desvergüenza absoluta que le permite reciclar sus propias ideas hasta lo imposible sin rendirse jamás a salidas descabelladas como las que han tenido otras sagas más longevas. Sus fanáticos y seguidores se lo van a pasar bien aunque no sea ni de lejos la mejor. Dudo mucho aún así que vaya a tener alguna continuidad porque los resultados fueron más bien modestos en cuanto a éxito, cosa por otro lado comprensible ya que la saga pertenece a un estilo de cine de terror que parece haber sido ya superado, pero si por algún motivo deciden hacer más, ahí me tendrán seguro.
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