Tras lo que a todas luces parece ser su entrega final, la verdad es que hay que reconocerle a Insidious el nada desdeñable mérito de ser una de las sagas más consistentemente competentes del cine de terror mainstream actual. A pesar de que sólo puedo calificar de realmente buena la primera (de hecho es todavía una de mis películas de terror favoritas de esta década), todas las continuaciones que el dúo Wan/Whannell nos han traído, ya sea como directores o productores, han gozado de unos mínimos de calidad e interés que otros trabajos no han podido garantizar, aunque lo hayan hecho básicamente repitiendo la misma estructura una y otra vez. Insidious: The Last Key (2018) es en el fondo eso: lo mismo que sus antecesoras, pero si eres de los que ha llegado hasta aquí por voluntad propia, no creo que puedas salir decepcionado.
Al igual que la tercera entrega (de la cual, si os debo ser sincero, no recuerdo casi nada aparte de que me dejó más o menos contento), esta cuarta parte de Insidious es una precuela de aquella que comenzó todo, y nuevamente cuenta como protagonista con Lin Shaye, quien retoma su papel de Elise, la incansable medium. Abrazando por completo su destino, Elise se une nuevamente a sus compañeros investigadores para expulsar a un demonio que habita la antigua casa de su niñez y a la vez revivir un oscuro secreto familiar de su pasado. La historia es lo de menos, pero ya de entrada esta es una película que se diferencia de sus congéneres por contar en su papel protagonista con una mujer mayor, lo cual no suele ser muy común en el cine de terror de esta o de cualquier época, y que se ha convertido en la marca diferencial de estas precuelas hasta el punto de que Lin Shaye ha pasado a ser una presencia recurrente en varias historias de miedo recientes, con mejores o peores resultados.
Nuevamente la estética es lo más interesante, con una nueva recreación de ese mundo paralelo oscuro en el que los personajes se mueven, aunque nuevamente la representación del aspecto sobrenatural, si bien superior a la de la tercera entrega, no es tan creativa ni extavagante como la de la primera Insidious (2010). No creo que sea por una cuestión de presupuesto, ya que es bien sabido que la película original ha sido la más barata de todas. Tampoco el humor funciona muy bien esta vez; algunos chistes hechos a costa de los dos asistentes de Elise no sólo son bastante malos sino que desentonan por completo con el ambiente mayoritariamente serio de la película y la terrible situación que viven los personajes.
Decíamos más arriba que creíamos estar ante la última entrega de la saga ya que el desenlace de esta cinta entronca de forma casi perfecta con el inicio de la primera parte. Aún así, la introducción de nuevos personajes en la segunda mitad de la película parece apuntar a cierta posibilidad de vida más allá de la presencia de Elise y a un más que probable relevo, con lo que no me extrañaría que la saga continuase en manos de otros responsables. Insidious: The Last Key no va a cambiar la vida de nadie ni va a convencer a aquellos que no gustaron de sus antecesoras, pero para ser el típico cine de terror de enero, podríamos estar mucho peor.
Habrá continuación casi seguro. Esta entrega ha superado con comodidad la taquilla de la anterior, nuevamente con un presupuesto mínimo.
ResponderEliminarParecía que la cosa iba para abajo pero han remontado. Así que hoy por hoy, pueden seguir hasta Insidious 17.