miércoles, julio 27, 2011

Reseña: El bosque maldito (2006)

Con un título muy apropiado en su versión española, El bosque maldito (2006) (The Woods en el original) fue en su momento el proyecto más problemático de Lucky McKee. El director que ya venía de cosechar grandes halagos con May (2002) se encontró de repente con que la cinta que había concebido con apoyo del estudio quedaba atascada en líos de distribución y engavetada por dos años antes de pasar directamente al formato doméstico. La decisión es incomprensible ya que esta película cuenta con grandes aciertos a pesar de no ser el mejor trabajo de McKee, por lo que el rechazo puede deberse a la fría recepción que tuvo en numersoso festivales o a las expectativas creadas en cuanto a qué clase de cinta es simplemente por el hecho de tener a Bruce Campbell en el reparto. La presencia del protagonista de The Evil Dead (1981) es algo puramente anecdótico no sólo porque su personaje no tenga mucho peso argumental sino también porque estamos ante un trabajo muy diferente con el que McKee intenta dar un tono diametralmente opuesto a la pieza indie con la que había comenzado su carrera.

De hecho, la misma trama de El bosque maldito ya deja esto bien claro al hacernos entrar en un argumento más acorde con lo que sería otro ejemplo práctico de un oscuro cuento de hadas: una jovencita problemática va a parar a un curioso internado ubicado en medio del bosque y descubre, tras una serie de misteriosas muertes y desapariciones de las alumnas, que las directoras de la escuela ocultan un terrible secreto relacionado con un antiguo cónclave de magia negra. Si esto os suena de algo no es casualidad; varias veces se ha mencionado que McKee y el guionista David Ross han calcado su premisa argumental de Suspiria (1977), lo cual es una gran verdad, tanto que si en su momento alguien me hubiese dicho que estábamos ante un remake de la cinta de Dario Argento yo me lo hubiese creído. Pero es que aparte de las semejanzas narrativas y el tono de cuento de hadas macabro, hay aquí también un importante regodeo estético que si bien no tiene nada que ver con el colorido mundo del director italiano, sí está bastante marcado en su intención de mostrar el arraigo del Mal con las fuerzas de una Naturaleza hostil de la cual los villanos sacan su poder.

Pero lo más interesante de la película es como ese mismo tratamiento de cuento de hadas se mantiene con coherencia incluso a través de dos formas distintas de relato; lo que en un principio parece una historia juvenil de instituto con énfasis en la crueldad de las chicas y algunos momentos de contenido sobrenatural poco a poco se va dejando llevar por una escalada de excesos estéticos hasta ofrecernos un clímax argumental de malvadas brujas, ramas vivientes, árboles que sangran y hasta Bruce Campbell al rescate hacha en mano. Todo esto hace que El bosque maldito sea una película injustamente maltratada que ciertamente no se merecía haber sido dejada de lado tan radicalmente, aunque sea por el hecho de que con ella McKee demuestra ser capaz de algo en el fondo muy distinto a la película que le hizo famoso, encima mostrando un gran respeto por el legado de cine de terror fantástico que ostenta.

lunes, julio 18, 2011

Reseña: Mum & Dad (2008)

A pesar de ser una de las más recientes entradas destacables del horror británico independiente, Mum & Dad (2008) parte con la desventaja de no sorprender demasiado a aquellos más acostumbrados a este tipo de relatos de horror físico. Todo en ella muestra cosas que ya hemos visto antes en muchas ocasiones, partiendo de la base argumental de una chica prisionera de una familia de perturbados psicópatas que se cebarán con ella durante casi todo el metraje, esquema popularizado tras La matanza de Texas (1974) y que aquí encuentra una de sus más recientes encarnaciones. Hay, sin embargo, diferencias sustanciales en esta película que la hacen un ejemplo más interesante de lo que pudiera parecer en un principio. En primer lugar, la cinta acomete de forma exitosa el riesgo que significa situar su argumento en un contexto netamente urbano (específicamente, una residencia de clase media-baja en las inmediaciones del aeropuerto de Heathrow, en Londres), lo que ya de entrada evita la ambientación rural que suele acompañar este tipo de trabajos.

En segundo lugar, Mum & Dad desarrolla su ya trillado argumento de una forma mucho más inteligente de lo normal al mostrar a la familia de psicópatas de una forma mucho más detallada dando importancia a las miserias personales de sus miembros y de cómo la estructura familiar depende exclusivamente de un juego de dominación del que todos forman parte, manteniendo una estructura autoritaria vertical en la que la espantosa figura del padre brutal, represivo e irascible se complemente con una madre portadora de un sadismo y una crueldad que tiene mucho de gratificación sexual, elementos que ambos intentan inculcar a sus hijos “adoptivos”.

Con todo esto sólo queremos decir que la película consigue dar a sus personajes un delicado equilibrio que les aleja un tanto de la sórdida caricatura paleta normalmente dada a este tipo de psicópatas; lo realmente terrible de esta familia es lo normal que parece en la superficie y el hecho de que detrás de su locura parece haber un método y una lógica bastante retorcida pero sin duda presente. No quiere decir esto, sin embargo, que el director y guionista Steven Sheil escatime esfuerzos a la hora de mostrar todo el repertorio de depravaciones de las que estos seres son capaces y que sin duda consiguen el efecto buscado de hacernos temer genuinamente por la vida de la joven protagonista.

Todos estos excesos de violencia y ensañamiento (remedo sin duda no sólo de La matanza de Texas sino también de Hostel (2006), película de la que esta cinta hasta cierto punto toma su esquema y lo invierte) está intercalado con un humor bastante negro que no pasa desapercibido y que está centrado sobre todo en el espectacular trabajo actoral de Perry Benson como el padre, hecho curioso dado que este actor es principalmente conocido por su trabajo en comedias que en poco desentonan con el elemento estrafalario y satírico de las clases populares urbanas que Mum & Dad parece entrever. De todas formas, este ángulo humorístico mezclado eficientemente con una película tan depravada como esta la convierten en una pieza muy recomendable dentro del panorama británico de terror, por mucho que su premisa ya esté bastante vista.

martes, julio 12, 2011

Reseña: Blancanieves: La verdadera historia (1997)

Blancanieves: la verdadera historia (1997) es otra de esas joyas que vale la pena volver a rescatar, una película de gran interés que por desgracia quedó sepultada entre historias similares durante los noventa. Por un lado no es de extrañar, ya que este telefilme realizado para la cadena americana Showtime tiene muchos puntos en común con otras historias de terror gótico que proliferaron en la misma década como Drácula de Bram Stoker (1992), Frankenstein de Mary Shelley (1994) e incluso Entrevista con el vampiro (1994), de las que se diferencia sin embargo por un tratamiento mucho más oscuro de la dualidad horror/fantasía. Con todo y eso la crítica en su momento la pasó bastante por alto, si bien se reconocía por un lado su valor al revivir el lado perverso de los cuentos de hadas (prácticamente anulado por el cánon Disney y reforzado en parte por las producciones de Hallmark que empezaron a surgir entonces), así como el trabajo de Sigourney Weaver como la villana, quien fue nominada a varios premios y cuya actuación es sin duda lo mejor de la película y por sí sola una razón para verla.

El argumento se toma varias libertades con todas las versiones conocidas del cuento de los hermanos Grimm, pero como decíamos arriba rescata el lado siniestro de la original y al menos se esfuerza en incluir detalles del cuento que no son conocidos por el público mayoritario. Asimismo, la historia de rivalidad entre la madrastra y la joven Lilliana (quien nunca en la película es referida como Blancanieves) está aderezada con directas aluciones a la brujería, canibalismo, satanismo, incesto y necromancia impensables para una cultura audiovisual en la que los cuentos de hadas apelan únicamente al lado bueno de los niños. De hecho una de las cosas más interesantes de esta versión es que en ella Blancanieves pasa a ser un personaje secundario, centrando más bien la atención en la madrastra interpretada por Sigourney Weaver, un personaje interesante, complejo y el único que muestra cierto tipo de evolución, comenzando como una mujer que intenta sinceramente ser aceptada por la hija de su nuevo esposo y que sólo sucumbe ante la maldad (y la magia negra heredada de su madre) luego de una desgracia personal.

Todo esto está narrado desde una perspectiva sombría y cruel que no escatima cebarse con personajes normalmente calificados como héroes, tales como el príncipe salvador y hasta la propia Blancanieves (una joven Monica Keena), quien se podría decir tiene la subtrama más trasgresora pero por otro lado predecible una vez que se establece su relación con los siete desconocidos que la albergan en el bosque, no enanos sino una banda de forajidos cuya adoración hacia la joven no es precisamente unánime. Sin embargo, y como ya hemos dicho antes, el personaje de la joven no es aquí lo principal de la película y el argumento no se ocupa de elaborar mucho la relación entre Blancanieves y sus nuevos amigos: nunca queda muy claro por qué la joven no regresa a casa inmediatamente, y su enemistad con uno de los integrantes del grupo queda sin cerrar dramáticamente hablando. Pero los vacíos argumentales quedan en cierta forma compensados con una muy cuidada estética renacentista ayudada por las locaciones reales de Alemania y República Checa y sobre todo por la inquietante figura de ese espejo mágico habitado por una fuerza maligna cuyo origen muy sabiamente permanece en medio de un misterio.

Blancanieves: la verdadera historia queda fuertemente recomendada para aquellos que busquen un ejemplo de cómo llevar correctamente un cuento de hadas oscuro y cruel a la pantalla. Algunos sin embargo puede que queden algo decepcionados con el tratamiento lento y sobrio de una película más dada a la imagen y en la que ni siquiera hay muchos diálogos, pero la perfecta síntesis de fantasía y terror de la que hace gala sorprenderá a más de uno, especialmente por la soberbia actuación de una Sigourney Weaver particularmente inspirada en un personaje que sin duda es el que está mejor escrito. El formato televisivo, si bien condiciona a la película a tener un desenlace carente de epílogo que se siente algo abrupto, no debería por otro lado hacer surgir un prejuicio completamente injustificado. si no la conocéis, echadle un vistazo lo antes posible.

domingo, julio 10, 2011

Otras versiones

Si la última reseña dejada por aquí os ha picado la curiosidad en cuanto al tratamiento más o menos diferente que ha tenido Caperucita roja en el cine, entonces es un momento tan bueno como cualquier otro para mencionar otras adaptaciones que he visto anteriormente y que (a mi parecer) vale la pena revisar. Hay muchas más, evidentemente, pero estas cuatro que he visto son de las que considero más destacables, al menos por los motivos que nos atañen en esta página.
De las cuatro, En compañía de lobos (1984) es probablemente la más famosa y una de esas reseñas que llevamos pendientes desde hace mucho tiempo. El tratamiento que esta suntuosa película de Neil Jordan hace de Caperucita roja es más bien alegórico y temático en vez de anecdótico, pero toca las teclas correctas en cuanto a cine de terror y posee algunas imágenes inolvidables, como por ejemplo la del cartel que adorna estas líneas y que a mí en lo personal me estuvo rondando durante años mucho antes de ver la película.

Sin salida (1996), o como dice su mucho más apropiado título original, Freeway, ha sido desde hace tiempo una película que me ha fascinado, aunque queda claro que no es cine de terror sino más bien una sátira violenta hecha a la sombra de Natural Born Killers (1994), teniendo ambas en común el nombre de Oliver Stone, que aquí hace de productor. Se trata de una adaptación sucia y violenta de la historia de Caperucita en donde esta es una prostituta adolescente que debe escapar a casa de su abuela para eludir a la justicia y termina encontrando a un asesino en serie de la carretera convenientemente apodado Bob Wolverton. Pero lo mejor de la película es sin duda la actuación de Reese Witherspoon, aquí en uno de sus primeros trabajos, y en un tipo de papel que nunca más ha vuelto a hacer, lo cual es sin duda una lástima. Por cierto que el director es Mathew Bright, el mismo de Bundy (2002), una cinta que guarda muchas similitudes con esta.
Red Riding Hood (2003), título similar al que apenas hemos reseñado, es una modesta producción italiana del prolífico Ovidio G. Assonitis que cuenta una versión moderna de Caperucita desde el punto de vista del lobo, incluyendo claras alusiones a la Mafia, enfermedades mentales, y sangre a borbotones. Es una película bastante inusual que aún no sé si reseñar debido a que no se amolda mucho a los estándares (arbitrarios) de este blog, pero que aún existe como posibilidad.
Finalmente llegamos a una de las más interesantes entradas de esta breve lista, que no es otra que Little Erin Merryweather (2006), un slasher film de bajo presupuesto con Caperucita como eje temático, el cual a pesar de su premisa tiene grandes similitudes estéticas con la versión de Catherine Hardwicke, incluyendo un poster muy similar y un derroche visual bastante parecido. No tan destacable como otras de su género pero sí muy interesante aunque sea por el hecho nada común de hacer del asesino una figura femenina, algo que pocas veces se maneja con tanta efectividad.

jueves, julio 07, 2011

Reseña: Caperucita roja (2011)

No exageran aquellos que dicen que Caperucita roja (2011) es el primer clon “oficial” de Crepúsculo (2008), algo que va mucho más allá del hecho fortuito de que la directora sea Catherine Hardwicke, la misma que nos trajo en su momento la famosa saga de películas de romance vampírico adolescente. Pues bien, esta adaptación bastante libre (por decir algo) del cuento recopilado por los hermanos Grimm viene efectivamente a llenar un vacío que aquella historia de amor y chupasangres ha dejado, puesto que las semejanzas estilísticas son demasiadas para creer en la casualidad. Aunque debo decir que a pesar de la casi unanimidad de críticas negativas que ha recibido, esta película de la que hablamos hoy hace al menos un intento un tanto mayor por ser realmente una historia de terror, lo bastante para que le dediquemos unas líneas.

Decíamos arriba lo de adaptación libre en el sentido más literal de la palabra; lo cierto es que esta Caperucita roja tiene poco que ver argumentalmente hablando con el relato original, aunque sí se nota que tanto la directora Hardwicke como el guionista David Johnson (responsable del guión de La huérfana (2009), lo que en esta casa da caché) sí muestran un interés claro en explorar el lado perverso de la historia dejando entrever el subtexto erótico-agresivo del relato original y al mismo tiempo evidenciando un sinfín de referencias a otros cuentos de hadas en los que los lobos son los protagonistas, algo que se nota desde el nada casual nombre del prota masculino (Peter) hasta un personaje haciendo una parodia de “Los tres cerditos”.

Pero esta es ante todo una historia de terror, por lo que la película muy pronto se encarga de mostrarnos aquello que ya anunciaba el trailer: que el supuesto lobo que asola la aldea de la joven Valerie (una bellísima Amanda Seyfried) es en realidad un licántropo que ha pasado a tener una muy malsana fijación con ella, lo que provoca la intervención de un grupo de cazadores de brujas liderados por un inquisidor que no piensa dejar escapar al monstruo con vida. El problema en todo caso es que la historia del guión original ha terminado por ser alterada para satisfacer las intenciones del público hacia el cual va dirigido; Caperucita roja intenta ser no sólo un cuento de hadas y una historia de terror sino también un misterio de baratillo y, sobre todo, un romance adolescente destinado a hacer suspirar a la fanaticada femenina de Crepúsculo. Tal mezcla de géneros no está lo que se dice muy bien llevada, sobre todo las escenas románticas, las cuales se notan incluso más artificiales que los cursis decorados que componen la película, increíblemente falsos más allá de su estética preciosista y bucólica. Todo el aspecto romántico de la cinta está tan mal hecho que por momentos parece una parodia. El lado del “misterio” (básicamente, quién es el hombre lobo) tampoco está mucho mejor porque la película no hace sino tirar pistas falsas en un intento de parecer más lista de lo que es y fingir al menos por un momento que esta no es una orgía camp de lo más sonrojante en ocasiones, tomándose en serio un tono que en muchas ocasiones mueve a la risa. Únicamente Gary Oldman en el papel del inquisidor parece saber en qué clase de película está, y lo demuestra con una gloriosa sobreactuación que sorprende por lo caricaturesca, con su terrible villano de fina barba, uñas postizas de plata y guardaespaldas multiculturales.

Todo esto al final termina siendo una lástima porque Caperucita roja es al menos en su concepción una película mucho más interesante de lo que pintaba en su momento Crepúsculo, y si falla es precisamente por su insistencia en emular a esta a través de un triángulo amoroso plagado de clichés entre los que destaca el ofensivo estereotipo de la niña guapa enamorada perdidamente del “chico malo” mientras que da esquinazo al guaperas decente. De haber desechado este ángulo y concentrarse en el lado perverso del argumento (algo insinuado muchas veces durante el metraje) habríamos tenido lo que en un principio parecía prometer y que sólo logra a medias: un cuento de hadas oscuro que devolviese al menos en parte el auténtico legado de horror que los hermanos Grimm quisieron dejarnos. Si queréis algo de eso, yo recomendaría que os acercarais mejor a Blancanieves: la verdadera historia (1997), una película con Sigourney Weaver que a pesar de haber sido hecha para la televisión está mucho mejor que esta, tanto que os prometo será la próxima reseña.

martes, julio 05, 2011

Reseña: Cold Prey 2 (2008)

Cold Prey 2 (2008), secuela de uno de los mayores éxitos comerciales del nuevo cine de terror nórdico (aunque también uno de los más convencionales), es una película por la que siento una confesa debilidad. A pesar de no haber sido tan bien recibida, en realidad me parece mucho más destacable que la primera entrega, al menos como muestra de lo que es un slasher clásico. Lo es en el sentido más literal de la palabra; esta continuación de la gélida aventura iniciada en la primera parte es, sin ir más lejos, una copia nada disimulada de lo visto en otros trabajos similares, especialmente Halloween 2 (1981), la cual fusila sin ningún disimulo al incluir un argumento muy similar situado inmediatamente después de los eventos del primer Cold Prey (2006) y ambientado en un hospital donde la heroína deberá hacer frente al asesino de una vez por todas.

Pero su falta de originalidad se ve más que compensada en esta ocasión al tener todo lo que un slasher necesita y mostrar una genuina evolución a partir de la primera cinta muy a pesar de de sus semejanzas estilísticas. La final girl Jannicke (otra vez interpretada por Ingrid Bolsø Berdal) no se limita a correr desesperada por los pasillos sino que se enfrenta valientemente al misterioso montañés que ha empezado a despedazar a los trabajadores del hospital. Este asesino en particular también ha sufrido una evolución al convertirse en una máquina de matar con una fuerza y habilidad casi sobrenaturales que chocan frontalmente con el supuesto realismo de la primera entrega, pero que hacen de esta una película de terror mucho más efectiva. En general Cold Prey 2 es mucho más sangrienta y otorga menos concesiones que su antecesora, lo cual es de agradecer.

Y lo más curioso de todo es que la película echa mano de toda esa truculencia y bagaje en cuanto a horror físico se refiere sin caer en la tentación de hacer su contenido más digerible mediante la ironía o el guiño fácil con el espectador, un error que cometen muchos ejemplos recientes de este cine de asesinos misteriosos. Es encomiable también la manera en que esta secuela complementa la original al ahondar un poco más en su propia mitología y explorar los orígenes del asesino (que ya se intuían en la primera parte pero que aquí están mucho más detallados gracias a la gratuita inclusión de un antiguo testido de dicha génesis) y cerrar con una vuelta al hotel abandonado donde comenzó todo, rematando con la confrontación final entre la bestia y la chica final.

No hay realmente mucho más que destacar: Cold Prey 2 es aún más básica que su predecesora en cuanto a argumento y probablemente no pasará a la historia como uno de los ejemplos más destacables del terror nórdico que nos ha llegado recientemente, pero su mayor fiereza y su sincero respeto hacia las formas clásicas del cine que emula (nuevamente, la primera secuela de Michael Myers asoma por todos lados) la hacen para mí mucho más válida que la primera parte, y sin duda bastante recomendable para aquellos interesados en el nuevo cine de terror comercial noruego. Echadle un vistazo y lo compraréis. Falta comprobar ahora si la tercera parte estrenada en 2010 (muy previsiblemente, una precuela) estará a la altura.