jueves, agosto 21, 2008

Reseña: Into The Mirror (2003)

La surcoreana Into the Mirror (2003) ciertamente no se encuentra entre las más populares producciones asiáticas de terror destinadas al consumo masivo de los occidentales, y un primer visionado es suficiente para ver por qué. Formalmente no guarda demasiadas semejanzas con sus congéneres más conocidos, y de hecho, casi podríamos decir que clasificarla como una película de terror es estirar bastante el término.

Para ser sinceros, la película tiene un buen comienzo, una intro de unos cinco minutos en los que no sólo promete estilísticamente sino que además plantea desde el principio las reglas del juego entre una fuerza espectral que se mueve a través de los espejos de un centro comercial a punto de ser reinaugurado y un segurata ex-policía decidido a resolver el misterio tras las inexplicables muertes. Por desgracia todo el combustible de la película se agota pronto; no solamente el "misterio" es revelado en los primeros diez minutos, sino que todas las víctimas de aquella fuerza sobrenatural que asola las instalaciones del centro comercial se producen durante la primera media hora, convirtiendo el resto del metraje en un thriller policial lleno de topicazos en el que los personajes hacen avanzar la trama de manera forzada a través de decisiones y pistas que carecen de toda lógica.

Si algo tiene de bueno el fruto del director/guionista Sung-ho Kim es que su propuesta tiene momentos de auténtica ambición. Estéticamente tiene algunos guiños interesantes (casi no hay ninguna escena de la película donde no haya un espejo o una superficie reflectora), y de vez en cuando logra conseguir escenas bastante tensas, casi todas ellas durante la primera media hora. También llega a esbozar un subtexto pseudo-borgiano bastante interesante acerca de la naturaleza supuestamente esotérica de los espejos como puerta a mundos paralelos, lo cual representa además toda una peripecia al tema de los "fantasmas", pero nada de esto es desarrollado y la película deja esa espina de insatisfacción típica de historias con ideas interesantes pero desarrollos pobres. El resto, el descafeinado policial de telefilme en el que se convierte Into the Mirror, es simplemente soporífero (por ponerle algún calificativo) y por completo carente de interés alguno. Incluso el ya indispensable giro final tiene muy poco sentido y vuelve la historia innecesariamente confusa, como si su naturaleza fuese únicamente la del impacto gratuito.

Como película de terror, Into the Mirror deja bastante que desear, y como thriller policíaco no se sostiene debido a su gran cúmulo de lugares comunes. De Corea del Sur nos han llegado productos mucho más destacables que esta innecesariamente abultada historia que, reduciendo su metraje y explorando más sus posibilidades de fantástico, hubiese sido un muy buen capítulo de The Twilight Zone. Pero nada más.

viernes, agosto 15, 2008

Reseña: Re-Animator (1985)

Trascendiendo los tópicos estéticos de la época que le tocó, Re-Animator (1985) es referencia ineludible de ese cine de terror heredero del sano cutrerío que tantos han intentado imitar sin éxito. Fue también la película que descubrió al director Stuart Gordon, el guionista Dennis Paoli y el productor Brian Yuzna, ese singular trío de amiguetes que cuando se juntan merecen ser tomados en consideración. En el fondo se trata de una revisión clásica de un conocido arquetipo de terror: el hombre de ciencia que va más allá de los límites moralmente aceptables y se enfrenta a su creación. Específicamente en el caso de la película de la que hablamos, dicha creación se presenta en la nada sutil forma de un suero fluorescente capaz de reanimar cadáveres, convirtiéndoles en zombis enloquecidos y dementes sin sentimientos muy benévolos hacia aquel que les ha traído de la tumba.

Re-Animator está basada, como gran parte de la obra de Gordon, en un relato de H.P. Lovecraft, pero el espíritu del autor de Providence está adaptado de una forma bastante liberal, por ponerle algún calificativo. Ciertos elementos del relato original se mantienen (principalmente el intento de emular el pathos narrativo de la novela Frankenstein, de Mary Shelley) pero la película se encarga desde el principio de adoptar un tono menos solemne hasta llegar a límites que sólo se pueden calificar como caricaturescos, un grotesco grand guignol de violencia por parte de un grupo de cineastas dedicados a la reproducción en pantalla de un cómic de terror, sin dejar de lado los componentes clásicos resumidos en la imagen de un cadáver decapitado viviente que manosea los desnudos pechos de la heroína en peligro. Los excesos sanguinolentos no se hacen esperar, pero al igual que su maestro Herschen Gordon Lewis, Stuart Gordon utiliza el gore como válvula de escape hacia la comedia, sin por eso perder un ápice de brutalidad en alguna que otra secuencia (por ejemplo la reanimación del primer cadáver).

Decir que el trabajo de Jeffrey Combs como actor es gran parte de la clave del éxito de Re-Animator es más que una frase manida, hasta el punto de que representa todo un vuelco en la idea preconcebida de lo que debe ser un mad doctor; contrariamente a la forma clásica de representar dichos personajes, el Herbert West de esta película se toma sus locuras con naturalidad, y Combs elude eficazmente la tentación de llevar su personaje a los terrenos de la auto-parodia; West es entusiasta pero no histérico, y su comportamiento no es explicable gracias a la locura, sino a una curiosidad inmesurable que le lleva a una compleja (y carismática) amoralidad. No es de extrañar que esta fuera la película que le hiciera famoso como actor.

La película tuvo dos continuaciones, Bride of Re-Animator (1990) y Beyond Re-Animator (2003), ambas dirigidas por el productor de la original, el simpático Brian Yuzna. Existe también una especie de secuela no-oficial en El regreso de los muertos vivientes 3 (1993), pero eso ya es otra historia que merece ser dejada para otra ocasión.

domingo, agosto 10, 2008

Un tardío anuncio de vuelta

Regresando de vacaciones en Berlín tengo únicamente una anécdota que contar (al menos en este medio), y es la visita al antiguo teatro Metropol (originalmente de Nollendorfplatz), que es el que ven en pantalla. Mi acompañante (inestimable guía de la capital alemana) no podía entender mi interés por tomar una foto a la fachada de un sitio que ni siquiera aparece en los folletos divulgativos del turismo de la ciudad, pero seguramente todos ustedes lo habrán reconocido: se trata del escenario de la película Demons (1985), de Lamberto Bava, una de las cumbres del cine de horror italiano.
El puticlub de lujo llamado "Goya", que se apoderó del teatro a finales de los ochenta, cerró sus puertas en el 2005, así que la única forma de ver el interior del lugar es asistir a alguna de las convenciones de cine de terror que esporádicamente se presentan en este mastodonte de concreto ubicado en el antiguo Berlín Oeste.
Y ahora a ver si dejo la mala costumbre de hacer posts de transición.

domingo, agosto 03, 2008

5 futuros remakes de horror destinados a fracasar (y por qué)

1. The Evil Dead
El remake de la ópera prima de Sam Raimi es todavía un proyecto en ciernes, aunque cada cierto tiempo sus responsables se encargan de confirmarlo una vez más. Todavía no hay un elenco oficial, mucho menos un director, pero sí es sabido que será la propia productora de Raimi, Ghost House Pictures, la encargada de llevarlo a cabo. Sin embargo, y a pesar de que Raimi parece estar haciendo un regreso al género de terror con Drag Me To Hell (2009), lo cierto es que esta nueva producción no verá la luz hasta que se cierre el capítulo de la saga de Spiderman, que ha mantenido a Raimi ocupado durante la mayor parte de la década.
¿Por qué está destinado a fracasar?
Gran parte de la gracia de la película original está en la crudeza de su producción, lo difícil que fue de realizar y el tremendo despliegue de imaginación y energía que sus responsables mostraron a pesar de lo limitado de sus recursos. Eran cineastas jóvenes sin nada de experiencia pero con un gran talento e intuición, que partían de un material completamente suyo. Hoy en día, cuando ni siquiera la serie B es lo que fue en 1981, está claro que ningún director mercenario podrá recaptar esa magia. "Rehacer" la original únicamente mejorando los valores de producción y los efectos especiales sería asimismo inútil, puesto que eso precisamente ya se hizo con Evil Dead 2 (1987). La opción lógica, entonces, hubiese sido rodar de una buena vez Evil Dead 4, pero esto sabemos de sobra que nunca ocurrirá debido a la más que probable ausencia de Bruce Campbell, el hombre que por sí sólo personifica la mitad de la fuerza que ha tenido la saga.
2. Pesadilla en Elm Street
La por tanto tiempo temida nueva versión de Pesadilla en Elm Street (1984), probablemente la película de terror más emblemática de los ochenta, es ya una realidad. La productora que ha conseguido agenciarse los derechos será Platinum Dunes, propiedad del cineasta Michael Bay, la cual ya se encuentra en estos momentos preparando el estreno el año que viene de Viernes 13 (2009). Todavía no hay un director, pero es más que seguro que Bay sacará de su cantera a alguno de sus pupilos para dar vida nuevamente a Freddy Krueger, y quien sabe, quizás con la intención de enfrentarlo a Jason en un futuro. Yo es que ya me creo cualquier cosa.
¿Por qué está destinado a fracasar?
La principal razón la tenemos en el párrafo anterior. Pesadilla... es la película de terror más emblemática de los ochenta, irremediablemente ligada a una época y a un estilo de cine, y que difícilmente puede ser reinterpretada fielmente sin caer en el ridículo. Una reinvención completa con poco parecido al original (que parece ser lo que se está haciendo) sería la única forma de llevarla a cabo, ya que no hay la suficiente distancia generacional para separarnos de la idea preconcebida de un personaje icónico que, para colmo, está ligado fuertemente a un actor específico (Robert Englund). Además, contrariamente a lo que sucedió con Viernes 13 (1980), Pesadilla... no mejoró con las secuelas sino todo lo contrario: se volvió cada vez más ridícula y risible, hasta el punto en que sólo pudo ser rescatada como parodia de sí misma. De manera que, sea quien sea el director asignado, se enfrenta al considerable reto no sólo de reinventar una película muy querida, sino también lograr que un concepto trillado vuelva a dar miedo otra vez. algo nada fácil y que la más que alta probabilidad de que se suavice la película para el mercado adolescente actual no hace ver mejor.
3. Night of the Demons
Uno podría pensar que la decisión de rehacer Night of the Demons (1988), una de las películas "menores" más queridas de los ochenta, sería una buena elección. Después de todo, aunque la cinta no pueda contarse entre los clásicos potentes como Viernes 13 o Pesadilla en Elm Street, no le faltan sus seguidores, y teniendo en cuenta que congéneres de mayor peso ya han sido actualizados en forma de nuevas versiones, la película de Kevin Tenney no tiene por qué quedarse atrás. Al parecer será escrita y dirigida por el joven desconocido Adam Gierasch, quien utilizará la película para abrirse paso en la industria, mientras que el mismo Tenney, quien no ha tenido una carrera demasiado fructífera, producirá la cinta para vivir de viejas glorias. Su prinicipal fuerte, al parecer, será su proliferancia de tías buenas en el reparto.
¿Por qué está destinado a fracasar?
Al igual que la entrada anterior de esta lista, Night of the Demons es una película demasiado representativa de una era específica, es decir, ineludiblemente ligada al contexto de los ochenta. Prácticamente la totalidad de su argumento era un plagio de cintas como The Evil Dead (1981) o Demons (1985), y hoy en día el mercado está saturado de películas parecidas. En realidad, más allá del disfrute nostálgico de una película altamente disfrutable, reconocemos que su principal trascendencia estuvo en servir de vehículo de lucimiento a dos "damas" de los videoclubs: Amelia Kinkade y Linnea Quigley, innegables iconos femeninos de esta película. Sinceramente, no veo como este proyecto pueda despegar separado de su contexto original.
4. 2 hermanas/The Uninvited
Más que cualquier otra de las películas de terror orientales de los últimos años, la surcoreana 2 hermanas (2003) es una de las más difíciles de traducir. La que fue en su momento la película más exitosa de su país es una obra complicada, que requiere del espectador cierto grado de paciencia e interés, y que únicamente cobra sentido al final. Definitivamente, no es una película para cualquier paladar, por mucho que superficialmente muestre semejanzas con otros productos venidos del Lejano Oriente, hasta el punto que hay que estirar el término para calificarla como una película de terror. Aún así, esto no ha detenido a los responsables de tunear cuanta película interesante venga del extranjero, ya que incluso este remake se encuentra listo y esperando a ser estrenado.
¿Por qué está destinado a fracasar?
No solamente es de esperar que la complejidad de la historia será tirada por la borda a la hora de apelar al público mayoritario, sino que una rápida mirada al elenco y equipo muestra que la película se irá por los lados del atractivo fácil: actrices veinteañeras diseñadadas para el morbo genérico, por un lado, y una pareja de directores desconocidos para encargarse de la producción. Encima hay que recordar que el estreno de esta película ya se ha pospuesto tres veces, la última de ellas cambiando el título por el bastante soso y desabrido The Uninvited. Todo parece indicar que, a diferencia de la original, se esforazarán hasta lo indecible para convencer al público de que "sí, estás viendo una película de terror, de verdad", lo cual no pinta nada bien. Sumemos a eso los antecendentes: aparte de The Ring (2002) y, en menor medida, Dark Water (2005), la verdad es que no se me ocurre ni una sola revisión de terror oriental que valga la pena, y dudo mucho que esta vaya a romper esa regla.
5. REC/Quarantine
Y finalmente llegamos al sin duda alguna más innecesario de los refritos de esta lista. El inminente estreno este año de Quarantine (2008) se presenta como una dudosa manera de pasar hora y media para aquellos que ya han visto REC (2007), y los poco entusiastas comentarios que va dejando esta película no pintan un mejor panorama. La decisión por parte de la industria hollywoodense de rehacer la cinta de Paco Plaza y Jaume Balagueró responde (no nos equivoquemos) a una cuestión de marketing puro y duro: una película extranjera que para colmo no esté rodada en inglés tiene nulas probabilidades de convertirse en un éxito de taquilla entre el público de masas norteamericano. Vampirizarla puliendo un poco los valores de producción e incluyendo nacientes estrellas de la tele es el paso obvio a dar. Nada que no se haya hecho antes, y que en sí mismo no tendría ningún problema.
¿Por qué está destinado a fracasar?
En primer lugar, por una cuestión de timing: Quarantine llega casi un año después de que la fiebre por el terror de perspectiva documental se desatara con Diary of the Dead (2007), The Poughkeepsie Tapes (2007) o Cloverfield (2008) dieran su paso por la cartelera, y si a eso le sumamos que aquí en España ya hemos visto REC, el resultado es previsible. Además, la criminal campaña publicitaria de esta película, repleta de spoilers a más no poder, no augura un buen resultado más allá del primer fin de semana. Pero el principal motivo por el que esta versión no puede funcionar es que la original es difícilmente mejorable. No porque sea una película perfecta ni mucho menos, sino porque su propuesta es tan sencilla que no hay por donde mejorarla, precisamente porque en su sencillez está su principal efectividad. Pudiendo equivocarme, la verdad es que no creo que haya nada que sus responsables puedan hacer para sacar el original de nuestra mente, especialmente si, tal como ya hemos visto, han decidido incluso dejar el mismo final, el único punto de discrepancia entre los fanáticos de la última obra de Plaza y Balagueró. El tiempo lo dirá.