Lo mejor (y lo peor) de Marebito (2004) es que es del todo inclasificable. De entrada, lo primero que llama la atención de ella es que es la primera película que Takashi Shimizu lanza que no es alguna reencarnación de Ju-On (2003), por lo que las ganas de destriparla son inmensas. A nivel anecdótico, además, está el hecho de que fuera rodada en apenas ocho días, con un presupuesto mínimo, en el tiempo en que su director tuvo un pequeño descanso entre su opera prima y el correspondiente remake americano. La historia que narra (si es que se puede decir que tiene realmente una historia) es la de un cámara freelance que, tras grabar en vídeo el suicidio de un hombre en el metro de Tokio, queda obsesionado con la naturaleza del horror, sensación que al parecer nunca ha sido capaz de sentir. Un día, sus pasos le llevan a los laberintos subterráneos de la ciudad, lugares que albergan un mundo fantástico poblado por habitantes que no pertenecen al género humano. Allí encuentra a una chica encadenada a la que rescata y lleva a su casa, una criatura inquietante que siente gran apetito por la sangre humana.
Decir más sería inútil, porque Marebito no presume de trama. Se trata más bien de una película de sensaciones, en la que la respuesta del público viene dada por imágenes y momentos que Shimizu nos arroja en cara de vez en cuando, enredados en la curiosa mitología personal que busca crear. En esta mitología se dan cita desde vampiros hasta ciudades perdidas, humanoides vengativos, fantasmas, serial killers, automutilación, abandono, locura y leyendas urbanas de los cuales los indigentes son los principales oráculos. Pero por sobre todo esto está la búsqueda del miedo por parte del personaje principal, el lacónico tecnócrata Masuoka. No es casualidad, por supuesto, que el actor escogido para interpretarlo sea Shinya Sukamoto, director de otros clásicos del "horror" japonés como Tetsuo el hombre de hierro (1988). En su personaje vemos a un hombre ansioso por sumergirse en el terror, que no vacila en ceder a cada uno de los impulsos autodestructivos que parecen brotar de su aparentemente frágil compañera, a la que llama simplemente "F". Mi opinión es que con el espectador pasa lo mismo (o al menos con algunos: en la enorme sala donde la vi únicamente había seis personas), y Shimizu nos va poco a poco metiendo en su juego de guiños que van desde la mitología popular hasta las más manidas convenciones del horror oriental, ninguna de las cuales es empleada de forma gratuita. Más que asustar, la película crea un estado de repulsión que se asemeja a algo viscoso arrastrándose por una superficie húmeda, una experiencia completamente sensorial, no intelectual, si bien mucho menos "accesible" que otras propuestas del género.
Marebito cosechó bastantes éxitos en los nuevos circuitos de cine digital, por lo que los casi dos años que ha tardado en llegar a las salas españolas se antojan por lo menos sospechosos. Aún así, soy de la opinión de que la espera ha merecido la pena. Ciertamente no es para todo el mundo, y muchos podrían pensar que es rara simplemente porque sí, y que los diferentes temas como el fetichismo, el miedo a las ciudades y a los demás, la desesperada búsqueda de los mitos y sus referencias a Poe y Lovecraft son poco más que una paja mental. Sinceramente, yo dudo mucho que esta cinta sea simple y llanamente una metáfora de la dependencia del Prozac; lo que Shimizu muestra aquí es el lento viaje a través de la auto-depredación y que, finalmente, lleva hasta la nada. Por mi parte, recomiendo encarecidamente este viaje.
Tiene que ser curioso ver como se desenvuelve este director lejos de su saga de peliculas Ju on, tanto de su pais natal como remakes.
ResponderEliminarEste Marebito pinta mas compleja y menos accesible a todos los mercados, como sucedio con las antes comentadas de Ju On. Y tambien pinta mas interesante.
Veo que te ha gustado bastante, ya te dire si tu recomendacion fue acertada, desde luego no tiene pinta de pelicula que deje indiferente.
Pues me anima usted bastante a verla Hombre Lobo, porque a nadie que le preguntado sobre la película le ha gustado. La tengo por aquí...a ver si me pongo en estos días.
ResponderEliminarSaludos
No he podido ver esta peli. Ojalá HBO y asociados la rescaten.
ResponderEliminarPero sí conozco esa sensación de ver películas que son como pisar una gelatina fría, descalzo, a medianoche, a oscuras.
Cuando vi esta película me pasó lo mismo que con “Las Posesión” de Zulawski, “Picnic en Hanging Rock” de Weir, o “Arrebato” de Zulueta, que acabé con dolor de cabeza y una sensación bastante guapa de impotencia intentando desentrañar lo que estaba pasando; y eso si es que tiene solución fuera de la mente de su responsable. Pero este cine es el que más mola, el que te zarandea, sea o no para llevarte a algún sitio. Como has dicho Hombre Lobo, es un película de sensaciones, más preocupada por plasmar impresiones o ideas, fogonazos de inspiración, que otra cosa (pero quién dijo que el cine tuviese que contar algo; para cuentacuentos leamos los periódicos). Solo por como nos incita a darle vueltas y vueltas –y de hecho no creo haber llegado sino al mismo sitio siempre- ya merece la pena verla.
ResponderEliminarCuando intenté escribir la crítica de esta película lo hice en dos tandas. Por la mañana, sus imágenes me parecieron nauseabundas, una experiencia videográfica pretenciosa y caprichosa, el resumen lo asemejaba a la insoportabilidad. Por la tarde, sólo veía subplots apasionantes, territorios visuales inexplorados, una nueva forma de entender el cine de terror postmoderno.
ResponderEliminarAhora no sé que decir, francamente. Pero también recomiendo su visionado.