Aunque sin duda ha terminado siendo uno de los estrenos de terror más comentados de lo que va de año, lo que más me sorprendió de Un lugar tranquilo (2018) fue descubrir, ya desde el principio, que era una película de Platinum Dunes, la productora de Michael Bay que durante la década pasada se especializó en realizar remakes de obras clásicas de terror ganándose entretanto el desprecio de gran parte de la crítica a pesar de que sus producciones han sido por lo general un éxito. En esta ocasión han acometido el que quizás sea su trabajo más arriesgado y uno de los más interesantes, ya que algunas de sus decisiones son poco habituales en este tipo de cine. Una de ellas ha sido precisamente el haber contratado como director a John Kasinski, actor inevitablemente ligado a la comedia The Office y que aquí dirige, escribe y se reserva el papel principal.
Una de las mejores cosas que tiene es el aprovechamiento inteligente de su premisa postapocalíptica, en la que la Tierra ha sido devastada por unas extrañas criaturas que se guían por el sonido obligando a los escasos sobrevivientes a llevar su día a día en total silencio. Esta idea, sin embargo, no es simplemente un gimmick porque las apariciones de los monstruos están muy dosificadas y el suspense se mantiene no tanto en sus ataques como en la posibilidad de que aparezcan y la tensión permanente en la que viven los personajes. Es una idea muy buena que está llevada a cabo de forma más ingeniosa de lo que en un principio parece, y aunque la película sí que tiene un énfasis particular en la acción y su estructura será más que conocida para muchos, es muy entretenida y mantiene el interés de principio a fin a pesar de utilizar uno de los mayores lugares comunes del cine comercial como es la idea de la familia en peligro.
Porque no hay que perder de vista que, pese a haberse ganado tantas alabanzas por parte de la crítica, Un lugar tranquilo sigue siendo cine de terror mainstream al cien por cien. La aparentemente arriesgada decisión de suprimir casi por entero los diálogos (creo que no hay más que un par de minutos de estos en toda la película) no significa que no haya sonido; de hecho, la cinta emplea constantemente música y efectos sonoros para hacerle saber al público exactamente cómo se debe sentir y cómo debe reaccionar, a veces de forma un tanto excesiva porque me parece que muchos de los momentos de silencio quedaron bastante desaprovechados al haber metido una constante música incidental y sustos repentinos. La estructura de la familia en peligro es, como mencionaba antes, algo muy trillado pero al menos está hecho de forma un tanto más eficiente ya que el elenco infantil es, en su mayoría, muy bueno y la premisa del apocalipsis contenido en un único grupo y una única locación me hizo recordar a Señales (2002), de M. Night Shyamalan, película con la que tiene muchos puntos en común y circunstancias dramáticas prácticamente idénticas aunque carezca del oficio que aquella tenía.
Al final es poco lo que puedo decir; Un lugar tranquilo es una película quizás no muy inteligente y en muchos sentidos es una cinta de terror del verano, con sus sustos fáciles, sus criaturas CGI y el personaje de Emily Blunt que es francamente secundario a pesar de lo que el material publicitario quiere hacernos creer, pero es también una historia muy eficiente y en ocasiones ingeniosa que me entretuvo lo suficiente como para dejarle pasar sus carencias y algunos momentos un tanto absurdos. En esta casa nos ha gustado.