Cerrando esta trilogía de reseñas sobre secuelas abandonadas, confieso que en esta ocasión he decidido hacer trampa, ya que a diferencia de las dos anteriores esta vez hablo de una cinta que ya había visto. No sólo eso; La profecía 2 (1978) es una de las primeras películas de terror que recuerdo haber visto en mi vida, si no la primera. En aquel momento varias de sus imágenes se me quedaron muy grabadas, en mayor medida incluso que la película original, la cual no llegué a ver sino muchos años después. Desde entonces, sin embargo, no la había vuelto a ver, así que he decidido aprovechar esta oportunidad para revisitarla y comprobar cómo ha envejecido. El resultado ha sido ligeramente decepcionante ya que es evidentemente muy inferior tanto a La profecía (1976) como a mi propio recuerdo de ella, pero tiene muchos detalles curiosos para mencionar y que intentaré explicar en la medida de lo posible.
La película tiene lugar siete años después del desenlace de la primera parte, con un Damien adolescente que vive con su familia adoptiva sin saber nada de su destino hasta que se enfrenta a la revelación de ser el Anticristo. Ya de entrada el detalle de hacer de Damien el protagonista de la historia es algo innovador, aunque sólo está hecho a medias; gran parte del metraje sigue al tío de Damien, interpretado por el veterano William Holden y que aquí repite en cierta forma el personaje que ya hacía Gregory Peck en la original. Con todo y eso hay un énfasis claro en la formación de Damien y en la forma como descubre ser el hijo de Lucifer. Dicha subtrama está por desgracia sólo insinuada y de hecho la película es muy inconstante en cuanto a la supuesta maldad de Damien, sus habilidades o el grado de voluntad que hay detrás de las muertes de aquellos que le rodean.
Esta inconstancia de la que hablo es el principal problema que le veo a la película, más allá del innegable hecho de que trata su tema con mayor superficialidad que la cinta de Richard Donner. Como decíamos arriba, parte de lo que hace interesante el argumento es que Damien parece ignorar al principio de la película cuál es su destino y es sólo más adelante cuando lo descubre. La revelación parece en un principio causar un conflicto en él, pero esta idea se deja inmediata e inexplicablemente de lado: una vez que descubre quién es, Damien abraza su destino de forma automática e incuestionable hasta el punto que da la impresión de que siempre supo quién era, lo que roba a la película de unas grandes oportunidades dramáticas que se desperdician, como la confrontación entre el joven y su primo al que siempre había tratado como a un hermano. La escena no funciona porque todo el mundo parece aceptar muy fácilmente la idea del Anticristo como si fuese algo muy natural, cuando en realidad lo único sospechoso de Damien es la impresionante cantidad de gente que muere a su alrededor. Este body count (mucho más alto que el de la primera película) contiene algunas muertes memorables, pero son tantas que terminan siendo predecibles y pierden todo su impacto a pesar de que la película bombardea al espectador con la música de Jerry Goldsmith.
Y sin embargo hay cosas muy rescatables, siendo la principal de ellas (para mí al menos) el joven actor Jonathan Scott-Taylor en el papel de Damien, todo un acierto de casting que le da un punto de legitimidad a una película menos seria de lo que parece en un principio. Es una lástima que la cinta no haya explotado el lado dramático de su personaje y que el propio Scott-Taylor no haya tenido una carrera más fructífera, porque definitivamente es él lo mejor de una película que ya tenía un muy buen elenco. Hablando de esto último, hay un punto más que me ha parecido curioso y que quisiera resaltar, y es que el argumento de la cinta muestra dos personajes que se revelan desde muy pronto como aliados del Anticristo y que ayudan a Damien a descubrir su verdadera naturaleza. Estos dos personajes, a la hora de la verdad, no hacen realmente nada en la película y siempre me pregunté por qué. Investigando un poco, sin embargo, me he enterado de que los responsables de La profecía 2 planeaban estrenar una tercera parte al año siguiente, así que muy probablemente estaban reservando esos dos personajes para la secuela. Dicha tercera entrega llegó a realizarse en el año 81, pero con un elenco completamente distinto y ambientada años más tarde con un Damien adulto. Entretanto, concluyo con que esta segunda entrega de una de mis películas de terror favoritas es todavía pasable, evidentemente más superficial y no tan efectiva, pero con algunas interesantes ideas.
De toda la saga de la profecía, las primeras tres me gustan mucho que no se muy bien cual es mi favorita.
ResponderEliminarLa primera sin duda, ahora pese a ser fan creo que el tiempo le ha hecho un flaco favor. Se nota demasiado. Aún así es una imprescindible. Muy buenos contenido me encanta vuestro blog.
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