Y eso es precisamente lo que tenemos con Tusk. En un alarde de metatextualidad con mucho de autobiográfico, la película cuenta la historia de un joven aspirante a cómico que consigue gran fama a a través de un provocador podcast muy popular y que viaja a Canadá en busca de historias extrañas qué relatar en su programa. El personaje principal es muy coherente con la obra de Smith y de hecho en muchos aspectos no es sino una versión exagerada de sí mismo: un antiguo nerd catapultado a la fama gracias a su corrosivo ingenio y que ha terminado por adoptar una máscara que ha suplantado por completo su personalidad y lo ha convertido en un ser arrogante y egocéntrico. Es sin duda un personaje muy bueno y muy bien construido, lo que ciertamente ayuda una vez que se topa de frente con el horror y asistimos a su muy prolongado sufrimiento. A partir de aquí es mejor que no cuente nada más porque mientras menos se sepa del argumento mejor, cosa por otro lado difícil ya que el propio director lo ha destripado en numerosas ocasiones.
Sabiendo ya todas estas cosas, y siendo consciente de entrada acerca de lo polarizadas que han sido las opiniones en cuanto a ella, debo decir que la película me sorprendió de forma muy positiva, al menos en mayor medida de lo que hizo en su momento Red State. Hay sin duda muchos aciertos, el principal de ellos un elenco que nuevamente echa mano de Michael Parks (más desquiciado que nunca y bordando su papel a la perfección), un Justin Long que canaliza muy bien su rol de alter-ego de Smith, así como algunas sorpresas tales como un Haley Joel-Osment adulto y hasta Johnny Depp en un caricaturesco papel por el que ni siquiera aparece acreditado con su nombre verdadero. Todo esto no hace sino resaltar el tremendo nivel de absurdo de una propuesta que va entre la comedia negra y una historia de horror truculenta al estilo de The Human Centipede (2009), inevitable y obvia referencia una vez que llegamos a la premisa principal.
Pero si algo está claro es que no es una película fácil ni una que vaya a calzar muy bien con todo tipo de público. En ocasiones se hace un tanto larga y reiterativa y muchas veces se vuelve autocomplaciente al regodearse de forma excesiva en su propio absurdo (hay escenas de diálogos con el personaje de Johnny Depp que parecen eternas), y tanto la confrontación final como el desenlace sólo se pueden tomar a broma. Ha sido precisamente este final, y el momento durante los créditos cuando escuchamos el podcast que dio origen a la idea, lo que finalmente me terminó de convencer que una vez más Kevin Smith está troleando a su público y que toda la cinta (al igual que la mayor parte de su carrera) no es sino una broma jugada a expensas de la audiencia. Esto en parte explica las reacciones tan variadas y las emociones tan intensas que despierta su director. En todo caso, me ha parecido una película interesante que merece ser vista, a pesar de todas sus carencias.
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