Examen final (2006) es una película de terror surcoreana que al año de su estreno llegó cuando ya la fiebre comercial por el horror asiático en Occidente estaba más que muerta, aunque paradójicamente esta pérdida de interés por parte del mercado occidental hizo que comenzaran a llegar propuestas más interesantes que no hubiesen tenido cabida en los repetitivos esquemas de años anteriores. En el caso de esta que nos ocupa, estaba reacio a darle una oportunidad cuando vi la carátula con la que su distribuidora, Tartan Asia Extreme, intentaba venderla como una más de sus extravagancias de horror físico más apropiadas para el abonado promedio de Fangoria pero poco atractivas para mi gusto. Al final ha resultado ser un tanto más interesante de lo que esperaba. Sigue sin parecerme una buena película, pero hay muchos detalles rescatables que al menos la separan del montón de producciones similares que nos han llegado de aquel lado de planeta.
A diferencia de la mayor parte del terror asiático que nos suele llegar, Examen final no tiene nada de sobrenatural en ella; se trata por el contrario de un slasher hecho a la manera occidental, con varios guiños nada sutiles a películas como Bahía de sangre (1971) o Viernes 13 (1980). En ella un grupo de jóvenes realiza una reunión en la casa apartada de su antigua maestra de primaria, cuando de repente empiezan a morir uno por uno a manos de un misterioso asesino enmascarado. Lo que más me ha sorprendido del argumento es la inusual crueldad con la que se maneja, visible sobre todo en el clima de tensión que se palpa una vez que descubrimos que todos los presentes guardan un terrible y profundo rencor hacia su maestra (ahora una anciana confinada a una silla de ruedas), un detalle argumental que se va intensificando a medida que avanza la película y que da tan mal rollo como las elaboradas y sangrientas muertes que el asesino causa y que la cinta no se corta un pelo a la hora de mostrar. Pero al igual que las dos influencias arriba mencionadas, el verdadero centro de la historia está en una estructura de whodunit hecha de forma un tanto superficial, ya que muchos elementos de la historia están puestos únicamente como trampas para el público, haciendo que la solución sea una sorpresa simplemente porque hemos sido engañados con pistas falsas puestas de forma un tanto arbitraria.
Esta elaboración caótica del misterio es lo que me impide valorar la película de forma más positiva. Al final, después del festín de sangre, la cinta nos bombardea con una retahíla impresionante de giros argumentales y sorpresas un tanto absurdas que hacen que veamos la historia de otra forma al precio de quitarle todo el sentido al argumento. Es una lástima porque el misterio de baratillo termina destruyendo gran parte de los aciertos que había conseguido en los minutos anteriores. De todas formas, y a pesar de no ser muy cerebral que digamos, Examen final tiene suficientes detalles incómodos para llamar la atención de una forma positiva, quizás no suficiente para ponerla entre las joyas del terror surcoreano, pero al menos para hacerla no tan desdeñable.
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