Debido al año de su estreno, Whispering Corridors (1998) estuvo entre las primeras películas de esta nueva ola de terror asiático en obtener un sonado éxito comercial en Occidente. También forma parte de un renacer del cine surcoreano una vez que el aparato de censura gubernamental comenzó poco a poco a desmantelarse desde finales de los años ochenta, dando paso a una serie de películas de temáticas mucho más arriesgadas que incluían elementos que hasta entonces habían sido demasiado polémicos para salas comerciales. Es el caso de la película de que la que hablamos hoy, una producción ambientada en un colegio de chicas y que bajo su apariencia de cine juvenil esconde algo más parecido a una película de explotación carcelaria, quizás no tan gráfica como podríamos esperar pero sí igual de cruel.
El argumento es bastante básico: en un colegio de chicas de Seúl, una de las profesoras es hallada muerta en lo que en un principio parece ser un caso de suicidio, pero que las alumnas rápidamente comienzan a asociar con la leyenda de un fantasma que supuestamente ronda los pasillos de la escuela. Hay que decir que este ángulo argumental se vuelve mucho más complejo, lo que requiere cierto nivel de paciencia por parte del espectador; con casi dos horas de duración, es una película larga en la que además la trama se mueve con gran lentitud. Tenemos una muerte al principio, y la segunda llega casi una hora después. Pero es que aparte de esa lentitud anti-narrativa, el elemento sobrenatural es muy discreto y casi desprovisto de efectismos, imaginarios grotescos o momentos puramente de terror. Aquellos que esperen una película de terror más convencional con sus fantasmas femeninos de pelo largo y piel blanca van a salir muy decepcionados porque esta cinta no tiene nada de eso. Por el contrario, hay un intento de emular una historia de tipo gótico en la que el escenario de la escuela juega un papel muy importante y la cámara la aprovecha gracias a ángulos inusuales y un uso muy elaborado de la perspectiva. En ciertos aspectos es muy similar a la cinta de Dario Argento, Suspiria (1977), aunque su estética es mucho más realista.
Pero si bien el componente de terror es bajo, estamos ante una película mucho más inteligente de lo que parece ser. De hecho, algunos de sus aspectos más interesantes no tienen realmente nada que ver con el género que toca; toda la película hace una crítica nada velada al sistema educativo de Corea del Sur, y en varias ocasiones queda muy claro que es la escuela y su clima de brutalidad, vejaciones, abusos y obsesión por la competitividad lo que crea los verdaderos "monstruos" que habitan los pasillos. Este discurso acerca de la sociedad en la que se ambienta es lo que más me ha impactado de la película, y las escenas en la que las chicas son vejadas por sus maestros es lo que probablemente permanezca en la mente de muchos de los que se acerquen a ella.
Como decíamos arriba, aquellos que busquen una película de horror más convencional muy probablemente no aprecien en un primer acercamiento las virtudes de una película como Whispering Corridors. Es verdad que como película de terror se hace larga y que las subtramas y la cantidad de personajes puede hacerse algo confusa si no se está prestando demasiada atención (la uniformidad de muchos de los personajes ciertamente no ayuda), y es cierto que el giro final es bastante predecible si uno ha visto otras películas de este tipo, pero considero que realmente vale la pena como uno de esos ejemplos en los que el fantástico se usa para abordar ideas acerca de la sociedad en la que se produce. Yo la recomiendo sin duda.
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