Tras volver a su Japón natal, y a la espera de la tercera y última parte de su saga Ju-on, el director Takashi Shimizu nos trae su último trabajo, titulado The Shock Labyrinth 3D (2009), una curiosa historia de fantasmas que ha sido publicitada como la primera película de terror japonesa que echa mano del ahora generalizado recurso del 3-D. Independientemente de la veracidad de esta afirmación (algo que reconozco no me interesa demasiado) lo cierto es que estamos ante la que probablemente es la cinta más comercial de Shimizu, algo evidenciado en el hecho innegable de estar dirigida principalmente a un público joven. Pero aunque no sea tan oscura y deprimente como las historias de Kayako y Toshio, sigue siendo sin embargo una cinta muy recomendable y un trabajo que para nada abandona las constantes formales de este director, con todo y su apoyo en artificios aparentemente muy ajenos al resto de su filmografía.
El argumento es una estructura muy conocida: un grupo de amigos juegan dentro de la "casa del terror" de un parque de atracciones cuando una de las chicas desaparece misteriosamente sin dejar rastro, sólo para reaparecer (en circunstancias igual de misteriosas) diez años después, cuando todos los niños han crecido. La chica no recuerda qué ha pasado ni donde ha estado durante esa década, así que el grupo decide regresar al lugar donde empezó todo. Lo que sigue es un festival de horrores surrealistas una vez que los chicos se hallen prisioneros en un lugar donde las reglas de la lógica no parecen tener mucho asidero. Es precisamente este desborde de imaginación visual lo que hace atractiva la película y lo que termina por desvincularla de la filmografía pasada de Shimizu, ya que el resto de los temas de este director están presentes, desde las venganzas de ultratumba, el desfiguramiento del cuerpo y los juegos temporales, sólo que esta vez no tenemos la narración desordenada que caracterizaba a las entregas de la saga Ju-on, sino que son los mismos personajes los que parecen moverse en una paradoja espacio-temporal.
Decíamos arriba que The Shock Labyrinth 3-D estaba dirigida a un público juvenil, y esto se nota no sólo en que el tratamiento del horror es menos intenso que en la obra anterior de Shimizu (si bien la película no carece de imágenes inquietantes) sino también en su estética colorista y el carácter abiertamente festivo y lúdico de su atmósfera, una aparente jovialidad que se acerca a una visión infantil (y precisamente por ello cruel) de la muerte. No es para menos ya que la atracción donde transcurre la película existe: se trata del "Labyrinth of Horrors" del parque Fuji-Q Highland, una de las mayores atracciones de casas embrujadas del mundo. La mayor parte del protagonismo de dicha atracción se dispara ya en la secuencia final, y a pesar de que en papel pueda parecer poco más que un simple patrocinio, la verdad es que la película nunca deja de contar su propia historia y sabe aprovechar la locación del parque sin hacer que sus personajes pierdan relevancia, ya que pese a todos estos detalles, el concepto del público que se pierde en el espacio y en el tiempo es ambicioso, tal y como muestra la muy recomendable página web de la película, que por desgracia esta sólo en japonés.
Ahora, no todo puede ser tan perfecto. El principal problema que le veo es que con todo y su arriesgada propuesta estética, el elemento del 3-D no está lo que se dice muy bien aprovechado. Yo tuve la oportunidad de ver la película en un cine con todo y las gafas, pero aparte de un par de ocasiones y algún que otro momento donde el efecto de profundidad era más que notable, la verdad es que el gimmick de las tres dimensiones no otorga a la película nada que no hubiese estado presente antes. Sin embargo, independientemente del 3-D, creo que verla en una sala tiene su recompensa en cuanto a la ya mencionada desorientación que constituye parte esencial de la propuesta. The Shock Labyrinth 3D no pasará a la historia como lo mejor de Shimizu, pero como muestra de terror juvenil es francamente interesante, y facilita un juego estético con el espectador envidiable. Abstenerse, eso sí, detractores de la obra de este director o del cine de terror asiático en general, porque esta no será la película que les hará cambiar de opinión. En todo caso, no hemos ocultado aquí nunca nuestra parcialidad hacia la obra de Shimizu como perfecto malabarista entre la concesión a los gustos del público y el apego su propia visión como artífice del horror, y esta es una película que nos confirma el por qué.
Vaya, yo nis quiera sabia que la habian estrenado ya!
ResponderEliminarEs del 2009? o del 2010
Aquí se estrena este mes (yo la ví en el preview del Fantasy Filmfest que hacen cada año). Y en cuanto a la fecha, yo, ante la duda, siempre pongo el año que aparece en IMDB, que es el de la primera proyección.
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