No está de más recordar, ahora que la ocasión lo amerita, que la versión 3D de Alexandre Aja no es el primer remake de Piraña (1978) que nos ha llegado. Casi por debajo de la mesa pasó esta versión de 1995 hecha para la televisión, y que al igual que la original está producida por Roger Corman con su habitual estilo mercenario de realización. Poco interés, sin embargo, puede despertar más allá de ser una curiosidad, ya que Piraña (1995) es prácticamente un calco escena por escena de la original, aunque con un tono menos dado al humor. El argumento, eso sí, es casi igual, hasta el punto en que incluso recicla si ningún tapujo metraje de la cinta de Joe Dante, muy a pesar de los notables avances técnicos ocurridos entre los casi veinte años que separan una versión de la otra.
Tal como decíamos arriba, el argumento es casi idéntico: una investigadora privada y un solitario escritor liberan accidentalmente un cardumen de pirañas modificadas genéticamente, las cuales se dirigen sin piedad río abajo hasta llegar a un resort veraniego que está a punto de ser inaugurado, con el consecuente desastre. Las diferencias entre ambas versiones son escasas; un par de personajes clave son ahora femeninos (incluyendo el científico que cuidaba de las pirañas) y la subtrama de los agentes del gobierno ha sido eliminada en favor de un mayor protagonismo del bastardo corporativo dueño del resort. Asimismo, la película intenta actualizar su contexto al hacer del experimento de las pirañas un proyecto abandonado tras el fin de la Guerra Fría y el desalojo de los republicanos de la Casa Blanca, el único momento en que este remake deja entrever un comentario abiertamente político.
Muy dentro del alcance de esta versión, el elenco está conformado por actores principalmente televisivos como William Katt o Alexandra Paul (inconfundible actriz irremediablemente asociada a los años noventa). Incluso aparece una joven Mila Kunis de 12 años. El poco lucimiento del elenco muestra cómo en general esta nueva Piraña se siente muy desganada en comparación con la primera o incluso la segunda, aunque es cierto que presenta un número considerable de despelotes y gore para tratarse de un producto televisivo. No es esto algo que juege mucho a su favor, ya que los efectos especiales son, por decirlo de alguna manera, bastante cutres y en ocasiones involuntariamente cómicos como esa escena en la que William Katt examina una piraña de treinta centímetros o la imagen de un hombre al final sentado en el césped como si nada a pesar de que tiene las piernas literalmente reducidas a informes pingajos sanguinolentos. La trama se mueve rápidamente siguiendo casi al dedillo el camino trazado por la original, pero el humor de la película de Joe Dante parece haber sido puesto a un lado, lo cual es un grave error. Incluso el cabronazo dueño del resort es pintado con el matiz trágico de un hombre acorralado, dando al clímax final un tono algo deprimente.
A final de cuentas, esta Piraña noventera es un producto sin mucho interés más allá de pequeños momentos de explotación que por otro lado son comunes en gran parte del cine serie B de esta década en particular. Su existencia se explica (sospecho) únicamente como parte de una moda breve que surgió a mediados de los noventa de realizar versiones televisivas más o menos afortunadas de la obra de Roger Corman, moda que incluyó versiones contemporáneas de otras películas suyas como La mujer avispa (1995) y Un cubo de sangre (1995). Esta que tenemos hoy entre manos no deja de ser una repetición innecesaria y una actualización que en el fondo nadie pedía, ya que incluso en los mejores momentos de esta nueva versión uno desearía estar viendo la original.
Mi caso con esta película es especialmente curioso. Recuerdo que, siendo niño, alquilé para un puente la cosa ésta y…En la boca del miedo. Sobra decir que a fecha de hoy cualquiera que entienda un poco comprenderá que la de Carpenter es mi película de terror favorita, y su protagonista, uno de mis personajes predilectos. Ahora bien, durante ese puente también disfruté, que cosas, de este remake televisivo de Piraña. Tanto que, si no recuerdo mal, la vi unas cinco veces (claro que, En la boca del miedo la vi varias más). Cosas de la edad, que no veías tantas películas y podías repetir una vez y otra las que te gustaban mucho. Ahora, con tantas para elegir, es difícil ir viendo la misma quince veces durante una semana. El caso es que, viendo hoy la de Piraña, la que reseñas, me entra tristeza por el tiempo que perdí pudiendo haber visto otras cinco veces En la boca del miedo.
ResponderEliminarhabra que hablar tambien de la basurilla de the asylum llamada MEGA PIRANHA
ResponderEliminarEl trailer parece ....mejor que lo busqueis en youtube