Al final nada de eso ha parecido tener mucha importancia, y lo cierto es que más allá del retraso de una secuela que (honestamente) llega a destiempo, REC 4 ha terminado por ser una gran decepción muy alejada de todas las especulaciones que me había hecho sobre ella. Pero es una decepción no porque Balagueró haya decidido no darnos una continuación de la trama de posesiones diabólicas que ya perfilaba en la segunda REC y abordar en cambio una historia distinta, sino porque el resultado es una cinta tremendamente convencional que desprecia prácticamente todo el legado de sus antecesoras y construye en cambio un remedo barato de una peli de zombis en un barco, con sus personajes en un muy predecible estado de sitio y un tratamiento cutre de sus posibilidades al rendirse a una superficial película de acción en alta mar. Es básicamente una producción de The Asylum rodada en España, perezosa y casi en piloto automático hasta su final.
Mientras la veía lo único que conseguía preguntarme era qué intención existía realmente al hacer esta película, si había alguien que efectivamente quería abordar esta secuela tal como lo han hecho. Después de todo, la segunda entrega ya dejaba asomar en su final un conflicto muy específico que se auguraba como algo grande, con el demonio habitante de la niña Medeiros escapando a la ciudad y Ángela Vidal convertida en villana. Nada de eso ocurre aquí: por el contrario el argumento vuelve en cierto modo a la casilla uno al situar la acción en el espacio reducido de un barco en alta mar. Aparte de eso, el guión hace grandes piruetas para (inexplicablemente) volver a hacer de Manuela Velasco la heroína a pesar de que se pasa gran parte del metraje sin hacer nada y es sólo en los últimos minutos cuando su personaje toma realmente la iniciativa de algo. Por supuesto el formato de metraje hallado y la perspectiva cámara en mano ha sido completamente abandonada en favor de una estructura de película de acción muy básica y sobre todo muy predecible, con giros narrativos imposibles y varias escenas que buscan emular cintas mucho mejores, desde La cosa (1982) de John Carpenter hasta la propia REC original.
En realidad el problema de la cinta se resume muy fácilmente: lo que prometía ser una gran franquicia se ha cerrado con su entrega más convencional, con un nivel de calidad muy inferior a todas sus predecesoras, y hasta el punto de que muy probablemente estemos hablando también del trabajo más pobre en la carrera de Jaume Balagueró, cuyo estilo no encuentro aquí por ningún lado. El abandono de los elementos más interesantes de la saga y la rendición a un género fácil y a una historia simplona con efectos especiales baratos y acción confusa es algo que sólo me puedo explicar si considero que esta fue una secuela que llegó demasiado tarde cuando el interés por la saga ya había decaído. Es una lástima porque había un gran potencial que se ha dejado perder aparentemente sin motivo alguno.
Me entretuvo bastante, aunque le falta la frescura de la primera y el humor de la tercera entrega. Aunque, para esos momentos en los que dices "quiero ver algo con infectados y que al menos, vaya a gustarme", funciona muy bien.
ResponderEliminarUna autentica basura de película.
ResponderEliminarCámaras epilépticas,poco gore y nada de lo que hacía buenas las anteriores.