El comentario más acertado que he leído sobre Sinister (2012) es que con ella sus responsables han querido repetir el éxito de Insidious (2010), película con la que comparte varios puntos en común en cuanto a estilo. Dirige en esta ocasión Scott Derrickson, a quien ya conocemos de El exorcismo de Emily Rose (2005), una película que como sabéis gustó mucho a quien escribe estas líneas. En esta ocasión tenemos un trabajo muy diferente ante el que confieso no guardaba muchas expectativas, principalmente porque contiene varios de los clichés normalmente asociados a desganadas películas del horror mainstream americano como la idea de lo sobrenatural ligado a un crimen sin resolver, la presencia del niño y la familia como entes en peligro, y el empleo de una estrella en el papel principal, en este caso Ethan Hawke. Resulta que estaba equivocado, puesto que si bien es cierto que todos estos elementos están presentes, la verdad es que estamos ante una película de terror bastante efectiva con varios aciertos innegables.
Si no habéis visto ya el trailer (que valga decir te destripa despiadadamente toda la película revelando todos los giros argumentales), Sinister trata de un escritor de libros policíacos que muda a su familia a la casa donde treinta años antes se cometió un horrendo asesinato sin resolver para iniciar así una investigación que le permita develar el misterio tras aquellas muertes. Esto no por ningún sentido de justicia sino como un intento desesperado por escribir otro bestseller que le devuelva el dinero y prestigio otrora disfrutados. El argumento de horror comienza cuando, apenas mudados en la nueva casa, el escritor encuentra una caja llena de películas caseras de Super 8 donde se ve no sólo el crimen que está investigando sino también otros cometidos aparentemente por el mismo asesino, y es a partir del visionado de estas cintas cuando su mundo comienza a desmoronarse.
Estas películas caseras son empleadas como la principal fuente del terror de Sinister (algo que se hace más obvio si conocemos el título que tenía originalmente la cinta, Home Movies), y debo decir que como recurso está bien utilizado ya que es durantes las proyecciones donde la tensión sube al máximo. Discrepo, sin embargo, con quienes ven en esto un guiño hacia el recientemente masificado fenómeno del metraje hallado, ya que aquí la referencia me parece que va más en la onda de películas como Asesinato en 8mm. (1999) y el morbo que da una cinta sucia y misteriosa cuya autoría se desconoce, así como la investigación detrás. En este sentido la actuación de Ethan Hawke está bastante bien y sabe llevar correctamente el peso de la película (no hay prácticamente ninguna escena en que no salga) haciendo de su desmoronamiento mental algo bastante creíble.
El único defecto que quizás se le puede achacar a la película es lo poco creíble de algunas de las decisiones del protagonista, eso y la transición de la investigación criminal al ángulo puramente sobrenatural, no por la transición en sí sino por un desacierto estético que hace que la película termine en comedia involuntaria lo que en un principio se atisbaba como algo bastante serio. Entre estos resbalones se encuentran recursos baratos como los sustos repentinos de rostros que aparecen en primer plano desde fuera del encuadre hasta el empleo de un maquillaje de feria un tanto estrafalario que puede que funcionara en Insidious pero que aquí está definitivamente fuera de lugar. Con todo y eso, estamos ante una película bastante recomendable, y ciertamente un millón de veces más interesante que su compañera de taquilla, la más exitosa Paranormal Activity 4 (2012). Eso sí: el trailer lleno de spoilers tiene delito, y aunque ya sea tarde para decirlo, os recomiendo ir directamente a la película puesto que el avance reduce bastante las posibilidades de disfrute.
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