Otro de los grandes monstruos clásicos de la Universal, y el primero de ellos creado sin el apoyo de un antecedente literario, es La momia (1932), dirigida por el austro-húngaro Karl Freund, afamado director de fotografía al servicio de la maquinaria de terror del estudio y que tuvo con esta película su primer trabajo en Hollywood como director. La historia va de un antiguo sacerdote egipcio llamado Im-ho-tep, que tras ser liberado miles de años después de haber sido momificado vivo, asume forma mortal para intentar traer a la vida al espíritu de su amada Anck-es-en-Amon, aún a costa de la vida de aquellos que se interpongan. El argumento les venía como anillo al dedo para el año 1932, ya que de esta manera Universal aprovechó la reciente fiebre por todo lo referente al Antiguo Egipto, que se había desatado gracias a la mundialmente famosa exposición de los tesoros hallados en la tumba de Tutankamón. La escogencia de Boris Karloff para el papel principal fue la decisión lógica tras la notoriedad que el actor había conseguido por su participación en Frankenstein (1931), con lo que el éxito estaba asegurado casi desde el principio.
Resulta curiosa, sin embargo, la manera como la película ha pasado a formar parte del imaginario colectivo aún a costa de pervivir en el recuerdo cinéfilo como algo diferente de lo que en realidad es. La mejor prueba de esto es que la imagen que siempre se asocia a esta película es la del monstruo envuelto en vendas y avanzando lentamente hacia sus víctimas, algo que aquí nunca ocurre. De hecho, Boris Karloff se pasa el 99 por ciento de su tiempo en pantalla bajo su forma humana, y es sólo por un par de minutos al principio y unos segundos al final cuando lo vemos con el maquillaje creado por Jack Pierce. La enorme presencia de Karloff, sin embargo, compensa esto a las mil maravillas, y las tomas frontales de la cara del actor, en aquellos momentos en los que Im-ho-tep utiliza su mirada para influir sobre sus víctimas, bien merecen convertirse en la verdadera imagen reconocible de la película.
Otra cosa que se menciona muy poco pero que se hace evidente tras su visionado es que estamos, en muchos sentidos, ante un remake inconfeso de Drácula (1931), cinta con la que esta película tiene enormes paralelismos e incluso escenas que son prácticamente idénticas, repitiéndose asimismo el esquema del monstruo disfrazado de un hombre con ademanes aristocráticos y cuyo principal objetivo está en el secuestro y posesión de una heroína en peligro que, en este caso, podría servir de vehículo para la reencarnación de su amada. Esta damisela en apuros fue interpretada por la actriz de Broadway Zita Johann, la cual era una firme creyente en el fenómeno de la reencarnación y que por ello estuvo más que encantada de hacer el papel. Pero con todo y sus parecidos con la gran obra vampírica de Tod Browning, La momia es por encima de todo una gran cinta de horror con grandes méritos propios, con un aspecto menos teatral y mucho más elaborado que otras producciones de la Universal, y con algunos guiños estéticos bastante ingeniosos como la secuencia que devela el pasado de Im-ho-tep, narrada con la forma, recursos y look del cine mudo. Asimismo, todos estos temas místicos de reencarnaciones, lo estático como analogía de la Muerte, antiguas maldiciones y amor-a-través-de-los-siglos fueron posibles gracias a que la película se produjera antes de la llegada del famoso código Hays, que cambiaría durante décadas el rumbo tomado por el fantástico cinematográfico.
Una cosa curiosa y que, por supuesto, no puedo dejar de mencionar aquí es que, contrariamente a lo que ocurrió con el resto de los famosos "monstruos" de Universal, La momia no tuvo secuelas. Sí, es verdad que se lanzaron otras películas como La mano de la momia (1940), La tumba de la momia (1942), El fantasma de la momia (1944) y La maldición de la momia (1944), pero estas cintas pertenecen a otra saga con otros personajes, otra momia y otra historia completamente distinta que no tiene nada que ver con la película de la que hablamos hoy. Curiosamente, estas cintas sí que ostentan la famosa imagen del tío con vendajes que erróneamente se asocia con aquella protagonizada por Boris Karloff, la cual vería su continuación en la forma de un no-remake de acción dirigido por Stephen Sommers en 1999.
Espero comprar ésta película pronto para echarle un muy merecido visionado. El no-remake de Stephen Sommers me pareció divertidísimo, su secuela, no tanto.
ResponderEliminarSaludos
Me sigues dando juete con estos posts. ¡TENGO QUE VERME ESTAS PELÍCULAS! .. De verdad que soy el colmo.
ResponderEliminarAunque tu articulo me ha hecho sucitar cositas. Karloff si que era un favorito de la Universal ... mas alla de FRANKENSTEIN si recuerod una muy especial y que me encanta llamada THE OLD DARK HOUSE (El Caserón de las Sombras) de James Whale. Siempre lo ponen en los papeles mas montruosos. Te la recomiendo mucho.
Tengo que vermelaaaaaa!
http://freakymidnightshow.blogspot.com
He de confesar que de La Momia es del "monstruo" que menos sé, y confieso también que soy una de esas personas que creía que era el ente revivido caminando como zombie y envuelto en vendas, jejeje.
ResponderEliminarBuen dato y buena reseña, hay que verla, porque de plano de momias sólo he visto las palomeras en donde sale Brendan Fraser, en lo cual coincido con Sam Loomis, sólo la primera vale la pena ver, y lo de la vale lo digo por pasar un rato agradable no porque sea una obra de arte ni mucho menos, las demás dan verdadera lástima.