Con La mujer de negro 2: el ángel de la muerte (2014), la Hammer realiza su primera secuela en más de cuatro décadas, y también retoma una de sus más fervientes tradiciones: tomar una exitosa saga de terror y arruinarla a base de continuaciones banales y poco agraciadas. Algo de eso ocurre aquí, puesto que la primera entrega de La mujer de negro (2012), si bien no era ninguna joya a la altura de las más famosas producciones de la productora británica, al menos era eficiente como película de terror y tomaba algunos riesgos poco habituales en este tipo de trabajos. En esta secuela menor de un par de años después hay muy poco de eso, y de hecho la mayoría de sus aciertos son cosas que ya estaban tanto en la primera parte como en el telefilme británico de 1989 en el que se basa.
El único acierto de esta secuela, y algo que en papel al menos auguraba cosas buenas, ha sido desvincularla por completo de la primera entrega y situar la historia varias décadas después, en medio de la Segunda Guerra Mundial, cuando dos maestras de escuela toman un grupo de niños y los llevan a una casa en medio del campo inglés para escapar de los bombarderos alemanes que están dejando Londres en ruinas. Por supuesto, la casa en cuestión no es otra que la mansión en medio del pantano habitada por el rencoroso espíritu de la Mujer de Negro, que inmediatamente se prendará de uno de los niños y tendrá que ser detenida por la más joven de las dos maestras, protagonista absoluta de la historia. De entrada la idea de poner la trama en medio de una guerra funciona porque da al escenario en el que se desarrolla una suerte de otredad, de lugar en medio de la nada y rodeado de peligros, además de que justifica en cierta medida la presencia de los niños en lo que es básicamente una ruina. Es este escenario, además, lo único realmente atractivo de la película porque tanto la casa como el paisaje que la rodea es de auténtica película de terror, así que en ese sentido está bien.
Lástima que estos aciertos visuales son, en gran medida, reciclados de la primera parte, la cual aprovechaba mucho más su atmósfera por el hecho de tener en la mayor parte de su duración un único personaje. Aquí resulta muy superficial y sobre todo muy visto, no sólo en sus antecesoras sino también en la televisión; quiso la mala suerte que el estreno de La mujer de negro 2 ocurriese después de series como Penny Dreadful (con la que comparte una de sus actrices, Helen McCrory, y que definitivamente es superior en su tratamiento de ese gótico británico del que esta película hace alarde. Es una lástima porque en todo lo demás resulta muy convencional: largas escenas de un personaje explorando la oscuridad con una lámpara, una protagonista asolada por un trauma que (obviamente) guardará muchas similitudes con el conflicto principal, la típica historia del niño raro en peligro y un larguísimo etcétera de topicazos que hacen de este un trabajo sumamente olvidable.
Tampoco es que hubiese muchas esperanzas aquí: después de todo, La mujer de negro terminaba con un final que daba escaso pie a una continuación, y aunque la idea de la que parte es atractiva al centrarse en un grupo de personas completamente distinto que tiene la desgracia de visitar la misma casa, el resultado final es un total desaprovechamiento de sus posibilidades y resulta por el contrario una secuela más del montón que, por supuesto, fue estrenada en enero con escasas probabilidades de éxito, encima en una época en la que, salvo por su ambientación de época, este tipo de historias abundan. Como hemos dicho otras veces, esto es terror de usar y tirar.
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