Producción hispano-colombiana rodada en inglés, con una muy típica historia de fantasmas que involucra niños, un crimen del pasado sin resolver, y un terrible secreto por parte de un personaje cuyas consecuencias caen sobre sus descendientes, además de una típica estructura de la familia en peligro. Estos topicazos son los que llenan de lado a lado una película como Desde la oscuridad (2014), cuya única diferencia radica en su sonrojante ambientación en una exótica Colombia de postal turística que ya ha sido criticada por muchos, pero que honestamente me parece menos insultante que el montón de clichés que muestra su argumento.
Como mencionaba arriba, Desde la oscuridad abre con una pareja-joven-con-niño que viaja a la Colombia profunda para tomar el control de una fábrica fundada por el padre de uno de los personajes. De entrada la manera como representa todo un país en la forma de un pueblito idílico de casitas coloridas ubicado al lado de una selva es casi una broma, pero pronto observamos como público que el sitio no es tan idílico como pinta, puesto que la propiedad parece estar acosada por los fantasmas vengativos de unos niños con muy malas intenciones.
No hay que ser muy espabilado para ver qué pasa aquí, y todo aquel que haya visto algunas películas de este tipo adivinará de qué trata prácticamente desde el principio, y entenderá que la aparente prosperidad de la familia se asienta sobre un terrible secreto de explotación y miseria que se ha cebado con los habitantes del pequeño pueblo y que, por supuesto, no parará hasta que la ofensa sea vengada. Únicamente la ambientación en la selva colombiana cambia el registro, ya que todo lo demás es exactamente igual, desde la pareja joven hasta la madre coraje que defiende a su niña y que sólo así logra empatizar con la misión vengativa de los fantasmas. Para ser honestos, también es cierto que la cinta no hace grandes esfuerzos por ocultar nada de esto, así que supongo que es muy consciente de su general medianía.
Y ese es precisamente el problema: no hay nada aquí que no hayamos visto antes y mejor hecho, pero la película tampoco es tan mala como para resultar memorable por los motivos equivocados. Su desarrollo es muy sencillo, su ambientación ni siquiera es interesante y su supuesto mensaje social es demasiado obvio e ingenuo para tocar cualquier fibra. Si queréis ver algo en este estilo pero mucho mejor llevado a cabo, una gran recomendación es la muy superior El espinazo del diablo (2000), de Guillermo del Toro, esta incluso contada desde una perspectiva infantil que, honestamente, le habría venido mucho mejor a la cinta de la que hablamos hoy.
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