Aquí en Horas de oscuridad llevamos ya un tiempo (uno que coincide más o menos con nuestro escaso ritmo de actualizaciones) metidos en la escena del terror indie, y aunque es cierto que este mundo tiene sus propios lugares comunes y clichés, también es cierto que es donde hemos visto los trabajos de terror más interesantes que nos hemos podido encontrar, trabajos que no sólos se alejan de la medianía del horror mainstream, sino también de la condescendencia a menudo desplegada hacia el fan duro del género. Una de esas películas ha sido precisamente Late Phases (2014), cinta a la que me acerqué debido a haber escuchado muy buenas críticas, pero de la cual lo que realmente me sedujo fue la posibilidad de encontrar una película de hombres lobo destacable. Al final resultó ser más que eso. Al igual que Ginger Snaps (2000), estamos ante una película que utiliza la idea del licántropo para hablar de otra cosa, y lo hace de forma muy efectiva e interesante.
Gran parte del interés que despierta esta obra está en su personaje principal, un malhumorado veterano de guerra entrado en años, ciego y completamente desconectado de sus semejantes (incluyendo si hijo) que se va a vivir a una urbanización para jubilados que de la noche a la mañana comienza a ser víctima de los ataques de un hombre lobo que acaba sin piedad con la vecina del personaje principal. Esto que cuento arriba no está narrado como un misterio: desde el principio tanto el protagonista como el público saben qué es lo que está pasando y la naturaleza exacta del monstruo que está asolando la por otro lado idílica urbanización, y el metraje se va en cómo precisamente nuestro hombre se prepara para desenmascarar a la bestia y destruirla un mes después cuando (muy previsiblemente) venga a por él en lo que será su última batalla.
Esto que acabo de escribir arriba suena muy similar al argumento de la también excelente Bubba Ho-tep (2002), de Don Coscarelli, y la verdad es que ambas cintas tienen mucho en común, no sólo la idea de un antiguo guerrero de avanzada edad enfrentado a lo sobrenatural sino también la idea del rescate de la dignidad en la vejez y el tono lento y sobrio de su metraje, aunque Late Phases no está tan inclinada hacia la comedia. Tampoco se afinca mucho en sus elementos de terror, a decir verdad; las escenas en las que aparece el monstruo son escasas y muy distanciadas entre sí, y el misterio no se trata tanto de quién es el hombre lobo sino por qué mata y qué es lo que se esconde tras la aparentemente apacible vida en esa comunidad de ancianos junto a un bosque. Donde sí destaca la película es en algunas de sus salidas dramáticas, y en este sentido tiene logros muy notables como toda la relación del protagonista con su hijo.
Como decía arriba, me acerqué a Late Phases buscando una cinta de hombres lobo más y quedé muy sorprendido al encontrarme con un argumento muy atractivo y unos personajes más que entrañables. Algunos de los que esperen una película de terror más convencional pueden salir decepcionados con su hincapié en el drama y en el diseño de sus licántropos de orejas puntiagudas, pero es en verdad una película muy buena que queda más que recomendada.
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