Esta semana es Halloween, y a pesar de que aquí nunca nos ha dado por hacer algo especial en estas fechas, quería esta vez aprovechar la ocasión para hablar de algunas películas relativamente recientes que tocan el tema de la Noche de Brujas, puesto que sé que lo estáis buscando. Una de ellas es precisamente una que vi este verano y cuya reseña se me había escapado durante ya demasiado tiempo. Se trata de Hellions (2015), una curiosa (y pequeña) producción canadiense del director Bruce McDonald. Su nombre debería sonaros, puesto que hace algunos años el señor McDonald parió una muy curiosa película de zombis titulada Pontypool (2008) que cosechó muy buenas críticas. Esta de la que hablamos hoy ha pasado un tanto desapercibida, algo que en mi opinión es un error porque contiene algunas ideas muy buenas que la alejan de lo que normalmente es el tratamiento dado al espíritu de estas fechas en el cine comercial.
De hecho la trama es de lo más sencilla: una chica en la noche de Brujas que espera en casa para su cita cuando de repente es acosada por unos siniestros niños disfrazados. Sin embargo, lo que empieza como un típico argumento de invasión domiciliaria termina convirtiéndose en algo muy distinto, una historia completamente surrealista que sólo comienza de verdad cuando la atmósfera del lugar es transformada por una extraña niebla acompañado de una luz violácea que parece marcar la entrada a un mundo paralelo que se funde con el nuestro. La película nunca llega a explicar del todo este fenómeno y de hecho deja muchas interrogantes abiertas y parece por el contrario regodearse en una mitología apenas sugerida y un énfasis mayor en las imágenes, con el poco sutil simbolismo de la chica disfrazada de ángel y los tintes satánico/paganos de la festividad de Halloween y su imaginario de calabazas, espantapájaros y demás apariciones.
Todo esto, repito, puesto muy por encima de contar una historia coherente. A decir verdad, McDonald parece echar mano aquí de un libro de estilo muy similar al de los cineastas italianos de principios de los ochenta al contar una historia a través de momentos visuales con poco énfasis en el argumento. Esto muy probablemente hará que la película se le atragante a aquellos que buscan una historia más lineal, y aunque ciertamente no estamos hablando de una película que se vaya a convertir en un clásico ni mucho menos, sí es cierto que su atmósfera me pareció hipnótica y muy poco convencional gracias a una estética bellísima y unos recursos muy bien aprovechados. Aparte de eso, la temática adolescente de la película esconde una metáfora muy curiosa acerca del miedo causado por el embarazo precoz, tema que en el cine de terror casi siempre se ve mezclado con historias de usurpación de bebés por parte de entidades demoníacas.
Así que si estáis buscando alguna película que ver esta Noche de Brujas y os apetece ver algo un tanto fuera de lo común, Hellions es una buena opción. Quedáis advertidos que los mayores logros de esta película yacen en su estética y en la poco común visión no-festiva de Halloween de la que hace gala, pero hoy por hoy esto no me parece poca cosa. Algunos de sus trucos a la hora de causar miedo o tensión están muy vistos, pero aún así vale mucho la pena.
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