Un año después de la primera parte nos encontramos con esta secuela de Grave Encounters (2011), una película que en lo personal me gustó mucho, sobre todo teniendo en cuenta mi predisposición negativa hacia el género de metraje hallado y sus ya muy vistos recursos. Para esta segunda parte, en la que los directores de la original han escrito el guión pero dejado las labores de dirección en otras manos, mis expectativas no estaban lo que se dice muy altas, pero aún así me ha podido la curiosidad acerca de cuál era el ángulo que sus responsables le darían después de no solamente haber eliminado el factor sorpresa, sino también después de habernos dado un final bastante cerrado del que no parecía haber mucho por sacar. El resultado final es una secuela claramente inferior que por desgracia basa todas sus fortalezas en repetir aquellas cosas que funcionaron de la primera parte extendiendo la película de forma innecesaria, como si simplemente hubiesen tenido un par de ideas que complementaran la original pero que no fueran lo suficiente para rellenar noventa minutos.
De hecho, ya de por sí la idea de la que parte no es nada original, y aquellos no tan jóvenes se darán cuenta de que Grave Encounters 2 (2012) recicla de forma casi idéntica la premisa base de la ya casi olvidada Blair Witch 2: Book of Shadows (2000): un grupo de jóvenes que conoce la película de Grave Encounters viaja hasta las locaciones de esta en el pleno convencimiento de que los eventos mostrados en la cinta son reales, y por supuesto se encuentran con que, para su desgracia, tienen razón. El elemento meta, como decimos, ya está muy visto, y de entrada ya parte con un problema de corte argumental; si los protagonistas piensan que aquellos eventos ocurridos en la película ocurrieron realmente, ¿cómo es que aún así corren el riesgo de que les ocurra lo mismo a ellos?
Al igual que la primera parte, esta secuela echa mano del formato de metraje hallado al hacer del protagonista un joven estudiante de cine que decide montarse su propio documental. El principal problema que le veo aquí es que todo el trozo inicial de por qué el personaje decide ir hasta el manicomio abandonado se hace eterno a pesar de que dura sólo media hora, tanto que juro que cuando finalmente los protagonistas estaban llegando al sitio embrujado aquello se sintió como un clímax y fue toda una sorpresa darme cuenta de que todavía faltaban dos tercios de película por tragarme. Es sólo entonces cuando comienza realmente la parte de terror, y esta por desgracia no es más que una repetición del mismo esquema de la primera parte con sus fantasmas de grandes bocas, su mitología de manicomio embrujado y unos efectos CGI bastante pobres. Es en muchas cosas exactamente la misma película de la vez anterior, sólo que sin el factor sorpresa.
El único punto a destacar llegado este momento es la aparición (sorprendente, por lo demás) de uno de los personajes de la primera parte, que da un giro radical a la trama y la lleva por sus únicos derroteros nuevos aún a costa de un trabajo de actuación un tanto risible. Pero esta aparición con todo y sus problemas es lo único que aporta al argumento una continuidad más allá de lo establecido por la primera película y, por lo menos para mí, la hizo ganar unos cuantos puntos. Evidentemente no me pareció tan destacable como la original, pero si os gustó aquella, en esta podréis encontrar algunas cosas rescatables aunque el conjunto se haya quedado muy atrás.
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