The Eyes of My Mother. Una niña que vive con sus padres en una cabaña aislada en medio del campo es testigo un día de cómo su madre es brutalmente asesinada por un psicópata anónimo, lo cual tiene un siniestro efecto en ella que se irá agravando en su juventud. Me llevé una sorpresa con esta porque pensé que casi nadie la habría visto, pero resulta que estaba equivocado porque la he leído nombrada en muchos sitios, casi siempre destacándola como una de las mejores del año. En este sentido me temo que soy una voz discordante, porque si bien tiene grandes aciertos a nivel estético, en el fondo no deja de contar una historia y temas que ya hemos visto muchas veces en el torture-porn de principios de los dos mil de forma un tanto más efectista. Su entusiasta recepción por parte del público me ha recordado mucho a la también muy apreciada The Girl Who Walks Alone At Night (2014), no sólo por su estética de preciosa fotografía en blanco y negro, sino porque al igual que aquella película (falsamente) iraní, esta se apropia de códigos y temas del cine de terror y los disfraza bajo una fachada superficial de cine "serio" como si intentara darle una legitimidad que nadie ha pedido. Me ha gustado, pero con matices.
Under The Shadow. Y hablando de cine falsamente iraní, esta entrada un tanto más comercial resulta quizás más interesante por su ambientación en el Teherán de los primeros años de la Revolución Islámica que por su historia o las cosas que consigue hacer con ella. En muchos sentidos, es el equivalente farsi de Dark Water (2002), cinta en la que me hizo pensar muchas veces y con la que tiene numerosos paralelismos como la metáfora de abandono de un edificio que poco a poco se va quedando vacío y en un estado cada vez más ruinoso, así como la relación entre una madre y su hija acosadas por lo sobrenatural y la difusa figura del padre ausente. Tiene una estructura muy buena y me gusta que duranet la mayor parte de su metraje se niega a rendirse a efectismos baratos, aunque su final abrupto me pareció poco satisfactorio y sus numerosos guiños políticos se sienten como un agregado un tanto banal y arbitrario. Aún así, muy buena.
What We Become. Esta cinta danesa de zombis ha ganado cierta notoriedad en todos aquellos festivales donde se ha presentado, y la verdad es que está muy bien porque centra toda la acción en un pueblo pequeño de Dinamarca en el que la llegada de la epidemia altera las vidas de todos. Hay un muy obvio cuestionamiento de las comodidades de la clase media progresista y sus endebles principios que se hace muy evidente desde el primer minuto, y aunque llegado el momento no escatima en escenas de terror con muertos vivientes, pronto queda muy claro que el principal peligro no son los cadáveres revividos sino la reacción de un gobierno autoritario contra el que sus acomodados ciudadanos no están preparados, algo que me recordó mucho a otra película de George Romero, The Crazies (1973). No tiene prácticamente nada que no hayamos visto antes y difícilmente sorprenda a los amantes de lo zombi, pero no ha estado mal.
Beyond the Gates. El éxito de la serie Stranger Things debería contribuir al interés por esta pequeña pero valiente película de terror acerca de un juego de mesa de los ochenta que arrastra a un par de hermanos a una situación límite con monstruos y una entrada a otra dimensión. No sólo el juego en sí mismo sino toda la atmósfera tiene un regusto evidentemente inspirado en otras obras del terror eighties que hemos reseñado aquí, y su componente nostálgico queda muy claro ya desde el principio, puesto que lo que reúne a los dos hermanos no es sino el desmantelamiento del otrora glorioso videoclub de su padre. Puntos extra por la presencia de Barbara Crampton como la "anfitriona" del juego y algunos momentos estéticos que son pura gloria, aunque la película en sí tampoco me ha haya impactado tanto.
Carnage Park. Lo que en un principio parece otro survival horror ambientado en el desierto americano, pronto se convierte en una de las cintas más intensas que he visto últimamente, o al menos una que me pilló en un estado de ánimo muy particular. En esta cinta, una pareja de asaltantes de bancos en fuga de la justicia toma como rehén a una chica (interpretada por Ashley Bell, a quien probablemente recordaréis por las dos entregas de El último exorcismo) y sin quererlo entran en el coto de caza de un psicópata armado hasta los dientes y que comenzará un juego de gato y ratón lleno de torturas y sadismos varios. Es una película muy violenta, con un atmósfera calurosa, abierta y asfixiante, y que sabe mantener la tensión a pesar de que la mayor parte del metraje tiene lugar únicamente entre el asesino y la final girl. Cerca del desenlace se convierte en algo demencial pero es también cuando tiene para mí su mayor atractivo. De las cinco películas que he mencionado hoy, esta es quizás la única que requiera un tipo de público muy específico, pero si sois amantes del terror físico esta sin duda alguna os va a gustar.
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