De hecho es así; en un intento de mezclar el cine de terror con el periodismo gonzo, The Sacrament cuenta la historia de un equipo de periodistas de Vice que viajan hasta una selva remota en Suramérica para hacer un reportaje sobre una secta religiosa conducida por un carismático líder. Este grupo de gente ha decidido abandonar el mundo moderno y construir una comunidad idílica desprovista de crimen, odio y racismo en medio de la jungla, un lugar en el que por supuesto descubren que tras esa fachada utópica se encuentra algo mucho más siniestro. A pesar de que en ningún momento se menciona, la película está claramente inspirada en un hecho real ocurrido hace ya algunas décadas y que muy probablemente muchos conseguirán identificar. Si no digo explícitamente cuál es es sólo porque hacerlo sería un spoiler de los gordos.
Si algo bueno se puede decir de la película es que Ti West una vez más demuestra ese manejo tan certero del suspense que ya asomaba en las dos cintas arriba mencionadas; toda la primera mitad es maravillosa en cuanto a la tensión generada y en cuanto al ambiente conseguido en el escenario donde se desarrolla la acción. Además la película sube muchísimo cuando aparece el personaje del líder de la secta, una figura imponente que se come la pantalla durante la tensa secuencia de la entrevista con el grupo de reporteros. Toda esta primera parte es en realidad muy buena a pesar de que a nivel de argumento y forma no aporta nada que no hayamos visto antes.
Este, por desgracia, es el principal problema que tiene The Sacrament. Si bien es admirable el hecho de que Ti West haya decidido hacer algo distinto al resto de su filmografía, no deja de ser un bajón el que su nueva película pertenezca a un género tan manido como este. Aparte de que no es cien por cien coherente: la película en ocasiones parece metraje crudo y en ocasiones parece un documental perfectamente editado y montado, dependiendo de lo que convenga para hacer avanzar la trama, como si West no terminase de hallarse cómodo por las restricciones de la perspectiva en primera persona y nos condenase a preguntarnos una vez más por qué ciertas escenas están siendo filmadas. Pero quizás lo más lamentable del asunto es que es una película sin sorpresas ni riesgos: si quien está leyendo esto conoce el caso real en el que la película se inspira, sabrá exactamente cómo termina esta cinta. Hasta el final estuve esperando un giro que llevase la historia por derroteros diferentes a los que me esperaba, pero ese golpe de efecto nunca llegó. Es una lástima porque, repito, Ti West me encanta como director y realmente le tenía muchas ganas a esta película. Se queda en un manejo muy bueno de la tensión (sobre todo en su primera mitad) y en algunas actuaciones sobresalientes, pero al final se queda también en lo evidente y eso me decepcionó un poco.
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