Hacía ya mucho tiempo que tenía ganas de reencontrarme con El proyecto de la bruja de Blair (1999). No la había visto desde el momento de su estreno original, hace ya casi quince años, pero tenía un buen recuerdo de ella, y de hecho en su momento me había dejado muy impresionado. Pero claro, en aquel entonces yo era el público al que estaba dirigido la película: tenía veinte años, me gustaban mucho las historias de terror, y nunca había visto una película como aquella. Es decir, aquella faena de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez estaba hecha para mí. Ahora, década y media después, y cuando ya el subgénero de metraje hallado o falso documental ha sido explotado hasta la saciedad, es interesante volver a ver una de los ejemplos imprescindibles al que tanta gente hace referencia pero al que no sé si muchos recuerdan en realidad.
Para aquellos que sean demasiado jóvenes, El proyecto de la bruja de Blair es la historia de un trío de jóvenes cineastas que se internan en los bosques de Burkittsville, Maryland, para rodar un documental sobre la leyenda de una bruja del siglo XVIII que ha aterrorizado desde entonces al pueblo. La película nos cuenta ya desde el principio que estos tres jóvenes desaparecieron sin dejar rastro y que lo que estamos a punto de ver es el metraje crudo que sus cámaras captaron durante estos últimos días. El desarrollo de la historia es similar a lo que muchos de vosotros conocéis ya en este subgénero: un comienzo feliz y optimista que se va volviendo cada vez más siniestro a medida que los personajes se pierden en el bosque y van sucumbiendo no sólo a las continuas intervenciones sobrenaturales de aquellos parajes, sino también a los inevitables conflictos que surgen en un grupo sometido a un estrés similar.
Pero lo interesante de esta película, y lo que sin duda alguna termina por diferenciarla de todos los trabajos similares que han surgido en los últimos años, es que Myrick y Sánchez en ningún momento capitulan en su propósito de dar a la cinta el mayor grado de realismo posible. A diferencia del resto de las historias de metraje hallado que hemos visto, aquí el formato de cámara en mano no se reduce únicamente a dar una perspectiva en primera persona sino que es empleado para mantener la historia dentro de los límites de una realidad más o menos creíble: para sorpresa (y decepción) de muchos, nunca vemos a la bruja en cuestión ni tampoco presenciamos ningún fenómeno realmente sobrenatural en pantalla. Todas las escenas de miedo están construidas a través de sonidos, fenómenos ocurridos fuera de plano y expectación por parte del público de sustos que nunca se producen pero que crean una tensión sobresaliente, con lo que los mayores horrores de la película ocurren siempre en la mente de aquel que la está viendo. Esta negativa a mostrar el horror de forma explícita sería impensable en una película de hoy en día, pero en su momento contribuyó a la ingeniosa e innovadora campaña viral de esta cinta, que hizo creer a mucha gente que los eventos que presenciaban eran reales.
Esta película evidentemente no fue la primera en su género, y sus influencias son más que evidentes (como lo indica el nombre de su productora, Haxan Films), pero tras verla de nuevo siento que ha resistido el paso del tiempo bastante mejor de lo que esperaba. Las opiniones en cuanto a ella siempre han sido encontradas, ya que hay quienes la califican de obra maestra del horror o tomadura de pelo que nunca da lo que promete. Personalmente considero que como cinta de terror es muy buena y demuestra, entre otras cosas, por qué el subgénero de horror documental de los últimos años sólo ha conseguido imitarla en una forma muy superficial. Además, solamente por todo lo que sugiere acerca de su argumento y mitología (explorada, por cierto, en numerosos artículos, libros y hasta videojuegos) vale la pena acercarse a ella. Quince años después me sigue pareciendo igual de recomendable como una de las piezas de terror más interesantes de los noventa.
Soy muy fan del formato found footage, aunque irónicamente haya pocas películas de este tipo que realmente me gusten, pero El proyecto de la Bruja de Blair está entre mis favoritas, no sólo del formato, sino del cine de terror en general.
ResponderEliminarComo bien dices, la película nunca abandona ese tono realista y verosímil, y justo por eso me parece una pieza de terror casi perfecta. Es una de esas pocas películas de miedo en la que consigo meterme de lleno y recorrer ese bosque aterrador junto a los protagonistas.
Por cierto, la secuela, salvando las distancias, también me gustó, y querría destacar los falsos documentales que se incluyen a modo de extras en los dvd´s de ambas películas, especialmente Los 7 de Burkittsville, que es una maravilla.
Le daré su respectivo re visionado
ResponderEliminarde esta han seguido peliculas como "Rec" y tantas otras, sin embargo siento yo que la bruja de Blair es mejor que esta última ¿harias algun dia un review de holocausto caníbal como el primer found footage de la historia?
ResponderEliminarJo, a mí me impactó, la sobriedad de la peli y sobre todo el final, que estuve dándole vueltas para cuadrar un guión apenas inexistente. Pero que me dio que pensar.
ResponderEliminarEso sí, la película es desagradable de principio a fin, por lo cansinos que acaban siendo los personajes y las malas decisiones que toman continuamente, por no hablar del mareo de cámara. Pero sí, su éxito se trató de imitar muchísimo. He seguido la filmografía de Eduardo Sánchez, y destacar "Seventh moon" para el que no la haya visto. "Lovely Molly" también pero es más dura creo.
Saludos