La primera diferencia que hay que destacar en cuanto a la primera Laid to Rest (2009) es que esta secuela al menos tiene alguna semblanza de argumento al poner en evidencia más detalles en cuanto a quién es el misterioso asesino de la calavera cromada, revelando que se trata de un millonario con tendencias psicóticas que tiene a su servicio toda una organización dedicada a asistirle en sus crímenes y limpiar todo tipo de evidencia tras sus masacres. Es esta misma organización la que le rescata y consigue revivirle al precio de dejarle terriblemente desfigurado. Todo esto es sólo un trasfondo porque la cinta deja las partes esenciales del personaje como un misterio. Hay también una sub-trama que al menos se perfila interesante y que trata de la rivalidad del asesino principal con uno de sus asistentes que por lo visto ansía imitar sus crímenes y que pretende convertirse en su sucesor, pero por desgracia esta trama está apenas esbozada. Eso sí, muy bueno el trabajo con dicho personaje del actor Brian Austin Green, aquí distanciado radicalmente de su pasado como ídolo adolescente.
Todo este argumento, eso sí, termina siendo bastante marginal porque la esencia de la película es la misma que la primera: la acumulación de víctimas y unas escenas de muerte exageradas y grotescas escenificadas como lucimiento de los efectos especiales de la película. Esta vez, sin embargo, la estética no está tan cuidada com en la primera Laid to Rest y toda la cinta tiene un look mucho más amateur en el que canta demasiado la textura del vídeo. No es algo que me moleste en realidad pero se nota bastante y en mi caso ha terminado por distanciarme un poco. Algo que sí me molestó un poco, sin embargo, es que esta secuela parece haberse olvidado de la premisa inicial del asesino obsesionado por filmar sus matanzas (el tema de la cámara es utilizado de forma bastante aleatoria cuando en la original era lo que definía al personaje del villano). Aparte hay una especie de subtrama acerca de la ceguera de la chica protagonista que no sé por qué está incluída porque no tiene ningún tipo de relevancia para el argumento.
Así que aquellos que disfruten de los slashers violentos aunque la trama vaya a trompicones, pueden encontrar algo de valor en Chromeskull: Laid to Rest 2. Yo, sin embargo, y más allá del hecho innegable de que no es el tipo de cine de terror que más me gusta, pienso que es mucho más recomendable la primera parte con todo y su sencillez. Esta, por el contrario, me parece un caso similar al que ya sufrió en su momento Hatchet 2 (2010): el intento de hacer una película más compleja y "seria" ha terminado por diluir un poco lo que habían sido sus principales fortalezas. Quizás la comparación sea más evidente al notar que ambas secuelas tienen en su elenco a Danielle Harris, infaltable presencia en gran parte del slasher moderno. En todo caso, como secuela menor de una película bastante modesta no me parece tan desdeñable.
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