Si bien las primeras partes de cada encarnación de la saga The Grudge tienden a parecerse mucho y tener varios elementos en común entre sí, las secuelas siempre han ido por libre, explorando cada una sus propios argumentos y llevando la historia de Toshio y Kayako a conclusiones bastante distintas. Este es el caso también de Ju-on: The Curse 2 (2000), secuela del telefilme original que dio inicio a la saga creada por Takashi Shimizu y que se estrenó el mismo año. Como su antecesora, esta segunda parte fue hecha para la televisión, pero debido a su éxito también gozó de un breve y limitado paso por los cines de su Japón natal, y con todo y las evidentes prisas para sacarla a la calle, es una muy digna continuación que gustará mucho incluso a aquellos que ya hayan pasado por todas las entregas cinematográficas.
Y es que a pesar del escaso tiempo entre las dos producciones, esta segunda parte resulta más ambiciosa que la anterior al aumentar las dosis de surrealismo presentes no sólo en Ju-on: The Curse (2000) sino también en la obra de Shimizu en general. La película nuevamente maneja varias líneas argumentales y está dividida en segmentos representados en las víctimas de la maldición: el agente inmobiliario que vende la casa, la psíquica de su hermana que le advierte de la presencia de los espíritus, la nueva familia que se muda a la residencia e incluso los policías que investigan la misteriosa desaparición de los anteriores inquilinos. Algunos de los elementos de estas historias serían tratados en encarnaciones posteriores, pero es en esta donde se aprecia una mayor creatividad no sólo en el apartado de las muertes de los personajes sino en las diferentes formas que tiene el horror de manifestarse en la cotidianidad. Impresionante resulta otra vez la capacidad de Shimizu para otorgarnos imágenes inolvidables aún contando con las limitaciones técnicas del vídeo y un recurrente uso de la luz natural.
Estos grandes aciertos a nivel de atmósfera y unos muy sencillos pero ingeniosos trucos de cámara usados por su director (como esa Kayako que se multiplica durante la persecución a una de sus víctimas) hacen que perdonemos algun que otro efecto especial sonrojante, que sin embargo no entorpece para nada nuestra apreciación de la película ni opaca los momentos en los que Shimizu inserta en el mundo moderno los arquetipos fantasmales japoneses del Yōkai y el Yūrei. De hecho, sólo se me ocurre un defecto que atribuirle a la película, y tiene que ver más con las prisas de su proceso de producción: Ju-on: The Curse 2 dura aproximadamente setenta y cinco minutos, de los cuales treinta son metraje reciclado de la película anterior. De no ser por este detalle, estaríamos hablando quizás de la mejor de las secuelas (o segundas partes) que conforman esta peculiar saga. Aún así, los cuarenta y cinco minutos de material original son lo suficientemente terroríficos para hacerla imprescindible para los seguidores de este par de iracundos fantasmas nipones.
Buenísima tu reseña, me dejaste con ganas de correr a mi Blockbuster a buscarla, aunque a ver si la tienen, porque ya ves que como hay "remakes" gringos, prefieren traer esos que las originales. Espero encontrarla.
ResponderEliminarSoy muy fan de tu blog, por cierto, y del cine de terror. Aunque "Shutter" (la original Tailandesa) terminó por retirarme unos meses. Tuve pesadillas durante semanas, jaja.
Encontrar los dos telefilmes originales de la saga es difícil, al menos de una forma convencional. Por suerte, siempre nos quedarán vías alternativas. En todo caso, búscalas porque son muy recomendables.
ResponderEliminarSaludos, y gracias por pasar.