Realizada diez años después de la Child's Play (1988) original, y siete tras su última secuela, nuestro muñeco favorito regresa completamente reinventado en La novia de Chucky (1998), una película que reviso hoy, tras nada menos que ocho años de haberla visto por primera vez. De todas las entregas de la saga, es increíble que sea esta la que haya envejecido con mayor dignidad, hasta el punto de que no siento ningún reparo en decir que me parece la mejor y más interesante de todas las películas que he visto hasta ahora del famoso muñeco asesino. La clave de por qué me parece la más grande de todas está en que por primera vez los responsables (con el guionista Don Mancini a la cabeza) parecen haberse finalmente decidido a tirar la casa por la ventana y explotar todo lo que se le puede sacar al personaje en una película valiente que rompe de forma radical con todo lo que antes había hecho la saga.
La forma de esta ruptura es obvia; La novia de Chucky decide tomar la saga en una nueva dirección al hacer de esta entrega una comedia de horror en la que Charles Lee Ray ya no intenta pasar su alma al cuerpo de un crío (ahorrándonos así más actores infantiles) sino que ahora realiza un viaje por carretera para recuperar un amuleto mágico que le permita abandonar el muñeco en el que está atrapado. El empleo de un elenco de jóvenes y la mirada irónica no sólo hacia la saga de Child's Play sino también a otras franquicias de terror (como nos dejan claro esos guiños en el almacén de la primera escena) evidencian que esta es una película que sigue los pasos del Scream (1996) de Wes Craven, pero aumentando las dosis de comedia sin por ello renunciar a la sangre y a la violencia desmedidas. Este delicado equilibrio es uno de los mayores logros de la película y algo que por primera vez la saga parece haber conseguido de forma exitosa.
Por supuesto, gran parte del mérito está en las actuaciones, no sólo del siempre eficiente Brad Dourif sino también de Jennifer Tilly en el rol de Tiffany, la novia de Chucky. Tilly, una fantástica actriz con una presencia y un carisma innegables, es un acierto de casting fenomenal que vitaliza por completo la película, no sólo cuando aparece como humana sino también como la voz de la muñeca. Viéndola de nuevo me he dado cuenta de cómo clava el tono de su personaje como una psicópata de apariencia dura pero con ínfulas de sufrida ama de casa, y me repito a mi mismo que difícilmente me podría imaginar a otra en su lugar. La inclusión de este personaje es muy importante no sólo por el motivo evidente de la novedad sino porque por fin Chucky tiene un personaje con quien interactuar, lo que da pie a momentos de humor memorables, una complicidad entre los dos personajes a la hora de matar que los convierte en los auténticos protagonistas y que proporcionan un filón cómico que se explota a fondo, como la ya famosa escena de sexo entre muñecos o la también muy buena pelea doméstica.
Evidentemente estos dos personajes acaparan toda la atención hasta el punto en que no hay mucho qué mencionar acerca de los dos adolescentes humanos que juegan el funcional papel de protagonistas y que son bastante olvidables (por mucho que la chica sea una jovencísima Katherine Heigl). De todas formas estos y la trama (que tiene grandes paralelismos dramáticos con La novia de Frankenstein (1935), semejanzas que la película misma se encarga de dejar claras) son lo de menos; lo importante aquí es ver a Chucky y Tiffany actuar y conseguir la que sin duda es la más divertida entrega de la saga. Por supuesto el final es lo que todos recuerdan debido no sólo a que dio pie a una secuela más sino también por superar todos los límites de la película en cuanto a lo grotesco y el mal gusto bien entendido. Podéis tenerlo por seguro: La novia de Chucky es el punto más alto de una saga que sólo ha podido ser dignificada a través de la parodia.
a mi de esta pelíucla me hizo mucha gracia la escena de Chucky escribiendo Bitch con los cubitos de letras cuando está encerrado en la cuna.
ResponderEliminarPero esto te digo, La semilla de Chucky me pareció aún mejor. Homenajes a Ed Wood, a J.Nicholson en el Resplandor, etc etc... Jeniffer Tilly haciendo de Jennifer Tilly y Tífani obsesionada con ella... Y la trama es de lo mejorcito... surrealismo total, los 2 enfoques de Chuky y Tiff y el pobre Glen... o es Glenda? No paré de reir en toda la película, empezando por la convicción del hijo de que es japonés (Made in Japan tatuado en el brazo... XD)