Tienen razón aquellos que dicen que Crimson Peak (2015) no es realmente una película de terror, pero quienes se hayan sentido sorprendidos o defraudados por esto es porque probablemente no están tan familiarizados con la obra de Guillermo del Toro, quien no sólo como director sino también como productor ha dejado claro en muchas ocasiones que sus intereses a la hora de hacer cine de miedo son otros. Como creador, Del Toro parece es alguien que suele buscar una mayor empatía del público con los monstruos o los fantasmas, y tanto en sus primeros trabajos como Cronos (1993) como en cintas posteriores como El laberinto del fauno (2006) hay un mayor énfasis en la fascinación por lo desconocido que en el miedo como tal. Confieso que hasta cierto punto esto es algo que siempre me ha frustrado un poco, pero eso es un problema mío y lo reconozco.
Lo cierto es que desde el principio, cuando la primera imagen que vemos en la película es un libro con el título de la historia que vamos a ver, sabemos claramente que Crimson Peak es una fantasía, algo más llamado a estimular nuestra apetencia por lo fantástico que nuestros miedos a lo sobrenatural. Por si esto no quedara claro se menciona varias veces, e incluso el propio director nos lo advirtió en más de una ocasión: esto no es una película de terror sino un romance gótico con fantasmas, una historia cuyos referentes son Emily Brontë, Edgar Allan Poe y Henry James, una mirada a la idea del Mal y al poder de los secretos... ambientado por supuesto en un caserón británico que se hunde lentamente y a un secreto familiar que esconde un gran peligro para nuestra inicialmente ingenua protagonista. A esta casa llega precisamente la joven escritora Edith tras un apresurado y misterioso matrimonio, y una vez allí comienza a ser acosada por una presencia fantasmal y la sospecha de que detrás de su nuevo marido y cuñada hay algo muy siniestro que se oculta.
Con esta cinta tengo sentimientos un tanto encontrados. Por un lado, es innegable que estamos ante una de las producciones más extravagantes a nivel visual que hemos visto recientemente, y a nivel de estética es sin lugar a dudas el trabajo más impresionante que jamás ha hecho Guillermo del Toro, lo cual no es poco. Tiene un mérito adicional todo el espectacular escenario de la casa, reminiscencia de los trabajos clásicos del cine de inspiración gótica con la Hammer a la cabeza, pero al mismo tiempo con el toque personal de su director y dotado de un preciosismo macabro como pocas veces he visto. Pero paradójicamente es en la estética donde están la mayoría de mis objeciones: es una lástima, por ejemplo, que ese mismo empeño en hacer de los escenarios algo "físico" no se haya trasladado también a las apariciones del fantasma, las cuales están realizadas con tecnología informática y que me molestaron un poco por su falta de sutileza y un carácter explícito que ya se dejaba ver en los trailers. Por ese mismo motivo me desagradó también el look obviamente digital de la película, cuya excesiva nitidez y ocasional velocidad da a todo un aspecto demasiado artificial para mi gusto.
Estas son, por supuesto, pegas meramente estéticas, porque a pesar de todo la película tiene otros puntos a su favor. La trama que presenta es muy básica y a decir verdad no muy interesante, pero se encuentra elevada por las actuaciones del trío de actores principales, incluida una maravillosa Jessica Chastain que brilla con luz propia llegados los últimos quince minutos de la película, cuando se desata un sangriento y violento clímax que me hizo olvidar rápidamente todo lo anterior, que por el contrario puede pecar de algo aburrido. No es la película más redonda de Guillermo del Toro, pero sí que es una de las más interesantes por su propuesta estética, por su interés en rescatar el gótico cinematográfico y por su poco habitual desarrollo de empoderamiento femenino y la negativa a rendirse a los preceptos clásicos de damiselas en peligro. En todos estos aspectos es una película muy valiente que vale la pena ver sobre todo ahora que no parece haberle ido muy bien. Pero no nos engañemos: parte de su fracaso tiene que ver con que el cine de Guillermo del Toro parece hecho para un público muy particular, y el estudio además cometió un error al promocionar esta cinta como una película de terror para Halloween. Poned a un lado esa publicidad engañosa y dadle un vistazo si es que todavía está en cartelera.
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