Hace un par de años Craig Gillespie nos trajo Noche de miedo (2011), nueva versión de una de mis películas de terror favoritas, como bien saben todos los que se han pasado por aquí. Ahora, de la nada, sale esta segunda parte que pasó casi desapercibida. Esto último no es nada raro ya que se trata de una cinta bastante olvidable y genérica que sin embargo tiene un par de detalles interesantes a destacar, aunque quizás no sean suficientes para merecer un puesto de honor entre los chupasangres de los últimos años. Para empezar, una de las cosas más curiosas de esta película del venezolano Eduardo Rodríguez es que a pesar de tener un número 2 en el título, no se trata realmente de una secuela de la cinta de Gillespie, sino de otro remake de la Noche de miedo (1985) original de Tom Holland. El que haya sido hecha por otra productora parece indicar que se trata únicamente de un intento por parte de un estudio rival de rentabilizar la franquicia a través de los derechos de explotación, puesto que la verdad es que no tiene absolutamente nada que ver con la del 2011 y no la referencia en ningún momento.
Comenzaré por decir las cosas que me gustan de la película: en primer lugar, me agrada que hayan intentando innovar con respecto a la original en su decisión de darle un ambiente europeo en lugar de la estética de suburbio americano que funcionó en versiones anteriores. Esto lo logran no sólo rodando en locaciones reales de Rumanía sino también gracias a sus constantes referencias a la tradición vampírica camp de la Hammer Films y otros productos populares de décadas pasadas, lo que la empuja un poco más a los terrenos del horror y la aleja un tanto de la comedia. Me gusta mucho también la escogencia de Jamie Murray como una vampiresa milf que toma el testigo ahora como la villana principal, lo que también es un obvio guiño a la primera Noche de miedo 2 (1988). Finalmente, y en lo que probablemente sea el mayor acierto del guión, me gusta cómo han reinventado el personaje de Peter Vincent, quien una vez más es un presentador televisivo, pero ahora de esos patéticos realities paranormales que tanto abundan hoy en día. Es una lástima que nuevamente este personaje, que era parte esencial de la saga original, haya sido reducido a un casi insignificante papel secundario más destinado a ser el elemento cómico.
Entre las cosas que no me gustan está el que a pesar de que tiene escenas calcadas a la versión del 85, deja muy de lado el sentido del humor de esta y no es tan hábil a la hora de equilibrar los géneros de horror y comedia. Su manejo de la sexualidad (con subtexto lésbico incluído) es muy burdo incluso para los estándares de este tipo de producciones, y el clímax es un cúmulo de sinsentidos en el que las reglas vampíricas acerca de quién vive, quién muere y cómo son rotas constantemente. La película tampoco consigue aprovechar bien sus locaciones reales y su Bucarest podría ser perfectamente cualquier ciudad anónima, lo que revela que el auténtico motivo de su ambientación no es otro que aprovechar lo barato que resulta rodar en los países del Este. En definitiva, no es la peor película de vampiros que he visto, y agradezco que haya sido corta, pero es bastante prescindible y su genérico y ya muy visto desarrollo hace parecer mejores a todas las otras versiones de esta historia, incluyendo la última, que con todos sus defectos me pareció un trabajo mucho más interesante.
Aunque adoro la original, debo reconocer que la versión con Colin Farrell me gustó mucho. Farrell haciendo cosas estrambóticas, sucio y enseñando colmillos siempre está bien.
ResponderEliminarTendría que ver la original para poder opinar mejor (pecado!!). Aun así estamos tapizados en remakes!!
ResponderEliminarMe llama la atencion por la reseña, la veré :D
ResponderEliminarla peor cagada que haya visto
ResponderEliminarEntretenida pero olvidable, la pelea final tiene sus ratos pero cae en lo previsible
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